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El Problema del Dolor
By C. Lewis HarperCollins Publishers, Inc.
Copyright © 2006 C. Lewis
All right reserved. ISBN: 0061140031
Capitulo Uno
Introduccion
Es sorprendente la temeridad con que algunas personas hablan de Dios. En un tratado dirigido a los infieles, comienzan con un capitulo dedicado a demostrar la existencia de Dios a partir de las obras de la naturaleza. Este modo de proceder sirve exclusivamente para apuntalar la opinion de los lectores de que las pruebas de nuestra religion son muy fragiles. No deja de ser extraordinario que ningun escritor canonico se haya servido jamas de la naturaleza para demostrar la existencia de Dios.
Pascal, Pensees, IV, 242, 243.
Si alguien me hubiera preguntado hace algunos anos, cuando yo aun era ateo, que por que no creia en Dios, la respuesta espontanea de mis labios hubiera sido mas o menos la siguiente:
«Si miramos el universo en que vivimos, comprobaremos, que buena parte de el, la mayor con diferencia, es un espacio vacio completamente oscuro y terriblemente frio. Aun cuando por el vagan pequenos cuerpos, son tan escasos e insignificantes, comparados con la inmensidad cosmica, que, aunque supieramos que se hallan rebosantes de criaturas completamente felices, seguiria siendo dificil creer que la vida y la felicidad son algo mas que un subproducto del poder hacedor del universo.
»A juicio de los cientificos, es muy probable que solo un reducidisimo numero de soles de los muchos desparramados por el ancho espacio -- quiza ninguno salvo el nuestro -- tenga planetas. Ademas, es dudoso que haya vida fuera de la Tierra en algun otro planeta de nuestro sistema solar. La misma Tierra ha existido durante millones de anos sin albergar vida alguna, y seguira existiendo tal vez durante muchos millones mas despues de que la vida haya desaparecido.
»Fijemonos, por lo demas, en como es la vida mientras existe. El unico modo de sobrevivir conocido por las diferentes formas de vida consiste en atacar a las demas. En las formas mas elementales todo ello no acarrea sino muerte. En las superiores aparece una cualidad nueva llamada conciencia, que las capacita para sentir el dolor. Las criaturas causan dolor al nacer, viven infligiendose dolor y mueren, la mayoria de las veces, en medio de profundo dolor.
»En el hombre, la mas compleja de las criaturas, surge una nueva cualidad denominada razon, un atributo que le permite prever su propio dolor. Desde ese momento, el dolor futuro ira precedido por un agudo sufrimiento del alma. La razon capacita al hombre para imaginar su propia muerte aun en los momentos en que le embarga un ardiente deseo de seguir viviendo. Finalmente, le permite urdir cientos de ingeniosas invenciones para infligir a sus semejantes o a las criaturas irracionales un dolor mayor que el que de otro modo hubiera podido causar. Los seres humanos han explotado el poder de la razon. La historia de la humanidad es en gran parte una secuencia de crimenes, guerras, enfermedades y dolor.
»En medio de tanto desastre aparecen ocasionalmente atisbos de felicidad, que sirven apenas para despertar en el hombre el angustioso temor de perderla cuando se goza de ella, y el hiriente sufrimiento de recordarla una vez desaparecida. En ciertos momentos los hombres mejoran parcialmente sus condiciones de vida. Entonces aparece una situacion nueva llamada civilizacion.
»Todas las civilizaciones se extinguen, pero mientras existen causan un sufrimiento especial, muy superior seguramente al alivio que hayan podido producir al comun dolor humano. Nadie duda de que nuestra propia civilizacion tambien ha acarreado dolor, y es muy probable que desaparezca como han desaparecido las anteriores. Y si en este caso no ocurriera lo mismo?, que pasaria? Nada de ello alteraria el hecho de que el genero humano esta destinado a desaparecer. Las diferentes razas surgidas en el universo, da igual donde, estan destinadas a extinguirse. Segun se dice, el cosmos declina. Llegara un momento, pues, en que sea una inmensidad uniforme de materia homogenea a baja temperatura. Entonces terminara la historia, y la vida no habra sido, a la postre, sino una efimera mueca sin sentido en el necio rostro de la materia infinita.»
»Si me piden que crea que todo esto es obra de un espiritu omnipotente y misericordioso, me vere obligado a responder que todos los testimonios apuntan en direccion contraria. Asi pues, o bien no hay espiritu alguno fuera del universo, o bien es indiferente al bien y al mal, o es un espiritu perverso.»
No podia yo imaginar, sin embargo, que me fuera a plantear alguna vez una pregunta muy especial. Jamas habia reparado en que la solidez y facilidad del argumento invocado por los pesimistas planteaban un problema: Como es posible que un universo tan malo, incluso si solo fuera la mitad de lo que parece, haya sido atribuido constantemente por los seres humanos a la actividad de un sabio y bondadoso creador? Tal vez los hombres sean necios, pero es dificil que su estupidez llegue hasta ese extremo. Inferir directamente lo blanco de lo negro, la raiz virtuosa de la mala flor o la existencia de un artesano infinitamente sabio de una obra disparatada es un modo de razonar que hace tambalear la fe. El espectaculo cosmico que se ofrece a la experiencia no puede haber sido jamas el fundamento de la religion. Lo oportuno sera decir, mas bien, que el sentimiento de religacion con lo divino, cuyo origen es otro muy distinto, se mantiene a pesar de todo ello.
Seria erroneo responder que nuestros antepasados eran ignorantes, seres cuya ingenuidad les hacia albergar ilusiones agradables sobre la naturaleza, desvanecidas despues por el progreso de la ciencia. En aquellos lejanos siglos en que todos los hombres creian, eran conocidos ya el vacio y la extension sobrecogedores de! universo. Ciertos libros hablan de la creencia de! hombre medieval en que la Tierra era plana y las estrellas estaban muy proximas a ella. Pero no es cierto. Por entonces se conocia ya la doctrina de Tolomeo, segun la cual la Tierra es un punto matematico de dimensiones insignificantes comparadas con la distancia que la separa de las estrellas fijas, estimada por un popular texto medieval en unos ciento ochenta millones de kilometros. . . .
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