Intimidades: Para que estés bien desde adentro

Intimidades: Para que estés bien desde adentro

by Edwin Lemuel Ortiz
Intimidades: Para que estés bien desde adentro

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by Edwin Lemuel Ortiz

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Overview

Intimidades: Para que estés bien desde adentro pone a tu disposición todas las herramientas que utilizo —las convencionales y las nuevas— para dirigir a mis discípulos, y pacientes a encontrar la libertad emocional y espiritual que tanto anhelan y merecen. Creo firmemente que todos disponemos de la capacidad de alcanzar la libertad emocional y espiritual que Dios quiere para nosotros. Nuestra generación, como ninguna otra en la historia de la humanidad, necesita ser sanada en sus intimidades emocionales. Nadie puede ser realmente libre sino toma el tiempo para descifrar y entender sus emociones internas. Primero hay que conocer la verdad, para que entonces esa verdad pueda hacernos libres. Nuestras intimidades alcanzan la sanidad cuando sanamos nuestras emociones. Todas esas «cosas raras» que te ocurrieron en el pasado, cada una de tus circunstancias difíciles, no tienen porqué seguir afectando tus «intimidades» de hoy.


Product Details

ISBN-13: 9781602557031
Publisher: Grupo Nelson
Publication date: 05/14/2012
Pages: 224
Product dimensions: 6.00(w) x 8.90(h) x 0.70(d)
Language: Spanish

About the Author

Dr. Edwin Lemuel Ortiz es un apasionado comunicador, líder espiritual y maestro de la Biblia, dedicado a enseñarle a la gente a avanzar, superar la pobreza, la religiosidad, la ignorancia y la desigualdad. Su meta es reformar la consciencia de la comunidad latina en los Estados Unidos mediante la responsabilidad y el compromiso hacia Dios, la familia, la comunidad y una vida de principios morales y éticos.

Read an Excerpt

INTIMIDADES

PARA QUE ESTÉS BIEN DESDE ADENTRO
By EDWIN LEMUEL ORTIZ

Thomas Nelson

Copyright © 2012 Grupo Nelson
All right reserved.

ISBN: 978-1-60255-703-1


Chapter One

HABLEMOS DE LAS «ANACONDAS EMOCIONALES»

Por lo general, todos conocemos la historia sobre el comienzo de la humanidad. Casi todos estamos más o menos familiarizados con el relato de la primera pareja del paraíso: Adán y Eva. Considero el capítulo tres de Génesis como el más triste, trágico y traumático de toda la Biblia. Trama que tiene cuatro protagonistas: Adán, Eva, Dios y una serpiente. De Adán, de Eva y de Dios hablaremos más adelante; en este capítulo, quiero hablar de la serpiente.

Cuando era niño y me hablaban, en mis clases bíblicas infantiles, acerca de ese personaje, siempre lo visualizaba como una simple y casi inofensiva serpientita que hablaba. Algo así como los dibujos animados de Dora, Disney y Nickelodeon. Pero hoy día, cada vez que leo o estudio las consecuencias de las acciones de aquella legendaria serpiente de Génesis 3, no puedo evitar las imágenes que evoco sobre las «serpientes» de la vida.

Dentro del mundo animal, hay serpientes inofensivas, pequeñas, medianas ... y las gigantescas anacondas de las selvas amazónicas en Venezuela y Brasil. Y son precisamente estas últimas, las anacondas, las que me van a ayudar a ilustrar lo que quiero compartir contigo en este capítulo.

La anaconda habita en los pantanos y ríos tropicales de Sudamérica. Es la especie de serpiente más pesada que existe pues puede llegar a pesar hasta 550 libras (250 kg). Los ojos y las fosas nasales de las anacondas se encuentran en la parte superior de la cabeza, lo que les permite respirar y observar la presa, mientras que el resto del cuerpo está sumergido en el agua. Matan a su presa rodeándola muy lentamente, luego presionan, hasta que la ahogan.

Otras veces usan sus dientes para inmovilizar a la víctima y hundirla en el agua. Se comen a la presa entera y, como su mandíbula posee una flexibilidad asombrosa, pueden tragarse animales mucho más grandes que el tamaño de su boca. Entre otras muchas características, la anaconda es nocturna y muy silenciosa.

Cualquier parecido con las «anacondas emocionales» de la vida, no es pura coincidencia. Aparecen, por lo general, cuando estamos sumergidos en los pantanos de la vida: la rutina, la separación, el divorcio, la viudez, las infidelidades, el desempleo, la enfermedad, la muerte, la soledad, la pobreza, las prisiones reales e imaginarias. No cabe duda que podemos seguir añadiendo «pantanos» a esta lista.

Las «anacondas emocionales» son tan pesadas que cuando caen sobre nosotros nos aplastan, nos tumban, nos dejan tendidos en el suelo. Casi siempre son personas o circunstancias que nos han estado observando sumergidas desde sus propios pantanos, esperando el momento de mayor vulnerabilidad para envolvernos lentamente y tragarnos. Esas «anacondas emocionales», al igual que las que se arrastran por el Amazonas, son capaces de tragarnos enteros, sin masticar, en la oscuridad de nuestras vidas, y de una forma muy sutil y silenciosa.

Hay ciertos estados emocionales que nos hacen presa fácil para las «anacondas» de la vida:

• Faltadeamorpropio

• Miedosofaltadefe

• Autocompasión

• Ignorancia

• Depresión

• Adicciónaseraceptados

• Faltadesanidadinterior

• Culpa

• Condenación

• Faltadedominiopropio

Y créeme, todos, en algún momento, hemos sido presa de estas «anacondas emocionales». Todos. A veces se trata de gente real; otras veces son situaciones. Y otras, ideas y pensamientos generados desde nuestra propia mente. A todos nos ha pasado o nos pasará. Todos hemos vivido breves momentos o largas temporadas de nuestra vida en el pantano de la desesperación. Y justo ahí yacen las anacondas.

UNA HISTORIA SIEMPRE AYUDA

Hace algún tiempo, conocí a un hombre cuya historia me causó un gran impacto. Sus tormentas emocionales, sus victorias, sus fracasos, sus triunfos y aun sus tragedias me llevaron a identificarme con él. Desde muy jovencito fue un exitoso empresario cosechando grandes logros y muchas satisfacciones en su vida. Tuvo gran influencia en la política y en el gobierno de su país. Me cautivó cuando me enteré cómo venció, él solo, a un batallón enemigo mientras servía en el ejército de su patria.

Algunos años después, se casó con la hija del gobernante de su país. Sin embargo, ya estando casado, se enamoró de una mujer también casada. Esa otra mujer quedó embarazada de él. Los descubrieron y se armó un tremendo escándalo nacional. Todo el mundo supo cómo el gran héroe militar había terminado en un enredo pasional. Como consecuencia de ese triángulo amoroso, el esposo inocente de la señora casada, terminó muerto. Más tarde, el hijo producto del adulterio, enfermó y murió.

Pasaron unos veinte años y la tragedia volvió a tocar a la puerta de la vida de ese hombre, ya cercano a los cincuenta años. Descubrió que uno de sus hijos había violado a su hermana virgen. Y, en venganza, un tercer hijo mató al hermano violador. Como consecuencia de su propia conducta, Don David —que así se llamaba mi amigo—, llevó a su familia a una secuela de tragedias emocionales, morales y éticas, una tras otra.

Y es que la calidad emocional de cada persona es mucho más importante de lo que estamos dispuestos a admitir. La calidad, o la mediocridad, de nuestras decisiones en la vida tienen el potencial de edificar o destruir nuestro destino y el de nuestras familias. No obstante, todos estos hechos son solo una parte de la historia de Don David, uno de los autores más queridos del libro de los Salmos. La historia a que he hecho referencia aparece mencionada en los capítulos once al trece de 2 Samuel.

Precisamente por esas y otras tragedias emocionales este hombre —mientras era procesado por Dios— escribió grandes verdades sobre la correlación del pecado, las emociones desenfrenadas y sus consecuencias. El Salmo 40.2 dice: «Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos». Pozo de la desesperación, así llamó David a sus tormentas emocionales.

Allí, muchas veces, percibió el aliento de las «anacondas» que lo rodearon, lo apretaron, lo trataron de ahogar, lo hundieron y casi se lo tragaron. Sin embargo, logró zafarse del corpulento abrazo de esas «anacondas». Muchas veces fueron personas; otras, fueron relaciones; aun otras, adicciones, debilidades, pecados y en otras, sencillamente sus propios pensamientos. De todas esas serpientes de la vida David pudo deshacerse con la ayuda de Dios y de su propio esfuerzo.

En mis años de práctica como psicólogo, coach, conferenciante y pastor, he tenido la oportunidad de ayudar a miles de personas que vivían ahogadas en sus «pozos de desesperación», y acechadas por sus «anacondas emocionales». A muchas de ellas, los miedos, las inseguridades, la depresión y las preocupaciones casi les matan. Ha sido un privilegio poder asistir a otros a entender y lidiar con sus emociones. Son muchos los testimonios que he escuchado de personas que hoy son libres porque disfrutan de sanidad emocional. Y no hablo solo de mis pacientes y discípulos.

Yo soy un testimonio vivo de cómo Dios no solo perdona pecados y sana enfermedades del cuerpo, sino que también se especializa en la sanidad de las emociones. Lo hizo con las mías. Sin embargo, no lo hará solo. Dios trató y sanó a David en sus tormentas emocionales según él iba sometiéndolas a Dios y haciendo sus propias tareas. Fue conquistando pequeños logros, poco a poco, uno tras otro que alcanzó la victoria.

El tema de las emociones es el área que más me apasiona en lo que hago. Quizá se debe a que fue en este aspecto de mi vida donde primero experimenté a Dios trabajando conmigo desde mis primeros años de niño. Luego de ser un adolescente rebelde, un joven y hasta un adulto con un temperamento algo volátil, y después de haber vivido mis propias pruebas de fuego en mi vida emocional, Dios hoy me ha regalado de su gracia para poder sanar y ayudar a otros a ser libres de la tiranía de las emociones.

Desde mis años de estudiante en la Facultad de Psicología en la Universidad Interamericana, en San Juan, Puerto Rico, hasta mis estudios doctorales en la Florida Christian University, me he sentido fascinado por la manera en que Dios nos ha provisto en su Palabra con todo lo necesario para que podamos ser libres de nuestros desastres «almáticos»; es decir, los asuntos del alma, emociones, sentimientos, voluntad, pensamientos, hábitos y actitudes.

Cuando le echo un vistazo a mi historia, puedo ver con claridad cómo Dios fue tratando conmigo, cómo sanó mi rebeldía —sin causa, para muchos—, mis complejos, mis inseguridades y mis miedos a través del manual de psicología más antiguo, y al mismo tiempo el más fresco y vigente que jamás haya existido: la Santa Biblia.

Es posible que, como mucha gente que he conocido en el ambiente de los negocios, en la academia, en los medios de comunicación, y aun en la misma cultura de la religión o en la vida de iglesia, tú seas una de esas personas víctima de sus propias emociones. Tal vez nadie lo sabe. Pero, en secreto, vives otra vida que nadie conoce, una vida codependiente de sensaciones, en la que huyes a gritos de tus miedos o inseguridades magulladas con diferentes pretextos.

A veces son «pequeñas adicciones» a ciertas prácticas, hábitos, relaciones o conductas en las que, de forma muy privada y secreta te has involucrado sin saber cómo liberarte de ellas. Sin embargo, tal vez no sepas cómo ser libre de esas conductas porque las estás tratando como «cosas espirituales», como enfermedades, como «cosas del amor», ignorando que, en esencia, tienen un origen emocional.

En la Biblia encontramos muchos personajes cuyos problemas y desobediencias a Dios no fueron realmente espirituales, sino que tuvieron sus raíces en la falta de sanidad emocional.

Don Adán era un hombre que tenía una relación modelo con Dios. Una amistad como nadie la ha tenido jamás con Él, superada solo por Jesús. Pero de un día a otro, descuidó su corazón, descuidó su diseño, descuidó su asignación en la vida y fue preso del primer ataque de pánico de la historia. Como resultado directo de haberle fallado a Dios, Don Adán descubrió una de las emociones más devastadoras que existen: el miedo. El miedo enfermó toda su estructura emocional. Y claro, el miedo no podía llegar solo. Vino acompañado de actitudes negativas como la desconfianza, el engaño, el reproche y la justificación. Llegó también la culpa y el dolor. De inmediato, como resultado del total desenfoque del hombre en Dios, se presentaron el homicidio, las contiendas, los dolores, el destierro, el exilio y la maldición. El relato detallado lo encuentras en Génesis 3.

Desde entonces, el miedo ha secuestrado la conciencia emocional de la raza humana. El «ser» emocional, el «yo» emocional de la raza humana quedó afectado.

LAS EMOCIONES TIENEN VOZ Y VOTO

Tal vez te parezca curioso, pero las emociones tienen voz y, créeme, a veces hasta gritan. Tal vez no te has percatado, pero el cien por ciento de lo que hablamos es el «audio», la voz, el sonido de nuestras emociones. Sean buenas o malas; para bien o para mal.

Las emociones hablan y dicen toda clase de cosas. A veces opinan, a veces sugieren y, en la mayoría de la gente, son las que mandan. Y el hecho de que tengan el voto final puede resultar bastante peligroso si esas emociones no están sanas y sugieren u ordenan que actúes de manera inapropiada. Por eso, toda persona que realmente quiera «estar bien» necesita primero tratar, sanar, entrenar y reprogramar toda su plataforma emocional en compatibilidad con el diseño original de Dios.

Las emociones le hablaron a Adán. ¿Qué te están diciendo las tuyas en estos días? ¿Que dejes a tu pareja porque ya se le notan los años? ¿Que dejes a tu cónyuge porque ya no trae dinero suficiente a la casa o porque no luce como el compañero o la compañera de la oficina?

Don Adán, cuando despertó recién creado, jamás pensó que le mentiría al Dios que lo acababa de crear. La idea no estaba en su mente. Él nunca planificó escondérsele a Dios. Y, seamos sinceros, nadie en su sano juicio creería que puede esconderse de Dios. Ya sea detrás de los arbustos o detrás de la puerta de la habitación de un motel o en la oscuridad de la noche. El salmista David, aclara este punto de forma brillante:

¡Jamás podría yo alejarme de tu espíritu, o pretender huir de ti! Si yo quisiera que fuera ya de noche para esconderme en la oscuridad, ¡de nada serviría! ¡Para ti no hay diferencia entre la oscuridad y la luz! ¡Para ti, hasta la noche brilla como la luz del sol! (Salmo 139.7, 11–12, TLA)

ADÁN: VÍCTIMA DE UNA «ANACONDA EMOCIONAL»

Como consecuencia de aquel ataque emocional, Adán intenta esconderse de, engañar a y argumentar con, Dios. El ser al que ha quedado unido, su muñeca, su princesa, el amor de su vida, ha estado escuchando a una voz nueva, extraña que contamina un área de su ser que, hasta ese momento solo la voz de su esposo ha llenado: el área emocional.

«Esa nueva persona» impresiona a su esposa. Por primera vez, Don Adán se siente inseguro, quizás intimidado, porque alguien esté influenciando a su mujer. Ella, por su parte, está deslumbrada por las cosas lindas que este nuevo galán le está diciendo. Presiona entonces, a su hombre. Adán, para no parecer cobarde, trata de lucir bien ante su hembra. Dirigido por sus emociones, quizás piensa: «Voy a acceder a hacer algo diferente, no vaya ser que esta "nueva persona" que le está hablando al oído a mi princesa, tenga razón y yo luzca feo en este triángulo de voces».

Eva, por su parte, reacciona por primera vez con una estructura emocional contaminada. Contamina su mente, sus pensamientos, sus palabras y le da voz a una idea importada de una fuente extraña. Y contamina emocionalmente a su esposo. Este es el génesis del sistema emocional «almático»: inestable, traidor y mentiroso. Las emociones de la raza humana quedaron dañadas. La mente se corrompió, el pensamiento sabio e inteligente, heredado de Dios, desapareció. El corazón limpio se convirtió en cosa del pasado. El espíritu recto se pervirtió (Salmo 51.10, RVR60).

Ahora tenemos a un Adán, que gobernaba su vida desde el espíritu, siendo manipulado y secuestrado por un mar de tormentas emocionales. Unas veces quiere agradar a Dios, otras no; a veces piensa que puede engañar a Dios y que no se dará cuenta; otras veces cree que se puede esconder de Dios y aun otras es consciente de que eso es imposible.

CORRUPCIÓN DE LA CONCIENCIA

La llamada «caída del hombre» es más una trágica corrupción de la conciencia que un desplome. La corrupción del sistema emocional que Dios le dio a la raza humana es doblemente trágico porque los cristianos no nos hemos dado cuenta de que la causa de las tragedias humanas no es que Eva le haya dado de comer a Adán la legendaria manzanita. Esa no es la causa sino que es el efecto. Quizás lo menos importante. De lo que se trata es de la corrupción de la conciencia. La corrupción de nuestra memoria emocional.

Eva actúa con una memoria prestada. Piensa y maquina con un «disco duro» usado, ajeno. Si no fuera así, ¿cómo es que monta todo aquel discurso de seducción ante su esposo acerca de lo que debían o no hacer? ¿De dónde aprendió esos argumentos? Utilizó una memoria prestada. Ella no sabía desobedecer, no sabía manipular; no sabía contradecir a su esposo. ¿Cómo, entonces, salió ese día con esos argumentos? Lo hizo porque echó mano de una memoria prestada, usada y contaminada por un ángel (Lucifer), que ya había hecho lo mismo en el cielo, tal como lo relata Isaías 14.12–17.

UN «HACKER» CONTAMINÓ LA «MEMORIA» DE LA CONCIENCIA

Lo realmente devastador fue que toda la estructura emocional del ser creado se alteró. Satanás actuó como uno de los modernos «hackers», que piratean la seguridad de los sistemas de las computadoras corrompiéndolos o contaminándolos. Satanás alteró todo el sistema operativo creado por Dios a través del cual interactuábamos con Él y lo convirtió en un sistema abierto; expuesto a toda emoción e idea contraria al orden divino.

Por eso hoy pensamos que se puede tener un cónyuge y uno o dos amantes. Que se puede «reciclar» al esposo o a la esposa cada cuatro años, lo que nos ubica en la categoría de «personas modernas»; que podemos enamorarnos de personas del mismo sexo como otra manera creativa de expresar amor; que amamos hasta que el dinero nos separe. Ese sistema emocional pirateado permite a los padres divorciarse de los hijos sin remordimiento. Por llevar en nosotros tal sistema emocional, tenemos adicciones a sustancias, a personas y a conductas erradas pero que nos parecen completamente normales.

(Continues...)



Excerpted from INTIMIDADES by EDWIN LEMUEL ORTIZ Copyright © 2012 by Grupo Nelson. Excerpted by permission of Thomas Nelson. All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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Table of Contents

Contents

Dedicatoria....................v
¡Mil gracias!....................vii
Introducción....................1
1 Hablemos de las «anacondas emocionales»....................4
2 Hablemos de tus emociones de mujer....................17
3 Hablemos de la sexualidad femenina....................34
4 Hablemos de la sexualidad masculina....................51
5 Hablemos de la masturbación....................63
6 Hablemos de algunas adicciones....................83
7 Hablemos de la infidelidad....................95
8 Hablemos de la pornografía....................113
9 Hablemos del abuso sexual 1....................23
10 Hablemos de la homosexualidad....................134
11 Hablemos de la bisexualidad....................156
12 Hablemos del divorcio y las familias reconstituidas....................173
Una charla final (en este formato)....................197
Notas....................207
Acerca del autor....................211
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