Diario de a bordo: Segundo viaje, tercer y cuarto viaje
El Diario de a bordo de Cristóbal Colón fue transcrito por Bartolomé de la Casas ante que se perdiese para siempre.
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Diario de a bordo: Segundo viaje, tercer y cuarto viaje
El Diario de a bordo de Cristóbal Colón fue transcrito por Bartolomé de la Casas ante que se perdiese para siempre.
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El Diario de a bordo de Cristóbal Colón fue transcrito por Bartolomé de la Casas ante que se perdiese para siempre.

Product Details

ISBN-13: 9788498970364
Publisher: Linkgua
Publication date: 08/31/2010
Series: Historia-Viajes , #111
Sold by: Bookwire
Format: eBook
Pages: 74
File size: 1 MB
Language: Spanish

About the Author

Hijo de Domenico Colombo y Susana Fontanarossa. Se sabe poco de su infancia pues la Historia del almirante, escrita por su hijo Hernando, mezcla hechos imaginarios y reales. En 1470 su familia se trasladó a Savona y emprendió continuos viajes comerciales. Por entonces, el joven Cristóbal se aficionó a la cartografía y empezó a vender cartas geográficas confeccionadas por él. Navegaba con menos de veinte años y su formación marinera era autodidacta. Influido por Marco Polo, Colón pensaba que podía alcanzar Catay y Cipango (China y Japón) dirigiéndose a occidente y animado por esta hipótesis presentó su idea a Juan II de Portugal, sin que llegasen a alcanzar un acuerdo. En 1489 la reina Isabel lo llamó a su corte. Tras negociaciones que estuvieron a punto de fracasar, Colón zarpó del puerto de Palos de Moguer el 3 de agosto de 1492. Le concedieron los títulos de almirante, virrey y gobernador de las nuevas tierras que conquistara. Descubrió algo más que el Nuevo Mundo, mostró que Europa desconocía dos tercios de la superficie terrestre.

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Diario de a Bordo II (Segundo, Tercer y Cuarto Viaje)


By Cristóbal Colón

Red Ediciones

Copyright © 2015 Red Ediciones
All rights reserved.
ISBN: 978-84-9897-036-4



CHAPTER 1

EL SEGUNDO VIAJE


Memorial que para los Reyes Católicos dio el Almirante a don Antonio de Torres

Lo que vos, Antonio de Torres, capitán de la nao Marigalante y alcaide de la ciudad Isabela, habéis de decir y suplicar de mi parte al Rey y la Reina Nuestros Señores es lo siguiente:

Primeramente, dadas las cartas de creencia que lleváis de mí para Sus Altezas, besaréis por mí sus reales pies y manos, y me encomendaréis en Sus Altezas como a Rey y Reina mis Señores naturales, en cuyo servicio yo deseo fenecer mis días, como esto más largamente vos podréis decir a Sus Altezas, según lo que en mí vistes y supisteis.

Ítem: Como quiera que por las cartas que a Sus Altezas escribo y aun el Padre Fray Buil y el Tesorero, podrán comprender todo lo que acá después de nuestra llegada se hizo, y esto harto por menudo y extensamente; con todo, diréis a Sus Altezas de mi parte que a Dios ha placido darme tal gracia para en su servicio, que hasta aquí no hallo yo menos ni se ha hallado en cosa alguna de lo que escribí y dije y afirmé a Sus Altezas en los días pasados, antes, por gracia de Dios, espero que aún muy más claramente y muy presto por la obra parecerá, porque las cosas de especería en solas las orillas de la mar, sin haber entrado dentro en la tierra, se halla tal rastro y principios de ella, que es razón que se esperen muy mejores fines, y esto mismo en las minas del oro, porque con solos dos que fueron a descubrir cada una por su parte, sin detenerse allá porque era poca gente, se ha descubierto tantos ríos tan poblados de oro que cualquier de los que lo vieron cogieron solamente con las manos por muestra vinieron tan alegres y dicen tantas cosas de la abundancia de ello que yo tengo empacho de las decir y escribir a Sus Altezas; pero, porque allá va Gorbalán, que fue uno de los descubridores, él dirá lo que vio, aunque acá queda otro que llaman Hojeda, criado del Duque de Medinaceli, muy discreto mozo y de muy buen recaudo, que sin duda y aun sin comparación descubrió mucho más, según el memorial de los ríos que él trajo, diciendo que en cada uno de ellos hay cosa de no creella; por lo cual Sus Altezas pueden dar gracias a Dios, pues tan favorablemente se ha en todas sus cosas.

Ítem: Diréis a Sus Altezas, como quier que ya se les escribe, que yo deseaba mucho en esta armada poderles enviar mayor cantidad de oro del que acá se espera poder coger, si la gente que acá está nuestra, la mayor parte súbitamente no cayera doliente; pero, porque ya esta armada non se podía detener acá más, siquiera por la costa grande que hace, siquiera porque el tiempo es éste propio para ir y poder volver los que han de traer acá las cosas que aquí hacen mucha mengua, porque si tardasen de irse de aquí non podrían volverse para mayo los que han de volver, y, allende de esto, si con los sanos que acá se hallan, así en mar como en tierra en la población, yo quisiera emprender de ir a las minas o ríos agora, había muchas dificultades y aun peligros, porque de aquí a 23 o 24 leguas, en donde hay puertos y ríos para pasar y para tan largo camino y para estar allá el tiempo que sería menester para coger el oro, había menester llevar muchos mantenimientos, los cuales non podían llevar a cuestas, ni hay bestias acá que a esto pudiesen suplir, ni los caminos y pasos non están tan aparejados, como quier que se han comenzado a adobar para que se pudiesen pasar; y también era grande inconveniente dejar acá los dolientes en lugar abierto y chozas, y las provisiones y mantenimientos que están en tierra, que, como quier que estos indios se hayan mostrado a los descubridores y se muestran cada día muy simples y sin malicia, con todo, porque cada día vienen acá entre nosotros, non pareció que fuera buen consejo meter a riesgo y a ventura de perderse esta gente y los mantenimientos, lo que un indio con un tizón podría hacer poniendo fuego a las chozas, porque de noche y de día siempre van y vienen; a causa de ellos tenemos guardas en el campo mientras la población está abierta y sin defensión.

Otrosí: Como habemos visto en los que fueron por tierra a descubrir que los más cayeron dolientes después de vueltos y aun algunos se hubieron devolver del camino, era también razón de temer que otro tal conteciese a los que agora irían de estos sanos que se hallan, y seguirse hían dos peligros de allí, el uno de adolecer allá en la misma obra do no hay casa ni reparo alguno de aquel cacique que llaman Caonabó, que es hombre, según relación de todos, muy malo y muy más atrevido, el cual viéndonos allá así desbaratados y dolientes, podría emprender lo que non osaría si fuésemos sanos; y con esto mismo se allega otra dificultad de traer acá lo que llegásemos de oro, porque o habíamos de traer poco e ir y venir cada día y meterse en el riesgo de las dolencias o se había de enviar con alguna parte de la gente con peligro de perderlo.

Así que diréis a Sus Altezas que éstas son las causas porque de presente non se ha detenido el armada, ni se les envía oro más de las muestras; pero, confiando en la misericordia de Dios, que en todo y por todo nos ha guiado hasta aquí, esta gente convalecerá presto, como ya lo hace, porque solamente les aprueba la tierra de algunas secciones y luego se levantan, y es cierto que si tuviesen algunas carnes frescas para convalecer, muy presto serían todos en pie, con ayuda de Dios, y aún los más estarían ya convalecidos en este tiempo; empero, que ellos convalecerán. Con estos pocos sanos que acá quedan, cada día se entienden en cerrar la población y meterla en alguna defensa y los mantenimientos en seguro, que será fecho en breves días, porque non ha de ser sino albarradas, que non son gente los indios que si durmiendo non nos fallasen, para emprender cosa ninguna, aunque lo tuviesen pensada; que así hicieron a los otros que acá quedaron por su mal recaudo, los cuales, por pocos que fuesen y por mayores ocasiones que dieran a los indios de haber y de hacer lo que hicieron, nunca ellos osaran emprender de dañarles si lo vieran a buen recado. Y esto fecho, luego se entenderá en ir a los dichos ríos, o desde aquí tomando el camino y buscando los mejores expedientes que se puedan o por la mar rodeando la isla fasta aquella parte de donde se dice que no debe haber más de 6 o 7 leguas hasta los dichos ríos, por forma que con seguridad se pueda coger el oro y ponerlo en recaudo de alguna fortaleza o torre que allí se haga luego, para tenerlo cogido al tiempo que las dos carabelas volverán acá, y para que luego, con el primer tiempo que sea para navegar este camino, se envíe a buen recaudo.

Ítem: Diréis a Sus Altezas, como dicho es, que las causas de las dolencias tan general de todos es de mudamiento de aguas y aires, porque vemos que a todos arreo se extiende y peligran pocos; por consiguiente, la conservación de la santidad, después de Dios, está que esta gente sea proveída de los mantenimientos que en España acostumbraba, porque de ellos ni de otros que viniesen de nuevo Sus Altezas se podrán servir si no están sanos. Y esta provisión ha de durar hasta que acá se haya fecho cimiento de lo que acá se sembrare y plantare, digo de trigos y cebadas y viñas, de lo cual para este año se ha fecho poco, porque no se pudo de antes tomar asiento y luego que se tomó adolecieron aquellos poquitos labradores que acá estaban, los cuales, aunque estuvieran sanos, tenían tan pocas bestias y tan magras y flacas que poco es lo que pudieran hacer. Con todo, alguna cosa han sembrado, más para probar la tierra, que parece muy maravillosa, para que de allí se pueda esperar remedio alguno en nuestras necesidades. Somos bien ciertos, como la obra lo muestra, que en esta tierra así el trigo como el vino nacerá muy bien; pero hase de esperar el fruto, el cual si tal será como muestra la presteza del nacer del trigo y de algunos poquitos de sarmientos que se pusieron, es cierto que non fará mengua el Andalucía ni Sicilia aquí, ni en las cañas de azúcar, según unas poquitas que se pusieron han prendido; porque es cierto que la hermosura de la tierra de estas islas, así de montes y sierras y aguas, como de vegas donde hay ríos caudales, es tal la vista que ninguna otra tierra que Sol escaliente puede ser mejor al parecer ni tan hermosa.

Ítem. Diréis que a causa de haberse derramado mucho vino en este camino del que la flota traía, y esto, según dicen los más, a culpa de la mala obra que los toneleros hicieron en Sevilla, la mayor mengua que agora tenemos aquí o esperamos por esto tener es de vinos, y como quier que tengamos para más tiempo así bizcocho como trigo, con todo, es necesario que también se envíe alguna cantidad razonable porque el camino es largo y cada día no se puede proveer, y asimismo algunas canales, digo tocinos, y otra cecina que sea mejor que la que habemos traído este camino. De carneros vivos y aun antes corderos y cordericas, más hembras que machos, y algunos becerros y becerras pequeños son menester, que cada vez vengan en cualquier carabela que acá se enviare, y algunas asnas y asnos y yeguas para trabajo y simiente, que acá ninguna de estas animalias hay de que hombre se pueda ayudar ni valer. Y porque recelo que Sus Altezas no se fallarán en Sevilla, ni los oficiales o ministros suyos sin expreso mandamiento nos proveerían en lo porque ahora con este primero camino es necesario que venga, porque en la consulta y en la respuesta se pasaría la sazón del partir los navíos que acá por todo mayo es necesario que sean, diréis a Sus Altezas cómo yo vos di cargo y mandé que del oro que allá lleváis, empeñándolo o poniéndolo en poder de algún mercader en Sevilla, el cual distraiga y ponga los maravedís que serían menester para cargar dos carabelas de vino y de trigo y de las otras cosas que lleváis por memorial, el cual mercader lleve o envíe el dicho oro para Sus Altezas, que le vean, reciban y hagan pagar lo que hubiere distraído y puesto para el despacho y cargazón de las dichas dos carabelas, las cuales, por consolar y esforzar esta gente que acá queda, cumple que hagan más de poder de ser acá vueltas por todo el mes de mayo, porque la gente antes de entrar en el verano vea y tenga algún refrescamiento de estas cosas, en especial para las dolencias; de las cuales cosas acá ya tenemos gran mengua, como son pasas, azúcar, almendras, miel y arroz, que debiera venir en gran cuantidad y vino muy poca y aquello que vino es ya consumido y gastado, y aun la mayor parte de las medicinas que de allá trajeron, por la muchedumbre de los muchos dolientes: de las cuales cosas, como dicho es, vos lleváis memoriales así para sanos como para dolientes, firmados de mi mano, los cuales cumplidamente, si el dinero bastare o a lo menos lo que más necesario sea para agora despachar, es para que lo puedan luego traer los dichos dos navíos, y lo que quedare procuraréis con Sus Altezas que con otros navíos vengan lo más presto que ser pudiere.

Ítem: Diréis a Sus Altezas que a causa que acá no hay lengua por medio de la cual a esta gente se pueda dar a entender nuestra santa fe, como Sus Altezas desean, y aun los que acá estamos, como quier que se trabajará cuanto pudieren, se envían de presente con estos navíos así de los caníbales, hombres y mujeres y niños y niñas, los cuales Sus Altezas pueden mandar poner en poder de personas con quien puedan mejor aprender la lengua, ejercitándolos en cosas de servicio y poco a poco mandando poner en ellos algún más cuidado que en otros esclavos, para que deprendan unos de otros, que no se hablen ni se vean sino muy tarde, que más presto deprenderán allá que no acá y serán mejores intérpretes, como quier que acá non se dejará de hacer lo que se pueda. Es verdad que como esta gente platican poco los de una isla con los de la otra, en las lenguas hay alguna diferencia entre ellos, según como están más cerca o más lejos, y porque entre las otras islas las de los caníbales son mucho grandes y mucho bien pobladas, parecerá acá que tomar de ellos y de ellas y enviarlos allá a Castilla non sería sino bien, porque quitarse hían una vez de aquella inhumana costumbre que tienen de comer hombres, y allá en Castilla, entendiendo la lengua, muy más presto recibirían el bautismo y harían el provecho de sus ánimas. Aun entre estos pueblos que no son de esas costumbres se ganaría gran crédito por nosotros, viendo que aquéllos prendiésemos y cautivásemos de quien ellos suelen recibir daños y tienen tamaño miedo que del hombre solo se espantan; certificando a Sus Altezas que la venida y vista de esta flota acá en esta tierra, así junta y hermosa, ha dado muy grande autoridad a esto y muy grande seguridad para las cosas venideras, porque toda esta gente de esta grande isla y de las otras, viendo el buen tratamiento que a los buenos se fará y el castigo que a los malos se dará, verná a obediencia y prestamente para poderlos mandar como vasallos de Sus Altezas. Y, como quier que ellos agora, donde quier que hombres se hallen non solo hacen de grado lo que hombre quiere que hagan, mas ellos de su voluntad se ponen a todo lo que entienden que nos puede placer, y también pueden ser ciertos Sus Altezas que non menos allá, entre los cristianos príncipes haber dado gran reputación la venida de esta armada por muchos respetos, así presentes como venideros, los cuales Sus Altezas podrán mejor pensar y entender que non sabría decir.

Ítem: Diréis a Sus Altezas que el provecho de las almas de los dichos caníbales y aun de estos de acá ha traído el pensamiento que cuantos más allá se llevasen sería mejor, y en ello podrían Sus Altezas ser servidos de esta manera: que, visto cuánto son acá menester los ganados y bestias de trabajo para el sostenimiento de la gente que acá ha de estar y bien de todas estas islas. Sus Altezas podrán dar licencia y permiso a un número de carabelas suficiente que vengan acá cada año y traigan de los dichos ganados y otros mantenimientos y cosas para poblar el campo y aprovechar la tierra, y esto en precios razonables a sus costas de los que las trajeren, las cuales cosas se les podrían pagar en esclavos de estos caníbales, gente tan fiera y dispuesta y bien proporcionada y de muy buen entendimiento, los cuales, quitados de aquella inhumanidad, creemos que serán mejores que otros ningunos esclavos, la cual luego perderán que sean fuera de su tierra, y de estos podrán haber muchos con las fustas de remos que acá se entienden de hacer, fecho, empero, presupuesto que cada una de las carabelas que viniesen de Sus Altezas pusiesen una persona fiable, la cual defendiese las dichas carabelas que non descendiesen a ninguna otra parte ni isla salvo aquí, donde ha de estar la carga y descarga de toda la mercadería; y aun de estos esclavos que se llevaren, Sus Altezas podrían haber sus derechos allá. Y de esto traeréis o enviaréis respuesta, porque acá se hagan los aparejos que son menester con más confianza, si a Sus Altezas pareciese bien.

Ítem: También diréis a Sus Altezas que más provechoso es y menos costa fletar los navíos como los fletan los mercaderes para Flandes, por toneladas, que non de otra manera; por ende que yo vos di cargo de fletar a este respecto las dos carabelas que habéis luego de enviar: y así se podrá hacer de todas las otras que Sus Altezas enviaren, si de aquella forma se ternán por servidos. Pero non entiendo decir esto de las que han de venir con su licencia por la mercaduría de los esclavos.

Ítem: Diréis a Sus Altezas que, a causa de excusar alguna más costa, yo merqué estas carabelas que lleváis por memorial para retenerlas acá con estas dos naos, conviene a saber: la Gallega y esa otra Capitana, de la cual merqué por semejante del maestro de ella los tres ochavos por el precio que en el dicho memorial de estas copias lleváis firmado de mi mano; los cuales navíos non solo darán autoridad y gran seguridad a la gente que ha de estar dentro y conversar con los indios para coger el oro, mas aún para otra cualquier cosa de peligro que de esta gente extraña pudiese acontecer, allende que las carabelas son necesarias para descubrir tierra firme y otras islas que entre aquí y allá están. Y suplicaréis a Sus Altezas que los maravedís que estos navíos cuestan, manden pagar en los tiempos que se les ha prometido, porque sin duda ellos ganarán bien su costa, según yo creo y espero en la misericordia de Dios.

Ítem: Diréis a Sus Altezas y suplicaréis de mi parte cuanto más humildemente pueda, que les plega mucho mirar en lo que por las cartas y otras escrituras verán más largamente tocante a la paz y sosiego y concordia de los que acá están, y que para las cosas del servicio de Sus Altezas escojan tales personas que non se tenga recelo de ellas y que miren más a lo porque se envían que son a sus propios intereses. Y en esto, pues que todas las cosas vistes y supisteis, hablaréis y diréis a Sus Altezas la verdad de todas las cosas como las comprendisteis; y que la provisión de Sus Altezas que sobre ello mandaren hacer vengan con los primeros navíos si posible fuere, a fin que acá non se hagan escándalos en cosa que tanto va en el servicio de Sus Altezas.

Ítem: Diréis a Sus Altezas el asiento de esta ciudad y la hermosura de la provincia alrededor como lo vistes y comprendisteis, y cómo yo vos hice alcaide de ella por los poderes que de Sus Altezas tengo para ello, a las cuales humildemente suplico que, en alguna parte de satisfacción de vuestros servicios, tengan por bien la dicha provisión, como de Sus Altezas yo espero.


(Continues...)

Excerpted from Diario de a Bordo II (Segundo, Tercer y Cuarto Viaje) by Cristóbal Colón. Copyright © 2015 Red Ediciones. Excerpted by permission of Red Ediciones.
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Contents

CRÉDITOS, 4,
PRESENTACIÓN, 7,
EL SEGUNDO VIAJE, 9,
EL TERCER VIAJE, 23,
EL CUARTO VIAJE, 43,
LIBROS A LA CARTA, 73,

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