Somos capaces de mucho más de lo que pensamos. No tienes idea de lo que eres capaz. Ninguno de nosotros la tiene. Dios está tratando constantemente de abrir nuestros ojos a las increíbles posibilidades con las que ha cubierto nuestro ser. Los santos continúan esta obra, animándonos a explorar todo el potencial que Dios nos ha dado, no con discursos, sino con el ejemplo de sus vidas. Cuando tenemos el valor de colaborar con Dios y perseguir a nuestro ser más verdadero, Él enciende un fuego dentro de nosotros que es tan brillante y cálido que sigue brillando mucho después de que nuestros días en esta tierra han llegado a su fin. La vida de los santos ha cautivado a las personas de todas las épocas por esta misma razón. Hay dos preguntas que confrontan a la gente de cada lugar y tiempo, preguntas que nos confrontan a ti y a mí hoy en día: ¿estás satisfecho con la dirección en la que se mueve el mundo? ¿Estás satisfecho con tu vida? Estas preguntas están siempre ante nosotros, dentro de nosotros y alrededor de nosotros. Son parte de nuestra búsqueda espiritual y parte de nuestra búsqueda humana. Estas preguntas permanecen en nuestras mentes cuando leemos las noticias de los acontecimientos en nuestro propio país y en todo el mundo. Hacen cosquillas en nuestras almas cuando presenciamos la batalla entre el bien y el mal, como quiera que se manifieste en nuestras propias vidas. ¿Estás satisfecho con la dirección en la que se mueve el mundo? Esta es una de las preguntas ineludibles de la vida, y cada uno de nosotros responde con acción apasionada o con indiferencia egoísta. Nuestra insatisfacción colectiva con la dirección del mundo nos lleva al consenso de que el mundo necesita cambiar. Y, sin embargo, parecemos ser presas de la exasperación y estar paralizados por la falsa creencia de que no podemos hacer nada al respecto. Los santos disipan esa exasperación y nos inspiran a una acción audaz. Nos lo recuerdan una y otra vez: nosotros podemos cambiar el mundo.
