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El Caballo y el Muchacho
By C. Lewis HarperCollins Publishers, Inc.
Copyright © 2005 C. Lewis
All right reserved. ISBN: 0060884258
Capitulo Uno
Shasta emprende un viaje
Este es el relato de una aventura que sucedio en Narnia y Calormen, y en los territorios situados entre ambos paises, en la epoca dorada, cuando Peter era Sumo Monarca de Narnia y su hermano y sus dos hermanas eran rey y reinas bajo su gobierno.
En aquellos tiempos, en una pequena ensenada situada casi en el extremo sur de Calormen, vivia un pobre pescador llamado Arsheesh, y con el vivia un muchacho que lo llamaba padre. El nombre del muchacho era Shasta. Casi todos los dias Arsheesh salia en su bote a pescar por la mana-na, y por la tarde enganchaba su asno a un carro, cargaba el carro de pescado y recorria casi dos kilometros en direccion sur hasta el pueblo para venderlo. Si habia conseguido que se lo compraran a buen precio, regresaba a casa mas o menos de buen humor y no le decia nada a Shasta, pero si no habia obtenido las ganancias esperadas, se dedicaba a censurar todo lo que el muchacho hacia y a veces incluso le pegaba. Siempre habia algo que criticar ya que Shasta tenia trabajo en abundancia: reparar y lavar las redes, preparar la cena y limpiar la cabana en la que ambos vivian.
Shasta no sentia el menor interes por lo que estaba situado al sur de su hogar porque en una o dos ocasiones habia estado en el pueblo con Arsheesh y sabia que alli no habia nada interesante. En el pueblo solo encontraba a otros hombres que eran iguales a su padre: hombres con largas tunicas sucias, zapatos de madera con las puntas vueltas hacia arriba, turbantes en las cabezas y el rostro barbudo, que hablaban entre si muy despacio sobre cosas que parecian aburridas. Sin embargo, si le atraia en gran medida todo lo que se encontraba al norte, porque nadie iba jamas en aquella direccion y a el tampoco le permitian hacerlo. Cuando estaba sentado en el exterior remen-dando redes, y totalmente solo, a menudo dirigia ansiosas miradas en aquella direccion. No se veia nada, a excepcion de una ladera cubierta de hierba que se alzaba hasta una loma baja y, mas alla, el cielo y tal vez unas cuantas aves en el.
En ocasiones, si Arsheesh estaba alli, Shasta decia:
-- Padre mio, que hay al otro lado de la colina?
Y entonces, si estaba de malhumor, el pescador abofeteaba al muchacho y le decia que fuera a ocuparse de su trabajo. O, si se hallaba de un humor apacible, respondia:
-- Hijo mio, no permitas que tu mente se distraiga con preguntas ociosas. Pues uno de los poetas ha dicho: «La dedicacion al trabajo es la base de la prosperidad, pero aquellos que hacen preguntas que no les conciernen estan dirigiendo la nave del desatino hacia la roca de la indigencia».
Shasta pensaba que al otro lado de la colina debia de existir algun magnifico secreto que su padre deseaba ocultarle. En realidad, no obstante, el pescador hablaba de aquel modo porque no sabia que habia al norte; ni le importaba. Poseia una mentalidad muy practica.
Un dia llego del sur un extranjero que no se parecia a ningun hombre que Shasta hubiera visto antes. Montaba un recio caballo tordo de ondulantes crines y cola, y sus estribos y brida estaban adornados con incrustaciones de plata. La pua de un yelmo sobresalia de la parte central de su turbante de seda y llevaba una cota de malla. De su costado pendia una curva cimitarra; un escudo redondo tachonado con adornos de cobre colgaba a su espalda, y su mano derecha sujetaba una lanza. Su rostro era oscuro, pero eso no sorprendio a Shasta porque el de todos los habitantes de Calormen lo era; lo que si lo sorprendio fue la barba del desconocido, que estaba tenida de color carmesi, y era rizada y relucia banada en aceite perfumado. No obstante, Arsheesh si sabia, por el oro que el extranjero lucia en el brazo desnudo, que se trataba de un tarkaan o gran senor y se inclino arrodillandose ante el hasta que su barba toco la tierra, e hizo senas a Shasta para que se arrodillara tambien.
El desconocido exigio hospitalidad para aquella noche, cosa que, desde luego, el pescador no se atrevio a negar. Todo lo mejor que tenian fue colocado ante el tarkaan para que cenara, aunque a este no le parecio gran cosa, y como sucedia siempre que el pescador tenia compania, a Shasta le dieron un pedazo de pan y lo echaron de la cabana. En ocasiones como aquella el nino acostumbraba a dormir con el asno en su pequeno establo de tejado de paja; pero era aun muy temprano para irse a dormir, y Shasta, al que jamas habian ensenado que estaba mal escuchar detras de las puertas, se sento en el suelo con la oreja pegada a una rendija de la pared de madera de la cabana para escuchar lo que hablaban los adultos. Y esto fue lo que oyo:
-- Y ahora, anfitrion mio-- dijo el tarkaan -- , me gustaria comprar a ese chico tuyo.
-- Pero mi senor-- respondio el pescador; y Shasta adivino por su tono zalamero la expresion codiciosa que probablemente estaria apareciendo en su rostro mientras lo decia -- , que precio podria inducir a este siervo vuestro a vender como esclavo a su unico hijo y carne de su carne? Acaso no ha dicho uno de los poetas: «El afecto innato es mas fuerte que la sopa y la progenie, mas preciosa que los rubies»?
-- Asi es-- respondio el invitado con sequedad -- , pero otro poeta ha dicho tambien: «Aquel que intenta enganar al juicioso desnuda al hacerlo la propia espalda para el latigo». No cargues tu anciana boca con falsedades. Esta bien claro que este muchacho no es hijo tuyo, pues tus mejillas son tan negras como las mias mientras que el muchacho es rubio y blanco como los odiosos pero hermosos barbaros que habitan en el lejano norte.
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