La receta del Gran Médico para la salud de la mujer

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Overview

Las mujeres, que no sólo son responsables de su propia salud sino que a menudo de la salud de sus esposos, hijos, y frecuentemente también de la de sus padres ancianos, están hartas de estar cansadas y enfermas. Ellas simplemente quieren más de la vida, especialmente cuando están lidiando con problemas de salud propios de las mujeres como "la depresión después del parto", cáncer al seno, menopausia y pérdida ósea. Ahora, el autor de gran éxito de ventas, Jordan Rubin, su esposa Nicki, y la doctora Pancheta Wilson, hacen uso de conceptos bíblicos y naturales sobre la salud y formulan un plan médicamente sensato para ayudar a las mujeres a transformar su salud y prosperar en la vida que siempre han anhelado tener.


Product Details

ISBN-13: 9781418582890
Publisher: Grupo Nelson
Publication date: 12/02/2007
Sold by: HarperCollins Publishing
Format: eBook
Pages: 320
File size: 957 KB
Language: Spanish

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LA RECETA DEL GRAN MEDICO para LA SALUD DE LA MUJER


By JORDAN RUBIN NICKI RUBIN

Grupo Nelson

Copyright © 2007 Grupo Nelson
All right reserved.

ISBN: 978-1-4185-8289-0


Chapter One

Llave # 1

Coma para vivir

Nicki: Mientras crecía, mamá trató de enseñarme sus recetas favoritas, pero por alguna razón, no podía aprender los fundamentos de la cocina sureña. Mi experiencia culinaria estaba limitada a freír en el sartén lascas de carne prensada Steak-um, calentar en el microondas puré de papa artificial y preparar galones de té endulzado.

En la universidad no tenía que cocinar, pues podíamos vivir de la comida que guardábamos en los dormitorios, tacos de jamón y queso Hot Pockets o comidas congeladas. Pero cuando me mudé sola y me di cuenta de que no me alcanzaría para pagar dos comidas diarias en un restaurante, me dije que lo mejor era ampliar mi capacidad culinaria, o estaría condenada a cenar una y otra vez el mismo plato, como en la película El día de la marmota. Por entonces no reunía ni siquiera los conocimientos de cocina indispensables para freír muslos de pollo. La amplitud de banda de mi talento en la cocina no iba más allá de hervir agua.

Por suerte, desde que dejé la universidad hasta el día en que Jordan y yo intercambiamos votos conyugales, a mis coinquilinas generalmente les gustaba cocinar para las dos.

Desafortunadamente para mi recién casado esposo, se había unido en matrimonio con alguien de muy limitados dones alrededor de la cocina, y más todavía muy limitados deseos de cocinar.

Estoy segura de que después de nuestra luna de miel Jordan quedó conmocionado al descubrir mi apabullante falta de aptitud gastronómica. Pero salir a comer fuera noche tras noche habría abierto en nuestras finanzas una tronera, así que no era una opción viable. Como él procuraba comer alimentos sanos y yo no, decidimos que compraríamos lo de él en una tienda local de alimentos saludables, y lo mío en un supermercado. Me pareció bien, pues sabía cuán importante era para Jordan comer alimentos naturales y orgánicos; había captado el mensaje alto y claro mientras éramos novios.

Para poner un ejemplo de lo tonto que resultaba nuestro pacto nutritivo, él llevaba a casa bolsas de plástico con pollos de corral, vegetales orgánicos y refrigerios como arándanos azules, también orgánicos. Mientras tanto, yo llevaba mi carrito con pollo Tyson y frutas y vegetales «corrientes». Mis refrigerios consistían en tortillas de maíz tostadas y salsa mexicana. Jordan compraba manzanas orgánicas Gala; yo prefería las lustrosas (y enceradas) Red Delicious del supermercado Publix, que me parecían más tentadoras a la vista.

Era ridículo, ya lo sé, pero me aferraba tenazmente a lo que me habían enseñado a comer mientras crecía. No obstante, Jordan era muy inteligente: sabía que no debía presionarme a comer como él, así que empezó a adoctrinarme despacio. En una ocasión, después de cenar, me ofreció un paquete de galletas orgánicas con trozos de chocolate, que no contenían harina de trigo. ¡Lo que necesitaba para halagar mi predilección por los dulces! Creo que aquella noche me comí todo el paquete. En otra ocasión probé sus papas horneadas a la francesa de la marca Cascadian Farm, bañadas en salsa de tomate orgánica. ¡Mucho más sabrosas que las de los restaurantes de comidas rápidas, que fríen con tanta grasa!

En las semanas siguientes continué probando más frutas, vegetales y otros alimentos naturales de los que mi esposo compraba. Y en realidad sabían mejor y causaban una sensación más «limpia» al transitar por mi sistema digestivo. Cada bocado producía un arco iris de sabores, y entonces empecé a creer que quizás aquellos alimentos «sanos» tenían algo especial.

Hacia el final de nuestro primer año de casados decidí de manera consciente y deliberada que comería lo mismo que Jordan. Pero todavía me sentía perdida en la cocina. La cena en nuestro hogar era como el bufé que se prepara para ver por televisión la final del campeonato de fútbol americano: una noche comíamos tortillas y salsa; la siguiente, yo servía queso orgánico y almendras blanqueadas. Para romper la monotonía, combinaba dados de piña y melón con fresas. Lo cierto era que no me sentía lo bastante segura para idear una cena caliente.

Me di cuenta de que Jordan, que tampoco era un gran chef de cocina, se estaba exasperando. Estaba muy ocupado promoviendo su compañía de productos para la salud y el bienestar, que demandaba largos horarios, pero el mío con la firma de contabilidad Arthur Andersen era todavía más intenso. Cuando llegaba a casa, después de una fatigosa hora de viaje, estaba agotada por el largo día e irritable, aguijoneada por el hambre que traía. Poner en el horno un par de pizzas orgánicas Amy's concitaba el resto de mis energías.

Pero una noche, después de que Jordan, como quien no quiere la cosa, comentó que tal vez estábamos comiendo demasiadas pizzas orgánicas, decidí darme una oportunidad en la cocina. Hasta yo era capaz de cortar pechugas de pollo en cuadritos y dorarlas en el sartén. Cuando terminaba, las combinaba con una ensalada sencilla. O cocinaba pescado fresco o carne en una cacerola, junto con algunos vegetales orgánicos. Descubrí que el ajo y la mantequilla podían darle a cualquier cosa buen sabor.

Agregué a mi repertorio los huevos, porque Jordan me había hablado de su poder nutritivo, que incluye seis gramos de proteína, además de vitaminas B-12, E y D, luteína, riboflavina, calcio, zinc, hierro y ácidos grasos esenciales, y sólo setenta y cinco calorías. Era una buena noticia para mí, que sólo había oído decir que los huevos subían el colesterol y podían bloquear las arterias.

Jordan sugirió que cocinara los huevos revueltos en aceite de coco extra virgen, en lugar de margarina o aceite vegetal, pues el aceite de coco es rico en un tipo de grasas saludables que se conocen como ácidos grasos de cadena mediana. Empecé a prepararlos como él me aconsejaba y descubrí que los huevos revueltos, mezclados con un poco de queso de cabra feta, resultan un excelente desayuno o cena.

También había escuchado decir que quien sabe leer puede cocinar, y así preparé mi primera sopa hecha en casa siguiendo una receta que encontré en un excelente libro de cocina, Nourishing Traditions. ¿Cortar una cebolla en cuadritos? Yo podía hacerlo. ¿Pelar y cortar en rodajas zanahorias o tallos de apio? Ningún problema. ¿Medir la cantidad de agua y añadirle pedazos de pollo orgánico? Muy fácil. Desde muy temprano en nuestro matrimonio la sopa de pollo se convirtió en tema recurrente de nuestra mesa.

Jordan: Tras siete años de casados, usted no reconocería hoy a Nicki en el departamento culinario. Ella podría derrotar a Rachel Ray, del canal Food Network. Nicki probablemente cocina cuatro o cinco noches de la semana sin tener nada previamente preparado. Y a mí también me gusta subirme las mangas y cocinar para la familia. Hace poco preparé una sopa de pollo al coco, estilo tailandés, una fenomenal ensalada orgánica con salmón, aguacate (palta), plantas aromáticas y especias frescas; y de postre, budín de coco con mousse de chocolate. Pero cuando yo no puedo, me alegra poder reportar que Nicki ya dejó atrás la época en que con frecuencia debíamos reservar una mesa para cenar fuera. Siempre que vienen a la ciudad asociados de nuestro ministerio, prefiero invitarlos a venir a casa y probar la fantástica lasaña de espinacas y queso de cabra que prepara Nicki con carne de bisonte, que correr el riesgo de no encontrar un restaurante decente donde cenar.

Actualmente, a ella le encanta experimentar con recetas e inventar platos cada vez más sabrosos y más sanos. También contribuyó con dos docenas de recetas a mi libro La receta del Gran Médico para tener salud y bienestar extraordinarios.

Nicki: Preferimos cenar en casa, porque nos gustan las comidas frescas y con sazón casero. Claro que también disfrutamos de una cena en un buen restaurante, pero prefiero salir a comer fuera sólo en ocasiones especiales. A Jordan y a mí nos satisface sentarnos a la mesa de nuestro hogar, pues sabemos que esa noche la cena será más sana y sabrosa que cualquiera que podamos encontrar en un restaurante. Una de mis recetas favoritas es una pulpeta hecha con carnes de vacunos criados con pasto, o bisonte, o venado. Adorno este delicioso plato con puré de papas naturales, que preparo con crema batida y mantequilla orgánicas. Mi forma de pensar en cuanto a la cocina ha cambiado: ahora, si voy a pasar el trabajo de preparar un plato desde cero, quiero utilizar los mejores ingredientes posibles. Así la comida no sólo sabe mejor, sino que es mucho mejor. Casi todo lo que comemos es orgánico: la carne, los vegetales, huevos y frutas, los quesos y nueces. Y me encanta todo lo que lleve champiñones.

Jordan: Nuestra filosofía en torno a una alimentación sana se basa en la primera llave para liberar su potencial de salud: «Coma para vivir». Este principio postula escoger algo que sea mejor para su cuerpo a largo plazo, en lugar de un remedio rápido para calmar el apetito. El apóstol Pablo describió la actitud que debemos asumir hacia la comida en 1 Corintios 6.13: «Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios».

Lamentablemente, demasiadas personas «viven para comer». Halagan sus paladares con alimentos fritos en grasa profunda; de alto contenido calórico; abundantes en sodio, azúcar y grasas, y que según ellas, saben bien, o al menos eso creen. Muchos no son conscientes de que sus papilas gustativas han sido manipuladas por los restaurantes de comidas rápidas y conglomerados alimentarios que empanizan el pollo, endulzan las carnes con «salsas secretas» y cubren todo lo demás con tocineta y queso derretido.

Las comidas rápidas son la antítesis del comer para vivir, pero representan una popular alternativa para las mujeres acuciadas por el tiempo (algunas trabajan fuera todo el día), que procuran alimentar a sus hijos después de una larga jornada en la que además han debido llevarlos a la escuela, las lecciones de piano o los partidos de fútbol.

Madres, ustedes conocen bien el guión: son las seis de la tarde y acaban de recoger al último de sus hijos en el campo deportivo. Se sienten cansadas, está oscureciendo, los niños están quejosos y hambrientos, y no hay nada en el refrigerador. Así que toman la vía de la menor resistencia, dirigiéndose a la ventanilla de autos de algún McDonald's, donde les entregan una bolsa de papel con Happy Meals para sus hijos y, para ustedes, una ensalada con tocineta, pollo y aliño ranchero (que contiene crema de leche alta en grasas). (A las solteras, mientras tanto, seguramente les parecerá un derroche de tiempo ponerse a cocinar algo sano y nutritivo para una sola persona.)

Lo que acabo de describir es un lugar común, pues a diario sirven 70 millones de raciones de comidas rápidas en EE.UU. desde colosos como la cadena de los dobles arcos dorados, hasta franquicias que recién comienzan como Chipotle. Los restaurantes de comidas rápidas abundan como las lámparas del alumbrado público y se encuentran en cualquier bulevar o centro comercial de este país.

El problema con este tipo de comidas —y cualquier otro de los que se elaboran para personas apresuradas, como los TV dinners, los pasteles de pavo y los trocitos de pollo empanizado— es que tanto usted como su familia están comiendo alimentos procesados que Dios decididamente no creó, y en una forma que no es sana para su cuerpo. Cada vez que su cena proviene de una cadena fabril asistida por adolescentes con gorras de papel o trabajadoras con redecillas para el cabello, puede estar seguro de que está introduciendo en su cuerpo alimentos que han sido adulterados con azúcares, sales, aditivos cargados de sustancias químicas y preservantes insalubres que permiten producirlos en grandes cantidades y a bajo costo, y que los hacen más seductores para sus ya deformadas papilas gustativas.

Eso tendrá que cambiar. La idea central de la Llave # 3 es comer lo que Dios creó como alimento y en una forma sana para el cuerpo. Estoy convencido de que una dieta basada en alimentos enteros y naturales está en el centro de la diana de este principio de comer para vivir. Y como ha descubierto Nicki, las comidas sanas pueden ser deliciosas, y lo son.

Al comprar las provisiones

Entonces, ¿qué tipos de alimentos deben tener acceso a su alacena y a su refrigerador? Pues bien, para poner algunos ejemplos, tenemos los granos enteros como el trigo y la cebada; semillas y nueces; productos lácteos saludables como el yogur, el queso y la mantequilla; aves y pescados; vegetales y frutas como las bayas, tomate y aguacate; y carnes rojas beneficiosas como las de res, cordero, venado y bisonte. Estos alimentos, que provienen de fuentes muy cercanas a la naturaleza, nutrirán su cuerpo, sostendrán su energía a lo largo del día y le proporcionarán la mejor oportunidad de vivir la vida más sana posible.

Los alimentos enteros y naturales son especialmente importantes para un cuerpo joven, debido a que los huesos, músculos y tendones sólo crecen una vez hasta madurar. Es por eso que propongo alimentos naturales cultivados orgánicamente, o las carnes de animales criados en forma sostenible, porque Dios los creó en una forma que hace bien al cuerpo humano.

Los alimentos orgánicos no sólo son más sabrosos, sino que también contienen más poder nutricional, tanto en términos de peso como de nutrimentos. Durante un período de dos años, la revista The Journal of Applied Nutrition compró en los suburbios del oeste de Chicago, manzanas, peras, patatas, trigo y maíz dulce, tanto orgánicos como cultivados por medios convencionales, y analizó el contenido mineral de estos alimentos. De cada grupo alimentario se tomaban entre cuatro y quince muestras.

Basándose en el mismo peso, los niveles promedio de minerales esenciales eran mucho más altos en los alimentos cultivados orgánicamente: 63% más de calcio; 78% más de cromo; 118% más de magnesio; 178% más de molibdeno; 91% más de fósforo; 125% más de potasio y 60% más de zinc. Y algo más: los alimentos orgánicos promediaban un 29% menos del tóxico mercurio.

«Alimentos orgánicos» significa mucho más que tomates frescos rojos y carnosos arrancados de la enredadera, en comparación con los verdeamarillentos cultivados en microclimas artificiales y cosechados mucho antes de su maduración. Cuando hablo de alimentos orgánicos me refiero a granos, huevos y productos lácteos, así como carnes, estas últimas procedentes de cabezas de ganado que comen hierba fresca en pastizales abiertos, o algún tipo de pienso orgánico no entreverado de antibióticos y hormonas de crecimiento para cebarlas y enviarlas pronto al matadero. Las cosechas orgánicas provienen de campos que no han sido rociados con pesticidas o herbicidas químicos ni fertilizantes sintéticos, mientras que los cultivos convencionales se realizan en suelos fatigados, que han perdido en los últimos siglos gran parte de su poder nutricional, debido a un rampante agotamiento de sus minerales. El valor nutritivo de los alimentos actuales obtenidos por medios convencionales no se compara con lo que comían nuestros antepasados.

En 2002, el Departamento de Agricultura de EE.UU., USDA por sus siglas en inglés, fijó normas a las que deben atenerse productores y manejadores a fin de que sus cosechas puedan ser certificadas por la entidad como orgánicas. Para recibir un sello de «100% Orgánico» el producto debe ser totalmente orgánico, lo cual significa que la fruta o vegetal se cultivó prescindiendo durante tres años consecutivos de usar la mayoría de los pesticidas y fertilizantes sintéticos y derivados del petróleo, antibióticos, ingeniería genética, irradiación o aguas residuales. Las carnes orgánicas deben provenir de animales que consuman 100% de forrajes o piensos orgánicos, sin subproductos de origen animal, y en el caso de las vacas lecheras, todo el rebaño debe haber consumido alimentos orgánicos durante un período de un año.

Cuando en un sello de la USDA dice «Orgánico», quiere decir que el producto lo es en por lo menos un 95%, mientras que «Hecho con ingredientes orgánicos» significa que al menos un 70% de los ingredientes son orgánicos.

Comprar alimentos orgánicos en las tiendas de productos para la salud o de alimentos enteros ofrece el camino más seguro para comer los alimentos que Dios creó. Al final de este capítulo, le diré cuáles son los mejores que puede comprar y comer; pero hablemos primero de cómo optimizar la nutrición, lo cual comienza por tener conciencia de lo que está depositando en su carrito de compras. Para empezar, todo lo que usted come es proteína, grasa o carbohidrato. Examinemos más en detalle estos macronutrientes.

(Continues...)



Excerpted from LA RECETA DEL GRAN MEDICO para LA SALUD DE LA MUJER by JORDAN RUBIN NICKI RUBIN Copyright © 2007 by Grupo Nelson. Excerpted by permission of Grupo Nelson. All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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Table of Contents

Contents

Introducción....................vii
Llave # 1: Coma para vivir....................1
Llave # 2: Complemente su dieta con alimentos integrales, nutrientes vivos y superalimentos....................57
Llave # 3: Practique una higiene avanzada....................89
Llave # 4: Acondicione su cuerpo con ejercicios y terapias corporales....................125
Llave # 5: Reduzca las toxinas en su ambiente....................161
Llave # 6: Evite las emociones mortales....................205
Llave # 7: Viva una vida de oración y con propósito....................237
Para refrescar la práctica de la higiene avanzada....................273
Apéndice: Transformaciones en la vida real....................275
Notas....................287
Acerca de los autores....................295
Reconocimientos....................297
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