Los dioses de cada hombre: Una nueva psicología masculina

Using the Greek gods as cultural images of the various male archetypes, this insightful study seeks to establish a lucid yet compassionate and sensitive framework for male psychology. Whether a Hermes-like communicator, a Hephaestian loner, or a wanderer and lover in the mold of Dionysus, men are encouraged to become familiar with the gods most active within them in order to choose the most satisfying options and directions in their lives. The book is of use to women, too, in determining which archetypes they are most attracted to and which are incompatible with their expectations.

 

Usando los dioses griegos como imágenes culturales de los diversos arquetipos masculinos, este estudio perspicaz busca establecer un marco lúcido pero compasivo y sensible de la psicología masculina. Ya sean comunicadores al estilo de Hermes, solitarios como Hefesto o trotamundos y amantes en el molde de Dionisio, los hombres se animan a familiarizarse con los dioses más activos dentro de sí mismos para poder escoger las opciones y direcciones más satisfactorias en sus vidas. Este libro es útil también para las mujeres para determinar los arquetipos a los cuales están más atraídas y cuáles son incompatibles con sus expectativas.
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Los dioses de cada hombre: Una nueva psicología masculina

Using the Greek gods as cultural images of the various male archetypes, this insightful study seeks to establish a lucid yet compassionate and sensitive framework for male psychology. Whether a Hermes-like communicator, a Hephaestian loner, or a wanderer and lover in the mold of Dionysus, men are encouraged to become familiar with the gods most active within them in order to choose the most satisfying options and directions in their lives. The book is of use to women, too, in determining which archetypes they are most attracted to and which are incompatible with their expectations.

 

Usando los dioses griegos como imágenes culturales de los diversos arquetipos masculinos, este estudio perspicaz busca establecer un marco lúcido pero compasivo y sensible de la psicología masculina. Ya sean comunicadores al estilo de Hermes, solitarios como Hefesto o trotamundos y amantes en el molde de Dionisio, los hombres se animan a familiarizarse con los dioses más activos dentro de sí mismos para poder escoger las opciones y direcciones más satisfactorias en sus vidas. Este libro es útil también para las mujeres para determinar los arquetipos a los cuales están más atraídas y cuáles son incompatibles con sus expectativas.
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Los dioses de cada hombre: Una nueva psicología masculina

Los dioses de cada hombre: Una nueva psicología masculina

by Jean Shinoda Bolen
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eBook

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Using the Greek gods as cultural images of the various male archetypes, this insightful study seeks to establish a lucid yet compassionate and sensitive framework for male psychology. Whether a Hermes-like communicator, a Hephaestian loner, or a wanderer and lover in the mold of Dionysus, men are encouraged to become familiar with the gods most active within them in order to choose the most satisfying options and directions in their lives. The book is of use to women, too, in determining which archetypes they are most attracted to and which are incompatible with their expectations.

 

Usando los dioses griegos como imágenes culturales de los diversos arquetipos masculinos, este estudio perspicaz busca establecer un marco lúcido pero compasivo y sensible de la psicología masculina. Ya sean comunicadores al estilo de Hermes, solitarios como Hefesto o trotamundos y amantes en el molde de Dionisio, los hombres se animan a familiarizarse con los dioses más activos dentro de sí mismos para poder escoger las opciones y direcciones más satisfactorias en sus vidas. Este libro es útil también para las mujeres para determinar los arquetipos a los cuales están más atraídas y cuáles son incompatibles con sus expectativas.

Product Details

ISBN-13: 9788472457942
Publisher: Editorial Kairos
Publication date: 06/01/2011
Sold by: Barnes & Noble
Format: eBook
Pages: 408
File size: 4 MB
Language: Spanish

About the Author

Jean Shinoda Bolen is a psychiatrist, a Jungian analyst, and the author of many books, including Crones Don’t Whine and Goddesses in Everywoman. She is a distinguished life fellow of the American Psychiatric Association and a diplomate of the American Board of Psychiatry and Neurology.

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Los Dioses de Cada Hombre

Una Nueva Psicología de la Vida y Los Amores Masculinos


By Jean Shinoda Bolen, Alicia Sánchez

Editorial Kairós

Copyright © 1999 Editorial Kairós, S.A.
All rights reserved.
ISBN: 978-84-7245-794-2



CHAPTER 1

HAY DIOSES EN TODOS LOS HOMBRES


Este libro trata de los dioses de cada hombre, de los patrones innatos –o arquetipos–que se encuentran en lo más profundo de la psique, formando al hombre desde dentro. Estos dioses son poderosas predisposiciones invisibles que afectan en la personalidad, en el trabajo y en las relaciones. Los dioses tienen relación con la intensidad o la distancia emocional, preferencias por la agudeza mental, el esfuerzo físico o la sensibilidad estética, el anhelo de una unión en éxtasis, una comprensión panorámica, la noción del tiempo y mucho más. Los distintos arquetipos son responsables de la diversidad entre los hombres y su complejidad interior, y tienen mucho que ver con qué facilidad o dificultad los hombres (y los muchachos) pueden cumplir sus esperanzas y cuál es el precio que han de pagar por ello sus yoes más profundos y auténticos.

Sentirse auténtico significa ser libre para desarrollar rasgos y potenciales que son predisposiciones innatas. Cuando somos aceptados y se nos permite ser auténticos, es posible tener autoestima y autenticidad a un mismo tiempo. Esto sólo se llega a desarrollar si las reacciones de las personas que nos importan nos animan en vez de descorazonarnos, cuando somos espontáneos y sinceros, o cuando estamos absortos en aquello que nos produce felicidad. Desde la infancia, en primer lugar nuestra familia y luego nuestra cultura, son los espejos en donde vemos si somos aceptables o no. Cuando hemos de adaptarnos para ser aceptables, puede que acabemos llevando una máscara y representando un papel vacío si el que somos interiormente y lo que se espera que seamos están muy distanciados.


La conformidad del lecho de Procusto


La conformidad que se exige a los hombres en nuestra cultura patriarcal es como la del lecho de Procusto de la mitología griega. Los viajeros que se dirigían a Atenas eran colocados en esta cama. Si eran demasiado bajos, se les estiraba hasta que daban la medida, como en el potro de tortura medieval; si eran demasiado altos, se les cortaban los pies hasta que encajaban.

Algunos hombres encajan perfectamente en el lecho de Procusto, al igual que hay hombres cuyo estereotipo (o las expectativas externas) y arquetipo (o los patrones internos) se adapta correctamente. El éxito les gusta y se sienten cómodos con él. Sin embargo, la conformidad con el estereotipo suele ser un proceso agonizante para un hombre cuyos patrones arquetípicos difieren de lo "que debería ser". Puede parecer que encaja, pero lo cierto es que le ha costado un alto precio representar ese papel, para lo que ha tenido que renunciar a aspectos importantes de sí mismo. Puede que también haya estirado una faceta de su personalidad para estar a la altura de las circunstancias, pero le falta profundidad y complejidad, lo cual hace que su éxito exterior, interiormente no signifique nada para él.

Los viajeros que pasaban por la prueba de Procusto para llegar a Atenas, puede que se preguntaran si había valido la pena, como les sucede a menudo a los hombres de hoy en día cuando "llegan". William Broyles, Jr., cuando escribió para Esquire, describió con hastío lo vacío que puede ser el éxito:

Cada mañana me embutía en mi traje, cogía mi maletín, me dirigía a mi espectacular trabajo y moría un poco. Era el redactor jefe de la revista Newsweek, un puesto que a los ojos de los demás lo tenía todo, salvo que nada tenía que ver conmigo. No me proporcionaba demasiado placer dirigir una gran institución. Yo quería realización personal, no poder. Para mí, el éxito era más peligroso que el fracaso; el fracaso me habría obligado a decidir lo que realmente quería.

La única forma era dejarlo, pero no había dejado nada desde que había abandonado el equipo de atletismo en el instituto. También había sido infante de marina en Vietnam y los marines están entrenados a llegar hasta la cima de la colina, pase lo que pase. Pero yo ya había llegado; sencillamente odiaba estar allí. Había escalado la montaña equivocada y lo único que podía hacer era bajar y subir otra. No fue fácil: mi trabajo iba más despacio de lo que yo esperaba y mi matrimonio se disolvió.

Necesitaba algo, pero no estaba seguro de qué se trataba. Sabía que quería que me probaran mental y físicamente. Quería triunfar, pero con reglas claras y concretas, que no dependieran de la opinión de los demás. Quería la intensidad y la camaradería de una empresa arriesgada. En otros tiempos, puede que hubiera ido hacia el oeste o al mar, pero tenía dos hijos y una maraña de responsabilidades.

Este hombre tenía poder y prestigio, metas que para alcanzarlas se cobran la mejor parte de la vida de un hombre y que relativamente pocos consiguen. Pero padecía una de las enfermedades más importantes que observo en muchos hombres de mediana edad: depresión leve generalizada. Cuando se nos separa de nuestras fuentes de vitalidad y dicha, la vida resulta insulsa y sin sentido.

En esta cultura, los hombres llevan ventaja y parecen tener los mejores papeles. No cabe duda de que ostentan los de más poder o mejor remunerados. Sin embargo, muchos hombres padecen depresión que enmascaran con el alcohol, el trabajo excesivo, demasiadas horas delante del televisor, todo ello para conseguir insensibilizarse. Y hay otros muchos que están enojados y resentidos, su hostilidad y rabia se desencadena por cualquier cosa, desde la forma en que conduce alguien hasta la irritante conducta de un niño. Su esperanza de vida tampoco es muy larga. El movimiento feminista expresaba claramente los problemas que tienen éstas al vivir en un patriarcado, pero, a juzgar por la cantidad de hombres infelices que hay, parece que vivir en este tipo de sociedad tampoco es bueno para ellos.


El mundo interior de los arquetipos


Cuando la vida carece de sentido y ya nada nos parece nuevo, o cuando nos parece que hay algo que no funciona en nuestra forma de vida y en lo que estamos haciendo, podemos ayudarnos siendo conscientes de las discrepancias entre los arquetipos que hay en nuestro interior y nuestros roles externos. Los hombres se suelen ver atrapados entre el mundo interior de los arquetipos y los estereotipos externos. Los arquetipos son poderosas predisposiciones; investidas con la imagen y la mitología de los dioses griegos, tal como los he descrito en este libro, cada uno tiene impulsos, emociones y necesidades características que dan forma a la personalidad. Cuando representas un papel que está conectado con un arquetipo activo dentro de ti, la profundidad y el sentido que ese papel tiene para ti generan energía.

Si, por ejemplo, eres como Hefesto, el artesano y el inventor, el dios de la forja, que hacía hermosas armaduras y joyería, podrás pasar muchas horas en solitario en tu taller, estudio o laboratorio totalmente absorto en lo que estás haciendo, y con ello alcanzarás los niveles más altos. Pero si eres como Hermes, el mensajero, por naturaleza serás un hombre que estará siempre en movimiento. Ya seas un viajante o un negociador internacional, te gustará lo que haces, y tu trabajo requerirá una mente flexible, especialmente cuando te encuentres, como te suele suceder, en terrenos éticos poco definidos. Si eres como uno de estos dioses y te toca realizar el trabajo contrario, tu tarea dejará de ser un placer absorbente. El trabajo es sólo una fuente de satisfacción cuando coincide con tu naturaleza y talentos arquetípicos.

Las diferencias en la vida personal también son creadas por los arquetipos. Un hombre que se parezca a Dionisos, el dios extático, puede quedar totalmente absorto en la sensualidad del momento, donde nada es más importante que ser el amante espontáneo. Contrasta con el hombre que, al igual que Apolo, el dios del sol, trabaja para dominar sus habilidades y convertirse en un experto en técnicas de todo tipo, entre las cuales se puede incluir hacer el amor.

Los "dioses" como arquetipos existen en forma de patrones, reconocidos o no, que rigen las emociones y la conducta; son poderosas fuerzas que exigen su recompensa. Conscientemente reconocidos (aunque no necesariamente nombrados) y honrados por el hombre (o mujer) en el que moran, estos dioses ayudan al hombre a ser él mismo, motivándole a hacer que su vida tenga más sentido porque lo que hace está en conexión con la capa arquetípica de su psique. Los dioses rechazados y negados también tienen influencia, que suele ser perjudicial, puesto que ejercen una presión reivindicadora sobre el hombre. La identificación distorsionada también puede dañar, por ejemplo en un hombre que esté identificado con un dios hasta tal extremo que pierda su propia individualidad y se vuelva un "poseído".


¿Qué es un arquetipo?


C. G. Jung introdujo el concepto de arquetipo en la psicología. Los arquetipos son patrones de existencia y de conducta, de percibir y de responder determinados internamente, preexistentes o latentes. Estos patrones se hallan en un inconsciente colectivo –esa parte del inconsciente que no es individual, sino universal y compartido. Estos patrones se pueden describir de manera personalizada, como dioses y diosas: sus mitos son historias arquetípicas. Evocan sentimientos e imágenes y tocan temas universales y que forman parte de la herencia humana. Nos suenan a cierto en nuestra compartida experiencia humana, de modo que cuando oímos hablar de ellos por primera vez nos resultan vagamente familiares. Cuando interpretamos un mito respecto a un dios o captamos su significado, intelectual o intuitivamente, como algo que influye en nuestra propia vida, puede tener el mismo impacto de un sueño que nos aclara una situación, nuestro propio carácter o el de alguien a quien conocemos.

Los dioses como figuras arquetípicas son como cualquier cosa genérica: describen la estructura básica de esta parte de un hombre (o de una mujer, pues los dioses arquetípicos con frecuencia también están activos en las psiques de las mujeres). Esta estructura básica está "revestida", "encarnada" o "pormenorizada" por el hombre individual, cuya exclusividad está formada por la familia, la clase, la nacionalidad, la religión, las experiencias de la vida y el tiempo en que vive, su aspecto físico y su inteligencia. Sin embargo, todavía podemos observar que sigue cierto patrón arquetípico, al recordar a un dios en particular.

Puesto que las imágenes arquetípicas forman parte de nuestra herencia colectiva humana, nos resultan "familiares". Los mitos griegos que se remontan a 3.000 años de antigüedad siguen vivos, se explican una y otra vez, porque los dioses y las diosas nos hablan de las verdades de la naturaleza humana. Conocer a estos dioses griegos puede ayudar a los hombres a entender mejor quién o qué está actuando en lo profundo de sus psiques. A su vez, las mujeres pueden aprender a conocer mejor a los hombres al conocer qué dioses están actuando en los hombres importantes de sus vidas, al tiempo que pueden descubrir que un "dios" en particular actúa en su propia psique. Los mitos pueden proporcionarnos la posibilidad de ese "¡ajá!" intuitivo: algo suena a cierto e intuitivamente captamos la naturaleza de una situación humana con mayor profundidad.

El parecido a Zeus, por ejemplo, es sorprendentemente obvio en los hombres que pueden ser despiadados, asumen riesgos a fin de conseguir más poder y riqueza, y que quieren estar muy visibles cuando hayan alcanzado la posición social deseada. Las historias sobre Zeus suelen encajar con los hombres que se identifican con él. Por ejemplo, sus vidas conyugales y sexuales pueden asemejarse a los galanteos de Zeus. El águila, que se asocia con Zeus, simboliza las características del arquetipo: desde su elevada posición goza de una perspectiva general, puede ver el detalle y tiene la capacidad de actuar rápidamente para atrapar lo que quiere con sus garras.

Hermes, el dios mensajero, era el comunicador, el embaucador, el guía de los espíritus del mundo subterráneo, y el dios de las carreteras y fronteras. Al hombre que encarne este arquetipo le costará asentarse en un lugar, porque responderá a la atracción de la vía abierta y de la siguiente oportunidad. Al igual que el azogue o el mercurio (su nombre romano es Mercurio), este hombre se resbala de entre los dedos de las personas que quieren atraparlo o retenerlo.

Zeus y Hermes son patrones muy distintos y los hombres que se asemejan a cada uno de estos dioses difieren entre ellos. Pero dado que todos los arquetipos están potencialmente presentes en todos los hombres, tanto Zeus como Hermes también pueden estar activos en el mismo hombre. Con ambos actuando en su interior y de una forma equilibrada puede que sea capaz de establecerse, lo cual es la prioridad de Zeus, con la ayuda de las habilidades de comunicación y las ideas innovadoras de Hermes. O bien se puede encontrar con conflictos psicológicos, oscilando entre el Zeus que busca poder, que requiere tiempo y compromiso, y el Hermes que necesita libertad. Éstos son sólo dos de los arquetipos de los dioses que se valoran positivamente en nuestra cultura patriarcal.

Los dioses que estaban denigrados –los rechazados, cuyos atributos no se valoraban entonces, ni tampoco ahora–también siguen vivos en las psiques de los hombres, como lo estaban en la mitología griega. Había prejuicios respecto a los mismos como dioses; la cultura occidental tiene una tendencia similar contra su papel como arquetipos en la mente humana –la sensualidad y la pasión de Dionisos, el frenesí de Ares en el campo de batalla que bajo otras circunstancias fácilmente se hubiera puesto a bailar, la emotividad de Poseidón, la intensa creatividad introvertida de Hefesto, la introspectiva atención de Hades. Estas tendencias continuadas afectan a la psicología de los hombres, que puede que repriman estos aspectos en ellos mismos en un intento de adaptarse a los valores culturales que recompensan la distancia emocional, la frialdad y la adquisición de poder.

Ya sea trabajando, yendo a la guerra o haciendo el amor, cuando actúas como se espera que lo hagas, sin la inspiración de una fuerza arquetípica, malgastarás demasiada energía y esfuerzo. Puede que tus esfuerzos tengan sus recompensas, pero no se satisfarán por completo. Por el contrario, hacer lo que te gusta te afirma interiormente y te proporciona placer; guarda coherencia con lo que eres. En realidad eres afortunado si ves recompensado y reconocido lo que haces en el mundo exterior.


Activar los dioses


Todos los dioses son patrones potenciales en las psiques de todos los hombres; sin embargo, en cada individuo algunos de estos patrones están activados (energizados o desarrollados) y otros no. Jung utilizó la formación de cristales como analogía para explicar la diferencia entre los patrones arquetípicos (que son universales) y los arquetipos activados (que están funcionando en nosotros). Un arquetipo es como el patrón invisible que determina qué forma y estructura adoptará un cristal en su formación. Una vez se forma el cristal, el patrón reconocible es análogo a un arquetipo activado.

Los arquetipos también se pueden comparar a los "mapas" que hay en las semillas. El crecimiento de las semillas depende de la tierra y de las condiciones climáticas, de la presencia o ausencia de ciertos nutrientes, de los cuidados y cariño de los jardineros, del tamaño y de la profundidad de la maceta y de la propia resistencia de la especie. La semilla puede que no llegue a crecer o que no sobreviva tras haber echado los primeros brotes. Si llega a desarrollarse, puede crecer exuberantemente o quedar interrumpido su crecimiento porque las condiciones disten mucho de ser óptimas. Las circunstancias afectarán al aspecto concreto de lo que está creciendo de la semilla, pero la forma básica o identidad de la planta –al igual que un arquetipo–seguirá siendo reconocible.

Los arquetipos son patrones humanos básicos, algunos de los cuales son innatamente más fuertes en unas personas que en otras, al igual que lo son las cualidades humanas como el talento musical, un sentido innato del tiempo, la habilidad psíquica, la coordinación física o la inteligencia. Como seres humanos todos poseemos cierto talento musical, pero algunas personas (como Mozart) son niños prodigio y otras (como yo) tenemos problemas para reproducir una simple melodía. Lo mismo sucede con los patrones arquetípicos. Algunos hombres parecen encarnar un arquetipo en particular desde el primer día y seguir esa trayectoria durante toda su vida; o puede que en la mitad de su vida aparezca otro hombre, por ejemplo, si de pronto se enamora y conoce a Dionisos.


(Continues...)

Excerpted from Los Dioses de Cada Hombre by Jean Shinoda Bolen, Alicia Sánchez. Copyright © 1999 Editorial Kairós, S.A.. Excerpted by permission of Editorial Kairós.
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Table of Contents

Contents

Prólogo,
Agradecimientos,
Parte I: Los dioses de cada hombre,
1. Hay dioses en todos los hombres,
2. Padres e hijos: los mitos nos hablan del patriarcado,
Parte II: El arquetipo del padre: Zeus, Poseidón y Hades,
3. Zeus, dios del cielo: el reino de la voluntad y del poder,
4. Poseidón, dios del mar: el reino de la emoción y del instinto,
5. Hades, dios del mundo subterráneo: el reino de los espíritus y del inconsciente,
Parte III: La generación de los hijos: Apolo, Hermes, Ares, Hefesto, Dionisos,
6. Apolo, dios del sol: arquero, justiciero, hijo predilecto,
7. Hermes, dios mensajero y guía de los espíritus: comunicador, embaucador, viajero,
8. Ares, dios de la guerra: guerrero, bailarín, amante,
9. Hefesto: dios de la forja: artesano, inventor, solitario,
10. Dionisos, dios del vino y del éxtasis: místico, amante, vagabundo,
Parte IV: Hallar nuestros mitos: recordarnos a nosotros mismos,
11. Hallar nuestros mitos: recordarnos a nosotros mismos,
12. El dios ausente,
Apéndice: Quién es quién en la mitología griega,
Cuadro de dioses y arquetipos,
Referencias y notas,
Bibliografía,

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