Una introducción a la misión AETH: An Introduction to Missions Spanish

Una introducción a la misión AETH: An Introduction to Missions Spanish

by Carlos F. Cardoza-Orlandi
Una introducción a la misión AETH: An Introduction to Missions Spanish

Una introducción a la misión AETH: An Introduction to Missions Spanish

by Carlos F. Cardoza-Orlandi

eBookUna introducción a la misión AETH - eBook [ePub] (Una introducción a la misión AETH - eBook [ePub])

$17.49  $22.99 Save 24% Current price is $17.49, Original price is $22.99. You Save 24%.

Available on Compatible NOOK devices, the free NOOK App and in My Digital Library.
WANT A NOOK?  Explore Now

Related collections and offers

LEND ME® See Details

Overview

"La iglesia existe por la misión, al igual que el fuego existe por la combustión”. Con estas palabras de Emil Brunner, el autor nos recuerda que ser la iglesia es estar en misión. Después de describir las diferentes cautividades de la misión, que han subyugado al cristianismo de los Estados Unidos, el autor lucha para exponer una fuerte y comprometida practica de la misión, comenzando en las congregaciones locales y extendiéndose hasta la comunidad más amplia.Este libro de Introducción a la Misión, puede ayudar a estudiantes de seminario, y a grupos de estudio de laicos, a conocer el mandato cristiano fundamental y unirse a la misión de Dios en el mundo.

"The church exists by mission as fire exists by burning." With these words of Emil Brunner, the author reminds us to be the church, is to be in mission. After describing the various captivities of the mission, which subjugated to Christianity in the United States, the author struggles to expose a strong and committed practice of mission, beginning in local congregations and extending to the broader community. This book Una Introduccion a la Mision can help seminary students and lay study groups to learn the fundamental Christian mandate and join God's mission in the world.


Product Details

ISBN-13: 9781426771187
Publisher: Abingdon Press
Publication date: 04/01/2003
Sold by: Barnes & Noble
Format: eBook
Pages: 128
File size: 1 MB
Language: Spanish

About the Author

Carlos F. Cardoza-Orlandi, Ph.D. is Professor of Global Christianities and Mission Studies at Perkins School of Theology, Southern Methodist University. He lives in Dallas, Texas.

Read an Excerpt

Una Introducción a la Misión


By Carlos F. Cardoza Orlandi

Abingdon Press

Copyright © 2003 Abingdon Press
All rights reserved.
ISBN: 978-1-4267-7118-7



CHAPTER 1

¿La cautividad de la misión?


El término misión evoca múltiples e intensos sentimientos y significados. Por un lado, evoca responsabilidad, alcance misionero, unidad, redención, conversión, diálogo, testimonio, y otras cosas más. Por otro lado, el término misión también trae a la memoria el colonialismo, la superioridad cultural y religiosa, el genocidio, la imposición de denominaciones y doctrinas, la dependencia y explotación. Históricamente, el término misión evoca situaciones contradictorias en las iglesias: intenciones benévolas con resultados desastrosos, y acciones hostiles y crueles con efectos redentores.

De muchas maneras, la misión encarna, simultáneamente, la gracia de Dios y la arrogancia e intereses humanos. ¡La misión conlleva tal ambigüedad y riesgo como el de caminar por un camino angosto con pies enormes! Desde la perspectiva de los pueblos de las regiones y continentes del Sur, la misión tiene el sabor agridulce de la esperanza que nace de una fe llena de vitalidad insertada en una historia de colonialismo, explotación y genocidio cultural: es gozo en medio de la tragedia. La misión carga la misma incertidumbre y fe que el padre del joven poseído experimenta cuando declara: «¡Creo; ayuda mi incredulidad!» (Mc. 9:24).

Dado que la misión transmite estos significados complejos y conflictivos, es necesario comenzar nuestra tarea reflexiva explorando nuestra herencia en las prácticas y teologías de la misión. Todavía más, en este capítulo discutiremos cómo nuestra herencia misionera informa y forma las prácticas y teologías de la misión de tal manera que en ocasiones seguimos actuando como objetos de la misión aunque tenemos un nuevo papel como sujetos de la misión. Nos preguntamos, ¿Estamos viviendo un cautiverio misional por afianzarnos a prácticas y teologías de misión heredadas y entendidas como únicas estrategias con un único contenido teológico? ¿Rechazamos explorar y analizar algunas prácticas misionales y teologías de misión simplemente por el hecho de que «así se hacían las cosas por los misioneros»? ¿Hasta qué punto nuestras prácticas y teologías de la misión son una imitación de las prácticas y teologías de otros grupos culturales en un momento distinto de la historia y bajo condiciones sociales muy distintas a las que enfrentamos en nuestros días como pueblo misional? ¿Cuáles son las prácticas y teologías de la misión que podemos preservar, las que podemos actualizar, las que debemos rechazar, y las que nos indican que necesitamos descubrir nuevas formas de hacer y pensar sobre la misión? Teniendo estas preguntas en mente, discutamos lo que yo llamo «modelos de misión» y evaluemos si en efecto estos modelos cautivan el trabajo misional o liberan la gestión misional de Dios en el mundo.


Los modelos de misión

Los cuatro modelos de misión aquí discutidos son una descripción de la práctica y teología de la misión en muchas de nuestras congregaciones hispanas/latinas, caribeñas y latinoamericanas. Estos modelos son una evaluación del entendimiento misional en las bases de las iglesias, no un ejercicio abstracto en la misiología de las congregaciones. Estos modelos son un mapa que traza la situación misional en muchas congregaciones, comunidades e instituciones cristianas y nos ayudan a auto-evaluar nuestra gestión misional. Como todo modelo, no son un análisis fijo, estático de la práctica y teología de la misión. Estos modelos no agotan la realidad de las congregaciones en misión. No obstante, y aun con sus limitaciones, estos modelos nos ayudan a comprender los obstáculos, las limitaciones, y los retos en las prácticas y teologías de la misión.

Por muchos años yo he sido testigo de la pasión y arrojo de nuestras comunidades en la gestión misionera. Mientras que muchas congregaciones en Europa Occidental y en los Estados Unidos experimentan lo que yo llamo el síndrome de ambigüedad misional1, muchas de nuestras congregaciones experimentan el síndrome de la herencia misionera asumiendo que sólo los patrones de antaño —tanto teológicos como estratégicos— son válidos en la gestión misional. Este síndrome de la herencia misionera, aunque mantiene un espíritu misionero en las congregaciones y comunidades de fe, crea una cautividad misionera ya que vive la ilusión histórica de una Cristiandad mundial que tiene poder y control sobre las culturas, gobiernos y religiones del mundo. Todavía más, este síndrome de la herencia misionera incapacita y paraliza la gestión misionera cuando ésta encuentra profundas contradicciones y conflictos en el contexto de misión. Una vez que se observa que los patrones misionales heredados no funcionan en la nueva realidad histórica que vivimos, la misión en ese contexto se descarta y los esfuerzos misionales se dirigen a otros lugares.

Por ejemplo, se asigna a un grupo de misioneros para establecer congregaciones cristianas en un sector pobre del pueblo de Salvador Bahía, en Brasil. El pueblo de Bahía tiene un alto porcentaje de personas que practican la religión de los Orishas, o el Candomblé. La tarea misionera es ardua y hay tensiones muy fuertes entre los nuevos grupos cristianos y la población afro-brasileña. Por consecuencia, el crecimiento y establecimiento de las congregaciones es lento y tedioso. Con el tiempo, y con las expectativas de éxito de las instituciones auspiciantes responsables de los misioneros en relación al establecimiento de las congregaciones, estas instituciones remueven a los misioneros y los asignan a otro lugar menos conflictivo y hostil, tratando de que se puedan observar resultados concretos en la misión.

Durante la estadía de los misioneros en Bahía, éstos nunca se hacen las siguientes preguntas: ¿Qué significado tienen para esta población la fe de los Orishas? ¿Qué papel histórico tiene esta tradición religiosa en la vida de esta población y comunidad? ¿Qué factores provocan la conversión de personas de la fe de los Orishas a la fe cristiana? ¿Qué factores religiosos, políticos, sociales hacen que haya tensiones entre ambos grupos? Dado el carácter de algunos de los patrones misionales heredados, no hay posibilidad para pensar ni evaluar estas preguntas. En ocasiones, el mero hecho de preguntar es una afrenta al «orden» de la misión. Sin duda, la gestión misionera queda en un cautiverio disfrazado por expectativas misionales inadecuadas, en un aparente fracaso de los misioneros, o en una fe y espiritualidad débil para un contexto novedoso de misión.

1) El primer modelo de misión más común es la misión como una tarea de ultramar. Por un lado, la misión es una tarea para salvar a las comunidades paganas y sin afiliación de iglesias en los continentes de África, Asia y América Latina. Es una tarea de salvación y civilización a los pueblos incrédulos y paganos. La misión es lejana, está en otro continente, en otro país. Este modelo de misión crea una frontera clara entre el sujeto de la misión —el personal misionero— y el objeto del la misión —los paganos.

Por otro lado, el modelo de misión como una tarea de ultramar toma otra configuración en algunas de las tradiciones históricas protestantes (como los luteranos, los metodistas y otros similares) y en algunos grupos misionales católico romanos (como los franciscanos, los dominicos y otros). En muchas ocasiones, y bajo la cobija de «iglesias hermanas», de «misión en mutualidad», de «mutuo aprendizaje», de «proyectos misioneros cortos», y de «partnership», este modelo de misión continúa apoyando un aprendizaje misional a distancia que tiene muy poco impacto en la vida de las comunidades involucradas en la misión. Desafortunadamente, este modelo de misión se desarrolla dentro de una dinámica histórica y social que fortalece la polarización entre los misioneros y los misionados; los grupos con cierta ventaja económica y los grupos en pobreza; los fieles a la fe y los deficientes en la fe; y la división entre clase social, culturas y religiones. Superar esta polarización fomentada en tantas ocasiones por este modelo de vivir en «mutualidad misional» exige modificar nuestra consciencia misionera y evangélica.

Algunos resultados del modelo de misión como una tarea de ultramar son: (1) la incapacidad de ver nuestro contexto inmediato como contexto de misión; (2) la incapacidad de ver la interconexión e interdependencia entre los dos contextos; (3) la falta de reflexión teológica y ética con relación a la disparidad económica y social delas «iglesias hermanas»; (4) la ausencia de estructuras congregacionales e institucionales que ayuden a traducir la experiencia misionera en la vida de adoración y la vida cotidiana de la comunidad de fe; y (5) la tendencia del grupo más fuerte en la «sociedad» o «partnership» a cambiar sus intereses sin un proceso de decisión que sea justo y donde todas las partes puedan, mutuamente, terminar la relación de hermandad en salud y justicia. Sin duda, esta nueva relación de hermandad entre grupos en misión es un paso dramáticamente positivo en la tarea misional. Sin embargo, en estas estructuras hay una tendencia a fomentar la asimetría entre los grupos impidiendo aquella mutualidad que caracteriza a la iglesia como el cuerpo de Cristo en la metáfora paulina.

2) El segundo modelo de misión es un patrón aprendido de la misiología estadounidense. Grupos misionales dirigen sus esfuerzos a «identificar y solucionar problemas» en la comunidad de misión. Este concepto y práctica misional refleja la cultura norteamericana de proveer una respuesta rápida y efectiva a situaciones inesperadas, de conflicto e incomodidad en el contexto de misión. Este modelo ve y realiza la misión como un asunto de resolver problemas. Esto es, en gran parte, una actividad administrativa y de control que tiene un barniz teológico.

Muchas de las comunidades cristianas que practican este modelo de misión asumen que sus programas contribuyen a la llegada del reino de Dios. De esta forma la misión se reduce a la comunicación del evangelio del Reino por medio del servicio a la comunidad cristiana. Así pues, la misión es un corolario del ministerio profesional dentro de la retórica del reino de Dios y el servicio cristiano. La misión es la búsqueda de soluciones a problemas, la recaudación de fondos para dar continuidad a programas, la creación de comités para discutir y proponer posibilidades de solución a problemas comunales y, por ejemplo, auspiciar una semana misionera para recaudar fondos para proyectos especiales de misión. Entonces la misión así entendida, ¡es ir al campo misionero a resolver problemas! Este modelo fomenta una estructura bi-polar dequienes resuelven y quienes son el problema.

A un nivel más profundo, este modelo de misión puede convertirse en un acto de imposición de la comunidad misionera de una cierta noción de orden en el contexto de misión. Este modelo se nutre de las características culturales de eficiencia y productividad del Occidente frente al «caos» de las culturas no-occidentales y pobres. Yo llamo a este modelo de misión el modelo de eficiencia misional.

Un ejemplo está en orden. En muchos lugares del mundo, las mujeres se reúnen en los ríos o pilas públicas a lavar sus ropas. Este lugar donde se desarrolla la tarea doméstica es también un espacio donde las mujeres pueden discutir asuntos vitales en sus vidas. Este también es un espacio de apoyo, de mutua comunicación, de protección y de resistencia local a la estructura del machismo. Construir un sistema de acueductos para llevar agua a las casas es una contribución importante a la calidad de vida de la comunidad. Sin embargo, la eficiencia del sistema de acueductos es un factor que destruye la red de relaciones que las mujeres tienen al reunirse en las pilas públicas o en el río. Lo que es eficiencia para un grupo, crea una ruptura en la red de relaciones comunitarias, particularmente las relaciones de un grupo social marginado, como son las mujeres.

El modelo de eficiencia misional asume que la cultura misionera viene a resolver el caos de una comunidad sin considerar que en tal gestión también crea un caos en la configuración cultural de la comunidad en el contexto de misión.

Me ha tocado escuchar argumentos que apoyan la urgencia de ayuda tecnológica y material para grupos sub-desarrollados que van por encima de involucrarse en procesos tediosos que exigen mucho tiempo y planificación. Estos argumentos han persuadido a comunidades que están en el contexto de misión a recibir ayuda y apoyo para sus comunidades. Sin embargo, no debe sorprendernos que muchas comunidades en contextos de misión no estén del todo conscientes de los efectos que estos cambios tecnológicos traen a la vida cotidiana de su comunidad. Todavía más, no debe sorprendernos que conforme pase el tiempo, la comunidad en el contexto de misión se muestre ingrata e insatisfecha al tener que enfrentar otros problemas de índole tecnológico para los cuales no hay solución local, sino que ahora tengan la necesidad de que otro grupo misional eficiente resuelva ese nuevo problema.

Quiero resaltar, no obstante, que los problemas del modelo de eficiencia misional no son intrínsecos a los proyectos de desarrollo, sino a la ausencia de consciencia sobre los cambios que producen la tecnología y el desarrollo —por más sencillos que sean— a un contexto de misión en particular.

3) El tercer modelo de misión está asociado con la fórmula misional que se dio en círculos protestantes y en personas de la talla del misiólogo alemán Gustav Warneck y el líder metodista John R. Mott del siglo 19 y principios del siglo 20. Esta fórmula misional es una combinación de «evangelismo global», educación cristiana y civilización occidental. Esta fórmula misional llevó al uso indiscriminado del término «misiones», discutido en la introducción, y por consecuencia, el término «misiones» evoca distintos significados. Por ejemplo, «misiones» son: (1) el envío de misioneros a un territorio pagano; (2) las actividades que esos misioneros ejecutan; (3) la agencia que auspicia a esos misioneros; y (4) el mundo no-cristiano, el territorio de «misiones», o la estación de «misiones». El término «misiones» también alude a la expansión del reino de Dios, la conversión de los paganos y el establecimiento de nuevas congregaciones.

Es muy común encontrar en estos significados una fuerza que motiva la involucración de las congregaciones en la misión. Tal fuerza de motivación viene por una contradicción en nuestra herencia misional, algo que Orlando Costas llamó «el juego o intercambio entre el movimiento misionero americano y el imperialismo americano». Este juego no pertenece a nuestra historia, ya que nuestros pueblos carecen de las estructuras sociales, económicas y políticas para ejercer un imperialismo en esta época. Sin embargo, nuestra retórica y práctica misional tienen una profunda afinidad con la retórica y prácticas misionales americanas y/o europeas. En ocasiones esta fuerza de motivación, que para muchas congregaciones euro-americanas viene de la nostalgia por recuperar el poder y el control religioso, no tiene una base cultural ni bíblica en nuestro contexto misional. Sin embrago, en la gestión misionera exportamos el sueño norteamericano, la expresión de la fe euro-americana y la concepción del orden social occidental. En gran manera ésta es la aceptación ingenua y acrítica del proyecto misionero euro-americano. Es tener la mentalidad de ser el objeto de la misión, con la responsabilidad de ser sujetos de la misión. Yo llamo a este modelo misional el modelo de la falsa consciencia misional.

La pasión y convicción misional en este modelo es impresionante. Por un lado, posiblemente esto es testimonio al éxito en la transmisión de los valores euro-americanos (noten que no indiqué a los valores del evangelio) y, por otro, al impacto socio-sicológico del colonialismo en nuestra consciencia religiosa. El modelo de la falsa consciencia misional tiene una visión romántica de la gloria y los triunfos de la Cristiandad occidental. Su espíritu misionero se nutre del mesianismo religioso que tanto ha determinado la práctica y teología misional en los Estados Unidos —un pueblo elegido para una tarea divina— y un sentido de superioridad religiosa y cultural que incapacita al agente de la misión a ver lo bueno en otras culturas y religiones.

Cualquier crítica a este modelo misional a menudo se asume como una afrenta o rechazo a la fe cristiana. En muchas congregaciones e instituciones de misión el rechazo a esta fórmula misional es un rechazo a la fe, es una herejía. Según ellos, la pasión y la fe de quienes practican y tienen la teología del modelo de falsa consciencia misional son indicadores de la fidelidad al evangelio. Entonces, no aceptar o no suscribirse a los criterios de este modelo de misión será un signo de infidelidad y de atropello a la integridad misional de la fe cristiana. En otras palabras, uno es agente de misión solamente si hace y piensa sobre la misión de acuerdo al modelo de falsa consciencia misional.


(Continues...)

Excerpted from Una Introducción a la Misión by Carlos F. Cardoza Orlandi. Copyright © 2003 Abingdon Press. Excerpted by permission of Abingdon Press.
All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
Excerpts are provided by Dial-A-Book Inc. solely for the personal use of visitors to this web site.

Table of Contents

Contents

Prefacio,
Introducción,
Capítulo 1-¿La cautividad de la misión?,
Capítulo 2-Misión en la Cristiandad: Herencia y novedad en la teología y práctica de la misión,
Capítulo 3-Biblia y misión a través del tiempo,
Capítulo 4-Evangelio y misión, iglesia y mundo: Teologías y prácticas de la misión para hoy ... y quizás para el futuro,
Capítulo 5-La «predicación misional»: Un ejemplo de misión en la congregación local,
Capítulo 6-La educación teológica y la misión,
Conclusiones,
Bibliografía,
Apéndice: Diagramas de misión transcultural,

From the B&N Reads Blog

Customer Reviews