Oraciones & Reflexiones

Oraciones & Reflexiones

Oraciones & Reflexiones

Oraciones & Reflexiones

eBook

$11.49  $14.99 Save 23% Current price is $11.49, Original price is $14.99. You Save 23%.

Available on Compatible NOOK devices, the free NOOK App and in My Digital Library.
WANT A NOOK?  Explore Now

Related collections and offers

LEND ME® See Details

Overview

Oraciones & Reflexiones es una colección de oraciones y pensamientos para inspirar tu devocional diario. Incluye contribuciones de algunas voces destacadas del cristianismo de hoy, presentadas en un formato fácil de usar, ordenadas por tema, categoría y contribuyente. Hecho en colaboración con Coalición por el evangelio.

Collection of prayers and meditations to inspire your quiet time each day. Includes contributions from prominent voices in Christendom today, presented in an easy to navigate format, by topic, category or contributor. Done in collaboration with TGC.

Product Details

ISBN-13: 9781433649554
Publisher: B&H Publishing Group
Publication date: 10/01/2017
Sold by: Barnes & Noble
Format: eBook
Pages: 172
File size: 4 MB
Age Range: 3 Months to 18 Years
Language: Spanish

About the Author

Cristopher Garrido es el director editorial para LifeWay y B&H Español.
 
Cris Garrido is director of Spanish Publishing for LifeWay Christian Resources and B&H Publishing Group.
 

Read an Excerpt

CHAPTER 1

LA DISCIPLINA Y EL DELEITE DE LA ORACIÓN

Muchas veces hemos escuchado decir a las personas lo siguiente: «Sí, ya sé que tengo que orar. Sé que debo hablar con Dios, pero la verdad que es muy difícil. No sé cómo hacerlo. A veces siento que estoy repitiendo las mismas palabras; o, cuando en realidad estoy tratando de orar, mi mente está pensando en otras cosas. He intentado de todo, oro de pie, sentado o caminando, pero no encuentro la constancia en la oración. Ya no sé qué hacer».

Es posible que te identifiques con esas palabras porque muchos de nosotros deseamos orar, pero la realidad es que nos cuesta. Puede sonar paradójico, pero una de nuestras metas para este año es crecer en la disciplina y el deleite de la oración. ¿La oración como disciplina y deleite? ¡Sí! Es ambas y te vamos a explicar por qué a continuación.

No hay duda de que la oración es algo que cuesta, es decir, que hay que esforzarse para que no sea algo meramente anecdótico en nuestra vida. Es posible que lo que ha estado fallando es que vemos la oración solamente como una tarea o una obligación que cumplir.

La palabra «disciplina» no está relacionada con «castigo», sino con alcanzar la excelencia a través de una práctica constante. Por eso queremos darle un brillo especial a la disciplina en la oración, porque detrás de ella hay un fruto precioso. Ese fruto es el deleite en Dios; la oración es uno de los medios que nos lleva a deleitarnos en la presencia de Dios.

Quizás la persona que más podría ayudarte a ver la oración como un deleite es John Piper. En su libro Sed de Dios, dice: «En el acto de la oración se reúnen de manera especial dos metas: la búsqueda de la gloria de Dios y la búsqueda de nuestro gozo» (p. 188). En otra parte escribe: «La oración es la forma que Dios ha señalado para que nuestro gozo sea cumplido, porque es el aire que produce el calor interior de nuestro corazón hacia Cristo» (p. 183).

Por tanto, podemos decir que la oración es lograr la provechosa disciplina que nos permite alcanzar el deleite de escuchar, hablar y meditar en Dios. Es una negación a mi dependencia de mí mismo, es el arma para matar mi orgullo y pecado. Es venir ante mi Dios a través de Cristo y guiado por el Espíritu, entendiendo que, aun para las cosas que no sé ni conozco, tengo al Espíritu Santo quien intercede por mí ante el Padre.

Podríamos dar una definición corta de la oración en este momento: la oración es presentarnos, como creyentes y con la guía del Espíritu Santo, ante un Dios que se ha dado a conocer a través de Cristo. A continuación, veremos de qué manera esta interacción entre la Trinidad se manifiesta en nuestro fundamento, nuestra fuente de confianza y nuestra ayuda en la oración.

1. El fundamento de la oración: la santificación del nombre de Dios.

Los evangelios son cuatro libros que narran la vida y la obra de nuestro Señor Jesucristo entre nosotros. Allí encontramos lo que se conoce como la oración modelo de Jesús (Mateo 6:5–13), y se nos muestra que la oración bíblica es expresada por un corazón dependiente que busca y ama que Dios sea reconocido como único y bueno. Hablaremos más de ella en la parte II. Sin embargo, lo que sí queremos afirmar en este momento es que la oración está centrada en Dios y no en nosotros mismos. El corazón del creyente debe saber que la oración busca que, de principio a fin, toda la atención se centre en el buen y soberano Dios quien escucha la oración.

Existe la tendencia a que el centro de la oración seamos nosotros mismos: «Lo que yo quiero, cómo me siento y cuándo lo quiero». Por el contrario, Jesús nos enseña que el centro de la oración es Dios y que se trata de una comunicación íntima y amorosa como la de un padre con sus hijos. Al venir delante del Padre eterno y soberano con nuestras peticiones, buscamos que la primera de ellas sea que Su nombre sea santificado (reconocido como único y puro) y glorificado (que le demos al Señor el valor que merece). Después de haber reconocido Su grandeza y soberanía, buscamos que haga que Su nombre sea glorificado, atesorado y proclamado por todos aquellos que son Sus discípulos, al ver cómo decide contestar nuestra oración.

El propósito de Dios al contestar nuestra oración es que confiemos en que lo mejor para nosotros, y lo más precioso, no es una respuesta idéntica a nuestra petición o deseo, sino que disfrutemos más de Él que de cualquier respuesta. De modo que el fundamento de la oración es que Dios sea glorificado, y sabemos que esto va a suceder porque la confianza de la oración está en Cristo.

2. La fuente de confianza en la oración: Cristo.

El apóstol Juan nos muestra que la oración del creyente es expresada con confianza en Cristo, por Cristo y para Cristo (1 Juan 5:12–15). Esta confianza descansa en Quien nos salvó y en Quien nos sostiene, o sea, Jesucristo mismo.

También podemos ver que la oración es uno de los frutos de la fe que Dios nos dio para que podamos confiar en la salvación que Cristo nos ofreció por pura gracia. Una vez que Cristo nos salvó y fuimos adoptados en la familia de Dios, la oración viene a ser la expresión de nuestra fe en Él. Esta salvación es tan segura en Cristo que nos lleva a confiar plenamente cuando vamos ante Dios con una disciplina gozosa que nos permite tener un deleite mayor, día a día, al conocer cada vez más a Quien nos salvó.

¡Sí! La oración busca intensificar la relación que ya existe entre el creyente y el Salvador. Por lo tanto, la oración es una demostración de que se ha realizado el milagro del nuevo nacimiento, de que se tiene a Cristo como Salvador y de que se confía plenamente en que, a través de Él, el Señor va a escuchar su oración. Así como buscamos intencionalmente hablar con las personas que amamos, en la oración expresamos el gran cambio ocurrido en nuestro corazón cuando el Señor imputó la obra de Cristo en nuestra vida. Ya no huimos de Dios, ahora nos acercamos a Él. Ahora queremos conocer, adorar y glorificar a Dios. ¡Es vivir para lo que fuimos creados! Nosotros no oramos a Dios porque nos portemos bien o solo cuando nos portamos mal, sino que acudimos a Él siempre porque lo hacemos en el nombre y con la justicia de Cristo.

Por último, siempre hay momentos tan amargos en la vida en los que simplemente no tenemos las fuerzas, ni tampoco las palabras, para poder decirle al Señor lo que sentimos o pensamos. ¿Qué pasa cuando en tiempos de debilidad no sabemos por qué orar? Ante circunstancias como esas, podemos darle gracias a Cristo porque el mismo Señor Jesucristo pidió al Padre que nos envíe otro Consolador para interceder por Su iglesia.

3. La ayuda en la oración: el Espíritu Santo.

En la carta del apóstol Pablo a los Romanos, encontramos una maravillosa intercesión del Espíritu Santo por los hijos de Dios (8:26–27). Hay algo que debemos saber con respecto a la oración. Esta no es una disciplina para que el creyente crezca en independencia de Dios. Por el contrario, la oración es una disciplina para fortalecer al creyente en su dependencia del Espíritu de Dios.

La ayuda del Espíritu Santo es algo maravilloso porque Dios mismo, a través de la obra de Cristo, nos ha enviado al Espíritu Santo para que nos ayude personalmente en nuestra debilidad. ¿De qué tipo de debilidades estamos hablando?

Hay momentos en nuestra vida en que no sabemos cómo orar; por lo tanto, Pablo hace referencia a la debilidad del creyente que no sabe por qué motivos orar. No sabe por qué pedir, no sabe cómo entender la voluntad de Dios, no sabe por qué Dios permite esto o lo otro. Esas son el tipo de debilidades de las que Pablo habla, y para los momentos en que no sabemos qué orar, el Espíritu Santo toma nuestro lugar y va al Padre, representándonos y pidiéndole lo que nosotros necesitamos.

Podríamos decir, entonces, que el Padre escudriña y sabe lo que hay dentro de nuestro corazón, ese nuevo corazón que busca y anhela, por Su gracia, hacer la voluntad de Dios. El Espíritu Santo intercede por nosotros para que Dios haga con nosotros lo que está conforme a Su santa voluntad. Que Dios nos dé Su gracia para crecer en la disciplina del deleite de la oración y nos conceda el privilegio de aprender a orar con Jesús a través de Su modelo de oración.

CHAPTER 2

EL MODELO DE LA ORACIÓN DE JESÚS

Por M. A. Galeano

Aunque nosotros tenemos la libertad de usar nuestras propias palabras y ser muy espontáneos con la oración, igual Jesús nos dejó un modelo de oración. ¿Por qué lo haría? Bueno, porque necesitamos de su instrucción para aprender cómo orar y qué orar. Esto fue precisamente lo que los discípulos le pidieron a Jesús: «Enséñanos a orar». Así que, sentémonos por un momento a escuchar mientras leemos lo que Cristo quiere que aprendamos de la oración para que, conforme a estas peticiones, nuestras oraciones sean iluminadas.

Cuando leemos Mateo 6:9–13, vemos que Cristo nos muestra un modelo de cómo debemos orar. Jesús divide Su oración en dos partes: la primera parte presenta el fundamento de la oración, que es Dios el Padre, a quien oramos. La segunda parte son las peticiones personales que están bajo el fundamento de ese Dios personal a quien nos hemos acercado.

Es importante notar que Jesús no pone Sus peticiones en primer lugar. Por el contrario, Él se dirige a Su Padre. ¡Qué bueno es que Jesús nos recuerde que nuestra oración va dirigida, en primer lugar, al Padre! Es como a un niño se le recuerda dar las gracias después de haber recibido un dulce. Nuestro corazón debe adquirir la disciplina de reconocer que lo primero de la oración es la comunión con Dios y no las dádivas que pudiéramos recibir de Él. Si nuestra oración tiene un destinatario, ese es nuestro Padre que está en los cielos, es decir, el Dios que gobierna con toda autoridad, el Rey poderoso y eterno.

Nuestra oración se dirige a nuestro Padre en Cristo, quien nos ha adoptado por medio del poder del Espíritu Santo. Qué gran bendición es saber que nuestro Padre celestial está atento y escucha nuestra oración, que el Soberano Señor está deseoso de escuchar nuestro clamor porque es nuestro Padre y se deleita en mostrar Su amor y cuidado.

Por ejemplo, cuando mi hija me llama, le pongo toda mi atención. Con su vocecita me dice: «Papi, agua» o «Papi, ana (manzana)», y ella sabe que su papá, que la ama, le responderá. ¿Conoces a Dios como tu Padre? Espero que sí porque solo así sabrás que tus oraciones no se dirigen a un Dios distante, que podría estar muy ocupado para atenderte. Por el contrario, si has creído en Cristo y te has arrepentido de tus pecados, Él es tu Dios y también tu Padre. Ya que es nuestro Dios y Padre, buscamos que en todo Él sea glorificado, y esto es lo que Jesús pidió primero, santificar el nombre de Dios.

1. El fundamento de la oración

1. Santificado sea Tu nombre

Al venir delante del Padre eterno y soberano con esta petición, no estamos pidiendo que sea más Santo de lo que ya es, porque esto sería imposible, ya que Él ya es santo y perfecto.

Nota que la petición de Jesús al Padre no es que nosotros busquemos hacer a Dios más grande o más único. Se trata más bien de que el Padre mismo haga que Su nombre sea glorificado, atesorado y proclamado por todos aquellos que son Sus discípulos. Lo que le pedimos primero es conocerlo más, glorificarlo más, que Él se revele de maneras más extraordinarias, sin que importe cómo Él decida contestar nuestra oración.

2. Venga Tu reino

El reino de Dios es la esfera en donde Él gobierna y manifiesta completamente Su autoridad. De allí que esta petición tenga un fuerte clamor para que ese reino de Dios, que fue inaugurado por Cristo en Su venida y que trajo como consecuencia los frutos de la salvación que compró en la cruz, sea extendido por todo rincón de la Tierra.

Pero también le decimos al Señor con estas palabras que esperamos que Su reino sea consumado en la segunda venida de Cristo, por lo que miramos al futuro para que Él regrese por Su iglesia. Al pedir que venga Su reino le estamos diciendo que no tenemos nuestra esperanza ni nuestras metas en esta vida terrenal, que es pasajera, sino en Su retorno en donde todo será verdaderamente eterno y justo.

3. Hágase Tu voluntad

Si Jesús nos dice que oremos para que el nombre de Dios sea visto como santo, perfecto y hermoso en Cristo, que Su reino en Cristo sea expandido en todo lugar, la tercera petición no nos sorprende porque tiene que ver con buscar siempre la voluntad de Dios porque eso es lo mejor para nosotros.

Muchas veces pensamos que lo que queremos o necesitamos es lo mejor para nosotros. Pero nuevamente tu oración va dirigida a tu Padre, quien se ha revelado a nosotros como soberano, sabio, justo, misericordioso, bueno y que hace todo para que Su nombre sea santificado en ti. Es decir, muchas veces tu Padre te dará lo que pides para que siempre Él sea quien reciba honor y gloria.

Pero otras veces, el Señor no te dará lo que quieres porque desea que confíes en que es lo mejor para ti y que lo más precioso es que disfrutes más de Él que de lo que pudiera darte.

Lo mejor que Dios puede hacer no es darnos lo que pedimos, sino darnos lo mejor y más precioso, esto es Dios mismo, en Cristo y por el Espíritu.

Bajo este fundamento de nuestra oración entendemos quién es Dios y nuestro deseo es Su gobierno sobre nosotros; lo mejor que podemos desear es que todo suceda de acuerdo a Su plan perfecto para nosotros. La oración pasa de ser un petitorio a un dios desconocido a ser una exaltación y un reconocimiento para un Dios grande que se ha dado a conocer con amor y misericordia.

2. Peticiones bajo el fundamento de las tres P

4. Provisión física

La oración modelo de Jesús dice: «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy». El hecho de que nos hayamos centrado en la grandeza espiritual de Dios, en Su reino venidero y en Su voluntad soberana no significa que el Señor se olvide de nuestras necesidades más humanas y terrenales. No está mal pedir a Dios que nos guarde de aflicción, que nos provea lo que necesitamos, que cuide nuestra salud y nuestra familia.

Pero ¿sabes por qué tenemos libertad para pedir aun por el pan diario? Porque nuestro Dios, quien se ha dado a conocer a nosotros con gloria, autoridad y soberanía, tiene cuidado de nosotros hasta en el más mínimo detalle.

5. Perdón espiritual

Jesús dice: «Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores». Esta petición es crucial porque, aunque ya hemos sido perdonados por Cristo, de todas maneras no dejamos de pecar. Por lo tanto, la oración modelo nos enseña que otra de nuestras necesidades es poder alcanzar el perdón que solo nos lo puede dar nuestro buen Dios. El perdón por nuestras deudas es otra manera de pedir perdón por los pecados.

La madurez espiritual toma forma cuando un creyente crece en su fe y Dios le muestra esas áreas que son pecado, y se arrepiente y cambia por la gracia de Dios. Pedir perdón por nuestros pecados muestra que cada vez queremos ser más como Cristo. Y ser más como Cristo también implica poder ofrecer el perdón a los que también nos ofenden. Aun en la oración, no solo recibimos lo que pedimos, sino que también ponemos delante de Dios aquello que nuestro carácter requiere para ser más como nuestro Señor. Un Padre perdonador requiere de hijos perdonados, que también saben perdonar.

6. Protección del pecado

La oración continúa y dice: «Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal». Dios nunca tienta a nadie, tal como lo dice Santiago 1:13, así que esta petición se debe entender como una petición para que Dios nos guarde de Satanás y de nosotros mismos, para no pecar contra Él. Cuán bueno es saber que nuestro Dios nos invita a orar para que nos guarde de las mentiras y engaños de Satanás.

Cristo nos ha dejado este modelo para que lo practiquemos de forma creativa, que podamos crecer en dependencia de nuestro Padre y confiados nos acerquemos a Él en Cristo. Que Su Espíritu Santo nos guíe a orar, buscando Su gloria y confiando en que Él procura nuestro bien y nuestro gozo.

Que en lo que sigue encuentres al Dios Todopoderoso que está atento a tu clamor y listo como el Buen Padre, por la obra del Buen Pastor Jesucristo, para responder conforme a Sus planes y sostenerte con Su Espíritu.

(Continues…)



Excerpted from "Oraciones y Reflexiones"
by .
Copyright © 2017 Michel Alexander Galeano y Cristopher Garrido.
Excerpted by permission of B&H Publishing Group.
All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
Excerpts are provided by Dial-A-Book Inc. solely for the personal use of visitors to this web site.

Table of Contents

Cómo usar este recurso,
Introducción: El Dios a quien oramos,
Parte I: El fundamento,
Capítulo I: La disciplina y el deleite de la oración,
Capítulo II: El modelo de la oración de Jesús,
Parte II: Oraciones,
Capítulo III: Oraciones que reconocen la grandeza del,
Capítulo IV: Oraciones confiadas en que el SEÑOR escucha,
Capítulo V: Súplicas llevadas al Buen y Misericordioso,
Capítulo VI: ¿Cómo pedir y qué pedir?,
Capítulo VII: Orando las Palabras de Dios en Su Palabra,
Conclusión,
Índice de contribuyentes,

From the B&N Reads Blog

Customer Reviews