Exposición del Libro de Job

Exposición del Libro de Job

by Fray Luis de León
Exposición del Libro de Job

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Overview

Empezó en la cárcel la Exposición del libro de Job (1583), con rasgos biográficos. Suma de las tradiciones bíblica y agustiniana y del neoplatonismo renacentista, esta obra muestra un notorio dominio de la lengua (que a juicio de fray Luis no era "dura ni pobre, sino de cera para los que la saben tratar").

Product Details

ISBN-13: 9788498979862
Publisher: Linkgua
Publication date: 09/01/2012
Series: Religión , #22
Sold by: Bookwire
Format: eBook
Pages: 536
File size: 716 KB
Language: Spanish

About the Author

Fray Luis de León (Belmonte, 1527-Madrigal de las Altas Torres, 1591). España. Aunque nació en Belmonte (Cuenca), Luis de León se trasladó pronto a Madrid y, después, a Valladolid, debido a los traslados de su padre, noble que ejercía de abogado y consejero real. En estas ciudades inició su formación, y a los catorce años ingresó en el convento de San Agustín, en Salamanca, tomando votos de dicha orden en 1544. La vida de fray Luis de León transcurrió a partir de entonces en esta ciudad, donde se doctoró en teología, se graduó como catedrático (1560) y participó plenamente en la vida universitaria, así como en la defensa del castellano como lengua académica (hasta entonces la tradición casi prohibía el empleo de otras lenguas que no fueran las clásicas). Consiguió pronto ganar varias oposiciones académicas, y su vehemencia a la hora de expresar sus ideas le debió valer más de un enfrentamiento con algunas personalidades intelectuales eclesiásticas, incluso dentro de su propia orden. Una de estas disputas tuvo que ver con su defensa del texto hebreo de la Biblia, cuestión que, en los dogmáticos tiempos de contrarreforma que corrían, era casi una violación del concilio de Trento, el cual ordenaba atenerse en todo a la traducción en latín de las Sagradas Escrituras elaborada por san Jerónimo (la Vulgata). El interés de fray Luis de León en la versión hebrea de la Biblia se cifraba en cambio en su gran valor como texto de mayor antigüedad y, por lo tanto, más fiel al original; pero esta filiación hebraica y su talante innovador en lo teológico le acarrearon dificultades y acusaciones cercanas a la herejía. También encontró problemas debido a su traducción comentada al castellano del Cantar de los cantares, que no llegó a publicarse pero que circuló en ámbitos universitarios. Como consecuencia del acoso y derribo ejercido por sus enemigos, fray Luis de León sufrió cautiverio entre marzo de 1572 y diciembre de 1576. Privado de libertad, así como de libros, fray Luis de León escribió su Exposición del Libro de Job, con finales de capítulo versificados a modo de resumen. Quizá éste era un anuncio de su definitiva decantación por la poesía, la cual vino acompañada, tras su absolución, por la recuperación triunfal de la cátedra. De este episodio han quedado dos inmortales recuerdos: el primero es su décima "Aquí la envidia y mentira / me tuvieron encerrado..." y la segunda la famosa frase "Decíamos ayer...", que se le atribuye como apertura de sus clases tras cinco años de haber estado apartado y prisionero de la Inquisición. Tras su rehabilitación, fray Luis de León ganó nuevas cátedras, la última de las cuales fue la de Biblia, en 1579, y también tuvo nuevas denuncias inquisitoriales en su contra, que no prosperaron. En el momento de su muerte, acaecida el 14 de agosto de 1591, se encontraba redactando una biografía de santa Teresa de Ávila, cuya obra había revisado para su publicación. Sus restos fueron enterrados en la Universidad de Salamanca, a la que dedicó prácticamente toda su vida.

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Exposición del Libro de Job


By Fray Luis de León

Red Ediciones

Copyright © 2015 Red Ediciones S.L.
All rights reserved.
ISBN: 978-84-9897-986-2


CHAPTER 1

1. Un varón fue en la tierra de Hus, su nombre Job, y fue este varón sencillo y derecho, y temeroso de Dios y esquivador de lo malo.

2. Y naciéronle siete hijos y tres hijas.

3. Y fue su posesión siete mil ovejas, y tres mil camellos, y quinientos pares de bueyes, y quinientas asnas, y familia mucha mucho; y fue este varón grande sobre todos los hijos de Oriente.

4. Y iban sus hijos y hacían banquete en casa de cada uno su día; y enviaban y llamaban las tres hermanas suyas a comer y a beber con ellos.

5. Y era así; cuando daban su vuelta los días del banquete, enviaba Job y santificábalos, y madrugaba de mañana y alzaba ofrendas al número de todos. Porque decía Job: Si por caso pecaron mis hijos, y bendijeron a Dios en su corazón. Así hacía Job continamente.

6. Y fue un día y vinieron los hijos de Dios, y vino también Satanás entre ellos.

7. Y dijo Dios a Satanás: ¿De dónde vendrás? Y respondió Satanás a Dios, y díjole: De cercar por la tierra y de pasearme en ella.

8. Y dijo Dios a Satanás: ¿Por ventura pusiste tu corazón sobre mi siervo Job, que no como él en la tierra, varón sencillo, y recto y temeroso de Dios y esquivador de lo malo?

9. Y respondió Satanás a Dios, y dijo: ¿Por ventura de balde teme Job a Dios?

10. ¿Por ventura tú no pusiste sobre él, y sobre su casa y sobre todo lo que le pertenece a la redonda; hechuras de sus manos bendejiste, y su posesión creció en la tierra?

11. Mas empero plégate enviar tu mano, y loca en todo lo que te pertenece, sino en la cara te bendijere.

12. Y dijo Dios a Satanás: Ves; todo lo que le pertenece en tu mano; solamente no pongas tu mano en él. Y salió Satanás de delante de Dios.

13. Y fue un día; y sus hijos y sus hijas comían y bebían en uno en casa de su hermano el mayor.

14. Y un mensajero vino a, Job, y dijo: Las vacas araban y las asnas pacían junto a ellas.

15. Y sobrevino el sabeo, y tomólos; y a los mozos pasaron a cuchillo, y escapé tan solamente yo para que os lo notificase.

16. Aún éste hablaba, y viene otro y dice: Fuego de Dios cayó del cielo, y quemó las Ovejas y los mozos, y consumiólos; y escapé tan solamente yo solo para darte noticia de ello.

17. Aún éste hablaba, y vino otro y dijo: Los caldeos, hechos tres partes, acometieron a los camellos, y lleváronselos; y a los mozos pasaron a cuchillo, y escapé tan solamente yo solo para darte noticia de ello.

18. Aún éste hablaba, y vino otro y dijo: Tus hijos y tus hijas comían y bebían en casa de su hermano el mayor;

19. Y veis, un viento grande vino de la otra parte del desierto, y hirió en los cuatro cantones de la casa, y cayó sobre los mancebos y murieron; y escapé solamente yo para darte noticia de ello.

20. Y levantóse Job, y rompió su ropa y tresquiló su cabeza, y derrocóse en tierra y adoró.

21. Y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allí. Dios lo dio, Dios lo tomó. ¡Sea el nombre del Señor bendito!

22. En todo esto no pecó Job, ni se enloqueció contra Dios.


Exposición

1. Un varón fue en la tierra de Hus; su nombre Job. Algunos dijeron que ni hubo Job ni pasó en hecho de verdad esta historia, sino que es parábola ordenada por Dios y escrita por sus profetas para dechado de paciencia perfecta. Mas esto es falso y condenado y, en cierta manera, injurioso a la verdad de la divina Escritura; demás de que otros lugares y libros de ella hacen mención de la persona de Job, como el Libro de Tobías y Ezequiel y Santiago en su Epístola. Así que hubo un hombre sancto y grande amigo de Dios, llamado Job, y esto es cosa sin duda. Mas como esto es cierto, así es dudoso quién fue y de qué gentes o linaje. Lo más recibido es que fue gentil y descendiente de Esaú, y nieto de Abrahán, hombre principal y como cabeza y príncipe de su pueblo. Y es argumento de ello ser, como aquí se dice, de Hus, que es parte de Idumea, tierra habitada y gobernada por Esaú.

Pues salió Job, entre los que adoraban ídolos, adorador de Dios verdadero, y virtuoso entre los viciosos y como rosa entre espinas, gran siervo de Dios entre los enemigos de Dios. Porque Dios, para el negocio de la virtud, no excepta personas ni tiempo ni lugar ni linaje. Y al fin, Job, aunque nacido en tierra de Hus, si era descendiente de Abrahán, como decíamos, respondió a su cepa; y la fe del quinto o sexto agüelo tornó a dar su fructo en el nieto, y por eso dice: Y fue este varón sencillo y derecho, y temeroso de Dios, y esquivador de lo malo. Lo primero, le llama varón porque, como el hombre en la lengua original de este libro tenga tres diversos nombres, el de este lugar, que nosotros trasladamos varón es nombre que importa valor y que no se da a cualesquier hombres, sino a los que lo son de veras; digo, a aquellos en quien la razón manda y el sentido obedece, que es propriamente ser hombres. Y, allende de esto, luego en el principio le nombra varón, y le añade las demás virtudes y fuerzas de ánimo que tenía; porque, como bien dice Sant Gregorio, había de contar su lucha luego; y porque dice los hechos de un gran luchador, declara el vigor que para luchar tiene. Que consiste, lo primero, en que es varón, esto es, no muelle ni afeminado para la virtud, ni que se vence fácilmente; lo segundo, en que es simple, y no quiere decir en el saber, que eso no merece loor, sino en la sencillez de sus costumbres y en el pecho no doblado ni falso. Lo cual aún se entiende más de la palabra primera; porque Tham importa, no simple como quiera, sino simple y perfecto; y no es perfecto el ignorante y que no sabe, ni menos lo puede ser el que, teniendo dos caras, está dañado en el ánimo y sano en lo que muestra de fuera, y como se dice en el Psalmo: El que habla paz con su prójimo y en el corazón guarda mal. El que ablanda sus palabras, y las enmollece más que aceite, y él es una saeta enherbolada. Porque si tiene el alma dañada y sana la apariencia, ni en todo es malo ni en todo es bueno; y así el ser doblado y el ser imperfecto siempre andan juntos; y al revés, lo sencillo y lo perfecto son uno.

Así que Job era sencillo, que es decir, dentro y fuera uno mismo, y cual en el ánimo tal en el rostro; y, por consiguiente, era acabado y perfecto, porque era bueno por todas partes y en todo. Y a esto se sigue bien lo tercero que añade, y era recto, que es decir, de ánimo y de costumbres no torcidas, porque no hay cosa más natural a la sencillez que el no torcerse; que el torcer, como se ve, es una cierta manera de doblar, y es enderezar a una parte y volverse después a otra. Y como la sencillez dice unidad, así, ni más ni menos, la rectitud, porque ser recto es seguir siempre una regla y camino; y por el contrario, así lo doblado como lo torcido dicen variedad y muchedumbre, porque el torcerse es caminar a cosas diversas, y no guardar siempre un mismo tenor. Mas dice, y temeroso de Dios; lo que ha dicho de entereza, sencillez y rectitud pertenece a los buenos naturales de Job, y a la loable compostura suya con que nació y a sus inclinaciones templadas; mas esto pertenece ya a lo añadido y sobrepuesto por la virtud de la gracia; la cual, sin duda, aunque es poderosa de por sí, y aunque tiene fuerza para reducir a cualquier sujeto, por desbaratado que sea; mas cuando acontece caer en lo bien inclinado y a la razón rendido, de suyo, como semilla en campo grueso y dispuesto, hace maravillosos efectos. Y ciertamente en todo lo muy señalado en sanctidad y virtud casi de ordinario se juntó con lo gracioso lo natural; la buena disposición con que se nace, y la abundancia de la gracia del cielo; las inclinaciones virtuosas nuestras, y los dones abundantes que Dios nos influye. Por donde en el Libro de los Cantares dice Dios con gran razón del alma escogida que, si es muro, sobreedificará almenas o saeteras de plata; como diciendo que sobre los naturales, buenos y fuertes de suyo, lo que el Espíritu Santo añade, hace obra riquísima. Y así, de la misma alma, y en el mismo Libro se dice que es Luna y que es Sol. Y hase de entender que es Sol, porque es Luna; esto es, porque si tiene naturales bien dispuestos, y como hechos para recibir la claridad de la luz, como la recibe la Luna, se logrará mejor el bien que Dios por su liberalidad en ella pusiere. Que la gracia en el sujeto dispuesto se acendra y da fructo de ciento, como Cristo nos dice. Pues así Job, que era de su natural recto y sencillo, es agora por don de la gracia temeroso de Dios; que es decir, muy sancto y muy adelantado en toda virtud. Porque temer a Dios en esta Escritura, no es una virtud sola, o, como la palabra suena, solo el don del temor, sino es un cumplimiento perfecto de todo lo que Dios manda, nacido de ánimo que le desea servir, y de hecho le sirve con recato solícito y con diligente cuidado. Como en el Psalmo que dice: Bienaventurado el varón que teme al Señor, que en sus mandamientos pone mucha afición; porque esto segundo es como declaración de lo primero; como en esta manera: Bienaventurado el que teme a Dios, quiere decir, el que obra con afición lo que manda, que es lo que llamó temor. Y aun en este lugar lo que luego se sigue, que es: y esquivador de lo malo, conviene que así se entienda y que Job era esquivador de lo malo es declarar lo que había dicho, de que era temeroso de Dios, esto es, adornado de toda religión y virtud; que esquivar el mal no es una sola parte de la justicia, sino toda la justicia entera; que si se dice de la justicia, que consiste en dos cosas: apartarse de lo malo y poner en obra lo bueno, este ser esquivador de lo malo lo abraza todo y lo comprende. Porque así como es malo hacer lo que se veda, así también lo es no hacer lo que se manda. Por donde el que todo lo malo esquiva, ni hace lo que la ley prohíbe, ni deja de hacer lo que ordena; y así esquivar la maldad y temer a Dios y cumplir enteramente su Ley, significan lo mismo. Mas prosigue y dice:

2. Y naciéronle siete hijos y tres hijas. El tener hijos los hombres que les sucedan, aunque no es de las cosas que da Dios a los buenos solos, u de las que les da siempre, sino de las que por orden secreto de su providencia da a buenos y malos, a veces para su buena dicha y a veces para su desventura; mas ello en sí es cosa buena, como fin a que se ordena el matrimonio; y es consuelo de la vida, y socorro en la necesidad y amparo de la vejez y camino para la perpetuidad, y bendición y largueza de Dios. Y al bueno a quien los da siempre se los da para buena dicha suya y para testimonio de su bondad, que vive y resplandece y se adelanta después de la muerte en los hijos. Y así dice la Escritura en una parte: Que el hombre en los hijos que deja después de sí se conoce. Y en otra: Bienaventurado el varón que teme al Señor, el que emplea su afición en sus mandamientos. Su casta será poderosa en la tierra; la sucesión de los buenos será bendita. Pero al revés; los de los malos son de ordinario cuales sus padres dellos, y no tales que con los sucesos de sus desbaratadas costumbres y desventurados fines, la empeoren y entiznen, y finalmente, acaben y sepulten con perpetua ignominia. Y si da Dios hijos y sucesión a los pecadores, muchas veces es no solo para atormentarlos en la vida con sus reveses de ellos, sino también para castigarlos en ellos después de la muerte; y para que, así como los padres extendieron su maldad cuanto su vida, así la pena de ella se extienda cuanto durare su memoria en sus hijos. Así que, aunque no siempre la sucesión es premio de la virtud, pero siempre o casi siempre que Dios la da a los que son virtuosos, es para su honra y contento y regalo; y de esta manera es la de Job. Que porque había dicho de su bondad y de cuán acabado era en toda virtud, dice luego de lo que es no premio de ella, sino como añadidura de premio. Y dice que tuvo siete hijos y tres hijas; que para hijos no son pocos siete, y para hijas son hartas tres, y todos diez hacen número perfecto, como dando a entender que su buena dicha de Job en los hijos no era tanto en tener mucho, como en ser ellos perfectos y buenos. Y desciende luego a contar sus riquezas, y dice:

3. Y fue su posesión siete mil ovejas y tres mil camellos, y quinientos pares de bueyes y quinientas asnas, y familia mucha mucho; y fue este varón grande sobre todos los de Oriente. En que se dicen dos cosas: una de riqueza, y otra de buena y grande reputación con los hombres. De manera que era Job de hijos abastado, y en hacienda rico, y en opinión muy estimado. Y con ser así, era, como se dijo, sencillo y derecho, y temeroso de Dios y esquivador de lo malo, que en tanta felicidad temporal casi nunca acontece. Y así, luego que dijo de su virtud el Espíritu Santo, añadió esto a ella para mayor alabanza suya, y para mayor demostración de su punto subido y perfecto; pues que ni el amor de los hijos, que suelen tener por velo los hombres para encubrir o para hermosear su miseria, le hizo seguir la avaricia, ni el cuidado de la granjería le sumió el corazón en la tierra, ni su grande estima y reputación le desvaneció o sacó de sus quicios.

De manera que no solamente fue siervo de Dios entre los que adoraban ídolos; mas guardó su Ley pura y sencillamente entre todo lo que suele apartar de ella a los hombres. Y demás de esto, cuenta agora sus riquezas, porque ha de contar sus calamidades después, para que de lo primero se entienda la graveza de lo segundo; y para que se entienda cuán bueno era, pues, siendo tan rico, llevó con ánimo tan igual el venir a ser pobre; y no a ser pobre solamente, sino a serlo por extremo y a venir a ello no estando apercibido, ni habiéndose hecho poco a poco a ser pobre, sino en un momento y sin pensar, y hallándose en un instante desnudo de todo.

Siete mil ovejas dije que tenía, con lo demás que está dicho; que como él era puro y inocente, así su riqueza era también natural y sin pecado, toda ella del campo y de la cultura dél, y no de tratos logreros ni de mercancías revueltas, ni de pechos ni de imposiciones. Dice:

4. Y iban sus hijos y hacían banquetes en casa de cada uno su día: y enviaban y llamaban las tres hermanas suyas a comer y beber con ellos. No es reprehendido el convite moderado, ni el festejarse entre sí los amigos templadamente, ni menos por lo que de esto dice la Escritura aquí es alabado de Dios, como si fuese alguna señalada virtud, sino cuéntase, si no por ello, por lo que de ello se entiende, que es decir, que, si Dios había dado hijos a Job, le había dado, como dijimos, hijos que merecían ser suyos; quiero decir, hijos que eran hermanos entre sí y que vivían sin competencia, en concordia. Que como en él los hijos eran merced de Dios, así se los había dado Dios tales que le fuesen bien y merced. Porque los hijos mal hermanados tormento son de sus padres; y como la unidad de corazón en los hermanos deleita a quien los engendra, como el Psalmo lo dice, así sus diferencias y disensiones los turban y amargan. En lo cual es cosa que espanta, que con parecer natural los que nacen de un tronco ser también de un querer, no sé por qué manera casi siempre acontece que ningunos se conciertan menos que ellos, y señaladamente acontece en los que tienen padres nobles y ricos. Esto es sin duda que no es enemistad, sino rabia la que se enciende entre los hermanos, cuantas veces se enciende. Por donde, para decir Dios la buena suerte de Job, no solo dice que tenía copia de hijos, sino de hijos conformes y que así se amaban que, con ser muchos, eran en la voluntad como uno. Y no solamente lo dice para declararnos su dicha, sino también para darnos a conocer la buena manera como los había criado y enseñado Job desde niños. Que a la verdad, los males de los hijos las más veces nacen como de raíz de sus padres; y el descuido de ellos, y muchas veces su mal ejemplo, es el que más los daña y corrompe, porque es ejemplo doméstico, y que le tienen delante siempre, y ejemplo de autoridad y que atrae a sí, no solamente por lo pegajoso y atractivo que todo lo malo tiene, sino también por la particular fuerza que cobra de serles tan cercano y vecino; y no solo porque es dulce el vicio, sino también porque le es natural al hijo seguir a su padre, y porque es vicio de herencia. Así que tienen malos hijos los que son malos padres; y Job los tenía buenos, porque él era buen padre; y sabémoslo, porque eran conformes, que era como obra nacida de las manos y cuidado de Job. Y también por lo que luego se dice, que es:


(Continues...)

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