La Verdadera Historia De Perico
La verdadera historia de Perico Autor: Wilfredo Alvelo Esta es la historia de un niño con un gran impedimento físico. No es la enfermedad lo que no lo ha dejado integrarse en la sociedad, sino la sociedad misma. Como resultado, se ve obligado a huir; huir de todo el mundo. Busca éste algo que lo ayude a definirse. Rehusa ser lo que otros dicen que es, una especie de Frankenstein diminuto, un payaso de circo. La vida de Perico no hubiera sido vida sin la presencia de su tía. Esta, para bien o para mal lo incorpora a una existencia pecaminosa; y de alguna manera lo justifica o justifica su existencia. Perico se entrega a la noche y es ésta quien mejor lo define. Ahí yace su tía con lo que le ha tocado vivir. También vive ésta atrapada en su pasado. A cada cual toca vivir en la noche lo que no se ha podido vivir en el día. Perico sueña que vive y vive soñando. Perico quiere acabar con esta vida, pero no quiere irse solo. También éste aprendió a amar. En una niña de escuela se ha fijado y ésta se ha convertido en la razón de mil razones. Pues bien, aquí estriban la tía, la muchachita, y un único desenlace. Sobre el autor: A Wilfredo Alvelo se le ha visto como poeta, pero es la prosa lo que lo hace sentir más a gusto. Estudió en Brooklyn College y en City College, ambos de City University of New York. Octuvo una maestría de Teachers College, Columbia University (1984), y en la misma universidad hizo su doctorado ( 1990). En 1989 escribe El aire y otras mentiras, su primera entrega poética. A ésta le sigue De abismo y de-lirio. Aquí pasamos, de manera sublime, de la poesía a la prosa poética; algo que el autor cultivará con más sutileza en su obra más reciente.
"1019358795"
La Verdadera Historia De Perico
La verdadera historia de Perico Autor: Wilfredo Alvelo Esta es la historia de un niño con un gran impedimento físico. No es la enfermedad lo que no lo ha dejado integrarse en la sociedad, sino la sociedad misma. Como resultado, se ve obligado a huir; huir de todo el mundo. Busca éste algo que lo ayude a definirse. Rehusa ser lo que otros dicen que es, una especie de Frankenstein diminuto, un payaso de circo. La vida de Perico no hubiera sido vida sin la presencia de su tía. Esta, para bien o para mal lo incorpora a una existencia pecaminosa; y de alguna manera lo justifica o justifica su existencia. Perico se entrega a la noche y es ésta quien mejor lo define. Ahí yace su tía con lo que le ha tocado vivir. También vive ésta atrapada en su pasado. A cada cual toca vivir en la noche lo que no se ha podido vivir en el día. Perico sueña que vive y vive soñando. Perico quiere acabar con esta vida, pero no quiere irse solo. También éste aprendió a amar. En una niña de escuela se ha fijado y ésta se ha convertido en la razón de mil razones. Pues bien, aquí estriban la tía, la muchachita, y un único desenlace. Sobre el autor: A Wilfredo Alvelo se le ha visto como poeta, pero es la prosa lo que lo hace sentir más a gusto. Estudió en Brooklyn College y en City College, ambos de City University of New York. Octuvo una maestría de Teachers College, Columbia University (1984), y en la misma universidad hizo su doctorado ( 1990). En 1989 escribe El aire y otras mentiras, su primera entrega poética. A ésta le sigue De abismo y de-lirio. Aquí pasamos, de manera sublime, de la poesía a la prosa poética; algo que el autor cultivará con más sutileza en su obra más reciente.
2.99 In Stock
La Verdadera Historia De Perico

La Verdadera Historia De Perico

by Wilfredo Alvelo
La Verdadera Historia De Perico

La Verdadera Historia De Perico

by Wilfredo Alvelo

eBook

$2.99  $3.99 Save 25% Current price is $2.99, Original price is $3.99. You Save 25%.

Available on Compatible NOOK devices, the free NOOK App and in My Digital Library.
WANT A NOOK?  Explore Now

Related collections and offers


Overview

La verdadera historia de Perico Autor: Wilfredo Alvelo Esta es la historia de un niño con un gran impedimento físico. No es la enfermedad lo que no lo ha dejado integrarse en la sociedad, sino la sociedad misma. Como resultado, se ve obligado a huir; huir de todo el mundo. Busca éste algo que lo ayude a definirse. Rehusa ser lo que otros dicen que es, una especie de Frankenstein diminuto, un payaso de circo. La vida de Perico no hubiera sido vida sin la presencia de su tía. Esta, para bien o para mal lo incorpora a una existencia pecaminosa; y de alguna manera lo justifica o justifica su existencia. Perico se entrega a la noche y es ésta quien mejor lo define. Ahí yace su tía con lo que le ha tocado vivir. También vive ésta atrapada en su pasado. A cada cual toca vivir en la noche lo que no se ha podido vivir en el día. Perico sueña que vive y vive soñando. Perico quiere acabar con esta vida, pero no quiere irse solo. También éste aprendió a amar. En una niña de escuela se ha fijado y ésta se ha convertido en la razón de mil razones. Pues bien, aquí estriban la tía, la muchachita, y un único desenlace. Sobre el autor: A Wilfredo Alvelo se le ha visto como poeta, pero es la prosa lo que lo hace sentir más a gusto. Estudió en Brooklyn College y en City College, ambos de City University of New York. Octuvo una maestría de Teachers College, Columbia University (1984), y en la misma universidad hizo su doctorado ( 1990). En 1989 escribe El aire y otras mentiras, su primera entrega poética. A ésta le sigue De abismo y de-lirio. Aquí pasamos, de manera sublime, de la poesía a la prosa poética; algo que el autor cultivará con más sutileza en su obra más reciente.

Product Details

ISBN-13: 9781698709741
Publisher: Trafford Publishing
Publication date: 10/12/2021
Sold by: Barnes & Noble
Format: eBook
Pages: 124
File size: 2 MB
Language: Spanish

About the Author

Sobre el autor: Wilfredo Alvelo se graduó del Brooklyn College en 1974. En 1978 Se graduó con una maestría en educación del City College, de la cuidad universitaria de New York. En 1984 obtuvo una maestría en literatura y lenguaje del Teachers College, Columbia University de New York. Cuatro años después obtuvo su doctorado en Literatura y lenguaje de la misma institución. Wilfredo ha publicado dos libros de poemas: El aire y otras mentiras (1989) y De abismos y de-lirios (1999). La verdadera historia de Perico es su primera entrega en prosa.

Read an Excerpt

La verdadera historia de Perico


By Wilfredo Alvelo

Trafford Publishing

Copyright © 2010 Wilfredo Alvelo
All rights reserved.
ISBN: 978-1-4251-8611-1


CHAPTER 1

Quiero expresar mi más profundo agradecimiento a mi amiga Josefina Barrera Plazas por su aportación en la redacción y producción de mi libro.

"The vulgar readily imagine that what they considerugly in existence is not fit subject for the artist.

They would like to forbid us to represent what displeases and offends them in nature.

"It is a great error on their part.

What is commonly called ugliness in nature can in art become full of great beauty."


Rodin


En torno al género:

Se ha señalado que la diferencia entre el cuento y la novela es que aquél trata de situaciones, mientras que ésta trata de personajes. Pues aquí, en esta micro-novela, encontramos a un personaje que vivió entre el cuento y la novela. Se sospecha que este personaje no haya sido lo suficientemente digno como para dedicarle capítulos enteros, pero sí lo suficientemente como para dedicarle algunas páginas de nuestro repertorio. Y sin embargo, nos enteramos que hay quien le haya dedicado una tesis doctoral al estudio de nuestro personaje, Perico, pero una vez comenzado el estudio se enfrenta el estudioso al problema de explicar la subjetividad misma del asunto. Dependemos en esta presentación de la memoria colectiva: aquellos que estuvieron allí para contar los hechos lo más empíricamente posible, pero aun así nuestro acercamiento es algo temeroso ya que los hechos y la manera en que nos hemos acercado han encontrado desafiante oposición, principalmente por el psicoanálisis actual que ejerce un dominio poderoso sobre el campo de la literatura. Se ha llegado a insistir que nuestro personaje es tan real como otros personajes del mundo de la literatura, y que al pasar de los años éste también se ha incorporado a nuestra realidad viviente. Nos tocó entonces regresar a los sesenta y recopilar datos hasta armar la historia tal y como nos la presentaron aquellas personas que hoy llamamos fidedignas. En lo que en sí éstos coincidieron fue en que el tal Perico fue tan real como lo fue Alfeo. Una vez leída la historia usted entenderá qué nos motivó a dedicarle estas páginas a este personaje.


Segunda edición – Julio 2010.

AAdvertencia al lector

Ese ha sido mi legado. Me les escapé aunque ellos aún creen que nunca fui; ellos creen que mi existencia fue efímera y que se redujo a una canción. Pero estuve entre ellos. Comí, bebí y dormí entre ellos y no me reconocieron. Ahora me ven ahí tirado y no saben qué hacer. Se asoman a mis ojos y dicen, " no lo conoce nadie pues échenlo a la fosa antes de que los perros se lo coman". El no haber existido no me preocupa. No quiero indagar sobre algo que ha quedado empañado en el recuerdo. Si todo lo vivido ha sido un sueño , entonces he sido más concreto que esas sombras reflejadas en el espejo. Se ha mencionado que el recuerdo es marcadamente cambiante, por lo que nos toca, subjetivo. ¿Acaso no compartí mi historia entre vosotros? ¿No hubo otros implicados en mi historia? Si este hecho no es un hecho, si he quedado reducido a una canción, ésta sigue siendo una experiencia de temporalidad. Sin embargo, estoy seguro de que mi historia irá más allá que la melodía misma.


Minuto Uno

LLa verdadera historia de Perico


"Elena, Ele- Ele- Ele-ni-ta, las, las flo-flores son, son, son para ti ... Lo hi, hi, ce. Yo lo, lo, lo hice. Lo hice por-por ti. Y no- no me-me podrán acusar".

Todo comenzó con un dulce ahogo en la garganta y un rebuscado arrepentimiento. Sintió una presión descomunal en el bajo vientre y una gota de sudor frío corrió por su espalda. Se sentó con las manos cruzadas, mirando el vaso. Se sintió ebrio, confundido. Ya de madrugada las luces en la cantina dejaban ahogar el desesperado desasosiego de lla noche. Echémoslo afuera, que hay que cerrar. ¡Qué se cree este borracho de mierda! Ya era hora de tomar una determinación. Se acabaron las contemplaciones. No habrá mañana, ni para mí ni para nadie. Ya no puedo más. ¿Por qué seguir esta comedia? En cinco minutos hará su efecto. Entonces podrán decir: "ya era hora que mostrara carácter, carajo". La boca espumosa y los ojos fijos en las baldosas. Ya era hora. Acaso alguien me recuerde, acaso la hierba no oculte mi tumba. Ya no podría oir la resonancia del campanario . Y pensar que ahora no hay cura que pueda escuchar mi congoja. Alguien debe escuchar mi tormento. Quiero música; ¡que siga la música, carajo!. Y desde la cantina la música llegaba a todos los rincones del pueblo. La gente de este pueblo ya estaba acostumbrada al fondo musical y al doble de campanas.

Aquel día su padre lo llevó al río: "para que veas los peces machucarse contra las rocas". Tenía entonces tres años. Dice mi madre, "ese bruto te echó de cabeza al río. Lo único que ha sabido hacer en su vida es reírse y caminar con un dichoso radio de aquí para allá y de allá para acá. Tienes suerte que estás vivo y que por lo menos puedes gritar cuando tienes hambre y orar cuando sientes frío". Ya a su temprana edad había comenzado a cultivar el lado ddifumado de las cosas. Su vida y su visión de la misma estaban afanosamente sometidas a las imágenes creadas por el espejo quieto de sus cortos años. Ese maldito es el culpable de todo. Tal vez, sin ese episodio mi hijo sería un hijo más. A los dos meses de nacido había sufrido de terribles fiebres crepusculares, las que le atrofiaron su crecimiento. ¿Por qué no dejó caer de cabeza a una de mis hermanas? Mi tía dice que más tontas de lo que son ... al parecer todas se machucaron contra las piedras del río en un momento u otro. Las pobrecitas, sufren en un desmesurado silencio mi soledad. Parecen ovejas esquiladas en porcelana.

Es esa probablemente una de las razones por la que yo, un ser limitado físicamente, sea un disparate más; un deshilachado; una hebra de lo que pudo haber sido. No sé qué tipo de síndrome es éste o si los médicos encontraron un término para definirlo, pero mi madre reprende a aquellos que se inventan nombres cuando estoy presente. Cierra la ventana para que los correcaminos que dan las noticias del día no me incluyan en éstas. Confieso que las veces que me miro en el espejo lo hago por fragmentos; maldito espejo, y es como si el espejo quisiera enderezar mi triste figura, mi adulterada condición de enfermo.. Así no me espanto al sorprenderme frente a frente conmigo mismo. Evito o trato de evitar los claros espejos de mediodía, los escaparates vacíos, los vasos de cristal; todo aquello que pueda mostrar mi triste desvarío, mi estado de frágil ansiedad. Sin embargo, desde niño luché por entender lo que soy; por resignarme y sentir compasión por aquellos que se ríen y por aquellos que lloran y se afligen por mi condición. Cuántas veces escuché a mi madre decirle a mi tía que yo era el único disparate en la familia y que sería mejor encerrarme para evitar que mi nombre llegara a pueblos vecinos. Así no vamos a tener un fenómeno suelto. ¡Ay que vergüenza!, Dios mío. Sé de muchos que a mi edad estaban confinados a un cuarto oscuro, desnudos y abandonados, y todo por ser la aberración del día, por su condición de distraer el orden.

A los siete años, finalmente , alguien se acordó que yo tenía que asistir a la escuela: que lo enseñen por lo menos a contar con los dedos y a que no lo cojan de pendejo cuando vaya a mercar. Esos fueron días muy difíciles para mí, pero el hecho de ser diferente en nada me impedía pensar como humano. Diferente pero no deficiente. Para ellos no, para ellos las dos cosas viajan juntas. No sé si fue el accidente o la enfermedad misma la que no me deja distinguir entre ciertos términos que para otros son comunes; como ocaso y aurora, tejer y bordar, abeja y oveja, caída y caida, y menos aún entre agrio y amargo. Necesito hacer un esfuerzo supremo de asociación para saber cuál es una y cuál la otra. De las medias, ni hablar, no sé si es importante saber cuál va en cuál pie, y siempre se me pierde una. Niño que te tienes que ir a la escuela. Tí- tía, la-la-la me-me-dia. No-no es-está de-deba-bajo de-de la-la ca-ca cama. Así siempre andaba con medias disparejas, no porque fuera bobo o tonto, sino por esa insoportable perversidad de los objetos inanimados. La maestra decía que la w era una consonante misteriosa, con las patas hacia arriba, y por supuesto la madre de todas las consonantes. Y yo la confundía con la "m". Quizá a diferencia de otros, la parte derecha del cerebro era la que funcionaba para mí; quizá podría leer de derecha a izquierda o verticalmente y no como me enseñaban. De regreso a mi casa le preguntaba a la tía, que siempre pasaba a recogerme, el porqué uno tenía que aprenderse las letras del abecedario; si en mi pueblo yo nunca escuchaba ninguna conversación acerca de las letras; sino sobre cosas profanas y escándalos pueriles. Eso es lo único que constituía la vida social en mi pueblo. Este era un pueblo de puertas cerradas, de mujeres que se escabullían en la noche, de olor a eespacios podridos, de gritos espectrales en camas ajenas. Ese era mi pueblo. A las cinco de la tarde el pueblo cobraba una imagen lúgubre. La plaza quedaba sola. Entonces entraba el pecado. En la noche veía sombras encontrarse detrás de los patios abandonados, bajo las escaleras del viejo cine, tras los alambrados que daban al monte. Creía uno escuchar los gemidos enredados de cuerpos bañados en su aroma. Escuchaba uno o creía escuchar la respiración sofocante de cuerpos alumbrados de luna. Ellas entonces bajaban con el cabello suelto y se perdían entre las esquinas, mojadas con la tibia lluvia de la noche. Sí, este era un pueblo de sombras perdidas en la noche y de tardes lánguidas, en las que también yo me perdía en la maraña del sueño.

A veces, en la oscuridad, creía escuchar a mi madre sollozar: Has creado un mostruo, Dios mío, que castigo, has creado un monstruo. ¿Por qué los dejé solos aquella tarde? Unas muchachas negras corrían alrededor de un árbol. Unos muchachos blancos las perseguían. No sé qué clase de jueguito bélico era aquél. Mi padre me llevaba en hombros hacia la orilla del río. En el bolsillo de la camisa siempre llevaba un pequeño radio transistor, con el que vivía el momento. Allí en la orilla se detuvo y fijó sus ojos en el jueguito libidinoso de los muchachos. Sus ojos se instalaron en la cintura pronunciada de las negras, cuyos ombligos parecían cabecitas ahogándose en un desierto árabe. La música añadía un fondo rojo al juego:

Esta noche tengo ganas de buscarla de borrar lo que ha pasado y perdonarla Ya no me importa el que dirán y de las cosas que hablarán total la gente siempre habla


Se quedó allí, como montado en tibia nostalgia y con la boca abierta, cuando me dejó ir bajo las aguas:

Un río hondo, abismal. Un río que inquieta de tan hondo, bajo un sol de ardiente castigador; un sol cegador y grosero de tan duro. El agua baja, furiosa y caliente. Las rocas son diamantes ante el brillo reverberante del sol. Está caliente el día. El agua atrae y el más valiente se lanza; su risa fragmentada en medio del aire, ahogada por un soplo del viento. Se lanzan los otros; y él me dejó ir, resvalé de sus brazos. Me dejó ir con un grito desaforado de creciente arrepentimiento. No me da tiempo de gritar, no sé, no sé naaaa.... Penetro en lo vertiginoso y un silencio completo se apodera de mí. Ahora vuelo pero en el agua.


¡ Como vuelo! Vuelo como un ave pero en el agua. Llego a una profundidad abismal. Subo hacia abajo. Es como estar en el cielo, pero sin luz. Veo el mundo bocabajo, como en un espejo. Siento una oscuridad siniestra, sin orillas ni esquinas; una oscuridad desmesurada. Las algas y plantas acuáticas se apiadan de mí. No quieren que me vaya. Mi lucha es una contra un mundo de silencio, acordes de silencio, gritos desaforados de silencio, es la sinfonía muda de Amadeus en su espacio sin crecendos. Busco gritar, como en un sueño, y como en un sueño de mi boca salen sólo burbujas mudas que suben y bajan su propio pentagrama musical. Es la nota "Re" vibrante y fricativa la que sale de mi boca, de mis oídos, de mi interior.

En la oscuridad sigue el forcejeo tenaz y opaco. Ahora los peces, con su farsa branquial, hacen su formación ovípara. Se quedan ahí acechando, en silencio como testigos piadosos. Son siluetas misericordiosas de un desenlace. Un desenlace que no parece llegar nunca. Es como un bailable sigiloso de aguas buenas. Las plantas se aferran y no me dejan ir. Entonces inclino la cabeza como se inclinan las manos ante las teclas de un piano. Me encuentro ante el sosiego simétrico de antiguos templos y escucho un cantar lejano, producto de aquellos seres diminutos que me esperan y me celebran, como si yo fuera un gran acontecimiento.

Entonces cierro los ojos y allí me veo, vestido de verde olivo, pero sin masa; fundido en la quietud infinita del agua. Al entregarme al regocijo contagioso de la tarde una fuerza de ocasos me arrastra de allí y me lleva de nuevo a la tierra, en donde escucho los gritos jadeantes de las negras; cada una con un hombre encima.

Mas bien toda su persona era una mueca. Su enorme cabeza erizada con pelo rojo,entre sus hombros yacía una enorme joroba equilibrada por una prominencia frontal ... Las piernas eran enormes; las manos montruosas. (El jorobado de Notre Dame)


La maestra me quería mal. Se decía en aquel tiempo que la maestra era como una segunda madre. A alguien se le olvidó decírselo, pues esta mujer no me quería como hijo. Luchaba por incorporarme con pellizcos y estrujones. Fue una de aquellas tardes cuando sentí la sensación por primera vez. Ella, aquella señorita alta y con su vestido de verde que te quiero, que le cubría hasta las rodillas, rozó una de éstas con la mía. ¿Cómo puede ser que a esa edad yo ya sintiera estas majaderías? Si sólo era un niño, un mocoso de mierda. ¿Por qué me pasó aquello? Sentí un escandaloso tumulto en mi interior. Fue como un estremecimiento desenfrenado de punzadas que me llevaba a un Segundo Nivel de atención, al mío pésame del corazón; que dejaba su sangre escaparse hasta llegar allá abajo y hacer que el escándalo se hospedara allí y lo despertara como helecho en la madrugada. Fue como un derrame de sensaciones incoherentes que me hacía vomitar por dentro. Le pedí permiso a la maestra para ir al baño. Ya llevaban dos horas con la cantaleta de "El marinerito al agua"....

A ver, ¿por qué quieres ir al baño? Y como aquellos que no oyen bien, gritan, creyendo que a ellos tampoco se les escucha, di un vociferante grito een medio de la clase: "Maestra, creo que-que- me-me- meé en –en- mis pan- pan-talones". Todos se detuvieron y en medio de las carcajadas ella me miró de la cabeza a los pies y se detuvo en la parte más vulnerable. Para qué fue aquello. Dios que está en todas partes al parecer se quedó dormido pues esa mujer metió la mano bajo la cremayera hasta encontrar lo que buscaba. Allí estaba, y no sabía qué hacerse, sorprendido por el despertar de palomas y agitado ahora por el calor de aquella mano de mujer; manos para acariciar la flor de la canela . La señorita me agarró por una oreja y me llevó al baño. Allí metió la mano otra vez y lo ssacudió, mientras aquél parecía saltar al ritmo de "¿qué me das marinerito? ¿qué me das marinerito, si te saco de estas aguas, si te saco de estas aguas?"Así se me secó el sudor del pantalón. Si no fuera por la campana, esa mujer me hubiera arrancado aquello de raíz. Efecto secundario: ahora tampoco puedo orinar parado y cuando me siento a hacerlo, me voy y parece como si estuviera en la onda delta, a un pesado estado de delirio. Fue la voz de la maestra la que me sacó de aquel letargo: "Te fuiste, eh, en qué lío estarías metido. Repite, ésta es la m de mamá, y ésta es la w de, de ..." Más allá, en la cantina se bailaba al ritmo de:

Y yo te jalo pa'quí, jala,jala Y tú me jalas pa' ca, jala, jala Y que rico que está, jala,jala ...


Ciertas partes de mi cuerpo brotan de mí con un carácter tan exacerbado que crean su propio estado de alerta. Eso le agrega sabor a la sospecha de que soy idiota. Todos se detienen ante mí, me miran y se preguntan, y eso, ¿para qué sirve? Es como rama seca en primavera.

... Las vainas que se le ocurren a Dios, y que enviar un tipo como ése. Ese tipo vive su propio desvarío.
(Continues...)


Excerpted from La verdadera historia de Perico by Wilfredo Alvelo. Copyright © 2010 Wilfredo Alvelo. Excerpted by permission of Trafford Publishing.
All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
Excerpts are provided by Dial-A-Book Inc. solely for the personal use of visitors to this web site.

From the B&N Reads Blog

Customer Reviews