La vida es un regalo de Dios. Desde el momento inicial de la concepción en el vientre materno, el aliento de Dios esta presente. Sin este, el feto está destinado a su muerte. Es por esta razón que es tan importante reconocer la santidad en la vida del feto. Es increíble y doloroso ver el irrespeto por la vida de un feto, y ver como en innumerables ocasiones la madre decide terminar con esa vida sólo por conveniencia personal. Por otro lado es digno reconocer el valor de otras madres quienes se resisten a las presiones externas que le exigen que detenga el proceso de desarrollo del hijo o hija que crece en su vientre. Estas madres reconocen que la vida es sagrada y que sólo Dios tiene el derecho a terminarla.
