Las reglas del Mar Rojo: 10 estrategias dadas por Dios para los tiempos difíciles

Las reglas del Mar Rojo: 10 estrategias dadas por Dios para los tiempos difíciles

by Robert J. Morgan
Las reglas del Mar Rojo: 10 estrategias dadas por Dios para los tiempos difíciles

Las reglas del Mar Rojo: 10 estrategias dadas por Dios para los tiempos difíciles

by Robert J. Morgan

eBook

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Overview

Al igual que Moisés y los israelitas se encontraron atrapados entre «el diablo y el profundo mar Rojo», así nosotros a veces nos vemos abrumados por los problemas de la vida. Pero Dios libró a los israelitas, y nos librará a nosotros también.

Las reglas del mar Rojo revela, incluso en medio de situaciones aparentemente imposibles, la promesa de Dios de abrir un camino para nosotros. Su amorosa guía nos protegerá en medio del peligro, la enfermedad, las peleas matrimoniales, los problemas financieros… cualquier desafío que Satanás ponga en nuestro camino.

Utilizando la historia de los israelitas como ejemplo, Robert Morgan ofrece diez sensatas estrategias para pasar del temor a la fe. Entre ellas: Reconocer que Dios quiere que estemos donde estamos. Reconocer al enemigo, pero mantener nuestros ojos en el Señor. Orar.

La vida es difícil, especialmente para los cristianos. Es seguro que enfrentaremos dificultades, y que Dios las permitirá así como permitió que los israelitas quedaran atrapados entre los ejércitos del Faraón que se aproximaban y el mar Rojo que no podían cruzar. Pero igual de seguro es el hecho de que el mismo Dios que nos llevó hasta ahí nos hará salir. ComoLas reglas del mar Rojo aclara de modo tranquilizador, Él está en control.


Product Details

ISBN-13: 9780718021429
Publisher: Grupo Nelson
Publication date: 12/30/2014
Sold by: HarperCollins Publishing
Format: eBook
Pages: 144
File size: 684 KB
Language: Spanish

About the Author

Robert J. Morgan es escritor y orador y se desempeña como pastor de enseñanza en The Donelson Fellowship en Nashville. Es autor de Las reglas del mar Rojo, The Strength You Need, Then Sings My Soul y muchos otros títulos, con más de 4.5 millones de ejemplares en circulación. Está disponible para hablar en conferencias y convenciones. Él y su fallecida esposa, Katrina, tienen tres hijas y dieciséis nietos. Póngase en contacto con él en www.robertjmorgan.com.

Read an Excerpt

Las Reglas Del Mar Rojo

10 Estrategias Dadas Por Dios para Los Tiempos Difíciles


By Robert J. Morgan, Graciela Lelli

Grupo Nelson

Copyright © 2014 Robert J. Morgan
All rights reserved.
ISBN: 978-0-7180-2142-9



CHAPTER 1

Primera regla del Mar Rojo


Percátate de que la intención de Dios es que estés donde estás.

El Señor habló con Moisés y le dijo: Ordénales a los israelitas que regresen y acampen frente a Pi Ajirot, entre Migdol y el mar. Que acampen junto al mar, frente a Baal Zefón.

—Éxodo 14.1-2, NVI


Callejones sin salida

El mar estaba delante de ellos, las huestes de Faraón en la retaguardia, y las montañas los rodeaban por todos lados. Tengamos en cuenta que, todo eso fue permitido y ordenado por Dios.

—C. H. Mackintosh


Reba Robinson pasaba noche tras noche despierta, tensa y cansada en su pequeña habitación en Starkville, Mississippi. Su imaginación era desenfrenada, mientras que sus dedos apretaban fuertemente una camiseta vieja de su hijo que aún tenía el olor de su perfume. Él estaba enfrentándose con la muerte en algún lugar extraño, aunque ella no sabía dónde, por qué razón, cómo ni a manos de quien.

Dillon era un marine asignado a una unidad de comando encubierto. Sus misiones eran tan secretas que ni su madre podía saber cuándo estaba en una ni en qué lugar se encontraba.

Pero sus instintos maternos siempre le hacían saber cuándo estaba en peligro, y en esos momentos ella oraba fervientemente por Dillon, noche y día; sin duda había estado orando la noche cuando él tuvo que nadar diez millas —desde un submarino— hasta la costa de un país hostil; había estado orando el día en que saltó de un helicóptero en paracaídas en medio de una lluvia de balas, con sus ojos cegados por las lágrimas, para sacar el cuerpo de su compatriota muerto; había estado orando la noche en que un terrorista le puso una pistola en la cara y jaló el gatillo, y quizás fueron sus oraciones lo que hicieran que la pistola se encasquillara de manera que Dillon tuviera el instante necesario para "resolver el problema" y escapar.

A pesar de los temores nocturnos, los terrores y tormentos, ella continuó orando hasta vencer.

Cuando al final Dillon regresó a casa, era un héroe cuya valentía no podría ser explicada, tendría que mantenerse en secreto y no podría ser honrada; no podía contarle a nadie sus hazañas ni buscar quien le ayudara a procesar sus traumas. Así que trató de pasar de ser un héroe a ser un individuo común y corriente, pero la vida se le hizo muy lenta —como si fuese a paso de tortuga— en su pueblito. Por eso comenzó a frecuentar los bares para tratar de no recordar aquello que no podía olvidar.

Reba seguía orando.

Como la mamá de Dillon, a veces pasamos por períodos largos de dolor y presión, atrapados por las circunstancias; heridos, con miedo; enfrentando probabilidades que parecen imposibles, atravesando valles largos y oscuros.

Algunas circunstancias van más allá de nuestro control, de modo que algo tan simple como el timbrado de un teléfono, una tarjeta en el correo o un toque en la puerta, pueden hacernos perder nuestra estabilidad y caer en un mundo de preocupación. Alguien dijo que la preocupación era como un goteo de temor que deambula por la mente, creando un canal por el cual fluyen los demás pensamientos.

El predicador John R. Rice dijo: "Preocuparse es poner signos de interrogación donde Dios ha puesto puntos".

El obispo Fulton J. Sheen dijo: "La preocupación es una forma de ateísmo, porque revela una falta de fe y confianza en Dios".

Pero para algunos de nosotros, la preocupación es tan natural como el respirar.

Después de todo, en la Biblia se nos compara con ovejas. Yo tengo un pequeño rebaño (bueno, tres ovejas) que viven contentas en nuestro amplio patio. Están bien acorraladas y alimentadas, no tienen nada que temer. Pero algunas veces tienen miedo de todos modos, y pueden salir disparadas de temor ante un pequeño conejo que pasa saltando por el pasto.

Esa no es una cualidad que el Señor admire en sus ovejas. Él quiere que digamos: "Aunque ande en valle de sombra y de muerte, no temeré mal alguno ...".

No hace mucho, sonó el teléfono a altas horas de la madrugada, era mi hermana Ann, que llamaba para decirme que mamá se había enfermado y que la estaban llevando de prisa al hospital, pero que no había mucha esperanza. Ann me sugirió que regresara a casa de inmediato. Ese fue un sacudón terrible, un temor espantoso se apoderó de mí. Pero en ese mismo instante un versículo de las Escrituras llegó a mi mente, Salmos 116.15: Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos. A partir de ese momento cayó el pánico que me había invadido y tuve paz.

Sin embargo, en otras ocasiones el temor no suelta su tenaz agarre tan fácilmente. Después de todo, ¿cómo no preocuparte, cuando tienes un hijo que es un soldado que ha sido puesto secretamente en una situación mortal en algún lugar del mundo?

¿Cómo no preocuparte cuando tus gastos sobrepasan tus ingresos y los acreedores te están llamando? O, ¿cuándo tu portafolio financiero está desplomándose?

¿Cómo no preocuparse cuando a un ser querido le han diagnosticado cáncer?

¿Cómo no preocuparse cuando cancelan tu trabajo, cuando tu hijo está af ligido o tu vida está en peligro?

En otras palabras, ¿cómo no preocuparte cuando el Mar Rojo está frente a ti, el desierto te rodea y los soldados egipcios vienen a toda carrera hacia ti con sus espadas desenvainadas?


Pregúntale a Reba Robinson. Cuando aceptó, en medio de su ansiedad, que Dios la había puesto en esa situación; aunque era difícil, comenzó a convertir sus preocupaciones en oraciones y sus temores en fe. Ella oraba fervientemente por su hijo, con la conf ianza de que Dios iba a intervenir, redimir, ayudar y sanar.

En un punto crítico en la vida de Dillon, un amigo lo invitó a un culto de avivamiento en una iglesia cercana; fue de mala gana, con la intención de salir disparado en cuanto el servicio terminara. Pero el mensaje le llegó directo al corazón esa noche y, cuando hicieron el llamado al altar, Dillon se agarró fuertemente de la parte trasera de la banca como si estuviera tratando de asfixiarla. Ningún terrorista lo había perseguido antes como lo estaba haciendo el Sabueso celestial. Luego admitió: "Yo me he enfrentado a la muerte sin temblar, pero esa noche temblaba como una hoja".

Tambaleó hasta el altar con los ojos llenos de lágrimas y esa noche, un héroe musculoso y sin gloria, cayó de rodillas y recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador.

En la historia del Mar Rojo, los israelitas seguían la nube de fuego con mucho cuidado, entusiasmados con su nueva libertad, llenos de emoción por el futuro; sin embargo, Dios los guío a propósito a un callejón sin salida, entre las montañas hostiles, al borde de un mar sumamente profundo como para vadearlo y demasiado ancho para cruzarlo.

Lo que sin lugar a duda implica Éxodo 14.1—2 es que el Señor asumió la responsabilidad de guiarlos al peligro. Él les dio instrucciones específicas, paso a paso, que los llevarían, aparentemente, a la ruina: Den la vuelta y acampen. Acampen ahí. Ahí, delante del mar que los puede entrampar. Sí, ahí en ese lugar imposible.

A veces, el Señor hace lo mismo con nosotros, para probar nuestra fe, nos guía al dolor, para enseñarnos sabiduría, para mostrarnos sus caminos; puede ser que nuestra primera reacción sea un arrebato de pánico o una sensación de susto, pero debemos aprender a consultar las Escrituras para recibir consejo.

Así que, respira profundo y recuerda el secreto más profundo de la vida cristiana: cuando te encuentres en un lugar difícil, percátate de que el Señor te puso ahí o permitió que estés ahí por razones que quizás solo él sabe por ahora.

El mismo Dios que te guío dentro de esa situación, te guiará para que salgas de ella.


Si te encuentras ...

"Él conoce su camino", aun cuando por el momento nosotros no lo sepamos.

—J. I. Packer


Cuando nos encontramos en una situación difícil, toda nuestra perspectiva cambia al darnos cuenta que el Señor nos ha puesto ahí o ha permitido que estemos así, por razones que quizás solo él sepa en el momento.

Russell y Darlene Deibler llegaron a Nueva Guinea, para trabajar por Cristo en la selva, el 18 de agosto de 1938, la fecha de su primer aniversario de matrimonio. La invasión de los japoneses a las Islas Orientales los separó, a Russell lo internaron en un campo de concentración, donde murió.

Darlene estuvo encarcelada en un campo militar por años, haciendo trabajo forzoso, donde pasó indignación, hambruna y aflicciones como el beriberi, la disentería y los parásitos intestinales.

Un día la apartaron para ejecutarla. Las tropas de asalto la llevaron a un campo de muerte y la guiaron a una celda austera. Las palabras Orang ini musti mati estaban escritas con tiza en la puerta y significaban: "Esta persona debe morir". Los guardias la echaron en la celda y, cuando la puerta se cerró con un golpe, Darlene cayó de rodillas para mirar por el ojo de la cerradura; al ver que la llave dio la vuelta completa, supo que debía darse por muerta.

A medida que los pasos de los guardias se alejaban, Darlene cayó de espaldas sudando frío, temblando, luchando contra un terror absoluto; en esos momentos comenzó a entonar un cántico que había aprendido cuando era niña en la escuela dominical, en Iowa:

No temas, rebaño pequeño,
Cualquiera que sea tu suerte;
Él entra en toda habitación,
"Aunque las puertas estén cerradas",
Él nunca abandona,
Él nunca se va,
Así que cuenta con su presencia
En la oscuridad y en el amanecer.
("Only Believe" [Solo creed]por Paul Rader)


Darlene sintió unos brazos fuertes alrededor de ella y supo que aunque sus captores la encerraran, no podían separarla de su maravilloso Señor. Su situación era imposible, pero estaba ahí con un Dios que hace proezas imposibles; estaba ahí por la voluntad de él y sabía que su voluntad no la pondría en un lugar donde su presencia no la pudiera sustentar.

Esa seguridad la sostuvo a través de tiempos imposibles y preservó su vida a pesar de que todo parecía estar en su contra.4

Piensa en esos hombres y mujeres que, no por su propia culpa, fueron acosados con desgarradoras dificultades mientras trataban de seguir a Dios:

Agar, una madre soltera, que fue forzada a ir al desierto con su hijo para morir de sed.

José, que deseaba cumplir sus sueños divinos, fue atrapado, le quitaron la ropa, lo vendieron como esclavo y lo metieron en la cárcel en Egipto.

Moisés se encontró atrapado entre el esplendor de la realeza egipcia y la ingrata aflicción con el pueblo de Dios.

David, después de haber sido ungido por Samuel, fue perseguido por las tropas israelitas.

Ezequías, que buscaba avivamiento, fue atrapado por el ejército más poderoso de la tierra, que estaba empeñado en aniquilar a su pueblo.

Los discípulos de Jesús, obedeciendo su orden, navegaron en el mar de Galilea, y se encontraron con una noche llena de terror con tormentas y olas.

El mismo Hijo del hombre, cumpliendo la voluntad del Padre, fue clavado en un madero colgando de sus manos, hasta morir.

Los apóstoles, recibieron latigazos cuando predicaban del Crucificado.


El líder de esa banda apostólica le dijo posteriormente a sus lectores: "Amados, no os sorprendáis del fuego de la prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese" (1 Pedro 4.12).

En otras palabras, los cristianos no debemos sorprendernos cuando nos encontremos atrapados en situaciones dolorosas, aterradoras o imposibles, cuando estemos buscando hacer la voluntad de Dios. La vida es difícil, especialmente para los cristianos. Tenemos un enemigo que ha decidido devorarnos; Jesús nos advirtió: "En el mundo, tendréis aflicción" (Juan 16.33).

Luego añade: "Pero confiad, yo he vencido al mundo".

Dios permite que nuestra fe sea probada y que los problemas se nos amontonen; a veces parece que es más de lo que podemos aguantar, pero Cristo puede cargar con ellos. El primer paso hacia las "aguas divididas" es recordarnos a nosotros mismos, con frecuencia, que el Señor nos ha puesto en ese lugar difícil o ha permitido que estemos ahí, por una razón que quizás solo él sabe.

Con frecuencia me he preguntado por qué le dio esclerosis múltiple a mi esposa precisamente cuando nuestros hijos comenzaban a dejar el nido. Teníamos la esperanza de pasar la última parte de nuestro matrimonio disfrutando de actividades con las cuales habíamos soñado por mucho tiempo como: viajar o jugar al golf, actividades que ahora se hacían difíciles o imposibles. Las dificultades de mi esposa son mías, por lo que de vez en cuando tengo la tentación de preguntar ¿por qué?

Pero Dios tiene un propósito, y como lo dijo el compositor de himnos William Cowper (se pronuncia Cúper), "Dios es su propio intérprete y hará que las cosas sean claras" (del himno "God Moves in a Mysterious Way").

Años atrás, encontré este poema sin autor, en un pequeño volumen por V. Raymond Edman titulado The Disciplines of Life [Las disciplinas de la vida]:

Cuando Dios quiere ejercitar a un hombre,
Y emocionar a un hombre,
Y habilitar a un hombre
Para que juegue el rol más noble;
Cuando él anhela con todo su corazón
Crear a un hombre tan grande y valiente
Para que todo el mundo se quede asombrado,
¡Observe sus métodos, observe la manera en que lo hace!
Cómo perfecciona sin compasión
A aquel a quien escoge con nobleza.
Cómo lo martillea y lo hiere;
Y con poderosos soplos lo convierte
En muestras de barro
Que solo Dios entiende;
Mientras que su torturado corazón clama
¡Y levanta manos suplicantes!
Como dobla pero nunca quiebra
Cuando su bien emprende;
Como usa a quien elige,
Y con cada propósito lo alea;
Con cada acto lo provoca
A probar de su esplendor.
Dios sabe lo que hace.


No hay errores en el plan de Dios, Jesús todo lo hace bien. A. W. Tozer dijo: "Para el hijo de Dios no hay accidentes; él viaja por un camino predeterminado [...] Ciertamente parece que le suceden accidentes; y que el infortunio lo acosa, pero esos males aparentan ser tales, y van a parecerlo solo porque no podemos leer el guion secreto de la providencia escondida de Dios".

Esta idea se resume en un incidente en la vida del pastor sudafricano Andrew Murray, que una vez se enfrentó a una crisis terrible. Tomando compostura en su estudio, se sentó por un tiempo en quietud, en oración y meditación; de inmediato su mente voló hacia su Señor Jesús. Tomó su lapicero y escribió lo siguiente en su diario:

Primero, él me trajo aquí, es por su voluntad que estoy en este aprieto; descansaré en este hecho.

Lo siguiente, él me mantendrá aquí en su amor y me dará la gracia para portarme como su hijo.

Luego, él hará que esta prueba sea una bendición, enseñándome las lecciones que quiere que yo aprenda, y obrará en mí la gracia que él desea otorgarme.

Y por último, en su tiempo, él me puede sacar nuevamente, cómo y cuándo, él lo sabe.

Déjenme decir que estoy aquí:

(1) Porque Dios así lo decidió,

(2) Bajo su cuidado,

(3) Entrenado por él,

(4) Para su tiempo.


¿Has experimentado el poder de Dios en el pasado? ¿Has experimentado su perdón? ¿Has disfrutado de su presencia? Aquel que te ha cargado hasta aquí no te dejará caer en estos momentos.

Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano. (Salmos 37.23—24)


Él ha prometido no dejarte ni abandonarte nunca, no olvidarte ni desampararte. Su amor nunca cesa y su cuidado no disminuye.

Si te encuentras en un lugar difícil, recuerda que: estás ahí porque Dios así lo decidió, bajo su cuidado, siendo entrenado por él y por un tiempo específico.

Aunque parezca lo contrario, es el mejor lugar en el cual estar.


¿Y si es mi culpa?

Nuestro Dios es un Dios que no solo restaura, sino que toma nuestros errores y estupideces en sus manos, los incorpora en sus planes para nosotros, y les saca provecho.

—J. I. Packer


¿Qué sucede si estamos en aprietos, no porque el Señor nos llevó ahí, sino porque seguimos nuestros propios instintos? A veces somos los causantes de nuestro propio dolor. Con frecuencia nuestros problemas son resultado de puro egoísmo o estupidez. Entonces, ¿qué debemos hacer?

Un arrepentimiento genuino y sincero nos encamina de nuevo hacia la voluntad de Dios. La confesión es como el atajo que nos lleva del sendero de la rebeldía al camino recto y angosto de Cristo. Cuando nos arrepentimos genuinamente, nuestros pecados son lanzados muy lejos de nosotros, tan lejos como el este está del oeste; nuestros corazones son limpiados y nuestra relación con Dios es restaurada. Quizás algunas consecuencias queden por ahí, pero aun esas el Señor las usará para bien. Habrá necesidad de sanidad, pero el Gran Médico aplicará el ungüento. Él lo entreteje todo para que sus propósitos avancen.

El perdón de Dios da lugar al autoperdón. ¿Has leído lo que José les dijo a sus hermanos después que había pasado tanto tiempo desde cuando lo vendieron como esclavo? Él les dijo: "No se sientan culpables por esto".

José dijo: "Por favor no se aflijan más ni se reprochen el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas [...] No tengan miedo, les contestó José. ¿Puedo acaso tomar el lugar de Dios? Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo" (Génesis 45.5; 50.19—20, NVI).


(Continues...)

Excerpted from Las Reglas Del Mar Rojo by Robert J. Morgan, Graciela Lelli. Copyright © 2014 Robert J. Morgan. Excerpted by permission of Grupo Nelson.
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Table of Contents

Contents

Prefacio, ix,
Primera regla del Mar Rojo, 1,
Segunda regla del Mar Rojo, 17,
Tercera regla del Mar Rojo, 29,
Cuarta regla del Mar Rojo, 41,
Quinta regla del Mar Rojo, 53,
Sexta regla del Mar Rojo, 63,
Séptima regla del Mar Rojo, 75,
Octava regla del Mar Rojo, 87,
Novena regla del Mar Rojo, 103,
Décima regla del Mar Rojo, 113,
Notas, 125,
Reconocimientos, 129,
Acerca del autor, 131,

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