Piper Bellinger es popular, influyente y su fama de alocada hace que los paparazzi siempre le estén pisando los talones. Pero cuando demasiado champán y una fiesta fuera de control la hacen acabar en comisaría, su padrastro decide que ya ha sido suficiente. Así que envía a Piper y a su hermana a trabajar en el bar de su padre, en una pequeña ciudad, para aprender lo que implica tener responsabilidades. Piper no lleva en Westport ni cinco minutos cuando conoce al corpulento capitán Brendan, que cree que no aguantará ni una semana fuera de Beverly Hills. ¿Qué importa si Piper no es buena con los números y la idea de dormir en un pequeño apartamento con literas le produce urticaria? Está decidida a demostrarle a su padrastro (y al atractivo lugareño gruñón) que es mucho más que una cara bonita. Piper no quiere tener distracciones pero, dondequiera que vaya, se tropieza con Brendan. La despreocupada amante de la diversión y el hosco pescador son polos opuestos, pero entre ambos existe una atracción innegable. A medida que reconecta con su pasado y empieza a sentirse como en casa, Piper empieza a preguntarse si la glamurosa y superficial vida que llevaba es lo que realmente quiere. Los Ángeles la está llamando a gritos, pero para entonces, Brendan y su pequeña ciudad llena de recuerdos quizás ya le hayan robado el corazón.
Piper Bellinger is fashionable, influential, and her reputation as a wild child means the paparazzi are constantly on her heels. When too much champagne and an out-of-control rooftop party lands Piper in the slammer, her stepfather decides enough is enough. So he cuts her off, and sends Piper and her sister to learn some responsibility running their late father’s dive bar... in Washington. Piper hasn’t even been in Westport for five minutes when she meets big, bearded sea captain Brendan, who thinks she won’t last a week outside of Beverly Hills. So what if Piper can’t do math, and the idea of sleeping in a shabby apartment with bunk beds gives her hives. How bad could it really be? She’s determined to show her stepfather—and the hot, grumpy local—that she’s more than a pretty face. Except it’s a small town and everywhere she turns, she bumps into Brendan. The fun-loving socialite and the gruff fisherman are polar opposites, but there’s an undeniable attraction simmering between them. Piper doesn’t want any distractions, especially feelings for a man who sails off into the sunset for weeks at a time. Yet as she reconnects with her past and begins to feel at home in Westport, Piper starts to wonder if the cold, glamorous life she knew is what she truly wants. LA is calling her name, but Brendan—and this town full of memories—may have already caught her heart.
