Dios en sandalias: Encuentros transformadores con el Verbo hecho carne
Encuentros transformadores con el Verbo hecho carne
Una de las tendencias arraigadas en el ser humano es la de crear dioses a su imagen y semejanza (Éxodo 32). Impacientes con el obrar de un Dios que actúa con parámetros diferentes a los nuestros, optamos por un dios que piense y actúe como nosotros lo hacemos. Jesús no se libra de esta tendencia a domesticar lo divino. El problema es que un Jesús desprovisto de los atributos que más lo distinguen se vuelve inofensivo. Carece de la capacidad para producir en nosotros la transformación radical que necesitamos. Debemos acercarnos a los evangelios dispuestos a dejar que Jesús sea el Cristo que cambió dramáticamente el curso de la historia. Si así lo hacemos, comenzaremos la apasionante aventura de caminar con el Hijo de Dios; misterioso, impredecible, profundo, reservado, pero irresistiblemente atractivo.

Transforming Encounters with the Word Made Flesh
This book offers a daily opportunity to enjoy Jesus as never before! Each devotional will guide you to a renewed approach to the understanding of the person of Christ that will inevitably transform your life! Discovering that Jesus is entirely different from what we had imagined is an essential step toward transcending a mere religious relationship with him.
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Dios en sandalias: Encuentros transformadores con el Verbo hecho carne
Encuentros transformadores con el Verbo hecho carne
Una de las tendencias arraigadas en el ser humano es la de crear dioses a su imagen y semejanza (Éxodo 32). Impacientes con el obrar de un Dios que actúa con parámetros diferentes a los nuestros, optamos por un dios que piense y actúe como nosotros lo hacemos. Jesús no se libra de esta tendencia a domesticar lo divino. El problema es que un Jesús desprovisto de los atributos que más lo distinguen se vuelve inofensivo. Carece de la capacidad para producir en nosotros la transformación radical que necesitamos. Debemos acercarnos a los evangelios dispuestos a dejar que Jesús sea el Cristo que cambió dramáticamente el curso de la historia. Si así lo hacemos, comenzaremos la apasionante aventura de caminar con el Hijo de Dios; misterioso, impredecible, profundo, reservado, pero irresistiblemente atractivo.

Transforming Encounters with the Word Made Flesh
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Dios en sandalias: Encuentros transformadores con el Verbo hecho carne

Dios en sandalias: Encuentros transformadores con el Verbo hecho carne

by Christopher Shaw
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by Christopher Shaw

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Encuentros transformadores con el Verbo hecho carne
Una de las tendencias arraigadas en el ser humano es la de crear dioses a su imagen y semejanza (Éxodo 32). Impacientes con el obrar de un Dios que actúa con parámetros diferentes a los nuestros, optamos por un dios que piense y actúe como nosotros lo hacemos. Jesús no se libra de esta tendencia a domesticar lo divino. El problema es que un Jesús desprovisto de los atributos que más lo distinguen se vuelve inofensivo. Carece de la capacidad para producir en nosotros la transformación radical que necesitamos. Debemos acercarnos a los evangelios dispuestos a dejar que Jesús sea el Cristo que cambió dramáticamente el curso de la historia. Si así lo hacemos, comenzaremos la apasionante aventura de caminar con el Hijo de Dios; misterioso, impredecible, profundo, reservado, pero irresistiblemente atractivo.

Transforming Encounters with the Word Made Flesh
This book offers a daily opportunity to enjoy Jesus as never before! Each devotional will guide you to a renewed approach to the understanding of the person of Christ that will inevitably transform your life! Discovering that Jesus is entirely different from what we had imagined is an essential step toward transcending a mere religious relationship with him.

Product Details

ISBN-13: 9781414399737
Publisher: Tyndale House Publishers
Publication date: 10/16/2014
Sold by: Barnes & Noble
Format: eBook
Pages: 384
File size: 2 MB
Language: Spanish

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Dios En Sandalias

Encuentros Transformadores Con El Verbo Hecho Carne


By Christopher Shaw

Tyndale House Publishers, Inc.

Copyright © 2014 Tyndale House Publishers, Inc.
All rights reserved.
ISBN: 978-1-4143-9971-3


CHAPTER 1

La oración de Salomón(Al comenzar)¿Qué deseas que haga por ti?


1 Reyes 3.5–15

Si usted no tomó tiempo para leer el prefacio, titulado «¡No lea este libro!», o deliberadamente decidió saltarlo, quisiera animarlo ahora a que vuelva para atrás. En ese segmento del libro encontrará algunas observaciones interesantes sobre la forma en que se armó, incluyendo una lista de sugerencias acerca de la manera en que podrá sacarle el máximo provecho a Dios en sandalias. ¿Por qué no toma un momento para leerlo ahora?

Una vez concluida la lectura del prefacio, lea el texto de este día. ¿Qué cualidades de Dios revela la oferta que le extendió a Salomón en el verso 5? ¿En qué consistía la carga de Salomón? ¿De qué manera afectó a su oración la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros? ¿Cómo respondió el Señor al pedido del rey?


La aparición del Señor a Salomón en Gabaón constituye uno de los momentos preciosos en la historia del pueblo de Dios. La oferta que recibe el rey revela, primeramente, los riesgos que él Señor está dispuesto a asumir en la relación con sus hijos, pues le estaba dando licencia para que escogiera lo que quisiera. Esta libertad es uno de los maravillosos regalos que el Señor le ha hecho al hombre. Asimismo, la respuesta de Salomón, que agradó sobremanera a Dios, nos permite vislumbrar el extraordinario potencial que puede alcanzar una vida que está enteramente centrada en los asuntos del reino. Claramente Salomón podría haber pedido cualquiera de las cosas que el Señor le mencionó posteriormente (larga vida, riquezas, la vida de sus enemigos), pero lo único que pesaba sobre su corazón era agradar a Dios cumpliendo responsablemente la tarea que él le había confiado. Cuando una persona está enteramente absorta en los asuntos de su Señor, todo lo que ofrece el mundo se torna menos que nada.

Quisiera invitarle ahora a que realice un pequeño ejercicio, basado en la historia de Salomón. Imagine por un momento que Dios se le aparece personalmente y le formula la misma pregunta que le hizo a Salomón: «¿Qué quieres que haga por ti?», una pregunta que Jesús también hizo a algunas de las personas con las que se cruzó durante los tres años de su ministerio público. ¿Cómo respondería usted a esta pregunta? No se apresure en la respuesta. Medite por un momento en las implicaciones de esta oferta y los deseos más profundos de su propio corazón. ¿Qué le pediría al Señor? Convierta en oración la respuesta que viene a su mente.

Ahora quisiera invitarle a un paso adicional en este ejercicio. Imagine que este encuentro entre usted y el Señor se produce, pero se invierten los papeles. En lugar de preguntarle el Señor a usted, usted le pregunta a él: «Señor, ¿qué deseas que yo haga por ti?». ¿Cómo cree usted que él respondería? ¿Estaría usted dispuesto a darle lo que él le pide? Tengo la certeza de que según vaya avanzando usted en el desafío de caminar con Jesús por los Evangelios, encontrará la respuesta para algunas de estas preguntas. ¡Que Dios, en su bondad, le dé la valentía de responder apropiadamente a los desafíos que él le presenta!

CHAPTER 2

En el principio(Jesús, Dios Eterno)Más allá del tiempo


Juan 1.1–14

Lea el texto de esta semana, y luego concentre su atención en el verso 1. En su opinión, ¿por qué Juan escogió comenzar su evangelio con este mensaje?


Es bueno y apropiado que nuestra aventura con Jesús inicie en este punto: «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios» (1).

La declaración del apóstol ofrece una réplica del relato de Génesis, cuyos orígenes también se encuentran más allá de la historia particular del planeta que habitamos: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra». Este «principio», al que ambos autores se refieren, escapa a los parámetros que nosotros utilizamos para medir el paso del tiempo, pues está escondido en la misma eternidad.

Juan no pretende entrar en el misterio de esta frase. Simplemente afirma que el Verbo existía desde siempre, porque el Verbo es Dios mismo. Su declaración nos ayuda a asumir, desde el mismo principio, la postura correcta en nuestra relación con el Señor. Él es el origen de todas las cosas, incluso de nuestra propia historia personal. Una y otra vez, a medida que caminemos con él en esta serie, vamos a retornar a esta verdad. Cada escena que presenciaremos nos conducirá, indefectiblemente, a la persona de Dios. El hombre es, y por siempre será, el que responde a la iniciativa divina, un actor secundario en una historia que es mucho más grande y profunda que el relato de nuestro fugaz paso por este planeta.

La declaración del discípulo amado también sirve para enmarcar el peregrinaje terrenal del Mesías en lo eterno. Su presencia en este mundo, limitada a tan pequeño lapso de tiempo como el que representan escasos treinta y tres años de vida, está incluida en un proyecto que nace en el mismo corazón de Dios y que, por esta razón, necesariamente está contenida en la eternidad.

Qué bueno resulta, entonces, comenzar esta aventura en actitud de adoración, maravillados frente al hecho de que se nos ha concedido contacto con el Eterno. Podemos exclamar, junto con Moisés: «Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo o en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas?» (Deuteronomio 3.24).

Sostener esta postura a lo largo del año será uno de los factores que más favorecerá nuestra entrada en las profundidades de la persona de Cristo. No nos aproximaremos a él como quienes pretenden analizarlo, explicarlo y desmenuzarlo. Más bien, nos acercaremos para simplemente saborear el irresistible encanto de su persona.

«Señor, tú eres la encarnación de todos nuestros anhelos, la manifestación de nuestros más osados sueños. Al acercarnos a tu persona no hacemos más que responder a tu iniciativa. Venimos con el corazón abierto y la voluntad dispuesta a dejar que tú nos conduzcas a donde tú quieras. Produce en nosotros las experiencias que tú deseas. No te pedimos que nos expliques lo que haces, sino que nos mantengas cerca de ti. Estar contigo, Señor, es todo el bien que anhelamos».

CHAPTER 3

En el principio(Jesús, Dios Eterno)El Verbo de vida


Juan 1.1–14

Juan escogió referirse a Cristo como «el Verbo». Medite acerca del significado de esta palabra. ¿Qué imágen ofrece de la persona del Mesías?


Juan es el único autor del Nuevo Testamento que se refiere a Jesús como el Verbo. Este detalle también nos anima a creer que el relato de Génesis 1 inspiró la introducción de este Evangelio. El mundo, tal como lo conocemos hoy, comienza a existir a partir de la palabra hablada del Creador. Siete veces, en ese primer capítulo, se reitera la frase «dijo Dios», seguida por la afirmación «y fue así». No podemos dejar de percibir el extraordinario poder que contiene la palabra de Dios. Esta misma percepción es la que lleva a Juan a declarar: «todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho» (3). Es decir, todas las cosas que existen en el universo se originan en el Verbo, y fuera del Verbo nada existe.

Meditemos, por un instante, en el significado de la palabra «verbo» o «logos», según el griego. Es por medio de palabras que logramos situarnos en el plano de la vida para la cual fuimos creados. Somos seres llamados a la comunión con nuestros semejantes y con el Creador. Las palabras nos ofrecen la oportunidad de darnos a conocer y de que otros nos conozcan, de manera que se rompa la alienación que impone el pecado. Las palabras son el puente por el cual conseguimos acortar la distancia que nos separa unos de otros.

¡Cuánto más poder existe, entonces, en la palabra que procede de la boca de Dios! No es como ninguna otra palabra pronunciada en el universo, pues ella procede de la fuente misma de la vida. Por esto, la vida y su palabra son una y la misma esencia. En cambio, las palabras que pronunciamos nosotros son palabras recibidas de otros. Sus palabras engendran vida porque él mismo «sostiene todas las cosas con la palabra de su poder» (Hebreos 1.3).

Esta palabra, entonces, es indispensable, pues la vida misma está contenida en ella. Sin ella los hombres estamos condenados a transitar por este mundo sin destino alguno, llevados y seducidos por todas las palabras que no son más que una pobre imitación de esta palabra. Esta palabra reprende, corrige, limpia, purifica, y orienta, pues «es viva y eficaz y más cortante que cualquier espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4.12).

En el comienzo de la aventura que propone este libro nos resulta provechoso, entonces, adoptar como nuestra la afirmación de Simón Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna» (Juan 6.68). Que Dios, en su bondad, nos conceda ir más allá de las palabras que contienen estas páginas para arribar a los pies de la Palabra. ¡En él está la vida que tan desesperadamente anhelamos!

«Señor, crea en mí hambre y sed por la palabra que vivifica».

CHAPTER 4

En el principio(Jesús, Dios Eterno)Luz en las tinieblas


Juan 1.1–14

Hoy meditaremos sobre los versículos 4 y 5. Imagine, por un instante, cómo sería la vida si no tuviéramos acceso a la luz. ¿Qué consecuencias traería sobre nosotros esa condición?


Juan prosigue con la analogía que traza con el relato de la creación e introduce ahora el tema de la luz. La narrativa de Génesis declara que «dijo Dios: "Sea la luz." Y fue la luz. Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas» (1.3–4, RVR95). Del mismo modo el evangelista declara de Cristo: «En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron» (1.4–5).

Debemos tomar en cuenta que en el período en que se escribió este Evangelio la oscuridad constituía una verdadera limitación para la humanidad. Cuando caía el atardecer y se ponía el sol, la gran mayoría de las actividades del día cesaban. Los hombres no poseían aún los medios como para prolongar, con iluminación artificial, las horas hábiles del día, de manera que la noche imponía serios obstáculos para las actividades de la población.

La analogía muestra cuán profunda es la incapacidad del hombre de discernir los caminos que debe escoger para echar mano de la vida. Aun a los que poseen mejor vista, la noche no les permite ver nada con claridad. Todo permanece en penumbras, escondido en un mundo de sombras y siluetas. La necesidad de la luz se intensifica, pues, sin ella, avanzar en el camino resultará extremadamente tortuoso y arriesgado.

El Hijo de Dios, declara Juan, es la luz que tanto necesitan los hombres. Su luz, sin embargo, no poseía la cualidad transitoria de las luces que podían fabricar los hombres, tales como una antorcha, una vela y una lámpara. Estas permanecían el tiempo que duraba el combustible que las mantenía encendidas. Cuando por fin se consumía, las tinieblas volvían a imponer su mano tenebrosa sobre todos. Juan afirma que, a diferencia de estos precarios utensilios, la luz de Cristo es más intensa que las tinieblas, de modo que la oscuridad no puede sojuzgarla. Esta luz, a diferencia de las otras luces, posee vida propia, que le permite conquistar, en forma definitiva, los lugares donde anteriormente las tinieblas han reinado sin restricciones.

Resulta lógico, entonces, afirmar que a mayor cercanía a la persona de Cristo, mayor luz recibiremos sobre la vida a la que hemos sido llamados. El camino para discernir con más nitidez el reino no se encuentra en el disciplinado y minucioso estudio de las Escrituras, aunque este puede ser uno de los medios por los que nos acercamos. La luz que buscamos no la alcanzamos con la mente, sino con el espíritu.

La entrada del Mesías a la tierra es el anticipo a aquel momento en que las tinieblas dejarán de existir por completo, pues llegará el día en que «no habrá más noche» y los que son el pueblo del Cordero «no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos» (Apocalipsis 22.5).

CHAPTER 5

En el principio(Jesús, Dios Eterno)Identidad perdida


Juan 1.1–14

La visita de la Luz del mundo a los hombres debería haber sido motivo de profundo regocijo entre las personas. No obstante, Juan revela una reacción muy diferente a la esperada. Lea los versos 7 al 11 de este capítulo. ¿Cuál fue la reacción de los hombres? ¿Qué indica esto acerca de nuestra condición como pecadores? ¿Qué debe suceder para que seamos capaces de ver la luz que brilla en las tinieblas?


La descripción que nos ofrece Juan acerca de la persona de Cristo pareciera dirigirse hacia un desenlace natural: la luz que tanto necesita el mundo se presenta entre ellos e «ilumina a todo hombre» (9). Estos, extasiados porque finalmente han encontrado lo que tanto tiempo han buscado, reciben con gratitud la presencia de la luz y reordenan sus vidas conforme a la visión que ahora poseen. El relato de este Evangelio, sin embargo, da un giro inesperado. «Existía la luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron» (10–11).

La llegada del Mesías representa una oportunidad sin igual en la historia de la humanidad. No se trata de conocer a alguien que puede auxiliarnos a la hora de descifrar los misterios de la vida, sino a uno que nos ofrece la posibilidad de entrar en contacto con Aquél de quien fluye la existencia de todo lo que habita en el universo. Él es la respuesta a todas nuestras preguntas, el objeto de nuestros más profundos anhelos, la razón por la que existimos.

Frente a la extraordinaria posibilidad que esto representa, los textos que acabamos de leer revelan una tragedía de incalculables proporciones. Juan afirma que el mundo no lo reconoció. Se entiende por esto que la desfiguración sufrida por el pecado ha sido tan profunda y absoluta que el pecador ya no reconoce en su Creador ninguna similitud con su propia persona. La distancia que lo separa de Aquél que dio inicio a la vida es tan enorme que ya no guarda ningún registro de lo que alguna vez significó haber sido creado a imagen y semejanza de Dios.

La misma actitud es la que identifica el apóstol Pablo en su carta a la iglesia en Roma: «NO HAY JUSTO, NI AUN UNO; NO HAY QUIEN ENTIENDA, NO HAY QUIEN BUSQUE A DIOS». A pesar de nuestra convicción de ser personas que «buscamos» a Dios, la verdad es que Cristo no es bienvenido entre aquellos que moran en las tinieblas. La relación entre Creador y criaturas ha sufrido un daño irreversible, que solamente podrá ser restaurada por la intervención directa del Señor.

Por esto, no erramos al afirmar que no es por iniciativa propia que nos acercamos a Dios, sino siempre en respuesta a los pasos que Él toma en nuestra dirección. Este principio es importante para el ejercicio de una vida espiritual sana, porque nos ubica en el plano que nos corresponde, el de gente que reacciona frente a la intervención divina. Recordarlo servirá para mantener, en todo momento, una actitud de profunda gratitud por la incomparable gracia de nuestro Señor.


(Continues...)

Excerpted from Dios En Sandalias by Christopher Shaw. Copyright © 2014 Tyndale House Publishers, Inc.. Excerpted by permission of Tyndale House Publishers, Inc..
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