El rescate del Highlander
Lachlan es el cuarto de los hijos de Craig McEntrie. Es metódico, estoico y el mejor domador de caballos de las Highlands. Lleva una vida apacible, tiene una familia poco usual y un corazón hecho pedazos, gracias a quien fue su prometida dos años atrás y a la indiscutible colaboración de su hermano Kenneth. -¿Por qué haces esto, Lachlan? ¿Por qué sigues viniendo a buscarme? El otro no respondió y mantuvo la mirada fija en el camino. -Deberías dejar que me molieran a palos o que me cayera del caballo cuando estoy borracho, aunque me rompiese el cuello. Tú no deberías preocuparte por mí. -Deja de hablar, me das dolor de cabeza». Enid Greenwood tiene un problema: se enamora y se desenamora más rápido de lo que galopa. Su debilidad son los caballos y los hombres prohibidos o poco aconsejables, y de ambas cosas va a encontrar en abundancia en el castillo de los McEntrie y sus alrededores. «-Ya te he dicho que aún no está listo para que lo monten. -Lo sé, pero ya lo has visto, le caigo bien. -¿Le caes bien? -frunció el ceño con expresión divertida-. ¿Te lo ha dicho él? -No, no me lo ha dicho él -respondió molesta-, pero es evidente que le gusto. -Ah, ¿sí? ¿En qué lo has notado? ¿En que no ha huido como una exhalación agotado por tu incansable charla?». Una joven enamoradiza y un highlander con el corazón destrozado. ¿Qué puede salir mal?
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El rescate del Highlander
Lachlan es el cuarto de los hijos de Craig McEntrie. Es metódico, estoico y el mejor domador de caballos de las Highlands. Lleva una vida apacible, tiene una familia poco usual y un corazón hecho pedazos, gracias a quien fue su prometida dos años atrás y a la indiscutible colaboración de su hermano Kenneth. -¿Por qué haces esto, Lachlan? ¿Por qué sigues viniendo a buscarme? El otro no respondió y mantuvo la mirada fija en el camino. -Deberías dejar que me molieran a palos o que me cayera del caballo cuando estoy borracho, aunque me rompiese el cuello. Tú no deberías preocuparte por mí. -Deja de hablar, me das dolor de cabeza». Enid Greenwood tiene un problema: se enamora y se desenamora más rápido de lo que galopa. Su debilidad son los caballos y los hombres prohibidos o poco aconsejables, y de ambas cosas va a encontrar en abundancia en el castillo de los McEntrie y sus alrededores. «-Ya te he dicho que aún no está listo para que lo monten. -Lo sé, pero ya lo has visto, le caigo bien. -¿Le caes bien? -frunció el ceño con expresión divertida-. ¿Te lo ha dicho él? -No, no me lo ha dicho él -respondió molesta-, pero es evidente que le gusto. -Ah, ¿sí? ¿En qué lo has notado? ¿En que no ha huido como una exhalación agotado por tu incansable charla?». Una joven enamoradiza y un highlander con el corazón destrozado. ¿Qué puede salir mal?
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