¿Por qué no me dicen la verdad?
Muchos años después, en el barrio de mi infancia encontré algunas respuestas a preguntas que todavía me seguían asaltando: ¿Por qué no fui más liberal, más crítico, independiente, creativo o emprendedor? ¿Por qué aprendí adesvelarme, a mentir, engañar yhacer trampa? ¿Por quénologrésermáspuntual, ordenadoydisciplinado? En ese viaje quise saber si en mi educación saqué tache opalomita, si pasé de año o viví medio siglo repitiendo los mismos errores. Si llegué libre de pecado o sigo condenado; si en el recuento de los años gané o perdí. Me enseñaron a obedecer, a portarme bien, a memorizar las tablas y los hechos de los héroes que nos dieron patria y libertad y, cuando violé las reglas sufrí castigos. Me enfrenté a muchos fantasmas: niñas arañas, mariposas negras, charros sin cabeza, robachicos, chavos gandallas y maestras pegalonas. Sufrí el espanto de las almas en pena y los gritos de la llorona. Cachirulo, Capulina y el tío Gamboín, me dieron calma, pero Combate, Los intocables y las luchas del Santo me quitaron el sueño. Casi todo me condenaba: robar, mentir, fornicar, copiar o desear a la mujer de mi prójimo. Echar la flojera o comer mucho también eran pecados. Solamente la confesión, el arrepentimiento y el juramento de volverme bueno, me salvaban del castigo eterno de terminar en el fondo de la tierra o encerrado en una correccional para menores. Y de nada servía rezongar o llorar. A veces, el ingenio de la gente del barrio me ayudó a soportar los dolores del crecimiento. Otras veces, tantas mañas me complicaron la existencia. Por suerte, tuve muchos hermanos y muchos amigos y convivimos en una época con poca tecnología, pero con mucho tiempo y un camellón grande para jugar a las olimpiadas, béisbol o bote pateado.
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¿Por qué no me dicen la verdad?
Muchos años después, en el barrio de mi infancia encontré algunas respuestas a preguntas que todavía me seguían asaltando: ¿Por qué no fui más liberal, más crítico, independiente, creativo o emprendedor? ¿Por qué aprendí adesvelarme, a mentir, engañar yhacer trampa? ¿Por quénologrésermáspuntual, ordenadoydisciplinado? En ese viaje quise saber si en mi educación saqué tache opalomita, si pasé de año o viví medio siglo repitiendo los mismos errores. Si llegué libre de pecado o sigo condenado; si en el recuento de los años gané o perdí. Me enseñaron a obedecer, a portarme bien, a memorizar las tablas y los hechos de los héroes que nos dieron patria y libertad y, cuando violé las reglas sufrí castigos. Me enfrenté a muchos fantasmas: niñas arañas, mariposas negras, charros sin cabeza, robachicos, chavos gandallas y maestras pegalonas. Sufrí el espanto de las almas en pena y los gritos de la llorona. Cachirulo, Capulina y el tío Gamboín, me dieron calma, pero Combate, Los intocables y las luchas del Santo me quitaron el sueño. Casi todo me condenaba: robar, mentir, fornicar, copiar o desear a la mujer de mi prójimo. Echar la flojera o comer mucho también eran pecados. Solamente la confesión, el arrepentimiento y el juramento de volverme bueno, me salvaban del castigo eterno de terminar en el fondo de la tierra o encerrado en una correccional para menores. Y de nada servía rezongar o llorar. A veces, el ingenio de la gente del barrio me ayudó a soportar los dolores del crecimiento. Otras veces, tantas mañas me complicaron la existencia. Por suerte, tuve muchos hermanos y muchos amigos y convivimos en una época con poca tecnología, pero con mucho tiempo y un camellón grande para jugar a las olimpiadas, béisbol o bote pateado.
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by José Luis Torres
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Muchos años después, en el barrio de mi infancia encontré algunas respuestas a preguntas que todavía me seguían asaltando: ¿Por qué no fui más liberal, más crítico, independiente, creativo o emprendedor? ¿Por qué aprendí adesvelarme, a mentir, engañar yhacer trampa? ¿Por quénologrésermáspuntual, ordenadoydisciplinado? En ese viaje quise saber si en mi educación saqué tache opalomita, si pasé de año o viví medio siglo repitiendo los mismos errores. Si llegué libre de pecado o sigo condenado; si en el recuento de los años gané o perdí. Me enseñaron a obedecer, a portarme bien, a memorizar las tablas y los hechos de los héroes que nos dieron patria y libertad y, cuando violé las reglas sufrí castigos. Me enfrenté a muchos fantasmas: niñas arañas, mariposas negras, charros sin cabeza, robachicos, chavos gandallas y maestras pegalonas. Sufrí el espanto de las almas en pena y los gritos de la llorona. Cachirulo, Capulina y el tío Gamboín, me dieron calma, pero Combate, Los intocables y las luchas del Santo me quitaron el sueño. Casi todo me condenaba: robar, mentir, fornicar, copiar o desear a la mujer de mi prójimo. Echar la flojera o comer mucho también eran pecados. Solamente la confesión, el arrepentimiento y el juramento de volverme bueno, me salvaban del castigo eterno de terminar en el fondo de la tierra o encerrado en una correccional para menores. Y de nada servía rezongar o llorar. A veces, el ingenio de la gente del barrio me ayudó a soportar los dolores del crecimiento. Otras veces, tantas mañas me complicaron la existencia. Por suerte, tuve muchos hermanos y muchos amigos y convivimos en una época con poca tecnología, pero con mucho tiempo y un camellón grande para jugar a las olimpiadas, béisbol o bote pateado.

Product Details

ISBN-13: 9786075963136
Publisher: Brújula Agencia de Representación
Publication date: 11/06/2023
Sold by: Bookwire
Format: eBook
Pages: 167
File size: 502 KB
Age Range: 18 Years
Language: Spanish

About the Author

José Luis Torres realizó estudios de Periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, de la UNAM; Comunicación Organizacional en el Centro Avanzado de Comunicación e Historia del pensamiento en l a Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana, además de otros estudios en el Tecnológico de Monterrey, talleres literarios y la Escuela de escritores de la Sociedad General de Escritores de México Ciudad de México, (1953) recientemente publicó "Días de encierro, una historia personal de la pandemia" (2021)" y coordinó el libro colectivo: "Todos tenemos algo que contar: historias del encierro y la pandemia" (2022). Ha publicado las novelas " E l colapso" (2017) y "La novia mecánica" (2018), amenas y divertidas historias sobre el inevitable tráfico automovilístico de la ciudad de México y el afecto que los conductores han desarrollado hacia los cada más más caros y sofisticados autos. Es autor del volumen "Di todo lo que sepas y otros cuentos" (1997) y de varias Historias personales como: "Señorita Esquinazi" (2003); "Pepe, relatos de infancia" (2001) y "Una historia con café" (2000).

Table of Contents

1 · Avemariapurísima 2 · Los malos son más abusados 3 · Sabía mucho de mujeres 4 · Una caja de cartón amarrada con un lazo 5 · Una historia de aparecidos 6 · Todos nos quedamos sin voz 7 · Matanga dijo la changa 8 · Nunca imaginé lo que iba a pasar 9 · Mis pies de trapo 10 · Abue nos sacó a asolearnos un rato 11 · Estaba aprendiendo a ser bravo 12 · El que se acerque se muere 13 · Diles que te gustaría ser sacerdote 14 · Ni fornicar ni desear a la mujer de tu prójimo 15 · De un machetazo le cortaron la cabeza 16 · Una gitana con la mirada verde 17 · Nadas más sentí cómo se me aflojaron los huesos 18 · Con las limosnas rentaron un camión 19 · Una mariposa negra anunció la terrible calamidad 20. La última noche del año
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