¿Qué sigue?: El camino para conocer a Dios, encontrar libertad, descubrir tu propósito y marcar la diferencia

¿Qué sigue?: El camino para conocer a Dios, encontrar libertad, descubrir tu propósito y marcar la diferencia

by Chris Hodges
¿Qué sigue?: El camino para conocer a Dios, encontrar libertad, descubrir tu propósito y marcar la diferencia

¿Qué sigue?: El camino para conocer a Dios, encontrar libertad, descubrir tu propósito y marcar la diferencia

by Chris Hodges

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Overview

El exitoso autor e influyente pastor Chris Hodges ofrece a los cristianos una guía práctica sobre qué hacer para profundizar su fe.

El peregrinaje hacia una fe más profunda y la madurez espiritual es una búsqueda de por vida, con muchas paradas y caídas en el camino. Inevitablemente, llega un momento en que los cristianos, tanto los nuevos creyentes como los veteranos en la fe, se preguntan: «¿Qué hago ahora? ¿Cómo permanezco motivado para profundizar más en mi relación con Dios cuando me siento satisfecho, intimidado o confundido? ¿Qué puedo hacer para volver a encarrilarme cuando llego a un tiempo de rutina espiritual?».

En ¿Qué sigue?, Chris Hodges revela los cuatro pasos hacia la madurez espiritual: conocer a Dios, encontrar libertad, descubrir el propósito y marcar la diferencia. Muestra cómo estos cuatro pasos son parte de un camino lineal y de un ciclo al que los cristianos continúan regresando con mayor profundidad a medida que crecen. Accesible y claro, conciso y profundo, ¿Qué sigue?, es una guía que conduce a una relación más profunda e íntima con el Padre y al gozo que proviene del viaje.


Product Details

ISBN-13: 9781404111141
Publisher: Grupo Nelson
Publication date: 04/16/2019
Pages: 272
Product dimensions: 5.40(w) x 8.30(h) x 0.90(d)
Language: Spanish

About the Author

Chris Hodges es el pastor principal y fundador de la Iglesia Church of the Highlands. Bajo su liderazgo, la Iglesia Church of the Highlands abrió sedes universitarias en todo el estado de Alabama y ha llegado a más de 45 000 personas que asisten semanalmente. Fue cofundador de la Asociación de Iglesias Relacionadas, lanzó una red de entrenamiento llamada GROW y se desempeña como rector de Highlands College, una Universidad de capacitación ministerial de dos años. Chris y su esposa Tammy tienen cinco hijos y viven en Birmingham, Alabama.

Read an Excerpt

CHAPTER 1

EL BAUTISMO

EL ANILLO DE BODAS DEL CRISTIANISMO

Estaba tan emocionado. La chica que había buscado toda mi vida se estaba preparando para ser mi esposa. Ahora, después de más de tres décadas, no dejo de sonreír y de sentirme muy agradecido cuando pienso en ese día. Después de mi relación con Dios, mi relación con Tammy aún es mi conexión más importante. Casarme con ella sigue siendo una de las mejores decisiones que he tomado en toda mi vida.

Conforme crecí empecé a salir con muchas chicas, guardaré esas historias y lamentos para otro libro, pero ciertamente aprendí algo. Estas relaciones sentimentales pueden ser cercanas, pero a fin de cuentas no hay un compromiso. Ambos tienen una puerta de escape que les permite mantener sus opciones abiertas. En cualquier momento, cualquiera de los dos puede cambiar de parecer.

El matrimonio, por otra parte, es diferente (¡hay un anillo en la mano izquierda!). Cierra esa puerta de escape y excluye cualquier otra opción. Cuando te casas estás haciendo votos que declaran: «De este día en adelante, estoy renunciando a todos los demás para estar contigo y solo contigo». Ese es el compromiso de uno con otro, y con Dios, que Tammy y yo hicimos ese día a mediados de mayo hace muchos años.

Nuestra boda, creo yo, fue muy similar a la de muchas parejas. Invitamos alrededor de doscientas personas a que nos acompañaran en nuestra iglesia, para ser testigos de nuestros votos y celebrar nuestra unión. Tocamos música, incluyendo la tradicional entrada de Tammy caminando por el pasillo luciendo tan hermosa en su vestido de bodas blanco. Nuestro pastor habló sobre el significado del matrimonio de acuerdo a la Palabra de Dios y luego nos dirigió en nuestros votos hasta el momento en que colocamos los anillos en los dedos de cada uno.

Tammy y yo seguimos usando esos anillos de boda hasta el día de hoy, y significan lo mismo ahora que lo que significaron en ese momento. Son una expresión externa de la devoción interna que mantenemos el uno por el otro; les indican a todos a nuestro alrededor que somos uno del otro, que estamos comprometidos el uno con el otro, enlazados por nuestros votos matrimoniales.

Algo similar sucede cuando nos comprometemos a seguir a Jesús, tomamos una insignia para mostrar nuestra devoción.

¿POR QUÉ BAUTIZARSE?

Es muy importante que cualquier pacto sea sellado en la presencia de testigos, y la salvación no es diferente. El bautismo hace la parte del anillo de bodas en la fe cristiana; es un símbolo externo de un compromiso interno que hemos hecho con Dios. Cuando alguien me pregunta por qué debe bautizarse, usualmente le doy tres razones, todas basadas en lo que vemos en la Biblia. La primera y más importante es que seguimos el ejemplo del mismo Jesús. Antes de comenzar su ministerio público, Jesús fue a Galilea al río Jordán para ser bautizado por su primo Juan. Así lo describe: «Tan pronto como Jesús fue bautizado, subió del agua. En ese momento se abrió el cielo, y él vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él. Y una voz del cielo decía: Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él» (Mateo 3:16-17).

Piénsalo, si el Hijo de Dios fue bautizado para mostrar su compromiso con su Padre y con la misión de su Padre en la tierra, entonces, ¿no sería esta razón suficiente para que sigamos su ejemplo? Ciertamente lo fue para más de dos docenas de personas mencionadas en el Nuevo Testamento que fueron bautizadas después de hacer un compromiso de seguir a Cristo. Me gusta lo que Pablo escribió en su carta a los Corintios: «Imítenme a mí, como yo imito a Cristo» (1 Corintios 11:1).

No se nos está dando una simple sugerencia de ser bautizados si tenemos ganas. Jesús les dijo a sus discípulos: «El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado» (Marcos 16:16). Los creyentes que toman en serio su fe, sin importar si son introvertidos o extrovertidos, tímidos o atrevidos, tranquilos o escandalosos, deberán visualizar el bautismo como un acto de obediencia.

Otra razón para bautizarse es para demostrar el cambio que ha ocurrido en nuestras vidas. «Y esa agua representaba a la que ahora usamos para el bautismo, por medio del cual Dios nos salva. El bautismo verdadero no es para limpiar nuestro cuerpo, sino para pedirle a Dios que nos limpie de pecado, para que no nos sintamos culpables de nada. Y Dios nos salva por medio del bautismo porque Jesucristo resucitó» (1 Pedro 3:21 tla). Si nuestros corazones realmente han sido transformados, entonces con el tiempo nuestras acciones revelarán ese cambio. Sin embargo, no hay mejor manera de anunciar de inmediato ese cambio que dejar a los demás vernos llevar a cabo este acto simbólico.

Al visitar el río Jordán en Israel, me quedé asombrado al enterarme de la forma en que se han llevado a cabo los bautismos tradicionalmente. Los individuos se visten todos de blanco y luego se colocan encima ropa vieja, sucia y raída. Conforme se sumergen en el río, se van quitando su ropa vieja y emergen del agua en un blanco exuberante, dejando que la corriente del río se lleve su ropa desgastada. Esto hace que el simbolismo sea más claro: antes de Cristo somos pecaminosos; después de tener a Cristo, somos lavados y limpiados.

Finalmente, el bautismo es una declaración pública de un compromiso personal que hemos hecho. Es el resultado natural y lógico de nuestra decisión de confiar en Jesús. Puedes ser tentado a pensar que el bautismo es opcional o una preferencia. Hay personas que me dicen: «Mi fe es privada, así que no necesito hacer eso del bautismo », pero cuando les pido que me busquen esa enseñanza en la Biblia, nadie ha sido capaz de mostrarme ninguna evidencia. ¡No la hay! Tu fe no es secreta. No tienes que predicar desde una banca en el parque, pero debes estar dispuesto a permitir que los demás vean la elección que has hecho y el impacto que tiene esa elección en todas las áreas de tu vida.

Una de mis canciones cristianas favoritas es «He decidido seguir a Jesús»; y esta canción hace de esta valiente declaración de fe su himno. No hace mucho tiempo conocí la historia detrás de la canción, y me quedé sin palabras. Aparentemente, la canción fue escrita después de la muerte de un recién convertido al cristianismo de la India. Este hombre y su familia inmediata habían renunciado al hinduismo y a las creencias más primitivas de su tribu local. Cuando el jefe de la tribu se enteró, mandó que llevaran a la familia ante él y les ordenó que renunciaran a su fe en Cristo o serían ejecutados. El hombre respondió: «He decidido seguir a Cristo, no daré marcha atrás». Luego el jefe muy enojado mató a los hijos de este hombre, pero aun así, él no negó su fe cristiana. Cuando su esposa era ejecutada, el hombre insistió: «Aunque nadie quede conmigo, aún seguiré». Finalmente, mientras lo estaban ejecutando a él mismo, este hombre proclamó: «La cruz delante de mí, el mundo a mis espaldas». El jefe, y tiempo después todo el pueblo, se hicieron creyentes por el testimonio tan dramático de este mártir de la fe.

La mayoría de nosotros no enfrentaremos este tipo de persecución por seguir a Jesús, y aún así somos reacios a permitir que otros sepan de nuestra fe a través del acto del bautismo. Sin embargo, debemos recordar lo que dijo Jesús: «A cualquiera que me reconozca delante de los demás, yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo. Pero a cualquiera que me desconozca delante de los demás, yo también lo desconoceré delante de mi Padre que está en el cielo» (Mateo 10:32-33). ¿Por qué no querríamos compartir nuestra relación más significativa con todos los que están a nuestro alrededor, como lo haríamos con nuestro compromiso matrimonial, nuestra boda o el nacimiento de un hijo? Ciertamente en la Escritura, quienes habían hecho este compromiso tan importante, querían que otros lo supieran. Se nos dice: «Los que recibieron su mensaje (de Pedro) fueron bautizados » (Hechos 2:41), y en Hechos 8:12 dice: «Cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron». También vemos el ejemplo de Simón el mago: «Y el mismo Simón creyó y se bautizó» (Hechos 8:13 dhh).

En definitiva, el bautismo ilustra el compromiso interno que hemos hecho. Así como mi anillo de bodas representa mis votos matrimoniales a Tammy, el bautismo indica a los demás nuestro compromiso de seguir, servir y obedecer a Cristo. Es así de sencillo.

TU SIGUIENTE PASO EN EL CAMINO

Cada uno de nosotros tenemos un camino espiritual y una relación con Dios singular, pero temas como el bautismo son relevantes para todos nosotros porque están insertados dentro de los cuatros pasos para conocer a Dios, encontrar la libertad, descubrir el propósito y marcar la diferencia. Solo necesitamos entender cómo se relaciona cada paso con los demás.

Algunos de estos pasos tienen secuencia, por ejemplo, tu primer y gran paso siempre será aceptar a Cristo en tu vida. Luego, tiene mucho sentido obedecer su mandamiento de bautizarte como un símbolo externo de tu compromiso interno. Sin embargo, debido a que nuestras vidas son diferentes, y Dios tiene su tiempo particular, muchos de estos pasos espirituales no van a seguir tanto una ruta lineal sino más bien se presentarán conforme camines por territorios inexplorados; así que no te preocupes si te bautizaste años después de haber aceptado a Cristo.

Mientras buscas la respuesta a «¿Qué sigue?» para ti en esta parte de tu camino, te animo a que pases un tiempo en oración, evaluando en dónde te encuentras en tu relación con Dios. ¿Qué necesita suceder para que alinees tu compromiso con él con la forma en que vives cada día? Pídele al Espíritu Santo que te guíe y te dé entendimiento para tu siguiente paso. Confía en que él te mostrará el camino y te revelará la senda de Dios conforme vayas caminando en fe. Si no te has bautizado después de haber invitado a Jesús a tu corazón, haz una cita con tu pastor u otro líder de la iglesia para hablar sobre cuándo podrías bautizarte. Si ya te bautizaste, reflexiona sobre tu experiencia. ¿Qué significó para ti en ese tiempo? ¿Qué significa para ti hoy?

CHAPTER 2

LA ORACIÓN

CONVERSACIONES CON DIOS

Probablemente no debiera admitir esto, ya que soy un pastor, pero la oración no es fácil para mí. Nunca he sentido que orar sea algo que haga particularmente bien. Siempre he envidiado a los pastores que oran muy elocuentemente o a los que hablan sobre las horas que pasan con Dios cada día; eso me hace pensar: ¿Qué estoy haciendo mal?

Sospecho que no soy el único que se siente de esta manera. La mayoría de las personas parecen tener una idea sobre lo que debe ser la oración y sienten que se quedan muy cortas. Sin embargo, ¿qué si las ideas que tenemos sobre la oración no son lo que Dios quiere? ¿Qué si no hay una «forma correcta» de orar, así como no hay una forma correcta de disfrutar hablar con alguien que amas, como tu cónyuge, hijos o amigos cercanos? ¿Qué si Dios solo quiere pasar tiempo con nosotros, escuchar nuestro corazón y tener una conversación significativa y sencilla?

LO QUE SE NECESITA PARA ORAR

Si creciste en una iglesia como yo, probablemente tienes conciencia de la oración desde una edad temprana. Tal vez oías cómo se les pedía a las personas orar de forma espontánea, o te enseñaron de la oración en base a la Biblia, o quizá memorizaste el Padre Nuestro. La práctica de la oración en sí misma puede ser intimidante, especialmente cuando se te pide orar en voz alta en medio de un grupo. Inmediatamente nos preocupamos por lo que vamos a decir porque queremos que suene sincero y al mismo tiempo apropiado para el momento. Si nos piden tomarnos de las manos, nos distraemos porque la persona nos aprieta o por su mano fría, o porque apenas alcanzamos a tocar su palma.

Nunca olvidaré cuando asistí por primera vez a una reunión de oración de toda la noche. Sí, entendiste bien: ¡de toda la noche! En ciertos momentos todos se juntaban a orar, pero la mayoría del tiempo se suponía que oraríamos solos. Me fui a un cuarto de oración, me arrodillé y comencé a orar. Rápidamente repasé mis temas habituales y comencé a ensanchar mi red de oración para incluir personas por quienes no siempre oraba.

Mencioné a cada uno de los primos lejanos que pude recordar. Pasando por la familia extendida, amigos cercanos y conocidos, luego pasé a orar por personas que no conocía, como estrellas de cine, el equipo de fútbol de LSU y el presidente. Después pasé a temas globales: oré por cada país que se me venía a la mente, por sus líderes, por los misioneros que había en ellos y por todas las personas que vivían ahí que necesitaban conocer al Señor. Después de orar por tanta gente y tantos lugares por tan largo tiempo, tuve un sentido de logro y calculé que por lo menos habían pasado una o dos horas desde que comencé a orar.

Sin embargo, al voltear a ver mi reloj, me di cuenta de que apenas habían pasado quince minutos.

Entonces me di cuenta de que iba a ser una larga noche.

Esa experiencia me dejó sintiendo que simplemente no era lo suficientemente espiritual como para ser un guerrero de oración. Estaba seguro de que mi mente no debió brincar de un tema a otro, o divagar a asuntos sin ninguna relación con mis peticiones de oración. Tú sabes, algo como: caray, cómo me duelen las rodillas, y tengo mucha hambre, me pregunto cuándo iremos a comer; ahora podría ir por una pizza, lo cual me recuerda que necesito parar en una tienda para comprar cereal y leche; necesito cambiarle el aceite al auto, he querido hacerlo por semanas ...

Asumí que yo no tenía lo que se requería. Con seguridad ningún guerrero de oración estaría tan desenfocado.

Sin embargo, después me hallé un pasaje de Chuck Swindoll que expresaba exactamente cómo me sentía con respecto a las deficiencias de mis oraciones:

Para ser dolorosamente honesto contigo, la mayoría de las cosas que he leído u oído sobre la oración, o me han dejado bajo una tonelada y media de culpa, o me han preocupado con clichés que suenan píos y conversaciones religiosas sin sentido. Debido a que no pasé dos o tres horas al día hincado como el querido Dr. Fulano de Tal, o no pude entretejer docenas de versos de la Escritura en mi oración ... o no tuve éxito en mover montañas, me daba la impresión de que me había quedado dormido en lo referente a esta parte de mi vida cristiana.

¿Alguna vez te has sentido así? ¿Tienes un temor secreto de tener que orar en voz alta en un grupo porque temes que los demás se darán cuenta de la verdad respecto a ti y la oración? A pesar de lo que hayas aprendido o no acerca de la oración, ¿aún sientes que hay una manera correcta de orar y tú simplemente no eres capaz de dominarla?

Independientemente de las impresiones o ideales que asocies con la oración y tus sentimientos con respecto a esto, te pido que hagas todo a un lado por el resto de este capítulo. Vamos a repensar cada idea que has tenido acerca de la oración y qué es lo que se requiere de ti al orar.

A través de los años, me he dado cuenta de que con frecuencia el problema principal de nuestra vida de oración somos nosotros mismos. Las suposiciones y expectativas que atribuimos a la práctica de la oración nos impiden tener una conversación natural y sencilla con Dios. La oración no se trata de recitar frases cristianas o de usar palabras religiosas sofisticadas. No se trata de que suenes como tu pastor o como quienquiera que admires por la forma en que ora. Ni siquiera se trata de estar sentados en círculo tomados de las manos.

¿Qué se necesita para orar? Un corazón dispuesto a hablar con Dios, a escucharle y oír su voz. La oración se trata de su Espíritu y nuestro espíritu conectándose uno con el otro. Se trata de un compañerismo real, de conversaciones abiertas y honestas de corazón a corazón. Se trata de una conversación íntima.

ORA SIN CESAR

¿Cómo podemos hacer un cambio en la forma en que pensamos de la oración a algo más natural y placentero?

¿Cómo podemos dejar de sentir que estamos en el banquillo de los acusados o dando un discurso, y en lugar de eso ver la oración como un vínculo relajado y sencillo que compartimos con alguien que amamos?

Este es el secreto: no hagas de la oración un evento o una obligación. Permite que simplemente sea una conversación continua con Dios cada día. Pablo refuerza esta idea cuando nos dice: «Oren sin cesar» (1 Tesalonicenses 5:17). No es una actividad que paras y luego comienzas, como el ejercicio físico que se realiza y se practica. En lugar de eso, es una comunicación continua, fluida y dinámica entre un Padre amoroso y sus hijos.

La Palabra de Dios nos dice: «Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada» (Juan 15:4-5). Nota la unión orgánica e íntima que este pasaje ilustra entre nosotros y Dios. Somos como ramas unidas a una vid. La vid alimenta y sustenta el crecimiento de las ramas, dándoles vida, y la manera en que permanecemos continuamente conectados a esta fuente de vida es a través de la oración.

(Continues…)


Excerpted from "¿Qué sigue?"
by .
Copyright © 2019 Grupo Nelson.
Excerpted by permission of Grupo Nelson.
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Table of Contents

Prefacio, xi,
Introducción, xv,
SECCIÓN 1: CONOCE A DIOS,
Capítulo uno: El bautismo, 15,
Capítulo dos: La oración, 23,
Capítulo tres: La Biblia, 45,
SECCIÓN 2: ENCUENTRA LA LIBERTAD,
Capítulo cuatro: Las relaciones, 73,
Capítulo cinco: Transparencia, 91,
Capítulo seis: El Espíritu Santo, 109,
SECCIÓN 3: DESCUBRE TU PROPÓSITO,
Capítulo siete: Dones espirituales, 137,
Capítulo ocho: El cuerpo de Cristo, 151,
Capítulo nueve: El crecimiento, 161,
SECCIÓN 4: HAZ UNA DIFERENCIA,
Capítulo diez: Corazón de siervo, 189,
Capítulo once: Recompensa eternal, 207,
Capítulo doce: Impacto, 225,
Agradecimientos, 245,
Notas, 247,
Acerca del autor, 249,

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