Usted si puede ser feliz pase lo que pase: Cinco principios para mantener en perspectiva su vida, You Can Be Happy No Matter What, Spanish-Language Edition

Usted si puede ser feliz pase lo que pase: Cinco principios para mantener en perspectiva su vida, You Can Be Happy No Matter What, Spanish-Language Edition

by Richard Carlson PhD
Usted si puede ser feliz pase lo que pase: Cinco principios para mantener en perspectiva su vida, You Can Be Happy No Matter What, Spanish-Language Edition

Usted si puede ser feliz pase lo que pase: Cinco principios para mantener en perspectiva su vida, You Can Be Happy No Matter What, Spanish-Language Edition

by Richard Carlson PhD

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Overview

?En esta versión revisada, el renombrado autor y consultor Dr. Richard Carlson, conocido nacionalmente por su trabajo con el manejo del estrés, nos revela un importantísimo adelanto en la psicología humana. La mayoría de la gente cree que la felicidad depende de las circunstancias exteriores, y que resolviendo nuestros problemas, mejorando nuestras relaciones y teniendo éxito, podremos encontrar la felicidad. Pero el Dr. Carlson demuestra claramente que la felicidad no tiene que ver con fuerzas fuera de nuestro control — y que, de hecho, la felicidad es nuestro estado natural. ?Con esta guía sencilla y práctica, el Dr. Carlson nos enseña cómo ser felices ahora, antes de intentar la solución de nuestros problemas. Si entendemos los cinco principios — pensamiento, estados de ánimo, realidades separadas, sentimientos, y el momento presente — descubrimos un nuevo modo de ser que no reprime las emociones naturales ni tampoco permite que nos abrumen nuestros pensamientos y sentimientos. Usted sí puede ser feliz pase lo que pase es una guía que lleva cuidadosamente al lector por entre los retos de la vida, y a lo largo del camino nos va restaurando con la alegría de la vida.

Product Details

ISBN-13: 9781577318149
Publisher: New World Library
Publication date: 11/17/2010
Sold by: Barnes & Noble
Format: eBook
Pages: 184
File size: 230 KB
Language: Spanish

About the Author

Richard Carlson, PhD es un autor mundialmente conocido que ha discursado sobre la felicidad a miles de oyentes. Entre sus libros, que sobrepasan ya cinco millónes de ejemplares, figuran No te ahogues en un vaso de agua, y Don’t Worry, Make Money. Con su colaborador Benjamin Shield, PhD, publicó Handbook for the Soul, Handbook for the Heart, y For the Love of God: Handbook for the Spirit. Él vive con su esposa e hijos en el norte de California.

Read an Excerpt

Usted si Puede Ser Feliz Pase Lo Que Pase

Cinco Principios Para Mantener en Perspectiva su Vida


By Richard Carlson, Marcela de Narváez

New World Library

Copyright © 1997 New World Library
All rights reserved.
ISBN: 978-1-57731-814-9



CHAPTER 1

El principio del pensamiento


Todo lo que logramos y todo lo que dejamos de lograr es resultado directo de nuestros pensamientos.

— James Allen


Los seres humanos somos criaturas pensantes. Cada momento del día nuestra mente trabaja para darle sentido a lo que vemos y vivimos. Aunque esto parece obvio, es uno de los principios menos comprendidos de nuestra estructura psicológica. Sin embargo, comprender la naturaleza del pensamiento es la base para lograr una vida completamente funcional y feliz.

Pensar es una habilidad, una función de la consciencia humana. Nadie sabe exactamente de dónde procedeel pensamiento, pero puede decirse que del mismo lugar donde se originan los latidos de nuestro corazón: del hecho de estar vivos. Como sucede con otras funciones humanas, todos pensamos, queramos o no. En ese sentido, el "pensamiento" es un elemento impersonal de nuestra existencia.


RELACIÓN ENTRE PENSAMIENTO Y SENTIMIENTO

Todo sentimiento negativo (y positivo) es resultado directo del pensamiento. Es imposible sentir celos sin tener antes pensamientos de celos, sentirse triste sin haber tenido antes pensamientos tristes, sentir ira sin tener antes pensamientos de odio, sentirse deprimido sin haber tenido antes pensamientos depresivos. Esto parece obvio, pero si lo entendiéramos mejor, todos nos sentiríamos mucho más contentos y viviríamos en un mundo más feliz.

Prácticamente todos los pacientes con quienes he trabajado a lo largo de mi práctica profesional han comenzado sus sesiones de la siguiente manera:

Paciente: Me siento muy deprimido hoy.

Richard: ¿Ha tenido pensamientos depresivos últimamente?

Paciente: No; no he tenido pensamientos negativos o depresivos. Simplemente me siento deprimido.

Me tomó algún tiempo reconocer que tenía un problema de comunicación con mis pacientes. Todos creemos que "pensar" significa sentarnos a "meditar", y que ésa es una actividad en la que hay que invertir tiempo y esfuerzo, como si se tratara de resolver un problema matemático. De acuerdo con este concepto, una persona a la que nunca se le ocurriría pasar seis horas obsesionada con un solo pensamiento de ira, podría pensar, sin embargo, que es bastante "normal" tener quince o veinte pensamientos de ira durante un día, pero de treinta segundos cada uno.

Podemos "pensar sobre algo" a lo largo de varios días o en el transcurso de un segundo, pero si acaso llegamos a darnos cuenta de lo que estamos pensando, tendemos a desechar como algo sin importancia aquellos pensamientos que llegan y se van rápidamente. Sin embargo, esto es un error, pues los sentimientos siguen y responden al pensamiento, independientemente del tiempo que hayamos pasado elaborando cada pensamiento. Si, por ejemplo, pensamos, así sea fugazmente: "Mi mamá le puso más atención a mi hermano que a mí; en realidad, él nunca me ha agradado", el hecho de que ahora sintamos resentimiento hacia nuestro hermano no es coincidencial. O, si pensamos: "Mi jefe no me aprecia; nunca obtengo el reconocimiento que merezco", el hecho de sentirnos ahora mal respecto de nuestro trabajo es una consecuencia de ese pensamiento. Todo esto ocurre en un instante. El tiempo que nos toma sentir los efectos de nuestros pensamientos es el mismo que nos toma ver la luz después de accionar un interruptor.

Los efectos nocivos del pensamiento se presentan cuando olvidamos que "pensar" es una función de la consciencia, una habilidad que tenemos los seres humanos. Somos los creadores de nuestros propios pensamientos. Pensar no es algo que nos ocurre, sino algo que hacemos; viene de nuestro interior, no del exterior. Lo que pensamos determina lo que vemos, aunque a menudo nos parezca lo contrario.

Pensemos en un atleta profesional que decepciona a sus compañeros de equipo al cometer un grave error durante el último campeonato en que participa antes de su retiro. Ya retirado del deporte, durante años sigue pensando con frecuencia en su error. Cuando le preguntan: "¿Por qué estás tan deprimido?", responde: "¡Qué idiota fui al cometer ese error! ¿De qué otra manera quieres que me sienta?" Este hombre no se ve a sí mismo como el creador de sus propios pensamientos, ni se da cuenta de que éstos son la causa de su sufrimiento. Si se le dijera que su pensamiento es lo que le está produciendo la depresión, respondería con toda sinceridad: "No, no es eso. Estoy deprimido por haber cometido ese error, y no porque esté pensando todo el tiempo en él. En realidad, ya rara vez pienso en eso, pero me molesta que haya ocurrido".

Podemos aplicar el ejemplo anterior a un gran número de situaciones: una vieja relación afectiva, un fracaso financiero, palabras duras que dijimos y con las que herimos a alguien, críticas dirigidas a nosotros mismos, el hecho de que nuestros padres no hubieran sido perfectos, haber escogido la profesión o el cónyuge equivocados; sea lo que sea, da lo mismo. Son nuestros pensamientos, y no nuestras circunstancias, los que determinan la manera como nos sentimos. Debido a que olvidamos que somos los responsables y los productores de nuestros propios pensamientos, nos parece que son las circunstancias las que determinan nuestros sentimientos y experiencias. En consecuencia, tendemos a culpar de nuestra infelicidad a las circunstancias, actitud que nos hace sentir impotentes frente a nuestra propia vida.


SOMOS LOS PENSADORES DE NUESTROS PENSAMIENTOS

A diferencia de otras funciones o habilidades que tenemos como seres humanos, es difícil recordar que somos los pensadores de nuestros propios pensamientos. Es fácil recordar que nuestra voz es producto de nuestra capacidad para hablar. Sería prácticamente imposible sorprendernos de nuestra capacidad para hablar, puesto que cada uno de nosotros capta perfectamente que el sonido de su voz proviene de sí mismo. Podremos gritar, dar alaridos y rabiar, pero no asustarnos con el sonido de nuestra voz.

Lo mismo puede decirse de nuestra capacidad para comer y digerir los alimentos. Después de comer algo, no acostumbramos pensar por qué tenemos ese sabor en la boca; siempre somos conscientes de que fuimos nosotros mismos quienes pusimos ese alimento en ella.

Sin embargo, no ocurre lo mismo con el pensamiento. William James, el padre de la psicología americana, dijo una vez: "El pensamiento es el gran creador de nuestra experiencia". Toda experiencia y toda percepción se basan en el pensamiento, pero como la acción de pensar antecede a todo y es tan automática, nos parece más básica y familiar que cualquier otra función humana. Ingenuamente, hemos aprendido a interpretar nuestros pensamientos como la "realidad", pero la de pensar es sencillamente una de nuestras muchas capacidades y por eso somos los creadores de nuestros pensamientos. Al pensar en algo, es fácil creer que el objeto de nuestro pensamiento (el contenido) representa la realidad. Pero cuando comprendemos que pensar es una capacidad y no una realidad, podemos empezar a desechar los pensamientos negativos que cruzan por nuestra mente. Al hacer esto, empieza a surgir un sentimiento positivo de felicidad. Cuando abrigamos pensamientos negativos (dedicándoles mucho tiempo y atención), perdemos ese sentimiento positivo y experimentamos los efectos del negativismo.

A continuación presentamos un ejemplo de la manera como el pensamiento se puede interpretar erróneamente, y de cómo ese error de interpretación puede afectar al "pensador". Supongamos que derramamos accidentalmente un vaso de agua en el piso de un restaurante y notamos que un hombre, a dos mesas de distancia, nos lanza lo que consideramos una mirada de desaprobación. Nosotros respondemos con ira y pensamos: "¿Qué le pasa a ese tipo? ¿Nunca se le ha caído nada? ¡Qué pelmazo!" Nuestros pensamientos acerca de la situación nos hacen sentir mal y terminan por arruinarnos la tarde. A cada momento recordamos el incidente, y cuanto más pensamos en él, nos ponemos más furiosos. Pero la verdad es que ese hombre ni siquiera vio que derramamos el agua. Él estaba en su propio mundo, reaccionando a sus propios pensamientos sobre un error que cometió en su trabajo ese mismo día. Nosotros no le importábamos; en realidad, ni siquiera se dio cuenta de nuestra existencia.

Infortunadamente, todos hemos pasado muchas veces por esta clase de situaciones. Se nos olvida que sólo estamos pensando y nos llenamos la cabeza de información falsa, que después interpretamos como si fuera "realidad" en vez de "pensamientos". Si recordáramos que somos los creadores de nuestros pensamientos y comprendiéramos que todo pensamiento produce distintos efectos en nosotros, durante el episodio del restaurante, por ejemplo, habríamos podido reconocer que lo que nos estaba mortificando no era otra persona, sino nuestros propios pensamientos.

Entender el principio del pensamiento y la manera como éste interviene en nuestra vida es un don invalorable. No tenemos que estar en permanente conflicto con nuestro medio y con quienes nos rodean; podemos mantener un sentimiento positivo de alegría, porque ya no nos sentimos obligados a tomar en serio cada pensamiento que acude a nuestra mente. Aunque no tenemos control alguno sobre lo que hace otra persona, sí podemos volvernos inmunes a los efectos adversos de nuestros pensamientos sobre esa persona, una vez que entendamos que pensamos "pensamientos" y no "realidades". Lo que determina cómo nos sentimos no son nuestras circunstancias, sino nuestros pensamientos, y la ausencia de pensamientos negativos hace surgir sentimientos positivos.

Si no entendemos este principio, creeremos que lo que ocurre en el mundo exterior determina nuestros pensamientos. Pero sucede precisamente lo contrario; nuestros pensamientos moldean nuestras experiencias. La manera como pensamos sobre las cosas y, lo que es más importante, la manera como nos relacionamos con nuestros pensamientos, determina el efecto que ellos tienen sobre nosotros. Las circunstancias externas son por sí mismas neutras, y es nuestro pensamiento el que les confiere significado. Ésta es la razón por la cual el mismo suceso puede significar, y efectivamente significa, distintas cosas para diferentes personas. Si en la situación hipotética del restaurante hubiéramos desechado nuestros pensamientos negativos, el incidente no nos habría importado. En una relación sana con nuestro pensamiento, seguiremos teniendo todo tipo de pensamientos, pero ya no correremos tras ellos, ni permitiremos que nos alteren.


NUESTRA RELACIÓN CON EL PENSAMIENTO

Nuestra comprensión de la relación existente entre el pensamiento y la realidad se sitúa entre estos dos extremos:

Mis pensamientos
Mis pensamientos son
representan la realidad sólo pensamientos


En un extremo se encuentra quien ve el pensamiento como "realidad". Clínicamente se trataría de una persona psicótica, de alguien que nunca utiliza la palabra "pensamiento". Un psicótico experimenta cada pensamiento como si fuera "realidad"; para él no hay diferencia entre pensamiento y realidad. Si piensa que oye voces que le ordenan arrojarse por la ventana, trata de hacer eso; si piensa que ve un monstruo, trata de escapar. Sea cual sea el contenido de sus pensamientos, el individuo psicótico los considera siempre realidad.

En el extremo opuesto se sitúa la persona que entiende el proceso del pensamiento; aquélla que personifica la salud mental y la felicidad; la que no toma sus pensamientos, ni los de los demás, con demasiada seriedad; la que rara vez permite que sus pensamientos le arruinen el día. Quienes se encuentran de este lado pueden tener toda clase de pensamientos, pero entienden que "son sólo pensamientos".

Casi todos nos hallamos en algún punto intermedio entre estos dos extremos. Muy pocas personas toman la totalidad de sus pensamientos con tanta seriedad como para que se les considere "psicóticas". Pero, y esto es sorprendente, aun menos personas comprenden la naturaleza del pensamiento lo suficiente como para situarse en el extremo derecho del esquema. La mayoría de la gente no comprende que somos los creadores de nuestros pensamientos. Quizá por momentos nos percatemos de esto, pero sólo de manera parcial, pues nuestra mente crea tantas excepciones a este principio, que nos impide llegar a comprenderlo totalmente para poder ponerlo en práctica en nuestra vida. Un día, por ejemplo, nos sentimos mal anímicamente y pensamos: "Nunca lograré terminar este trabajo". Pero en vez de decirnos: "¡Aquí están de nuevo estos pensamientos pesimistas!", y de detener enseguida el negativismo, le damos rienda suelta a una sucesión de pensamientos negativos. Nos decimos: "Lo sabía desde el principio; nunca he debido aceptar este trabajo. Nunca he sido bueno para esta clase de trabajos y nunca lo seré", y así sucesivamente. Comprender cabalmente el proceso del pensamiento nos permite detener esos "ataques de pensamiento", tan comunes, antes que nos sintamos derrotados por ellos. Imaginemos que este tipo de pensamientos son como la estática del televisor: una interferencia. No tiene mayor sentido analizar la estática de la pantalla del televisor, al igual que no tiene sentido analizar la estática de nuestros pensamientos. Sin un entendimiento adecuado del proceso de pensamiento, una mínima cantidad de estática en nuestra mente puede crecer hasta llegar a arruinarnos todo un día, o, incluso, la vida entera. Cuando logramos verlos como si fueran estática o interferencia, quedamos en capacidad de desechar nuestros pensamientos negativos que, como sucede con la estática, no son útiles para nuestros fines. En el ejemplo anterior, los pensamientos negativos sobre nuestra capacidad para terminar el trabajo no nos van a ayudar realmente a terminarlo.

Todos los seres humanos producimos una corriente continua de pensamientos, veinticuatro horas al día. Cuando olvidamos un pensamiento, éste se va. Pero cuando pensamos de nuevo en lo mismo, la corriente se reanuda. De cualquier manera, se trata sólo de pensamientos. Desde un punto de vista práctico, esto significa que pensar en algo no implica necesariamente que debamos tomar a pecho todos nuestros pensamientos y reaccionar de una forma negativa, sino que podemos elegir los pensamientos ante los cuales deseamos reaccionar.

La mayoría de las personas son capaces de aplicarles este principio a los demás, pero no a sí mismas. Tomemos el caso de un conductor que va por una autopista. Un automóvil se le atraviesa y casi ocasiona un accidente. Por su mente cruza el pensamiento: "Debería matar al conductor de ese auto". Lo que pasó por su mente fue un pensamiento. Casi todos lo pasaríamos por alto, considerando que es un pensamiento "absurdo". Todos preferiríamos que los conductores fueran más cuidadosos, pero no tomaríamos demasiado en serio un pensamiento de esta clase. Sin embargo, una persona psicótica no puede pasarlo por alto con facilidad; ella cree firmemente que cualquier pensamiento que cruza por su mente es la realidad y, por lo tanto, debe tomarlo en serio.

A pesar de lo absurda que nos parece la posibilidad de tomar en serio ese pensamiento, todos hacemos lo mismo muchas veces al día, aunque de distintas formas y con un alcance distinto. Todos los seres humanos, cada uno a su manera, confundimos nuestros pensamientos con la realidad. Reconocemos que los pensamientos de los demás (como en el caso del conductor) son "sólo pensamientos", pero casi nunca juzgamos del mismo modo nuestros propios pensamientos. ¿Por qué nos parecen tan reales nuestros pensamientos? Porque somos nosotros mismos quienes los creamos.


NO SIEMPRE TENEMOS QUE TOMAR EN SERIO NUESTROS PENSAMIENTOS

El siguiente pensamiento: "Quién sabe si él me quiere; me imagino que no" puede producirle gran desazón a determinada persona. Sin embargo, esa misma persona puede reconocer que el conductor del ejemplo anterior "sólo estaba pensando". Casi todos consideramos que nuestros pensamientos son dignos de atención, pero en cambio creemos que los de los demás son "sólo pensamientos" y, por lo tanto, no merecen atención. ¿Por qué ocurre esto? De nuevo, porque el pensamiento es algo que moldea nuestra realidad de adentro hacia afuera. Debido a que tenemos una relación tan íntima con nuestros pensamientos, olvidamos fácilmente que somos nosotros quienes los creamos. Pensar nos ayuda a darle sentido a lo que vemos; necesitamos pensar para sobrevivir en el mundo y darle significado a la vida. No obstante, cuando entendemos la verdadera naturaleza y el propósito del pensamiento, nos damos cuenta de que no necesitamos tomar a pecho todo lo que pensamos, y que podemos sosegarnos.

Nuestros pensamientos no son la "realidad", sino solamente intentos de comprender situaciones particulares. Nuestra inter-pretación de lo que vemos produce una respuesta emocional. Nuestras respuestas emocionales no son, entonces, resultado de lo que nos sucede, sino producto de nuestros pensamientos, de nuestro sistema de creencias.


(Continues...)

Excerpted from Usted si Puede Ser Feliz Pase Lo Que Pase by Richard Carlson, Marcela de Narváez. Copyright © 1997 New World Library. Excerpted by permission of New World Library.
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Table of Contents

Contents

PRÓLOGO de Dr. Wayne Dyer,
INTRODUCCIÓN,
PARTE I — LOS PRINCIPIOS,
1. El principio del pensamiento,
2. El principio de los estados de ánimo,
3. El principio de las realidades separdas,
4. El principio de los sentimientos,
5. El principio del momento presente,
Un breve resumen de los principios,
PARTE II — APLICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS,
6. Las relaciones,
7. El estrés,
8. La solución de problemas,
9. La felicidad,
10. Hábitos y adicciones,
11. Cuestionario de autoevalución,
AGRADECIMIENTOS,

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