Libro de la caza de las aves
Pero López de Ayala (1332-1407). España.
Nació en Vitoria, era hijo de Fernán Pérez de Ayala y de Elvira de Cevallos. Ejerció la política, la diplomacia, la guerra y la poesía.
Sirvió a cuatro monarcas: Pedro I, Enrique II, Juan I y Enrique III. Combatió en varias batallas y cayó prisionero en las revueltas de la Aljubarrota a manos de los portugueses. En su rescate, que costó treinta mil doblas, intervinieron su esposa, doña Leonor de Guzmán, el maestre de Calatrava y los reyes, no sólo de Castilla, sino también de Francia, pues, entre otros muchos cargos, fue embajador en este país.
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Libro de la caza de las aves
Pero López de Ayala (1332-1407). España.
Nació en Vitoria, era hijo de Fernán Pérez de Ayala y de Elvira de Cevallos. Ejerció la política, la diplomacia, la guerra y la poesía.
Sirvió a cuatro monarcas: Pedro I, Enrique II, Juan I y Enrique III. Combatió en varias batallas y cayó prisionero en las revueltas de la Aljubarrota a manos de los portugueses. En su rescate, que costó treinta mil doblas, intervinieron su esposa, doña Leonor de Guzmán, el maestre de Calatrava y los reyes, no sólo de Castilla, sino también de Francia, pues, entre otros muchos cargos, fue embajador en este país.
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Pero López de Ayala (1332-1407). España.
Nació en Vitoria, era hijo de Fernán Pérez de Ayala y de Elvira de Cevallos. Ejerció la política, la diplomacia, la guerra y la poesía.
Sirvió a cuatro monarcas: Pedro I, Enrique II, Juan I y Enrique III. Combatió en varias batallas y cayó prisionero en las revueltas de la Aljubarrota a manos de los portugueses. En su rescate, que costó treinta mil doblas, intervinieron su esposa, doña Leonor de Guzmán, el maestre de Calatrava y los reyes, no sólo de Castilla, sino también de Francia, pues, entre otros muchos cargos, fue embajador en este país.

Product Details

ISBN-13: 9788499537528
Publisher: Linkgua
Publication date: 08/31/2010
Series: Historia , #204
Sold by: Bookwire
Format: eBook
Pages: 102
File size: 1 MB
Language: Spanish

About the Author

Pero López de Ayala (1332-1407). España.


Nació en Vitoria, era hijo de Fernán Pérez de Ayala y de Elvira de Cevallos. Ejerció la política, la diplomacia, la guerra y la poesía.


Sirvió a cuatro monarcas: Pedro I, Enrique II, Juan I y Enrique III. Combatió en varias batallas y cayó prisionero en las revueltas de la Aljubarrota a manos de los portugueses. En su rescate, que costó treinta mil doblas, intervinieron su esposa, doña Leonor de Guzmán, el maestre de Calatrava y los reyes, no sólo de Castilla, sino también de Francia, pues, entre otros muchos cargos, fue embajador en este país.

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Libro De La Caza De Las Aves


By Pero López de Ayala

Red Ediciones

Copyright © 2015 Red ediciones S.L.
All rights reserved.
ISBN: 978-84-9953-752-8



CHAPTER 1

DE LAS AVES QUE SON LLAMADAS DE RAPIÑA, ASÍ COMO AZORES, HALCONES Y GAVILANES, ESMEREJONES Y ALCOTANES


De cada día vieron los hombres cómo, naturalmente, unas aves toman a otras y se ceban y alimentan de ellas, y las tales aves son llamadas de rapiña: así como son águilas, azores, halcones, gavilanes, esmerejones, alcotanes y otras.

Y estas dichas aves, salvo el águila, nunca comen otra carne si no fuere de aves que ellas por sí toman y cazan; pero el águila cuando no puede tomar o cazar algún ave de las que acostumbra tomar o cazar, torna a tomar liebre, o conejo, o cordero pequeño, y aun viene al perro muerto, por la gran glotonería que en ella hay.

Y hay, también, otras aves que algunas veces se ceban de las aves que toman, pero comúnmente sus viandas son carnizas de bestias muertas, así como son los cuervos carniceros, que muchas veces toman aves vivas, pero su caza natural es carniza de bestias muertas y de aquello tienen su mantenimiento.

También hay otras aves que se cuentan entre las rapaces y toman y cazan aves vivas, e igualmente toman y se ceban de ratones y de tales cosas que se crían en la tierra; y entre ellas están las atahormas y budalones y aguiluchos.

En todas las aves de rapiña son mayores las hembras que los machos.

Y hay otras aves que su mantenimiento sólo es de carnizas, y no toman aves vivas, así como buitres, abantos, quebrantahuesos.

Hay otras aves que su mantenimiento es de carnizas, gusanos de la tierra y frutas, así como son cornejas, picazas, y otras.

También hay otras aves que su mantenimiento es de simientes, así como avutardas, grullas, perdices, palomas, tórtolas, pájaros.

Y también hay otras aves que su mantenimiento es de pescados, así como águila pescadora y alcatraces y otras aves de mar. Y hay otras aves que andan ribera de las aguas y su mantenimiento es peces menudos y gusanos de los que se crían en el agua y fuera, en las hierbas; son ánades, cisnes, ánsares bravas y otras.

Así pues, las hay de muchas maneras y diversidades y de diferentes alimentaciones, pero de todas las aves las más limpias son aquéllas que solamente se alimentan y mantienen de aves vivas, y cada vez que se quieren cebar toman ave viva, y desde que se han cebado de ella no cuidan de lo que queda y aunque al otro día lo hallen, no se preocupan sino de buscar y cazar otra ave viva para su comer. Y estos son azores y halcones, gavilanes, esmerejones, alcotanes.

Tales aves como éstas decidieron a aquéllos que esta arte hallaron, a tomarlas, amansarlas y hacerlas conocidas al hombre, y tomar con ellas las otras aves bravas, y no solamente tomar con ellas a aquellas aves y presas en aquella manera que la naturaleza les otorga; mas con el trabajo y sutileza del cazador, tómanse otras aves y presas, y por más extrañas formas que solían tomarlas. Así como el balcón toma la garza alta en las nubes, perdida de vista o toma la grulla yendo alta por el aire, y así otras aves, en muy extraña manera; lo que nunca tomaran si no fuese por la maestría y sutileza del cazador.

Por esta razón los señores y los que tomaron placer en tal caza buscaron hombres maestros y sabios y de buen tiento, y de gran paciencia para ordenar, y guardar, y cazar con las tales aves. Pues aunque los señores y aquéllos a quienes esta tal caza pluguiese, tuvieren gran placer en poseer tales aves, y cobrarlas, y poderlas tener, faltábales saberlas regir. Y supuesto que las tuviesen, como dicho habemos, y las supiesen regir y alimentar, faltábales saberlas curar y medicinar cuando adolecen y están heridas. Por esto decía don Juan, hijo del Infante don Manuel y señor de Villena, que fue muy gran señor, y era muy cazador y muy ingenioso en esta ciencia de las aves, que gran diferencia había de querer cazar y ser maestro de caza, al saber regir y hacer las aves; y también que había gran diferencia de saber educar un ave, a saber curarla y ser buen cetrero, que quiere decir buen médico para ellas, y buen cirujano.

Consideremos estas tres cosas: primeramente querer cazar y tener gran voluntad de ello; lo segundo, saber hacer y ordenar que tomen tan extrañas aves y por tan desusada manera como hemos dicho; lo tercero, cuando su ave adoleciese o fuese herida, saberla curar. Y porque todas estas tres cosas son menester al buen cazador, hablaron de ello, de diferentes maneras, los que se complacían en esta caza, e hicieron algunos libros, cada uno según entendió y alcanzó su experiencia.

Y como dije en el comienzo, porque había diversas opiniones entre los cazadores, determiné reunir en este libro todo aquello que vi a grandes señores y muy cazadores que más cierto habían hallado, y púselo, sometiendo a la enmienda de los que más entendieron lo que yo oí a grandes señores y cazadores en muchas partes. Y también lo que dijeron algunos de ellos que no vi yo.

Primeramente en

Francia: al duque de Borgoña y al conde de Flandes y de Artois y al conde de Tancarville, y en

Aragón: al Vizconde de Illa, y a don Pedro Jordán de Urríes, mayordomo mayor del rey de Aragón; y a don Pedro Fernández de Híjar, rico-hombre. Y en

Castilla: lo que dijo don Juan, hijo del Infante don Manuel, señor de Villena; y don Gonzalo de Mena, obispo de Burgos; y don Enrique Enríquez, y don Juan Alfonso de Guzmán, y Remir Lorenzo, comendador de Calatrava; y Garci Alfonso de la Vega, Caballero de Toledo; y Juan Martínez de Villazan, alguacil mayor del rey, y don Ferrán Gómez de Albornoz, comendador de Montalbán, y lo que dijeron dos halconeros, el uno del rey don Fernando de Portugal, que se llama Pero Menino, y el otro Juan Fernández Burriello, halconero del rey don Pedro; porque todos éstos supieron y saben mucho en este arte, e hicieron muchas curas de aves que son muy ciertas y muy probadas.

Luego, primeramente diré de los plumajes de los halcones y cuántas clases de plumajes hay en ellos; también dónde crían y nacen, y qué aspecto y plumas deben tener; y después diré cómo se deben curar cuando adolecen o son heridos de grullas, o de garzas o en cualquiera otra manera.

Me extenderé más en la práctica del halcón neblí y en su gobierno, porque, verdaderamente, ésta es la más noble y mejor de todas las aves de caza, y quien buen cuidado tuviese con el neblí, en todas las otras aves podrá tener buen cuidado.

CHAPTER 2

DE LOS PLUMAJES DE LOS HALCONES Y PRIMERAMENTE DEL HALCÓN NEBLÍ


Halcones, entre cazadores, comúnmente, son llamados seis plumajes, o seis linajes de ellos, que es a saber: neblís, baharís, gerifaltes, sacres, bornís, alfaneques. De los tagarotes no hacen mención aparte porque se les considera como baharís, aunque en el plumaje haya diferencia entre el baharí sardo, o mallorquín, o de Romaña, con el baharí tagarote; sin embargo, en todas las condiciones son de una naturaleza, según más cumplidamente diré adelante en el capítulo que habla del halcón baharí.

Y debéis saber que en todas las tierras de cristianos, salvo en España, son llamados estos seis plumajes por sus nombres, porque al gerifalte llaman así por su nombre, gerifalte, pero no halcón, y al sacre dicen sacre; y al borní y al alfaneque llámanlos laneros. Y a todos éstos no los llaman halcones, antes dicen que son villanos, así como quien dice halcones bastardos o fornecinos.

Solamente al neblí y al baharí llaman halcones gentiles, porque tienen las manos grandes y los dedos delgados, y en sus talles son más gentiles, ya que tienen las cabezas más firmes y más pequeñas, y las alas en las puntas mejor sacadas, y las colas más cortas, y más esbeltos en las espaldas y más apercibidos y más bravos, y de mayor esfuerzo; y en sus alimentos son más delicados que los otros que dicho habemos. Y quieren ser alimentados de mejores viandas, y ser traídos siempre muy bien en la mano, por el gran orgullo que tienen, y no sosiegan mucho en la alcándara y son de muy gran corazón.

Los gerifaltes, y sacres, y bornís, y alfaneques son de otros talles y complexión en los cuerpos, y las colas más largas, y las cabezas grandes, y las manos más gruesas, y los dedos más cortos y más gruesos, y sufren mejor aunque les den más toscas viandas.

Cualquiera que sea el plumaje del ave, si le dieren buenas viandas y fuere bien traído siempre, lo hallarás en el su volar y cazar, y en estar más sano; pero unos halcones hay que soportan en su alimentación más toscas viandas que otros, porque si tú dieres la vianda con que el borní y el sacre se sustentan, al neblí, poco tiempo te servirías de él, ya que por su naturaleza es tan delicado, que luego se cargaría de dolencias y se perdería.

Y los halcones neblís en todas las tierras son llamados gentiles, que quiere decir hijosdalgo, y en Castilla y en Portugal son llamados neblís, pero al comienzo fueron llamados nebis y con el tiempo corrompióse este vocablo y llámanlos neblís.

Y en Aragón y en Cataluña llámanlos peregrinos, por comparación de los peregrinos y romeros que andan por todas las tierras y por todo el mundo, que así son los halcones gentiles, o neblís o peregrinos, que todo el mundo andan y atraviesan con su volar, partiendo de la tierra donde nacieron.

Pero en Francia, y en Alemania, e Italia llaman halcones peregrinos a unos halcones neblís que algunas veces se hallan y capturan; tienen ya las tijeras tan largas como los cuchillos mayores, y sobrepasándolos, lo que comúnmente no tienen los halcones; y cuando tales halcones peregrinos son capturados, précianlos mucho porque salen muy buenos.

Debéis saber que los halcones neblís se crían y nacen en Alemania del Norte, en una comarca que es llamada Suecia; también en Noruega y en Prusia. Allí los compran los mercaderes y los traen a las comarcas de Alemania, cuando vienen a Flandes, y traénlos a Brujas, y de aquí los llevan a todas las tierras: a París, a Bretaña, y a Hainaut e Inglaterra; y traen algunos a España, para los reyes y señores que se lo encomiendan a los mercaderes cuando van allá a Brujas.

Y estos halcones así traídos por los mercaderes son muy peligrosos de adquirir, porque vienen cargados de agua, y de malos humores, a causa del alimento de malas viandas que les dieron. Por no hacer gran dispendio y gastos con ellos, suelen darles carne de vaca y de oveja; pero generalmente, los más les dan perros, y aun dicen que la carne más liviana que hallan para ellos es la de perro; mas estos halcones así alimentados están en gran peligro, porque cuando los toman los señores y cazadores que los compran, y los tornan a las buenas viandas, mueren muchos; unos, de lombrices o gusanos y agua vidriada, y otros, tuberculosos.

Esto sucede porque con la buena vianda que después comen, muévenseles los humores malos que habían adquirido con las malas viandas y vienen a resolvérseles en dolencias mortales.

Los tales halcones, de que dicho habemos, son duros de educar, por cuanto son capturados muy cerca de donde se criaron y nacieron, y aun algunos de ellos en los nidos, y no saben mucho de cazar, porque muy poco tiempo se cebaron por sí; pero los que se salvan y se domestican, salen muy buenos y muy seguros.

También hay halcones neblís que se crían en el Condado de Saboya, en las montañas que limitan el dicho Condado de Saboya con la tierra del señor de Milán; suelen tomarlos en los nidos, por esto no salen tan buenos, y cuando los mercaderes los tienen en venta, entre los otros halcones, luego se conocerán porque, tan pronto como se ilumine el lugar para que el comprador vea los halcones en sus alcándaras, luego, los halcones tomados de los nidos, gritan y chillan, espelúzanse y alzan las alas y exhiben y muestran su pequeño esfuerzo.

Tómanse muchos halcones neblís bravos en muchas partes del mundo, y en muchos reinos, y vienen de la tierra y comarca donde se crían y nacen, con el paso de las aves: sisones, palomas y otras aves de paso. Estos halcones, así venidos, unos suelen capturarse muy jóvenes, en los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre; los que se capturan en adelante hasta comienzo de febrero, son más adultos para domesticarlos, y llaman en Francia a estos halcones tardíos, halcones de rapela, y salen muy buenos, porque saben ya cazar muy bien, y traen todo el plumaje deslanado por las aguas, ya que han dormido mucho tiempo fuera del nido. Traen la cola toda rozada en la punta de las plumas, del estribar que hacen sobre ella cuando toman las presas y se ceban en el campo; estímanlos mucho los cazadores, porque en tales halcones como éstos no hay otro trabajo sino tranquilizarlos y hacerlos señoleros, que cuanto al cazar, ellos lo saben ya.

A los halcones primeros que dijimos, tomados tan jóvenes, llámanlos en Francia halcones presos sobre el país, y en Castilla, a todos los halcones tomados así — de cualquier plumaje que sean — llámanlos halcones zahareños o arábigos.

En cuanto a Castilla, los mejores neblís que se capturan son los de las rocinas, y en tierra de Sevilla; y también son muy buenos en Portugal los que se toman en el campo de Santarem. Todos estos halcones salen muy buenos, porque se apresan muy lejos de la tierra donde nacen, ya que, según todos piensan, vienen de Noruega y Prusia y Suecia y del confín de Alemania del Norte, donde se criaron y nacieron, y vinieron con el paso de las aves, porque en España no existe nadie que haya hallado nido de halcón neblí. Son muy buenos, también, estos halcones capturados en las rocinas y cerca de las marismas, por cuanto se ceban, a diario, de aves de ribera como abocastas y ánades y garzotas y otras ralcas que son buenas, pero que — además — el halcón neblí, por su naturaleza, tiene que cazarlas.

En Castilla se aprehenden otros halcones neblís, en los pinares de Olmedo y lugares comarcanos, pero éstos no salen tan ciertos ni tan seguros como los que decimos que se toman en las rocinas, porque estos halcones tomados en los pinares son más bulliciosos, ya que siempre se ceban en palomas y cornejas y sisones, que son raleas peligrosas: lo uno, porque hay muchas, y lo otro, porque el halcón se va muy lejos, perdiéndose con la presa, y si la alcanza, cébase, y lo pierde muy pronto el cazador.

En muchos reinos y comarcas se apresan halcones neblís bravos y los de una comarca salen mejores que los de las otras. Pero tan noble es el halcón neblí, y de tan buen esfuerzo, que si con él trabajares, siempre lo hará bien, teniendo en cuenta que el plumaje bueno, el ser capturado en buena comarca y en buen tiempo, el tener buen cazador, de gran paciencia, y buenas viandas, mucho favorece al neblí, y lo contrario no hay duda que lo daña.


(Continues...)

Excerpted from Libro De La Caza De Las Aves by Pero López de Ayala. Copyright © 2015 Red ediciones S.L.. Excerpted by permission of Red Ediciones.
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Table of Contents

Contents

CRÉDITOS, 4,
PRESENTACIÓN, 9,
CRISTUS ADSIT NOBIS GRATIA, 11,
PRÓLOGO, 11,
CAPÍTULO I. DE LAS AVES QUE SON LLAMADAS DE RAPIÑA, ASÍ COMO AZORES, HALCONES Y GAVILANES, ESMEREJONES Y ALCOTANES, 15,
CAPÍTULO II. DE LOS PLUMAJES DE LOS HALCONES Y PRIMERAMENTE DEL HALCÓN NEBLÍ, 17,
CAPÍTULO III. DEL HALCÓN BAHARÍ Y TAGAROTE, 22,
CAPÍTULO IV. DEL HALCÓN GERIFALTE, 24,
CAPÍTULO V. DEL HALCÓN SACRE, 26,
CAPÍTULO VI. DEL HALCÓN BORNÍ, 27,
CAPÍTULO VII. DEL HALCÓN ALFANEQUE, 29,
CAPÍTULO VIII. CÓMO SE DEBE REGIR Y ALIMENTAR EL HALCÓN NEBLÍ Y CIERTAS REGLAS PRÁCTICAS PARA ELLO, 30,
CAPÍTULO IX. CÓMO SE DEBE LIMPIAR EL HALCÓN DEL PIOJO, 44,
CAPÍTULO X. CÓMO SE DEBE PURGAR AL HALCÓN DEL AGUA COMÚN QUE NO ES VIDRIADA, 45,
CAPÍTULO XI. CÓMO SE DEBE PURGAR EL HALCÓN DEL AGUA VIDRIADA, 46,
CAPÍTULO XII. DE LA PURGA COMÚN PARA PURGAR AL HALCÓN DEL CUERPO, 50,
CAPÍTULO XIII. DEL HALCÓN QUE DESECA, 51,
CAPÍTULO XIV. DEL HALCÓN QUE ESTÁ ATEMORIZADO, 52,
CAPÍTULO XV. DEL HALCÓN QUE TIENE GÜÉRMECES, 53,
CAPÍTULO XVI. DEL HALCÓN AL QUE LE REMANECE EL PAPO, 55,
CAPÍTULO XVII. DEL HALCÓN QUE TIENE EL PAPO LLENO DE VIENTO, 56,
CAPÍTULO XVIII. DEL HALCÓN QUE TIENE PLUMADAS VIEJAS, 56,
CAPÍTULO XIX. DEL HALCÓN QUE TIENE HINCHADO EL BUCHE, 58,
CAPÍTULO XX. DEL HALCÓN QUE TIENE LOMBRICES, 59,
CAPÍTULO XXI. DEL HALCÓN QUE TIENE FILANDRAS O FILOMERAS, 60,
CAPÍTULO XXII. DEL HALCÓN QUE TIENE PIEDRA, 61,
CAPÍTULO XXIII. DE LA ÚLCERA QUE SE HACE EN LA LLAGA DEL HALCÓN, 62,
CAPÍTULO XXIV. DE LA COMEZÓN QUE TIENE EL HALCÓN EN LAS PLUMAS, POR LO CUAL SE LAS COME Y SE LAS ARRANCA, 63,
CAPÍTULO XXV. DEL HALCÓN QUE SE LE CAE LA UÑA, 64,
CAPÍTULO XXVI. DEL HALCÓN QUE TIENE CLAVOS EN LOS PIES, 65,
CAPÍTULO XXVII. DEL HALCÓN A QUIEN SE LE HINCHAN LOS PIES O LE ARDEN, 67,
CAPÍTULO XXVIII. DEL HALCÓN QUE SE LE QUIEBRA LA PIERNA, 68,
CAPÍTULO XXIX. DEL HALCÓN QUE SE QUIEBRA EL ALA, 69,
CAPÍTULO XXX. DEL HALCÓN QUE SE LE QUIEBRA EL OJO, 71,
CAPÍTULO XXXI. DEL HALCÓN QUE TIENE HIDROPESÍA O HINCHAZÓN EN EL VIENTRE, 72,
CAPÍTULO XXXII. DEL HALCÓN QUE DEVUELVE Y TIENE EL PAPO Y TRIPAS FRÍAS, 74,
CAPÍTULO XXXIII. DE LOS HALCONES QUE SON HERIDOS POR AVES, 76,
CAPÍTULO XXXIV. DE LA HERIDA DEL HALCÓN, 77,
CAPÍTULO XXXV. DE LA ABATIDURA DEL HALCÓN, 78,
CAPÍTULO XXXVI. DEL HALCÓN QUE TIENE LAS TRIPAS FUERA, 78,
CAPÍTULO XXXVII. DEL HALCÓN QUE TIENE LAS QUIJADAS TORCIDAS, 79,
CAPÍTULO XXXVIII. CÓMO DEBES HACER LA MUDA A TU HALCÓN, 80,
CAPÍTULO XXXIX. DE ALGUNOS HALCONES QUE NO QUIEREN MUDAR, Y CÓMO HARÁS PARA QUE TU HALCÓN MUDE MUY APRISA, 81,
CAPÍTULO XL. CÓMO HARÁS DESPUÉS QUE TU HALCÓN HUBIERE MUDADO, 83,
CAPÍTULO XLI. DE LOS AZORES, 83,
CAPÍTULO XLII. DE LOS GAVILANES, 85,
CAPÍTULO XLIII. DE LOS ESMEREJONES, 87,
CAPÍTULO XLIV. DE LOS ALCOTANES, 87,
CAPÍTULO XLV. DEL PASO DE LAS AVES, 88,
CAPÍTULO XLVI. DE CÓMO SE DEBEN INJERIR LAS PLUMAS QUEBRADAS, 91,
CAPÍTULO XLVII. DE CUÁLES COSAS Y MEDICINAS DEBE ANDAR APERCIBIDO EL CAZADOR Y TRAER CONSIGO PARA SUS AVES, 94,
LIBROS A LA CARTA, 101,

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