Vencedores: Ocho maneras de vivir con una fuerza imparable, una fe inamovible y un poder increíble

Vencedores: Ocho maneras de vivir con una fuerza imparable, una fe inamovible y un poder increíble

by David Jeremiah
Vencedores: Ocho maneras de vivir con una fuerza imparable, una fe inamovible y un poder increíble

Vencedores: Ocho maneras de vivir con una fuerza imparable, una fe inamovible y un poder increíble

by David Jeremiah

Paperback

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Overview

No fuiste creado para vivir en la decepción, en la desilusión ni en la derrota; Dios te ha proporcionado las herramientas para que lleves una vida que no se defina por tus pruebas, sino por tus victorias.

Vivimos en un tiempo de profunda incertidumbre. Aun así, la Biblia promete que podemos vivir la vida de libertad que fue diseñada para nosotros, incluso en tiempos en los que el mundo que nos rodea parece lleno de oscuridad. Fuimos creados para ser vencedores, y para superar los mayores obstáculos de nuestras vidas.

En su nuevo libro Vencedor, el estimado profesor David Jeremiah dirige su entendimiento a uno de los pasajes más citados, pero menos comprendido de la Biblia: la recomendación del apóstol Pablo a los efesios de que tomen toda la armadura de Dios (Efesios 6:10-18). Con la profundidad de lo caracteriza, de su sabiduría y de su compasión, el Dr. Jeremiah analiza la poderosa importancia de la armadura espiritual como herramienta crítica en nuestra vida cotidiana, al confrontar los retos específicos de nuestras vidas y de nuestra época.

Si ya estás harto de vivir en derrota, es hora de encontrar una fuerza renovada y reclamar las promesas de la palabra de Dios de vencer las mayores amenazas de la vida.


Product Details

ISBN-13: 9780718074654
Publisher: Grupo Nelson
Publication date: 10/03/2018
Pages: 256
Sales rank: 1,085,402
Product dimensions: 6.00(w) x 8.90(h) x 0.80(d)
Language: Spanish

About the Author

El doctor David Jeremiah es el fundador de Momento Decisivo (Turning Point), un ministerio internacional cuyo propósito es brindarles a los cristianos una enseñanza bíblica sólida a través de la radio y la televisión, Internet, eventos en vivo y materiales y libros de referencia. Es autor de más de cincuenta libros, entre ellos, Todo lo que necesitas, ¿Es este el fin?, ¿Hacia dónde vamos ahora?, El libro de las señales, y Una vida más que maravillosa. El doctor Jeremiah se desempeña como pastor principal en la iglesia Shadow Mountain Community Church en San Diego (California), ciudad en la que reside con su esposa, Donna. Tienen cuatro hijos adultos y doce nietos.

Read an Excerpt

CHAPTER 1

EL VENCEDOR

Tendríamos que buscar arduamente y durante mucho tiempo para encontrar un héroe tan improbable como Desmond Doss, un personaje real de la película del 2016 Hacksaw Ridge. E igualmente difícil sería encontrar un representante mejor para el tema de este libro: cómo vivir como un Vencerdor.

Nacido en Virginia en 1919 en una familia trabajadora, Doss se enroló en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial. Debido a sus profundas convicciones religiosas de que Dios le había llamado a nunca llevar un arma consigo, se entrenó como médico y fue asignado a una compañía carabinera.

¡Imagínate negarse a llevar un arma y aún así determinado a ir a la guerra! Las convicciones de Doss le causaron burla, abuso y desprecio de sus compañeros y menoprecio por parte de sus superiores, pero nunca vaciló. Terry Benedict, quien filmó un documental sobre Doss en 2004, dijo: «Simplemente no se ajustaba al modelo de la Armada de un buen soldado».

Pero todo esto cambió en abril 1945, cunado la compañía de Doss luchó la batalla de Okinawa, la batalla más sangrienta de la guerra del Pacífico. La clave para ganar Okinawa era apoderarse de un bastión japonés en una peña cortada a 122 metros que los americanos llamaron Hacksaw Ridge. Se libró una batalla sangrienta, pero los japoneses mantuvieron la posición. Finalmente, ordenaron la retirada al batallón de Doss.

Pero Doss podía ver los cuerpos americanos esparcidos por el campo de batalla, y sabía que había heridos entre ellos. Se quedó atrás y, con el fuego de las ametralladoras y la artillería alrededor, corrió repetidamente a la zona de muerte, llevando a los soldados heridos al margen de la colina y bajándolos él solo a un lugar seguro con una cuerda que había hecho.

Durante doce horas, repitió esta ardua tarea hasta que supo con seguridad que no quedaban más americanos heridos en el campo. Cuando finalmente salió de la zona, ¡Desmond Doss había salvado las vidas de setenta y cinco hombres!

Días más tarde, las tropas americanas tomaron Hacksaw Ridge mientras Doss yacía herido en un hospital de la base. Cuando su oficial de mando le trajo su preciosa Biblia mojada y quemada que había perdido en el primer asalto, le contaron que cada hombre de la compañía, los mismos que le habían ridiculizado por su fe, habían insistido en buscar su Biblia hasta encontrarla.

Por su increíble hazaña, le otorgaron a Doss la Medalla de Honor Congresional.

Años más tarde, le preguntaron cómo encontró la fortaleza para seguir adelante esa noche. Su respuesta fue simple. Cada vez que terminaba de bajar a otro hombre a un lugar seguro, él oraba: «Señor, ayúdame a encontrar uno más».

Como descubrió Desmond, superarse es un asunto espiritual. Pero la idea de «superar o vencer» también tiene un significado militar: conquistar. Como miembros del reino de Dios, somos llamados a conquistar las barreras entre quienes somos y quienes Dios quiere que seamos. Nuestra meta is «sobrepasar» de lo que somos hoy y florecer como las personas que Dios ha pretendido que fuéramos.

Los obstáculos que debemos vencer caen en tres categorías: pecado, el mundo y el diablo. Nuestra propia naturaleza pecaminosa es un obstáculo; las tentaciones del mundo son otro obstáculo; y el mismo diablo es otro obstáculo. Afortunadamente, en cada caso, Dios nos ha equipado para sobrepasar cada barrera en nuestro camino, como descubriremos cuando lleguemos al capítulo dos.

En mi opinión, David es el Vencedor mayor del Antiguo Testamento, y es el ejemplo modélico para las lecciones que vamos a aprender. David luchó muchas batallas durante su vida, pero es la primera que todos recordamos mejor — el día que derrotó al gigante Goliat.

En este primer capítulo de Vencedores, te invito a mirar nuevamente esta historia bien conocida. Escucha la historia como si nunca la hubieras oído antes porque la usaré para ayudarte a entender lo que significa ser un Vencedor. Conforme aprende como David encontró el coraje y las fuerzas para derrotar al gigante, descubrirás cómo superar los desafíos de tu propia vida.

EL DESAFÍO DEL VENCEDOR

En Israel hoy, hay un lugar donde un ancho desfiladero se abre paso entre dos altos precipicios. Se cree que fue este el lugar donde se desarrolló el combate entre David y Goliat.

A un lado del barranco estaba el ejército de Israel. Al otro estaba el de los filisteos. Abajo, en el valle situado entre ambos lados se halla el llano donde se peleó la batalla. Tiene cerca de cien metros de ancho, la extensión de un campo moderno de fútbol.

En medio de ese llano, entre los dos ejércitos, se hallaba de pie un hombre inmenso llamado Goliat. Y del lado de los israelitas salió un muchacho adolescente llamado David.

El relato sobre David y Goliat, que aparece en 1 Samuel 17, no es solo una historia acerca de un muchacho que combatió contra un gigante. Es el conflicto de todos los tiempos. Es la historia de la batalla que se ha estado luchando desde que Satanás se rebeló contra Dios por vez primera. La historia del bien frente al mal; el desafío al Dios viviente lanzado por el diablo y sus fuerzas.

Pero, en primer lugar, ¿cómo llegaron a esa situación estos dos oponentes tan inverosímiles?

Comencemos con Goliat.

La Biblia dice específicamente que Goliat era un guerrero famoso entre los filisteos, y nos informa que procedía de Gat, una ciudad bien conocida en el Antiguo Testamento. Gat es el lugar al que se refirieron los espías cuando volvieron a donde estaba Moisés con un mal informe acerca de la Tierra Prometida. En Gat era donde, según aquellos espías incrédulos, había gigantes; unos gigantes tan enormes, que junto a ellos, los espías parecían langostas.

Un erudito sostiene que la descripción de Goliat que aparece en 1 Samuel 17 es la descripción física más detallada de un hombre entre todas las que aparecen en las Escrituras.

EL TAMAÑO DE GOLIAT

«Un famoso guerrero, oriundo de Gat, salió del campamento filisteo. Su nombre era Goliat, y tenía una estatura de casi tres metros» (1 Samuel 17.4).

En unos tiempos en que la altura promedio de un hombre era de metro y medio, las medidas de Goliat resultan asombrosas. Medía «seis codos y un palmo», lo cual significa que tenía entre 2,90 y 3,0 metros de altura.

Esto significa que tenía por lo menos 0,6 metros más de altura que los jugadores más altos del baloncesto profesional. Y unos 0,4 metros más que el ser humano más alto de todos los que viven en la actualidad, Sultan Kösen, quien mide 2,5 metros de altura. Ahora bien, Goliat no era simplemente alto y delgado. Era un hombre inmenso que es probable que pesara entre ciento ochenta y doscientos treinta kilos.

EL ASPECTO DE GOLIAT

En su libro David y Goliat: Desvalidos, inadaptados y el arte de luchar contra gigantes, el autor Malcolm Gladwell describe la armadura de Goliat.

Para protegerse contra los golpes al cuerpo, usaba una elaborada túnica formada por centenares de placas de bronce superpuestas como las escamas de un pez. Esta túnica le cubría los brazos y es probable que pesara más de cuarenta y cinco kilos. Tenía protectores para las piernas, unidas a placas de bronce que le cubrían los pies. Usaba un pesado casco de metal. Tenía tres armas separadas, todas perfeccionadas para el combate cuerpo a cuerpo. Sostenía en la mano una jabalina arrojable hecha totalmente de bronce, y capaz de atravesar un escudo, o incluso una armadura. En la cadera llevaba una espada. Y como opción primaria suya, llevaba una clase especial de lanza de corto alcance con un asta de metal que "era como un rodillo de telar" ...

¿Ahora puedes ver por qué ningún israelita estaba dispuesto a presentarse para pelear con Goliat?

Para hacer peores las cosas, Goliat no los había amenazado una vez. ¡Claro que no! Había estado saliendo al frente dos veces al día durante seis semanas, para pararse en el valle y gritarles su reto cada mañana y cada tarde.

EL RETO DE GOLIAT

Imagínate este hombre bestial, inmenso y monstruoso, que llega caminando pesadamente hasta la mitad del llano frente a ti para rugir sus amenazas.

«Goliat se detuvo ante los soldados israelitas, y los desafió: "¿Para qué están ordenando sus filas para la batalla? ¿No soy yo un filisteo? ¿Y no están ustedes al servicio de Saúl? ¿Por qué no escogen a alguien que se me enfrente? Si es capaz de hacerme frente y matarme, nosotros les serviremos a ustedes; pero, si yo lo venzo y lo mato, ustedes serán nuestros esclavos y nos servirán". Dijo además el filisteo: "¡Yo desafío hoy al ejército de Israel! ¡Elijan a un hombre que pelee conmigo!"» (1 Samuel 17.8-10).

¿Qué sonido tendría la voz de un hombre del tamaño de Goliat? Yo me imagino que sería un rugido capaz de sacudirte hasta el alma. Un sonido destinado a infundir el terror en los corazones de los israelitas, por si su tamaño no hubiera sido suficiente para hacerlo. Rugía lo suficientemente fuerte como para que lo escucharan a ambos lados de aquel llano del tamaño de un campo de fútbol, exigiendo que un hombre, uno solo, saliera para enfrentarse a él en combate singular.

Y no hubo hombre alguno entre los israelitas que se pudiera atrever a responderle.

El combate singular era una práctica común en el mundo antiguo.

En lugar de destruir por completo al enemigo y perder así todos aquellos posibles esclavos, los filisteos querían resolver la batalla de una forma económica. Cada uno de los lados enviaría un hombre a pelear, y esos dos hombres pelearían a muerte. La nación del ganador proclamaba su propia victoria.

La nación del perdedor era esclavizada, tratada con brutalidad y sufría cosas aún peores.

¿Quién puede culpar a los israelitas por no haber respondido al desafío de Goliat? Estarían escogiendo una muerte segura, o una esclavitud también segura, y todos ellos comprendían esto. ¿Quién de nosotros, dudoso de su habilidad y de su fortaleza, sin tener el poder de Dios, quería ser el hombre que enviara a sus hermanos a un destino semejante?

LA NATURALEZA DEL VENCEDOR

Se iba a necesitar algún tipo de guerrero que se le enfrentara a Goliat. En el ejército de Saúl no había nadie preparado para aceptar aquella responsabilidad. Pero entonces ... apareció David.

David era el más joven de los ocho hijos de Isaí. Aunque él había sido ungido por el profeta Samuel como el próximo rey de Israel, su tiempo para reinar no había llegado todavía y él seguía en casa con su familia. Mientras tanto, sus tres hermanos mayores habían seguido a Saúl a la batalla.

Por eso un día Isaí envió a David al campamento de Saúl con provisiones para sus hermanos y para el jefe de su batallón. Un padre sabio, Isaí no solo quería estar seguro de que sus hijos tuvieran alimentos, pero también de que su jefe los viera de una manera favorable. «Averigua cómo les va a tus hermanos, y tráeme una prueba de que ellos están bien» (1 Samuel 17.18).

El muchacho se debe haber sentido entusiasmado de poder ir corriendo a ver los ejércitos cuando su padre lo envió con aquel encargo. Sin embargo, aunque estaba muy emocionado, hizo algo significativo aquella mañana antes de marcharse. Atendió a sus responsabilidades y se aseguró de que hubiera alguien al cuidado de las ovejas (v. 20).

Este detalle es importante; muestra un rasgo pequeño, pero revelador de su personalidad. Los Vencedores se centran en detalles que pasan inadvertidos para los demás. Hacen lo que se necesita hacer, incluso cuando no hay nadie observándolos.

LA CONVICCIÓN QUE SINTIÓ DAVID

Cuando David llegó al campamento, cumplió primero con su deber; encontró al encargado de las provisiones y le entregó la carga que había traído. Después de esto, fue corriendo hasta el ejército y saludó a sus hermanos. Mientras él estaba hablando con ellos, Goliat caminó hasta el campo que estaba debajo y gritó su desafío.

David pareció sorprenderse de que no le respondiera nadie. Les preguntó a los hombres que tenía alrededor: «¿Qué dicen que le darán a quien mate a ese filisteo y salve así el honor de Israel?» (v. 26). Los guerreros le respondieron que el rey le daría a aquel hombre grandes riquezas, la mano de su hija en matrimonio y la casa de su padre quedaría exenta de pagar impuestos.

El incentivo era grande.

A pesar de que era difícil para David entender por qué nadie había aceptado el llamado para defender a Israel, fue aún más terrible para David que Saúl no había aceptado el desafío. Aunque su cabeza sobresalía sobre las de todos sus soldados, y era su rey, no estaba dispuesto a responder al desafío. Él habría debido ser quien se enfrentara a las amenazas de Goliat. Habría debido ser Saúl quien bajara al llano para encontrarse con el gigante dotado de todo el poder y toda la fortaleza del Señor.

Pero la relación de Saúl con Dios se había deteriorado tanto que él estaba operando en la carne. Había perdido su capacidad para confiar en el Dios Viviente.

¡Así que David se ofreció como voluntario!

LA VALENTÍA DE DAVID

Antes de que David declarara que pelearía contra Goliat, algo sucedió que revela el lado humano de los Vencedores, un lado humano que no ha cambiado desde los tiempos bíblicos. Cuando Eliab, el hermano mayor de David, lo oye preguntando acerca de la recompensa, se pone furioso.

«¿Qué has venido a hacer aquí?», le exigió Eliab. «¿Con quién has dejado esas pocas ovejas en el desierto? Yo te conozco. Eres un atrevido y mal intencionado. ¡Seguro que has venido para ver la batalla!» (v. 28).

«¿Y ahora qué hice? — protestó David —. ¡Si apenas he abierto la boca!» (v. 29).

Su respuesta es brillante. Al mismo tiempo que evade la ira de Eliab, se vuelve a centrar en el asunto que tiene entre manos. «No te enojes conmigo», le dice. «¿Acaso no hay algo más importante en lo que nosotros debemos estar pensando?».

Cuando un hombre o una mujer deciden ser campeón de Dios, se está buscando una gran cantidad de oposición y de críticas. Pero como David, podemos mantenernos firmes en nuestras convicciones cuando estamos siguiendo al Señor y su llamado.

LA SEGURIDAD DE DAVID

Y entonces David declaró que él pelearía con Goliat. ¡Imagínate la reacción! Probablemente hubo burla, risas e incredulidad que paulatinamente se tornaron en desconcierto e ira. ¿O, quizás, admiración? Seguramente algunos soldados sentían miedo, por la terrible suerte de este muchacho y por ellos mismos, y por el inevitable final que les aguardaba.

Cuando Saúl escuchó aquello, llamó a David. Al principio, trató de convencer al muchacho para que no lo hiciera, recordándole su juventud y su falta de experiencia, y que Goliat sí era un guerrero bien entrenado y experimentado, «un guerrero toda la vida» (v. 33).

Pero David siguió inalterable. Él sabía que su poder estaba en el Señor. En realidad, su valentía era un producto de su fe en Dios. Sin Dios, David no tenía poder alguno contra ese gigante, pero con Dios, podía vencer al hombre más feroz que existiera.

Al no poder convencer a David para que no peleara, Saúl le ofreció su armadura. Sin embargo, cuando David se la puso, no podía caminar con ella. Así que ... se la quitó toda. El rey mismo le había dado su armadura real, seguramente la mejor de todas en el ejército entero, pero David sabía que no la debía usar. Si no podía caminar, ¿cómo iba a pelear?

EL TRIUNFO DEL VENCEDOR

Detengámonos por un instante para observar que los tres términos usados para describir a Goliat son físicos todos ellos: estatura, vista y grito. En cambio, los tres términos que describen a David son todos espirituales: convicción, valentía y seguridad.

Esta observación es clave mientras presenciamos lo que sucede a continuación.

LA HONDA DE DAVID

Entonces David se dirigió al llano. Por el camino, se detuvo en el río, donde escogió cinco piedras lisas, que metió en su bolsa de pastor. Llevando únicamente una honda en la mano, se acercó a Goliat.

Vale la pena que dediquemos un momento a comprender la importancia que tenía la honda en los tiempos bíblicos. Malcolm Gladwell escribe:

Los ejércitos antiguos tenían tres clases de guerreros. El primer grupo era la caballería, unos hombres armados que iban a caballo o en carros. El segundo era la infantería, soldados de a pie revestidos de armadura y armados de espada y escudo. El tercero era el de los guerreros con proyectiles, o lo que hoy en día llamaríamos la artillería: los arqueros, y más importante aún, los tiradores. Los tiradores tenían un bolso de cuero atado por dos partes con una cuerda larga. Ponían una piedra o una bola de plomo en el bolso, lo giraban haciendo unos círculos cada vez más amplios y rápidos, y después soltaban un extremo de la cuerda, lanzando el proyectil hacia delante.

El uso de la honda exigía una cantidad extraordinaria de habilidad y de práctica. Sin embargo, en unas manos experimentadas, la honda era un arma devastadora ... En el libro de los Jueces, en el Antiguo Testamento, se describe a los lanzadores de honda con tal precisión, que eran «capaces de lanzar con la honda una piedra por un pelo, sin errar». Un lanzador de honda con experiencia podía matar o lesionar seriamente a su blanco a una distancia que podía llegar a los doscientos metros ... Imagínate que estás de pie frente a un lanzador de las Grandes Ligas de béisbol y este te lanza una pelota a la cabeza. A esto equivalía enfrentarse a un lanzador de honda, solo que él no lanzaba una pelota de corcho y cuero, sino una piedra sólida.

(Continues…)


Excerpted from "Vencedores"
by .
Copyright © 2018 David P. Jeremiah.
Excerpted by permission of Grupo Nelson.
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Table of Contents

Prólogo, v,
Capítulo 1: El Vencedor, 1,
Capítulo 2: Vence a la debilidad con la fortaleza, 25,
Capítulo 3: Vence a la falsedad con la verdad, 47,
Capítulo 4: Vence al mal con el bien, 71,
Capítulo 5: Vence a la ansiedad con la paz, 93,
Capítulo 6: Vence al temor con la fe, 117,
Capítulo 7: Vence a la confusión con la sabiduría, 139,
Capítulo 8: Vence las tentaciones con las Escrituras, 161,
Capítulo 9: Vence todo con la oración, 183,
Capítulo 10: Vence a la muerte con la vida, 207,
Reconocimientos, 229,
Notas, 233,
Acerca del autor, 247,

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