El salmo fugitivo: Antología de poesía religiosa latinoamericana

El salmo fugitivo: Antología de poesía religiosa latinoamericana

by Zondervan
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Overview

En esta antología de poesía, Leopoldo Cervantes-Ortiz, ha sabido reunir e integrar una gran diversidad de poetas con enfoque y estilo lírico completamente diferenciados


Product Details

ISBN-13: 9788482675497
Publisher: CLIE
Publication date: 01/31/2010
Edition description: Spanish-language Edition
Pages: 624
Product dimensions: 5.50(w) x 8.25(h) x 1.00(d)
Language: Spanish
Age Range: 18 Years

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El Salmo fugitivo

Antología de poesía religiosa latinoamericana

ZONDERVAN

Copyright © 2009 Leopoldo Cervantes-Ortiz
All right reserved.

ISBN: 978-84-8267-549-7


Chapter One

La luz y la llama: apuntes sobre la poesía de tema religioso en América Latina

A la memoria de don Aristómeno Porras (Luis D. Salem), ejemplo de sencillez humana y sensibilidad literaria

y mi padre, judío polvoriento, carga de nuevo las arcas de la ley cuando sale de Cuba JOSÉ KOZER, "Diáspora"

1. Poesía moderna y religión

La poesía moderna se ha desentendido de lo sagrado de varias maneras. Ya sea por medio de un ataque soterrado a la religión, a las iglesias instituidas y a todo aquello que suene a sagrado, o por la más absoluta indiferencia. La Iglesia, como imagen institucional y vehículo de lo sagrado, encarnaba la incomprensión que las búsquedas artísticas encontraban en los medios ligados a lo religioso. La necesaria emancipación del arte, fruto de los impulsos de la ideología burguesa triunfante en Occidente, logró, en el caso de la poesía, una mayor independencia que le permitió indagar, a su modo, en las profundidades del ser. El grito nietzscheano sobre "la muerte de Dios", anticipado por Jean Paul, evocaba el regreso programático de las divinidades paganas, aunque con otro rostro, muydiferente al del Dios cristiano, cuya larga agonía, literal y simbólica, había ayudado a incubar, también, la agonía del ser humano.

Escribir poesía de tono religioso, para los autores modernos, resultaba impensable, a menos que se hiciera con ironía y con una profunda conciencia de lo sucedido en el ámbito estético. Las imágenes y motivos religiosos son usados, escépticamente, para objetivar la negación de lo religioso. Uno de los temores subyacentes a actitudes como ésta consiste en suponer que la literatura nuevamente volverá a ser vocero de la Iglesia y sus corifeos. Los poetas modernos experimentaron el proceso de secularización como una liberación de los lastres religiosos, no solamente para la vida cotidiana, sino, sobre todo, para la práctica del oficio poético. Al usar el lenguaje religioso como un recurso satírico, enriquecen y complementan su lenguaje con un mecanismo que funcionaba de una manera restringida en la religión pero que entró al circuito polisémico de la poesía, al salir de las limitaciones dogmáticas. Por otro lado, la poesía ha suplantado, desde el romanticismo, la visión sagrada del mundo, pero sin las estrecheces del dogmatismo. En este sentido, la modernidad es una continuación de los impulsos surgidos desde el siglo XVIII que se consolidaron en el siglo XIX.

Según explica Jorge Aguilar Mora, durante el romanticismo, los poetas hispanoamericanos experimentaron la posibilidad ya no del silencio de Dios, sino de su definitiva ausencia, algo que no afectaba solamente su tarea estética:

Ante la sospecha de que el Dios cristiano sólo fuera una hipótesis, de que la historia ya no estuviera siguiendo los senderos de la providencia, de que los principios morales del catolicismo fueran relativos y sólo relativos ... estos poetas vivieron un doble fracaso: la ficción que les daba terror se volvía más ficticia con su propio miedo y la vida verdadera a la que aspiraban terminaba en otra ficción, en la posición desesperada de renunciar a la vida ... en vida, llamándola un sueño, doble tragedia de la ficción: la vida como enfermedad y como herida.

Además de sentir que sus creencias se derrumbaban, los poetas románticos tuvieron que transformar su expresión literaria para responder a las fuertes dudas que los aquejaban. Los modernistas, receptores de una estética que ya no cargó con este dilema, se expresaron de forma distinta. Según Aguilar Mora, el problema no era tanto estético, sino moral, puesto que para un poeta-puente como Martí,"sólo había una moral: la moral trágica del hombre, y la fuente de sus valores no era el maniqueísmo cristiano, sino el poder del hombre para abarcarlo todo, para demostrar su capacidad visceral, natural, de abarcar el mundo para ser aceptado por ese mismo mundo". En otras palabras, la dualidad vital introducida por el dominio cristiano de las conciencias en Hispanoamérica iba a ser sustituida, en la poesía, por una visión más uniforme de la vida y del mundo. Había que vivir en un mundo unívoco, donde ya no era necesaria la hipótesis de Dios. Podía desaparecer, así, la doble ficción que enfrentaron los románticos.

El tema teológico-filosófico de la muerte de Dios no fue trabajado en la poesía latinoamericana de vanguardia de la misma forma que en Europa. Por las características propias del continente, que no deja de manifestarse en los movimientos literarios, el tratamiento del tema adquirió un tono peculiar. Ejemplo de ello es la poesía de César Vallejo, que ya desde Los heraldos negros se monta sobre algunos episodios de la historia sagrada y, mediante un lenguaje semiblasfemo, transforma los resabios de la expresión modernista en algo muy diferente, a caballo entre dicha corriente y como sin decidirse a ser plenamente vanguardista. Rafael Gutiérrez Girardot ha demostrado cómo Vallejo no fue el poeta sin suficiente conciencia crítica que algunos han querido ver. Lo cual importa mucho porque el lenguaje de Vallejo, tan lleno de alusiones religiosas, es una especie de puente entre el modernismo galopante latinoamericano y la irrupción de las vanguardias, pero situado en ese plano conscientemente. La crucifixión de Jesús, uno de sus motivos poéticos en Los heraldos negros, entronca con el romanticismo en su intento por recrear la historia con una mirada infantil y asumir el privilegio (en una especie de blasfema Imitación de Cristo) "de ser Cristo o el mal ladrón, de repartir calvarios y cruces, coronas de espinas y penas, de designar en cada caso a quién toca el papel de María como madre o como amada, de la Magdalena como amada o como hermana, del padre que ausculta, como José, la huida a Egipto y de las otras máscaras en el sombrío Viernesanto, mezclado de Jueves Santo pero sin esperanza de Pascua de Resurrección". Así, Los heraldos negros

no es la expresión de una religiosidad criolla o chola, pero tampoco una manera de rescatar para un trivial dolorismo cualquiera solemnidad de Dios y del Viacrucis de Jesús, el intento de rescatar a Dios de las cadenas con las que lo han atado los filósofos para hacer de él un Dios que también sufre, que se sienta a la mesa con la familia o en el café con los amigos y que comparte con los hombres las penas cotidianas. Vallejo no fue un pobre teólogo existencial de Santiago de Chuco, y si en su poesía hay algo de teología, ésa es, más bien, la que discutió con hondura y con pasión humana Manuel González Prada [...] La repetición del Gólgota en Los heraldos negros, ese fúnebre juego de inocencia infantil, está más allá de cualquier preocupación de teología doméstica.

Gutiérrez Girardot es tajante en este punto, porque, además, aleja a Vallejo de las interpretaciones que, sin dejar de tener razón acerca de las claras influencias vanguardistas de Vallejo (por ejemplo, Mallarmé en "Los dados eternos"), no comprenden bien de qué profundidades brotaron sus expresiones ligadas a lo religioso, y las relacionan muy directa, y casi gratuitamente, con filósofos como Nietzsche. Por ello, afirma:

Como en los poetas y filósofos que lo antecedieron, en Vallejo la experiencia de este acontecimiento, la 'muerte de Dios', no constituye un postulado de ateísmo. Vallejo, de quien Thomas Merton ha dicho con certeza que "es un gran poeta escatológico, con un sentido profundo del fin y, además, de los nuevos comienzos (acerca de los que no se expresa)" y quien rechazaba todo lo conceptual, no pretende demostrar la verdad o la falsedad de una fórmula o la existencia o inexistencia de Dios. Sus cuadros de la Crucifixión carecen de teología, porque son la negación de toda teología con sus órdenes lógicos [...] Él no las concibe [las escenas de la crucifixión] como una refutación o como un postulado, sino como la desnuda expresión de una experiencia, esto es, la del hecho histórico de la "muerte de Dios" que lloran los "vagos arciprestes" y que acontece "ya lejos para siempre de Belén".

El tema de Dios,aunque se desfigura bastante en sus últimos libros, no deja de ser una constante, incluso desde el título de uno de ellos: España, aparta de mí este cáliz. Pero será en Trilce donde llegará a alturas impensables para cualquier otro esfuerzo vanguardista de la época, sobre todo si se toma en cuenta que en Vallejo ninguna de sus expresiones acerca del tema proceden de una pose esnobista o esteticista, algo que sí se puede afirmar acerca de otras propuestas. "Espergesia", el famoso último poema de Los heraldos ... anuncia lo que vendrá en Trilce, que con sus imágenes descoyuntadas representa la "infinita noche sin Dios". Allí, Vallejo experimentará la libertad lingüística total, de tono vanguardista, pero relacionada también con la libertad de quien vive en el "mundo al revés", de alguien desamparado que sigue viviendo tras la muerte de Dios. El dislocamiento del lenguaje manifiesta la disonancia y la desfiguración del mundo sumido en la noche infinita de la muerte de Dios.

Por lo anterior, la respuesta a la pregunta sobre una poesía religiosa en el siglo XX no puede ser más que ambigua, pues en términos estrictos esta poesía dejó de existir, dado que el desarrollo cultural y literario hizo que tuviera un carácter muy distinto al de siglos anteriores. La temática religiosa sigue presente y muy viva, pero con la interrogación producida por la duda y el desgaste de las instituciones. La poesía religiosa militante ha tenido que enfrentar, no siempre con humildad, el hecho de que autores/as abiertamente ateos sean quienes mejor plantean el problema de lo sagrado y sus manifestaciones. Gabriel Zaid ha sido muy sensible a esta situación y ha escrito acerca de lo que denomina "nostalgia del integrismo", con una mirada crítica sobre las autoridades religiosas. Zaid sigue muy de cerca la huella de Eliot, quien no se engañó acerca de la posibilidad del retorno triunfalista de una cultura religiosa. Por ello, quizá, cuando un antologador con alguna filiación confesional acomete la tarea de reunir poemas de tema religioso, se ve abrumado por la producción mayoritaria de autores, por lo menos, agnósticos. Lejos están los tiempos en que la situación era al revés. Al predominio de esta cultura católica le siguió, pues, un panorama donde los artistas o escritores se convirtieron en los heterodoxos visibles, en guardianes de la espiritualidad deformada por la religión oficial, pues como advirtió Sartre, "sacado del catolicismo, lo sagrado se posó en las bellas letras y apareció el hombre de pluma, sustituto del cristiano" y la religión se convirtió en un "boceto".

En este terreno,las mutaciones que experimentó América Latina a lo largo del siglo XX, manifestada sobre todo por la creciente descatolización, responden también a las características peculiares que han tenido la modernidad y su influjo. Tal vez el progresivo debilitamiento de la religión mayoritaria comenzó a hacerse palpable, antes de imponerse la pluralidad religiosa actual, mediante la expresión literaria de las primeras décadas del siglo, en las que se forjó un conjunto valiosísimo de autores que ignoraron por completo las restricciones clericales. De ese modo, muchos poetas fueron más allá del manejo simbólico de los modernistas, quienes se adueñaron de las figuras religiosas para darles otro sentido y proyección. Así, la heterodoxia explotó libremente en la literatura como después lo haría en la vida social, pues los sentimientos religiosos, siempre vitales, han encontrado, incluso en la posmodernidad, la manera de manifestarse, como se aprecia en el poema "Auto (remake del Coro V de The Rock de T.S. Eliot)", del peruano Mario Montalbetti, que concentra el desencanto, la ironía y los aires de blasfemia en un formato de plegaria que se niega a renegar de la tradición.

2. Antecedentes y contextos

Al intentar un panorama de la poesía latinoamericana en busca del elemento religioso, son varias las expectativas, sorpresas y contradicciones que se encuentran en el camino. Primero, porque se da por sentado que lo religioso o lo sagrado está presente en dicha poesía sin lugar a dudas. Y es que, como resultado de la evolución histórica, cultural e ideológica del continente se supondría que el sustrato religioso es uniforme y se vive con la misma intensidad. Sólo que esta idea es obligada a matizarse apenas se observa con cierto detenimiento el trato de los y las poetas latinoamericanos con lo sagrado, la fe o la religión. Segundo, porque la influencia formal e ideológica de las vanguardias en épocas tan tempranas como el modernismo, hizo que esta poesía asumiera un cierto aire de cinismo y nostalgia alcanzando un grado profundo de desencanto, como siempre, en relación con las instituciones religiosas, aunque con una nostalgia del trato con lo sagrado.

Anteriormente proliferaban antologías de poesía religiosa española que ocasionalmente incluían autores hispanoamericanos. Una de las más representativas, aunque no dedicada sólo a este continente, es la de Emilio del Río (1964). Dios en la poesía actual, de Ernestina de Champourcin (1976) documenta algunos de estos esfuerzos y califica a algunos de incompletos. Ella misma, al integrar poetas hispanoamericanos, abre con Rubén Darío y Amado Nervo (al lado de los "modernistas" españoles) y culmina con Ernesto Cardenal. No obstante, el panorama que presenta es amplio y su combinación de poetas españoles e hispanoamericanos fue aleccionadora. Las antologías continentales han sido un tanto escasas, y las nacionales no tanto, aunque su énfasis es más bien confesional o ideológico.

Hombre y Dios. II. Cien años de poesía hispanoamericana, de Pilar Maicas García-Asenjo y María Enriqueta Soriano P.-Villamil (1996), incluye más autores. Forma parte de un proyecto en tres volúmenes que abarca la poesía española y europea. Su criterio temático, así como la perspectiva un tanto eclesiástica, impiden apreciar las aportaciones específicas de los poetas incluidos, aun cuando manifiesta interés por los poemas más representativos del continente. Cronológicamente, va de José Martí a Raúl Zurita. Sea por información limitada o falta de atrevimiento, las generaciones recientes aparecen poco representadas. Entre las antologías regionales sobresale Las armas de la luz. Antología de la poesía contemporánea de América Central, de Alfonso Chase (1985), minuciosa compilación que rescata obras ubicadas en un espectro ideológico bien determinado, pero que documenta muy bien el tema religioso en una época convulsa de la historia centroamericana. Otra recopilación interesante es la de poesía judía latinoamericana llevada a cabo por Santiago Kovadloff.

La variedad de la presente selección intenta reflejar la multiforme preocupación por lo sagrado que ha estado presente en los poetas latinoamericanos. Ante la modernidad, algunos de ellos opusieron su oficio como una reacción personal a los dilemas planteados (Darío, López Velarde), otros se subieron al novedoso tren y ensayaron búsquedas heterodoxas sin olvidar sus orígenes (Tablada, Vallejo). Otros más, ya plenamente modernos, aplicaron las lecciones del nuevo modo de hacer para interrogar a su tradición críticamente (Borges, Lezama Lima, Paz) y abrieron la senda para los poetas posteriores.

Esta antología rastrea la isotopía religiosa en el corpus poético latinoamericano del siglo XX, de ahí que debe inscribirse, necesariamente, en el espectro o como un derivado de las antologías de la poesía latinoamericana en general, pues revisa, de otra manera, la producción poética del continente. El tratamiento de lo religioso es el eje que estructura la selección, pues a partir de los "fundadores", es posible articular una nómina que abarque poemas de autores poco favorecidos por las antologías aunque de calidad innegable.

Así, junto a los autores "canónicos" (Darío, López Velarde, Tablada, Mistral, Vallejo, De Andrade, Huidobro, Pellicer, Borges, entre los más antiguos) y de quienes consolidaron la poesía posterior (Gorostiza, Villaurrutia, Neruda, Guillén, Lezama Lima, Molina, Paz, Parra, entre otros), se ubican Fernando Paz Castillo, Pablo de Rokha y Evaristo Ribera Chevremont, dentro del primer bloque, y Francisco Luis Bernárdez, Dulce María Loynaz, Germán Pardo García, Jorge Carrera Andrade, Clara Silva, Sara de Ibáñez, Óscar Cerruto, Vinicius de Moraes y Francisco Matos Paoli, en el segundo. Silva le advierte a Dios que su misticismo es diferente al de la antigüedad, pues está anclado en la cotidianidad, y que exige su atención: "No soy como tus santas,/ tus esposas,/ Teresa, Clara, Catalina,/ que el Ángel sostiene en vilo/ sobre la oscuridad de la tierra, mientras tu aliento/ tempranamente las madura [...] Soy como soy/ yo misma,/ la de siempre,/ con esta muerte diaria/ y la experiencia triste/ que guardo en los cajones/ como cartas;/ con mi pelo, mi lengua, mis raíces,/ y el escándalo que hago con tu nombre/ para oírme;/ y tu amor que revivo en mí cada mañana,/ masticando tu cuerpo/ como un perro su hueso".

(Continues...)



Excerpted from El Salmo fugitivo Copyright © 2009 by Leopoldo Cervantes-Ortiz. Excerpted by permission.
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Table of Contents

Contents

Palabras Preliminares....................9
Prólogo....................11
La luz y la llama: apuntes sobre la poesía de tema religioso en América Latina....................21
Rubén Darío....................39
Amado Nervo....................45
José Juan Tablada....................48
Alfredo R. Placencia....................51
Vicente Mendoza....................54
León Felipe....................58
Azarías H. Pallais....................65
Ramón López Velarde....................68
Gabriela Mistral....................74
Laura Jorquera....................79
César Vallejo....................82
Mário de Andrade....................86
Vicente Huidobro....................89
Fernando Paz Castillo....................97
Salomón de la Selva....................107
Pablo de Rokha....................109
Jorge de Lima....................115
Juana de Ibarbourou....................119
Evaristo Ribera Chevremont....................122
Carlos Pellicer....................125
Luis Palés Matos....................133
Gonzalo Báez-Camargo....................137
Jorge Luis Borges....................142
Juan Burghi....................148
Ángel Martínez Baigorri....................150
Romelia Alarcón Folgar....................158
Francisco Luis Bernárdez....................161
José Gorostiza....................165
Murilo Mendes....................169
Sante Uberto Barbieri....................173
Dulce María Loynaz....................177
Germán PardoGarcía....................181
Rogelio Sinán....................184
Eugenio Florit....................189
Jorge Carrera Andrade....................195
Luis Cardoza y Aragón....................199
Nicolás Guillén....................201
Pablo Neruda....................205
Clara Silva....................209
José Coronel Urtecho....................213
Francisco E. Estrello....................215
Emilio Ballagas....................221
Sara de Ibáñez....................224
Sergio Manejías....................228
Ángel M. Mergal....................231
Enrique Molina....................234
Concha Urquiza....................237
José Lezama Lima....................247
Óscar Cerruto....................253
Pablo Antonio Cuadra....................258
Braulio Arenas....................261
Vinicius de Moraes....................264
Manuel Ponce....................268
Alaíde Foppa....................273
Octavio Paz....................277
Nicanor Parra....................282
Ángel Gaztelu....................285
Francisco Matos Paoli....................291
Guadalupe Amor....................297
Gonzalo Rojas....................300
Luis D. Salem (Aristómeno Porras)....................302
César Fernández Moreno....................306
Alberto Girri....................308
Mario Benedetti....................313
Eliseo Diego....................317
Olga Orozco....................321
Cintio Vitier....................326
Fina García Marruz....................331
Federico Pagura....................334
Jorge Eduardo Eielson....................336
Ida Gramcko....................339
Lêdo Ivo....................346
Ramón Xirau....................351
Mortimer Arias....................357
Rosario Castellanos....................360
Roberto Juarroz....................365
Miguel Arteche....................370
Ernesto Cardenal....................376
Jaime Sabines....................381
Miguel Yacenko....................388
Pedro Casaldáliga....................390
Enriqueta Ochoa....................395
Enrique Lihn....................401
Julia Esquivel....................404
Juan Gelman....................410
Raúl Macín....................415
María Elena Walsh....................418
Marco Antonio Montes de Oca....................423
Rubem Alves....................427
Héctor Viel Temperley....................432
Gabriel Zaid....................436
Fernando Cazón Vera....................439
Roque Dalton....................442
Osvaldo Pol....................445
Adélia Prado....................449
José Miguel Ibáñez Langlois....................454
Horacio Peña....................461
Alejandra Pizarnik....................474
Hernán Montealegre....................478
Jorge Debravo....................481
Julio Iraheta Santos....................485
José Emilio Pacheco....................489
Gastón Soublette....................494
José Kozer....................497
Roberto Obregón....................500
Hugo Zorrilla....................503
Belkis Cuza Malé....................513
Hugo Mujica....................516
Santiago Kovadloff....................522
Jorge Arbeleche....................524
David Escobar Galindo....................527
Roque Vallejos....................531
César Abreu-Volmar....................536
Alfonso Chase....................539
Alejandro Querejeta Barceló....................544
Raúl Zurita....................552
Roberto Zwetsch....................556
Mario Montalbetti....................561
Carlos Bonilla Avendaño....................564
Edmundo Retana....................568
Javier Sicilia....................572
Milton Zárate....................580
Patricia Gutiérrez-Otero....................587
Ana Istarú....................591
Francisco Magaña....................593
George Reyes....................596
Ángel Darío Carrero....................606
Luis Gerardo Mármol Bosch....................612
Bibliografía....................615
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