El profeta Isaías 750 años antes que ocurriera nos narra proféticamente mirando al futuro, el padecimiento en la Cruz del Calvario y ministerio del Hijo de Dios: Jesucristo. Baste leer los Cuatro Evangelios Cristianos para quedarnos anonadados; ya que el profeta nos narra en esta cita el episodio de la vida de Jesús como si lo estuviera presenciando y viendo con sus propios ojos, o como si él mismo lo estuviera padeciendo en lugar del Señor.
Cristo fue engrandecido para la eternidad (Heb 5:9-10) con su padecimiento en la Cruz, a la cual llegó una vez sido desfigurado a puñetazos y latigazos, golpeado con odio y menosprecio que aún su eco hoy respira (Mt 6:67); y todo para expiar los pecados de la humanidad y llegar con su mensaje hasta los confines del planeta (Mt 24:14).
Su precursor Juan Bautista igualmente no cesó en anunciar la venida del esperado; y hoy sus pasos comienzan a estremecer los tronos de la Tierra.
Jesucristo aseguró que de entre los nacidos de mujer no había uno más grande que Juan el Bautista; sin embargo, era el más pequeño en comparación con aquellos que ya son parte del reino de Dios en las Alturas; es decir, les hablaba a los religiosos de su época; que al igual que muchos hoy, se pensaban y catalogaban ellos mismos como mejor que sus feligreses: especiales, dignos de especial atención de parte de Dios. Jesús los ridiculiza y pone como ejemplo a Juan, un hombre digno y lleno de valentía que empleó toda su corta vida en estudiar la Palabra de Dios y prepararse para el día en que su ministerio anunciaría la venida del Mesías de Dios.
CONTENIDO:
-Introducción.
-El Mesías crucificado.
-El Precursor y el Salvador.
-Mi escogido no se cansará ni desmayará.
-El Mesías que un día se levantó de la muerte y la caída del diablo.
-Acerca del autor.