La práctica de la magia sexual tiene sus raíces en la antigüedad, y hay pruebas de ello en muchas culturas y religiones diferentes de todo el mundo. Tantra era el nombre que se daba a esta práctica en la antigua India, donde se cree que tiene su origen. El tantra es una práctica espiritual que utiliza diversos métodos, incluida la actividad sexual, para alcanzar la iluminación espiritual. En la India, Nepal y el Tíbet todavía hay practicantes.
Los primeros griegos, romanos y egipcios utilizaban la magia sexual. En el antiguo Egipto, se creía que los faraones poseían habilidades sobrenaturales que sólo podían alcanzarse a través de la actividad sexual. La práctica se denominaba "theurgia" en Grecia, que significa "obra divina". Los griegos creían que una persona podía comunicarse con lo divino utilizando la poderosa energía del sexo.
En el mundo occidental, la magia sexual se popularizó a finales del siglo XIX y principios del XX, gracias al trabajo de ocultistas como Aleister Crowley y la Orden Hermética de la Aurora Dorada. Estos individuos creían que tanto la transformación espiritual como la mejora del poder físico eran posibles mediante el uso de la magia sexual.
La magia sexual funciona canalizando el poder de la energía sexual hacia un propósito u objetivo concreto. La energía sexual es una fuerza potente que puede emplearse para dirigir la atención y producir los resultados deseados. A través de la visualización y la intención, esta energía puede dirigirse hacia un objetivo concreto durante la actividad sexual, ya sea en solitario o en pareja.
Antes de dedicarse a la magia sexual, hay que comprender el poder de la energía sexual y aprender a controlarla. Esto implica cultivar la energía sexual mediante diversos métodos, como la respiración, la meditación y la actividad física. Estas técnicas ayudan a aumentar el flujo de energía sexual en el cuerpo, lo que facilita su aprovechamiento y dirección.
