Judas Iscariote representó el papel más terrible en la gran pasión cósmica del cristo eterno. Su mensaje es definitivo y solamente entra en acción cuando se siente un hondo arrepentimiento por haber traicionado al maestro de la luz. La muerte de Judas es necesaria aquí y ahora, porque es la muerte del diablo interior que todos cuidamos y defendemos como un gran tesoro. Jesús habló muy claro, cuando dijo: "El que quiera venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame". Seguir a Jesus es seguir la luz de la vida, es ir de las tinieblas hacia la luz, es un cambio radical que culmina con el nacimiento segundo. Nadie puede avanzar si desprecia las enseñanzas del Evangelio de Judas, si no muere místicamente. Tenemos que morir internamente, eliminando nuestros egos o diablos psicológicos; tenemos que nacer con la transmutación o bautismo interno y sacrificarnos por todos los seres humanos de todo el mundo. "De mil que me buscan, uno me encuentra; de mil que me encuentra, uno me sigue; de mil que me siguen, uno es mío". Estás dispuesto?
