Los caminos del acompañante: Edificando discípulos relacionalmente

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Overview

Discipular a alguien puede ser muy intimidante. Se podría pensar que alguien que desarrolla discípulos tiene que ser un maestro, un misionero o alguien con entrenamiento de seminario. Pero ¿le sorprendería saber que desarrollar discípulos es simplemente un estilo de vida en que uno le ofrece a las personas amor, consuelo y ánimo en los lugares donde viven, trabajan y juegan?

A pesar de nuestras debilidades y temores, Jesús nos invita a participar en la Gran Comisión al ayudar a personas a vivir para Cristo en el aquí y ahora. Lo único que usted tiene que hacer es vivir de una forma intencional, amar a Dios y acompañar a otros en el viaje de la vida.

Este estudio bíblico de 10 semanas, con preguntas de discusión, explica cómo desarrollar discípulos a través de un enfoque de simplemente acompañar a otros en la vida. Descubra y ponga en práctica las técnicas de un acompañanante, como, por ejemplo, leer la Biblia con otras personas, hacer preguntas, contar anécdotas personales, fomentar la aplicación de principios bíblicos en la vida diaria y vivir para la misión de Dios.

Los caminos del acompañante se puede utilizar en grupos pequeños, en clases o en una relación de discipulado individual.

Disciple-making can be intimidating. You might think that someone who makes disciples has to be a teacher, a missionary, or someone who is seminary trained. Would it surprise you to know that disciple-making is just a lifestyle in which you offer people love, comfort, and encouragement where they live, work, and play?

Despite our weaknesses and fears, Jesus invites us to participate in the Great Commission by helping people live for Christ in the here and now. All you have to do is live intentionally, love God, and journey alongside others—life to life.

This ten-week Bible study with discussion questions spells out the “how” of making disciples through an alongsider approach to life. Discover and apply the practices of an alongsider, such as reading the Bible with others, asking questions, telling stories, encouraging application, and living on mission.

Los caminos del acompañanate [The Ways of the Alongsider] can be used with small groups, in a class setting, or in a one-to-one discipling relationship.


Product Details

ISBN-13: 9781631468179
Publisher: Tyndale House Publishers
Publication date: 08/08/2017
Pages: 192
Product dimensions: 7.90(w) x 9.90(h) x 0.50(d)
Language: Spanish

Read an Excerpt

Los Caminos Del Acompañante

Edificando discípulos relacionalmente


By Bill Mowry

NavPress

Copyright © 2017 Tyndale House Publishers, Inc.
All rights reserved.
ISBN: 978-1-63146-817-9



CHAPTER 1

EL CAMINO DEL AMATEUR

Los acompañantes lo hacen por amor


Jesús aspiraba a iniciar un movimiento que alcanzaría a todo el mundo. Tuvo tres años para hacerlo. Y deliberadamente se dedicó a doce hombres. [...] Me di cuenta de que esa estrategia no podría mejorarse.

RICHARD HALVERSON, EXCAPELLÁN DEL SENADO DE LOS ESTADOS UNIDOS


Un vecino nuevo se mudó al otro lado de la calle de Juan y María. No tardó mucho para que Juan atravesara la calle a fin de conocer al recién llegado, Mateo. A través de varias conversaciones, Juan descubrió que Mateo era viudo y que batallaba con el cáncer. De manera natural, Juan compartió su fe en Cristo con Mateo. Pero hizo más. Él y María decidieron servir a Mateo: María le llevaría comidas, y Juan haría reparaciones en la casa. Invitaron a Mateo a su estudio bíblico del vecindario y luego a la iglesia. Mateo fue una vez a cada evento.

— ¿Y por qué no regresó? — pregunté.

— Creo que no regresó porque se avergonzaba de sus frecuentes ataques de tos — dijo Juan.

Hay un final feliz en esta historia. Antes de que muriera de cáncer, Mateo confió en Cristo.

Mateo no fue un proyecto para Juan y María. Ellos no lo amaron porque recientemente habían asistido a un seminario de cómo testificar. No lo invitaron a la iglesia solo porque era el «domingo de la amistad». Ni comenzó Juan una conversación de fe solo porque era pastor. De hecho, Juan había sido carnicero toda su vida, y María trabajaba en la cafetería de la escuela. Ellos se acercaron a Mateo porque creían que eso es lo que hacen los discípulos de Jesús. Los discípulos cruzan la calle, se hacen amigos del vecino, lo sirven y comienzan conversaciones de fe.

¿Cómo sé todos esos detalles? Juan y María son mis padres, y sus verdaderos nombres son Bill y Daisy. He aquí otra sorpresa: ¡tenían setenta y tantos años cuando eso ocurrió! En la vida diaria de una zona de casas móviles, la vida y la fe de mis padres se ganaron el corazón de un vecino. Demostraron una estrategia de ministerio sencilla y relacional: cruzar la calle, hacerse amigo de un vecino, comenzar una conversación de fe y ver a Dios hacer el resto. Usted podría decir que mis padres son amateurs del ministerio.

Imagine el impacto si tuviéramos cantidades de hombres y mujeres como mis padres: gente comprometida con llevar a cabo la gran comisión una conversación y una relación a la vez. No necesitamos edificios más grandes, programas costosos o más personal en la iglesia para llevar a la gente a Cristo. Solo necesitamos discipular y liberar a la gente para que ame a los demás precisamente donde viven, trabajan o se divierten.


Dios busca amateurs del ministerio

Dios busca amateurs del ministerio. Esto debería ser un aliento para cualquiera que desee participar en la gran comisión. La palabra amateur se origina de la palabra latina que significa «amante». Los amateurs no son personas que necesariamente carecen de habilidades o preparación; los amateurs a menudo pueden ser altamente calificados. Hacen lo que hacen no por dinero, sino por el puro amor y la alegría de hacerlo.

A los apóstoles podría llamárseles los primeros amateurs del ministerio. Cuando los chicos judíos llegaban a mediados de su adolescencia, los mejores y más inteligentes eran reclutados por el rabino local para estudios avanzados. Para los que no calificaban, el siguiente paso era ser aprendices en una vocación. De los doce hombres que Jesús escogió, ni uno tenía entrenamiento para ser rabino. Todos estaban involucrados en ocupaciones seculares. Jesús los sumergió en el Antiguo Testamento, pero él tenía algo más grande en mente. Su meta era preparar activistas del reino.

Estos amateurs religiosos (los apóstoles) con el tiempo crearon una conmoción. Cuando los profesionales del ministerio de su día (los líderes, los ancianos, los escribas) observaron su audacia y confianza, se asombraron porque «eran hombres sin letras y del vulgo [...] y les reconocían que habían estado con Jesús» (Hechos 4:13, rvr60). La expresión que se traduce como «sin letras y del vulgo» significa que eran laicos sin preparación profesional ni educación técnica en la Ley.

La iglesia primitiva fue un movimiento de amateurs. El historiador eclesiástico Michael Green escribe: «"La gran misión del cristianismo [convertir el Imperio romano] en realidad se logró por medio de misioneros informales". [...] Lo hicieron de manera natural y entusiasta, y con la convicción de personas a las que no se les paga para decir esa clase de cosas». Dios quiere usar a los amateurs del ministerio, gente común que tiene un corazón para servir a Dios.


Una imagen vale mil palabras

Mi amigo pastor Ron estaba en medio de una sesión de enseñanza sobre hacer discípulos cuando un participante de la clase levantó la mano e hizo esta declaración:

— Pastor, yo nunca puedo hacer discípulos porque no puedo hacer lo que usted hace. Si hacer discípulos significa enseñar una clase, creo que quedo descalificado. ¡Yo no tengo el don de la enseñanza!

Entonces, Ron sondeó a la clase:

— ¿Cuántos de ustedes creen que tienen el don de la enseñanza y podrían hacer lo que yo hago?

Unos cuantos levantaron la mano humildemente.

— Ahora bien — dijo Ron —, ¿cuántos de ustedes podrían acompañar a alguien para ser su amigo, leer la Biblia, hacer algunas preguntas, contar algunas historias y estimular la aplicación? ¿Cuántos podrían hacer eso?

¡Casi todas las manos se levantaron! Cuando Ron cambió la imagen de hacer discípulos de un maestro formal a alguien que acompaña para ayudar, la gente pudo verse involucrada en hacer discípulos.

El autor Warren Wiersbe escribe: «Ningún cristiano se eleva más alto que la belleza y la calidad de las imágenes que están colgadas en la galería de su mente». Lo que visualizamos en nuestra imaginación puede impactar nuestro comportamiento. Con demasiada frecuencia, somos como la gente de la clase de Ron. En nuestra mente, tenemos ciertas imágenes insuperables de hacer discípulos. Pensamos: Yo nunca podría hacer discípulos porque no soy un maestro. Otra situación es la imagen compleja de estándares y requisitos. Un libro popular acerca de hacer discípulos enumera treinta temas que abarcar al discipular a alguien. ¡Mi vida no cumple con esas treinta cualidades! nos decimos.

¿Cómo podré llegar a hacer un discípulo? ¿Qué pasaría si cambiáramos ese cuadro? ¿Qué pasaría si colgáramos en nuestra mente la imagen de un acompañante?

Jesús hace algo maravilloso. Él nos invita, en nuestra debilidad y falta de experiencia, a ser sus ayudantes en la gran comisión. Él recluta amateurs del ministerio a fin de que acompañen a sus amigos y modelen comportamientos — cómo amar a Dios, desarrollar amistades, leer la Biblia, contar historias, hacer preguntas — y para que estimulen la aplicación. Podemos llamar a estos amateurs «acompañantes». ¿Está listo para colgar este cuadro en la galería de su mente?

1. Describa su imagen actual de hacer discípulos. Siéntase en libertad de ser creativo y combinar palabras y bocetos.

2. He aquí una descripción de un acompañante. Subraye las palabras o frases que sobresalgan para usted.

Cuando ministramos como acompañantes, nos ganamos el derecho de llegar a involucrarnos intencionadamente en la vida de las personas. Los acompañantes colaboran con el Espíritu Santo, ayudando a otros a seguir sinceramente a Jesús en todos los aspectos de la vida. Hacemos esto deliberadamente de maneras sencillas y relacionales: amándonos mutuamente, leyendo la Biblia, contando historias, haciendo preguntas, animando a la aplicación y viviendo la misión.


Los acompañantes usan el lenguaje del Espíritu Santo

El ministerio del acompañante se deriva del concepto griego de paraklésis, que significa «la llamada al lado de uno», «un ayudante o consejero activo». El Espíritu Santo es el acompañante supremo, un Abogado Defensor que está con nosotros para siempre (Juan 14:16, 26). Nos convertimos en canales por los cuales el Espíritu Santo llega al lado de otros para animarlos, consolarlos y exhortarlos. En Romanos 16:1-14, el apóstol Pablo identifica alrededor de treinta personas que ministraban dentro de la iglesia romana. Entre estos amigos estaban un recién convertido, fabricantes profesionales de tiendas, una mujer acaudalada y personas que abrían sus hogares al ministerio. En muchas y diversas maneras, estos hombres y mujeres acompañaron a otros, colaborando con Pablo en su ministerio del evangelio y de plantar iglesias.

Los acompañantes usan un lenguaje distinto (paraklésis) al lenguaje formal de la predicación (kerugma) y la enseñanza (didasko). El autor Eugene Peterson observa la diferencia al describir cómo la predicación típicamente se dirige hacia la voluntad, en tanto que la enseñanza se dirige a la mente. El ministerio de paraklésis complementa estos dos. «[Paraklésis] introduce un tono más tranquilo, más conversacional, algo parecido a: "Estoy aquí a tu lado, discutamos esto, consideremos cómo podemos aprovechar todo lo que Dios está haciendo"».

Cuando los acompañantes practicamos el lenguaje de paraklésis, ayudamos a que los hombres y las mujeres pasen de entender las Escrituras a aplicar sus verdades a la vida. Peterson describe este proceso de la verdad a la vida de esta manera: «El lenguaje paraclético es el lenguaje del Espíritu Santo, un lenguaje de relación e intimidad, una manera de hablar y escuchar que adentra en nosotros las palabras de Jesús». Podemos practicar este ministerio paraclético como acompañantes, gente que anda en el Espíritu y discipula a otros relacionalmente.


Vivir como un acompañante significa cambiar el «cómo»

Cuando puse mi confianza en Cristo durante mi segundo año universitario, supe que tenía que hacer tres cosas: leer la Biblia, orar y ver a Ed.

Ed era el chico que vivía al otro lado del pasillo en mi residencia estudiantil del primer año. Después de conocernos, descubrí que él era cristiano. Aunque al principio me resistí a las «conversaciones religiosas» de Ed, llegamos a ser mejores amigos. Su testimonio persistente me llevó al Salvador. Yo sabía que, si tenía preguntas acerca de mi nueva fe, podía confiar en que Ed sería mi guía.

Cuando le conté a Ed de mi compromiso de fe, él hizo algo sencillo: me invitó a leer la Biblia con él en la sala de estudio de la residencia estudiantil. Esto inició el hábito de orar juntos, leer las Escrituras, debatir nuestras interpretaciones y compartir nuestras aplicaciones. Ese fue un discipulado relacional: dos amigos que se reunían con una Biblia abierta, compartían su vida y se ayudaban mutuamente a seguir a Jesús.

Pronto descubrí que Ed practicaba un patrón del Nuevo Testamento. Cuando el Señor invitó a sus discípulos a «que estuvieran con él» (Marcos 3:14, rva-2015), eso quería decir unirse al Señor en su vida. Juntos, ellos iban a eventos sociales y en expediciones a pie. Disfrutaban las conversaciones de fe y compartían las alegrías y tristezas del ministerio. Jesús era un acompañante, y ministraba intencionada y relacionalmente a estos pocos elegidos.

Mi amigo Ed entró a mi historia con Dios y me marcó con un amor por Dios. ¿Cómo me discipuló Ed? Él hizo más que reclutarme para una serie de videos o un curso. Demostró el cómo del acompañante, un cómo en el que la vida en Cristo se una persona a otra a través de una relación. En el ministerio así las relaciones llegan a ser el camino para la transformación espiritual. Estoy eternamente agradecido porque Ed fue un acompañante que se tomó el tiempo para vivir conmigo día a día.

3. El apóstol Pablo practicó un método relacional de ministerio. Aunque su misión como apóstol típicamente significaba lanzar una iglesia y luego seguir adelante, demostró una técnica relacional para el ministerio. Basado en su ejemplo en la iglesia de Tesalónica, ¿qué puede observar de su método relacional?

• 1 Tesalonicenses 2:7

• 1 Tesalonicenses 2:8

• 1 Tesalonicenses 2:11-12


4. ¿Qué cree que significaba que Pablo era como una madre o un padre para este nuevo grupo de creyentes?

5. Describa la intencionalidad de Pablo para desarrollar la fe de estos nuevos creyentes.


Vivir como un acompañante significa cambiar el «cuándo»

Involuntariamente, hemos creado una brecha en la vida cristiana. Correctamente, enfatizamos la evangelización y estimulamos la conversión personal a Cristo. La promesa de la conversión es una vida vivida en la eternidad. Sin embargo, a veces podemos excluir la brecha que hay entre la conversión y la eternidad, la vida que se vive en medio. Esta vida en medio transcurre entre los servicios dominicales de la iglesia, en donde vivimos, trabajamos, estudiamos y nos divertimos. Los acompañantes saben que el discipulado se trata de lo que ocurre en medio.

El apóstol Pablo entendía cómo se vive la vida en medio cuando exhortó a los filipenses a vivir sin mancha «en un mundo lleno de gente perversa y corrupta». Justo en medio del trabajo, el vecindario y la familia, debemos vivir «como luces radiantes en [el] mundo» (Filipenses 2:15). La prueba de la vida del discípulo no se encuentra en un servicio de adoración ni en un retiro, sino en medio de una generación perversa. Acompañamos a la gente en este punto medio de la vida, en el cuándo de las rutinas diarias y las relaciones donde Dios está obrando.


Vivir como un acompañante significa cambiar el «dónde»

El ministerio del acompañante derriba algunos cuadros tradicionales de dónde ocurre el crecimiento espiritual. Para empezar, derribamos nuestras imágenes del salón de clases, el estudio o el santuario de la iglesia. Estas cosas todavía tienen un lugar, pero no son tan prominentes para los acompañantes. Ahora colgamos imágenes nuevas, como una sala de estar, un lugar de trabajo o el asiento de una gradería. En lugar de la formalidad de un salón de clases, toda la vida se convierte en un lugar para aprender. En lugar de ser el maestro, colocado por encima de los estudiantes, los acompañantes se ven a sí mismos como compañeros de viaje, acompañando deliberadamente a la gente a seguir juntos a Cristo. Para hacer esto, tenemos que colgar un cuadro nuevo de dónde ocurre el discipulado.

He aquí una manera de ilustrar las diferencias entre los métodos tradicionales del discipulado y el método del acompañante.

6. Considere la imagen de hacer discípulos que formuló en la página 6. ¿Cambiaría ahora algo de su cuadro? En el espacio inferior, combine algunas palabras o bocetos de este cambio.


Vivir como un acompañante significa cambiar el «qué»

Vivir como un acompañante es altamente relacional, pero no casual. Al igual que el apóstol Pablo, queremos, intencionadamente, «presentarlos a todos [...] maduros en Cristo» (Colosenses 1:28, pdt). Lo que hacemos es muy deliberado e intencionado. ¡Somos amigos con un interés!

Una manera de llevar la intencionalidad al proceso del acompañante es aplicar el VIM: visión, intencionalidad y medios. La visión es la motivación y el fin deseado. La intencionalidad representa un método determinado. Los medios describen las herramientas y los recursos que ayudarán. Dallas Willard dice que estos tres elementos son «el patrón general para la transformación personal» y el camino para el cambio y la madurez espiritual.

Visión: ¿Tengo una imagen, o visión, para el discipulado?

Intencionalidad: ¿Quiero llegar a ser más semejante a Cristo?

Medios: ¿Tengo las herramientas, la ayuda práctica y el entrenamiento para la madurez espiritual?


Los tres funcionan en conjunto. Si tengo visión e intencionalidad sin medios, mis intenciones pueden ser buenas, pero dan pocos resultados. Si tengo intencionalidad y medios sin visión, puedo especializarme en los métodos sin corazón. Los tres son indispensables para el proceso. VIM es lo que aplicamos para acompañar a otros.

Tenga en mente el principio VIM a medida que acompaña a las personas en su trayectoria de discipulado. VIM lo desafiará a hacer preguntas como: ¿Cuál es su visión para el discipulado? ¿Cómo está estimulando intencionadamente el crecimiento espiritual? ¿Qué herramientas o recursos prácticos pueden ser un medio para desarrollar una vida de discipulado? A lo largo del libro, hay algunos ejemplos esparcidos del VIM.


Evaluar mi vida actual como acompañante

La siguiente evaluación mide su capacidad y compromiso de discipular a la gente a través de los caminos del acompañante. Cada evaluación es una creencia o un comportamiento acerca de hacer discípulos. Califique cada declaración en una escala del uno al cinco. «Uno» indica una práctica o creencia débil. «Cinco» indica una creencia fuerte o la práctica regular de un comportamiento. Totalice su puntuación al final.


(Continues...)

Excerpted from Los Caminos Del Acompañante by Bill Mowry. Copyright © 2017 Tyndale House Publishers, Inc.. Excerpted by permission of NavPress.
All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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Table of Contents

Contents

Introducción: Bienvenido a la aventura, xi,
Cómo aprovechar al máximo este estudio, xiii,
Primera parte: Las bases,
1. EL CAMINO DEL AMATEUR: Los acompañantes lo hacen por amor, 3,
2. EL CAMINO DEL AMOR: Los acompañantes viven el gran mandamiento, 15,
3. EL CAMINO DE LA INTENCIONALIDAD: Los acompañantes piensan en grande, pero tienen pequeños comienzos, 27,
4. EL CAMINO DE LA ORACIÓN: Los acompañantes colaboran con Dios a través de la oración, 39,
Segunda part e: Las habilidades,
5. EL CAMINO DE LAS RELACIONES: Los acompañantes desarrollan amistades auténticas, 49,
6. EL CAMINO DE LA PROFUNDIDAD: Los acompañantes profundizan en las relaciones, 61,
7. EL CAMINO DE LA PALABRA: Los acompañantes ayudan a otros a amar y a poner por obra las Escrituras, 71,
8. EL CAMINO DEL DESCUBRIMIENTO: Los acompañantes hacen preguntas y cuentan historias, 81,
9. EL CAMINO DEL JUEGO TRIPLE: Los acompañantes practican la aplicación, la rendición de cuentas y la afirmación, 95,
10. EL CAMINO DE LA MISIÓN: Los acompañantes reclutan personas para que vivan como integrantes, 107,
¿Qué hago después? El plan de acción del acompañante, 119,
Mi compromiso de ser un acompañante, 121,
Hoja de acción del acompañante, 123,
Apéndices,
APÉNDICE A: El plan 5x5x5 para leer la Biblia, 125,
APÉNDICE B: Diez formas de recargar su cita diaria con Dios, 127,
APÉNDICE C: El discipulado como una rueda, 129,
APÉNDICE D: El blanco del acompañante, 131,
APÉNDICE E: La planeación de un currículo de discipulado, 133,
APÉNDICE F: El desarrollo de la cultura de hacer discípulos en una iglesia local, 137,
APÉNDICE G: Cómo convertir un grupo pequeño en un grupo de discipulado, 139,
APÉNDICE H: La senda al cambio, 141,
GUÍA DEL LÍDER, 145,
NOTAS, 175,
ACERCA DEL AUTOR, 177,

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