Aula de cortesanos
Esta obra es un diálogo entre dos personajes:
Lucrecio, un joven ávido de dinero, lucro y ganancia que cree poder satisfacer sus ambiciones en la vida cortesana; y
Prudencio, un hombre sabio y desengañado de esa vida.
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Aula de cortesanos
Esta obra es un diálogo entre dos personajes:
Lucrecio, un joven ávido de dinero, lucro y ganancia que cree poder satisfacer sus ambiciones en la vida cortesana; y
Prudencio, un hombre sabio y desengañado de esa vida.
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Aula de cortesanos

Aula de cortesanos

by Cristóbal de Castillejo
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Esta obra es un diálogo entre dos personajes:
Lucrecio, un joven ávido de dinero, lucro y ganancia que cree poder satisfacer sus ambiciones en la vida cortesana; y
Prudencio, un hombre sabio y desengañado de esa vida.

Product Details

ISBN-13: 9788498971262
Publisher: Linkgua
Publication date: 08/31/2010
Series: Pensamiento , #27
Sold by: Bookwire
Format: eBook
Pages: 152
File size: 917 KB
Language: Spanish

About the Author

Cristóbal de Castillejo (Ciudad Rodrigo, 1490-Viena, 1550). España. Nació en Ciudad Rodrigo hacia 1492. Fue monje en el convento de San Martín de Valdeiglesias, y lo abandonó para ejercer el cargo de secretario del hermano del Emperador Carlos V, don Fernando, que era rey de Bohemia. Vivió una vida bastante disoluta, de amores y gastos que agotaron todos los beneficios y prebendas que sus cargos le proporcionaban. Se enamoró de una joven dama alemana, Ana de Schaumburgo, quien lo dejó por un noble bohemio. Desilusionado y arruinado, se retiró y murió en un convento en Viena. Castillejo se enfrentó a las influencias italianas que por entonces eran dominantes en España. Su poesía se mantuvo dentro de las formas tradicionales castellanas.

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Aula de Cortesanos


By Cristóbal de Castillejo

Red Ediciones

Copyright © 2015 Red Ediciones S.L.
All rights reserved.
ISBN: 978-84-9897-126-2



CHAPTER 1

Lucrecio No sé qué camino halle
para tener de comer,
y conviéneme buscalle,
por que al fin es menester,
pese a tal; 5
que veo que cada cual
pone todo su cuidado
por ser rico y, principal,
y no vivir afrontado
con pobreza; 10
lo cual, aunque no es vileza,
según el dicho vulgar,
eslo en fin si por pereza
deja el hombre de llegar
a ser algo. 15
Yo, pobre gentil hidalgo,
de bienes desguarnecido,
si por mí mismo no valgo,
siempre viviré corrido
sin reposo; 20
y al mancebo virtuoso,
obligado a más valer,
para vivir deseoso,
más le valiera no ser
entre gentes. 25
Pues confiar de parientes
el que no tiene de suyo,
más cerca tiene sus dientes,
y es, gran cosa, ave de tuyo.
No hay hermano 30
ni pariente tan cercano,
ni amigo tan de verdad,
como el dinero en la mano
en cualquier necesidad.
Cualquier cosa, 35
fácil o dificultosa,
se alcanza con el dinero,
y se nos muestra graciosa
donde él va por mensajero
del deseo. 40
No hay tan despierto correo,
ni cosa que haber se pueda,
que no venga de boleo
a cumplirse do hay moneda,
sin que pene 45
por ella aquel a quien viene,
mas el pobre pena y muere,
porque quien dineros tiene,
dicen hace lo que quiere.
Y así va 50
el mundo, do nunca habrá
en este caso mudanza;
que nadie vale más ya
de cuanto tiene y alcanza,
como vemos 55
en mil ruines que sabemos
presumir de caballeros,
de quien gran caso hacemos
por solo tener dineros
y poder, 60
y otros que, por carecer
destes bienes temporales,
nadie los echa de ver
siendo nobles y leales;
de manera 65
que me esfuerza, aunque no quiera,
por no dormir en las pajas,
buscar camino o carrera
de mejorar mis alhajas.
Y salir 70
por el mundo a descubrir,
sin volver la cara atrás,
algún modo de vivir
para venir a ser más.
Mas primero, 75
según hace el marinero
cuando sale de arrancada,
es de ver adónde quiero
enderezar mi jornada,
y mirar 80
desde luego a encaminar
la nave a seguros puertos,
pues dicen que al enhornar
se hacen les panes tuertos;
que después 85
que el barco da de través
la enmienda suele ser dura;
y así el bien, acertar es
do consiste la ventura.
Yo, mancebo, 90
si agora que el tiempo nuevo
d'escoger me da lugar,
no lo acierto como debo,
siempre tendré qué llorar.
Ocho estados 95
suelen ser los más usados
del vivir entre los buenos;
los cuales, aquí notados,
escogeré por lo menos
uno honroso, 100
a vueltas de provechoso,
sin lo cual no hay nada hecho;
caso que es dificultuoso
juntar honra con provecho.
Oficial 105
no me parece muy mal
si en nobles no fuese vicio;
que aunque es sucio el delantal
quien ha oficio ha beneficio;
y es seguro 110
como hacienda de juro
do quier que el hombre se vea;
mas la honra que procuro
lo excluye por cosa fea.
Mercader 115
es cosa a mi parecer
también de harta ganancia,
y que lo puede bien ser
el que tuviere sustancia
para ello; 120
y así, yo no puedo sello
ni aún de agujas y albaquías,
si de orejas y cabello
no hago mercaderías.
Mas no sé, 125
si ya que tuviese qué
vender y sacar en tienda,
a mi verdad y a mi fe
pornía en tanta contienda
de conciencia; 130
cuanto más, que aquella ciencia,
ya que traiga utilidad,
tiene a vueltas penitencia
y poca seguridad,
y el sentido 135
vigilante, embebecido,
con recato y con aviso
en mil partes repartido,
y muy poco en paraíso.
Pues letrado, 140
para vivir de abogado,
o médico principal,
que demás de ser honrado,
es oficio interesal,
bien vernía; 145
mas no fue la suerte mía
que yo letras aprendiese,
ni que con tal granjería
mi necesidad pudiese
proveer. 150
Lejos van de mi saber
las leyes y medicina,
salvo escribir y leer
y mi latín de cocina;
pero, dado 155
que las hubiera estudiado,
no sé cómo usara dellas;
porque pienso haber pecado
en la forma de vendellas
a la gente, 160
por ser de otras diferente
el uso destas dos artes,
vendiéndose comúnmente
al antojo de las partes,
sin tasar 165
lo que merecen ganar;
y así se halla cirujano
qu'es peor en desollar
que Falaris el tirano.
El estado 170
de la guerra y ser soldado
como muchos buenos son,
es cosa también que ha dado
a muchos reputación
y dineros; 175
señores y caballeros,
personas de presunción,
se precian de ser guerreros,
y son desta profesión
generosa; 180
mas veo que es una cosa
en que andan de pasada
la vida muy peligrosa
y la honra delicada,
todo en vano; 185
cuyo vivir inhumano
nunca bien me pareció,
porqu'es un pueblo profano,
que hoy somos, mañana no,
y a porfía. 190
De la Iglesia no sería
mal librado mi partido,
si de cualquier calongía,
pudiese ser proveído,
según veo 195
que lo son a su deseo
otros de menos valor,
que con pompa y con arreo
pasan la vida a sabor,
sin cuidado, 200
quedándoles reservado
su derecho so la capa
de subir de grado en grado
hasta llegar a ser papa
cualquier prete;
mas no se inclina ni mete
a serlo mi devoción,
porque loba ni bonete
no son de mi condición,
ni me oso 205
tampoco a ser religioso
inclinar, bien que podría
si en ello fuese dichoso
de alcanzar un abadía;
más es larga 210
la esperanza y muy amarga
aquella forma de vida,
y aun para algunos es carga
muy pesada y desabrida,
y el reposo, 215
que por defuera es sabroso
y convida a tal vivienda,
dentro diz que es achacoso
y mezclado de contienda,
que le atierra. 220
Pues quien no huelga de guerra,
ni de oilla ni de vella,
fresco estará si se encierra
do siempre viva con ella
trabajado; 230
después de todo probado
cuanto el mundo puede dar,
y de ello desesperado,
esto no podría faltar.
Y así quiero 235
darme como hombre granjero
al campo y a la labor.
Y a tornarme de escudero,
rico, honrado labrador,
no haría 240
yerro, pues por esta vía
los padres del Testamento
gozaron con alegría
de grandes bienes sin cuento,
verdaderos. 245
Pues acá en los ganaderos
del Consejo de la Mesta,
de montones de dineros
no se hace mucha fiesta
ni caudal; 250
mas hay en el bien un mal,
que aunque yo quiera hacer
lo mismo, no hay un real
con que por obra poner
tal afán, 255
pues no alcango un solo pan,
casa ni tierra ni viña,
y como dice el refrán,
ni una haca en la campiña
que labrar. 260
Así que, cumple pensar
en otra suerte de cosa
de que yo me pueda honrar
y me sea provechosa;
y no veo, 265
para cumplir mi deseo,
pensando en ello despacio,
sin andar por más rodeo,
sino acogerme a palacio
de algún rey 270
o príncipe de mi ley,
gran señor o gran perlado,
sometiendo como el buey
mi cabeza a su mandado
por medrar, 275
y en algún tiempo llegar
a ser lo que otros han sido,
pues hay muchos que notar,
que por servir han subido,
dios mediante 280
y su industria vigilante,
a ser grandes de pequeños,
y algunos tan adelante,
que son dueños de sus dueños
y señores, 285
con privanzas y favores
más que yo puedo decir,
y más riquezas y honores
que ellos pudieron pedir
ni querer. 290
Ya, pues, podrá suceder,
si mi ventura lo guía,
que yo también llegue a ser
uno destos algún día;
y así, inclino 295
a tomar este camino
mi voluntad sin más ocio,
caso que no determino
la ejecución del negocio
hasta ver 300
cerca della el parecer
de Prudencio, mi pariente,
que con su mucho saber
dirá en ello lo que siente
claro y llano, 305
y como fiel hombre anciano,
me hablará sin engaños,
cuanto más qu'es cortesano
de cuarenta y tantos años;
y no siento 310
a quien con más fundamento
comunique que a este viejo,
para que mi pensamiento
quede con su buen consejo
descansado. 315
A la puerta está asentado,
y es ya después de comer.
Tomarlo he regocijado;
parlaremos a placer.

CHAPTER 2

Prudencio¿ Dónde bueno por acá? 320
¿Cómo va, señor sobrino?

Lucrecio Bien, señor Prudencio, va
a ratos, y mal contino.

Prudencio¿ Cómo así?

Lucrecio Porque, aunque me veis aquí 325
sano y bueno al parecer,
no alcanzo un maravedí,
ni sé de dónde lo haber.

Prudencio Con salud,
que tenéis y joventud, 330
no hay riqueza que se iguale,

Lucrecio Es verdad mas la virtud
sin hacienda poco vale;
por lo cual,
como a deudo principal, 335
vengo a daros, señor,
de mi bien y de mi mal,
para atajar el afrenta
con que vivo;
que visto que la recibo 340
en lo poco que aquí gano,
he tomado por motivo
de hacerme cortesano
y servir
en palacio, por subir 345
a ser mejor algún día;
lo cual pienso conseguir
presto por aquella vía,
qu'es honrosa;
mas, porque cualquiera cosa 350
que ha de ser bien acertada
se hace más ventajosa
con buen consejo guiada,
y son raros
los buenos consejos claros, 355
quiero en esta mi ocurrencia
señor Prudencio, rogaros
que con la mucha prudencia
que tenéis,
por el bien que me queréis 360
y gran virtud que en vos cabe,
vuestro parecer me deis,
como aquel que bien lo sabe.

Prudencio Yo, Lucrecio,
bien puedo pecar de necio, 365
como otros muchos lo son,
mas, a lo menos, me precio
de verdad y de razón,
y estas dos,
cuanto al mundo y cuanto a Dios, 370
allende de lo que os quiero,
me obligan a ser con vos
fiel, leal y verdadero.
Claro veo
dispuesto vuestro deseo 375
a la vida de palacio,
y cosa tan de rodeo
cumple tomarla de espacio
y vagar
para podello tratar; 380
y pues hay bien que hacer,
debeisos aquí asentar,
que bien será menester
y'os prometo;
y decidme aquí en secreto 385
qu'es la causa y fundamento
de aqueste vuestro conceto,
voluntad y pensamiento
cortesano;
porque suelo el seso humano 390
a veces en escoger
errarse, y salir en vano
lo que piensa que ha de ser
provechoso,
y lo de lejos hermoso 395
tener de cerca otra vista,
y engañarse en lo dudoso
muchas veces por la listo
y opinión.

Lucrecio Tenéis, Prudencio, razón, 400
y os confieso ser así;
pero desta mi intención
yo os diré la causa aquí
brevemente;
y es que veo mucha gente 405
en palacio que de chicos
llegan sin inconviniente
a ser muy grandes y ricos
y dichosos,
y los veo andar pomposos, 410
ufanos y bien vestidos
honrados y poderosos,
privados y favoridos
y contentos,
sin temer los movimientos 415
de la mar ni de la, tierra,
ni los acontecimientos
y peligros de la guerra
trabajosa;
y qu'es la corte una cosa 420
alegre, regocijada,
de provechos abundosa,
y a vueltas dellos honrada,
y a mi ver,
aunque dicen on no caber 425
en un saco honra y provecho,
en palacio a su placer
duermen ambos en un lecho;
y he pensado
que yo, que soy inclinado 430
al provecho con honor,
no podré en otro estado
vivir más a mi sabor.

Prudencio Bien me agrada
esa cuenta, y bien fundada 435
va también vuestra esperanza,
si de Dios está ordenada
vuestra dicha y bienandanza
sin afán,
según el dicho o refrán 440
que dicen: «Todo es ventura,
comer en palacio pan
a sabor y con hartura».
Y ¡ojalá,
señor Lucrecio, pues ya 445
ser cortesano queréis,
os vaya tan bien allá
como vos lo merecéis
y acordáis!
y que a la corte do vais 450
sea Dios el que os conduce,
aunque no es como pensáis,
todo oro lo que reluce,
ni es igual
a todos en general 455
en palacio la fortuna;
que a unos es parcial,
y a otros brava, importuna;
a unos da muy por tasa
los bienes bien merecidos, 460
con otros excede y pasa
de los límites debidos
de favor.
Y porque entendáis mejor
lo que de la corte pienso 465
y he visto por mi dolor,
tomemos más por extenso
la materia.
Vos pensad que es una feria
la corte de trafagantes, 470
donde unos pasan miseria
y, otros viven triunfantes,
abastados;
pero bien examinados
los de más y los de menos, 475
todos andan de cuidados,
congojas y ruinas llenos,
no bastante
bien ninguno, aunque abundante,
a que no pene por más, 480
y por pasar adelante
o por no volver atrás,
y crecer;
pero el más o menos ser
no salva sus coracones 485
de envidias y mal querer
y despechos y pasiones.
Las riquezas,
bienes, mandos y grandezas
que alegáis y encarecéis, 490
mezclados van de gravezas,
que vos, Lucrecio, no veis;
de las cuales
resultan trabajos tales,
que a las veces es mejor 495
la cama de cabezales
en que duerme el labrador
muy sin pena;
y así, nuestro Juan de Mena
cuenta por vida segura 500
la mansa pobreza, ajena
de los tragos de amargura
cortesanos,
adonde los más cercano
del favor que los convida 505
andan más ciegos y vanos
y más lejos de la vida
descansada,
en la cual es todo nada
si le falta libertad, 510
y ha de andar siempre colgada
de la ajena voluntad,
como el buey
del arado, tras la ley
del dueño que lo posee; 515
y así, aquel dicen ser rey
el que al Rey jamás no ve,
ni por ello
se mata fasta temello,
obedeciendo sus fueros, 520
pues cualquiera puede sello
en torno de sus pucheros
y hogar,
del cual es dicho vulgar:
«Cien doblas dice que vale, 525
y no hay más que desear,
si de compás no se sale.»
Ser merino,
como dicen, de un molino,
de sabios es aprobado; 530
pero no lo es ir contino
tras los reyes afanado
locamente.
Cuatro suertes hay de gente
a quien esta profesión 535
de palacio se consiente
por diferente razón:
los primeros
son nobles y caballeros,
y otros mancebos de corte, 540
que allí gastan sus dineros
por su placer y deporte,
por hallar
conversación y lugar
conforme a sus ejercicios, 545
con libertad de gozar
de sus virtudes y oficios
y deseos,
galas y trajes y arreos,
danzas, juegos y primores, 550
fiestas, justas y torneos,
y regocijos de amores,
en que emplean
sus tiempos, y se pasean
por las cortes muy pulidos, 555
y las adornan y arrean
como al cuerpo los vestidos
y es honor,
cuanto al lustre exterior,
en la corte el tal oficio, 560
de que el Rey o gran señor
recibe mucho servicio,
como estado
en ella bien empleado
durante la mocedad, 565
y la pasa sin enfado
la nueva gentil edad
mientras dura.
Otros hay que la ventura,
como madrastra enemiga, 570
les dio en corte sepultura
con pobreza y con fatiga
perdurable;
cuya suerte miserable,
desque los mete en miseria, 575
nunca les es favorable
para salir de laceria,
ni poder
llegar jamás a tener
más de lo que el primer día, 580
ni para se retraer
tampoco de su porfía
cortesana;
y de la esperanza vana
inducidos y engañados, 585
do pensaron sacar lana
se hallaron trasquilados,
sin ser más;
y saliendo de compás
ya su edad con lo esperado, 590
no pueden volver atrás,
y quedan mate ahogado,
como el pece,
que en el agua al fin perece;
según el refrán lo quiere, 595
el que en palacio envejece,
en pesar dicen que muere.
Destos tales
se pueblan los hospitales,
que no sabiendo dónde ir, 600
en los palacios reales
les es forzado morir.
Los terceros
son otros más extranjeros,
personas extravagantes, 605
legados y mensajeros,
fatores y negociantes,
que allí van,
y en la corte donde están
se tienen por peregrinos; 610
mas con trabajo y afán
la siguen por los caminos
y carreras,
y de burlas y de veras,
por el tiempo que les cabe, 615
padecen de mil maneras,
y prueban bien a qué sabe
ser fatores;
por servir a los señores
o negociar de otra suerte, 620
sufren duelos y dolores,
y algunas veces la muerte
temerosa,
tras la justicia dudosa,
andando contino en vela, 625
o como la mariposa
en torno de la candela
deslumbrados;
mas los menos mal librados
son estos a la verdad, 630
pues los pleitos acabados,
vuelven a su libertad.
Ausentada.
La cuarta gente granada
que navegan con buen norte, 635
a quien es licencia dada
de la vivienda de corte,
son aquellos
que la mandan, y en pos de ellos
se ya la gente golosa, 640
y algunos por los cabellos,
aunque muestran otra cosa.
Estos son
los que en la gobernación,
tienen poder, y los senos 645
aforrados de pasión,
y de sudores ajenos
se enriquecen.
Estos son los que parecen
al mundo cosa divina, 650
y les sirven y obedecen
con diligencia contina
muy crecida,
y su boca es su medida
con sobrado cumplimiento 655
de cuanto hay en esta vida,
excepto contentamiento
y hartura,
porque cuanto su ventura
y astucia les acarrean 660
no basta, según natura,
al sosiego que desean;
y al sabor
de la privanza y favor,
riquezas, mandos y honores, 665
créceles más el ardor
de la corte y sus amores;
en la cual,
según dice Marcial,
tres o cuatro comunmente 670
se gozan lo principal,
los otros andan a diente.
Etos grados
aquí, Lucrecio, notados
son los que a mi parecer, 675
en palacio perdonados
y admitidos, pueden ser
costreñidos,
convidados o movidos,
unos por necesidad 680
y otras por embebecidos
en la tal prosperidad
y grandeza,
otros por la gentileza
de la edad en su sazón, 685
y algunos por la graveza
de accidental ocasión,
que se ofrece:
a uno porque carece
de otro medio de vivir, 690
y a otro porque florece,
y huelga de se servir
de los buenos;
los unos por estar llenos,
y los otros por vacíos, 695
por carta de más o menos
se quedan allí estantíos,
aislados;
mas, fuera de estos estados,
que tocan en los extremos, 700
hay otros menos forzados,
a quien más culpa ponemos;
y éstos son
los que en esta profesión
cortesana, ni son ricos 705
ni de pobre condición,
ni muy grandes ni muy chicos,
que podrían
apartarse, y vivirían
sin la corte y sin querella, 710
y aparte, carecerían
de cien mil trabajos della
que hay allí;
y no lo haciendo así,
estos son los más errados, 715
y podeis contarme a mí
por uno de los culpados.

CHAPTER 3

Lucrecio Ya, señor Prudencio, entiendo
Lo que antes no sabía,
y me parece ir sintiendo 720
un poco más que solía
deste cuento.
Ya tomo conocimiento
qu'en la corte hay bueno y malo,
y que tras su seguimiento 725
se da del pan y del palo;
mas si os place,
lo que a mi negocio hace,
más por menudo se note,
porque antes que me enlace 730
mire por do va el virote,
y me avise,
porque ninguno me piso,
de arrimarme a lo más firme,
para que desto que quise 735
no convenga arrepentirme,
ni lo espero;
pero suplícoos y quiero
que desos estados todos
me digáis, señor, primero 740
las condiciones y medos,
y su vida,
para que, bien entendida,
aunque sea brevemente,
sepa buscar la salida, 745
y huir de su inconveniente,
si pudiere
y mi ventura quisiere,
pues el hombre apercibido,
dicen que do quier que fuere 750
va ya medio defendido.

Prudencio A mi ver,
bien oí; será menester
cualquier apercibimiento,
Lucrecio, para hacer 755
tal jornada con buen tiento,
y pensar
que la corte es un gran mar,
profundo, tempestuoso,
por do habéis do navegar, 760
que suelo ser peligroso
de tormentas,
contrastes y sobrevientas,
con viento nunca bien cierto,
do se pasan mil afrentas 765
antes de llegar a puerto,
y no llegan,
dos, de dos mil que navegan,
a los puertos deseados,
que en el camino se anegan 770
y son manjar de pescados;
sin sacar,
con vela y trasnochar,
de su hilado mazorca,
y antes de ver el lugar 775
les aparece la horca.


(Continues...)

Excerpted from Aula de Cortesanos by Cristóbal de Castillejo. Copyright © 2015 Red Ediciones S.L.. Excerpted by permission of Red Ediciones.
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Table of Contents

Contents

CRÉDITOS, 4,
PRESENTACIÓN, 7,
INTERLOCUTORES: LUCRECIO Y PRUDENCIO, 9,
CAPÍTULO I, 11,
CAPÍTULO II, 21,
CAPÍTULO III, 33,
CAPÍTULO IV, 45,
CAPÍTULO V, 59,
CAPÍTULO VI, 73,
CAPÍTULO VII, 87,
CAPÍTULO VIII, 101,
LIBROS A LA CARTA, 151,

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