Amor y respeto en la familia: El respeto que los padres desean, el amor que los hijos necesitan

Amor y respeto en la familia: El respeto que los padres desean, el amor que los hijos necesitan

by Emerson Eggerichs
Amor y respeto en la familia: El respeto que los padres desean, el amor que los hijos necesitan

Amor y respeto en la familia: El respeto que los padres desean, el amor que los hijos necesitan

by Emerson Eggerichs

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Overview

¡El secreto del éxito de la crianza de los hijos ha sido revelado!

Los estudios psicológicos afirman lo que la Biblia siempre ha dicho: los niños necesitan el amor que Dios nos dice que debemos darles (Tito 2.4). Y los padres desean el respeto que la Escritura dice claramente que es nuestro derecho (Éxodo 20.12).

Amor y respeto en la familia es una guía práctica para ayudar a romper el ciclo loco de los conflictos familiares y reemplazarlo con un ritmo energizante y saludable. Basado en lo que dice la Biblia a los padres acerca de la crianza, este libro se centra en el logro de una dinámica familiar saludable. En este libro el Dr. Eggerichs nos ofrece, con una transparencia sin precedentes, la aportación de su esposa y de sus tres hijos mayores de edad, quienes comparten la sabiduría adquirida en lo bueno, lo malo y lo feo de su vida familiar.

Todo está aquí en esta exploración reveladora de los principios bíblicos sobre la crianza de los hijos que pueden ayudar a que las familias funcionen como Dios manda.


Product Details

ISBN-13: 9781602559776
Publisher: Grupo Nelson
Publication date: 09/30/2014
Pages: 288
Product dimensions: 5.40(w) x 8.30(h) x 0.90(d)
Language: Spanish

About the Author

En su calidad de investigador, el doctor Emerson Eggerichs, quien tiene un Doctorado en Filosofía con especialidad en Ecología Infantil y Familiar otorgado por la Universidad del Estado de Michigan, se ganó los testimonios de miles de madres después del lanzamiento de su obra best seller del New York Times Amor y Respeto. Estas madres reportaron consistentemente que cuando aplicaban a sus hijos varones el aspecto de respeto que contenía el mensaje obtuvieron unos resultados significativos. Emerson y su esposa Sarah presentan en distintos lugares de la nación una serie de Conferencias sobre Amor y Respeto en el matrimonio y en la educación de los hijos. Emerson también ha dado conferencias a grupos de la NFL, la NBA, la PGA, los Navy Seals y miembros del Congreso. Durante casi veinte años, fue el Pastor Principal de la iglesia Trinity, en East Lansing, MI. Él y Sarah han estado casados desde 1973 y tienen tres hijos adultos. Emerson también cuenta con una Licenciatura en Artes con especialidad en Estudios Bíblicos, otorgada por el Wheaton College, una Maestría en Artes con especialidad en Comunicación, otorgada por la Escuela Graduada del Wheaton College y una Maestría en Divinidades otorgada por el Seminario Teológico de la Universidad de Dubuque.

Read an Excerpt

Amor y Respeto en la familia

El respeto que los padres desean, el amor que los hijos necesitan


By Emerson Eggerichs

Grupo Nelson

Copyright © 2014 Grupo Nelson
All rights reserved.
ISBN: 978-1-60255-977-6



CHAPTER 1

Si los chicos cooperaran, ¡todos seríamos padres grandiosos!


Era un día caluroso de verano de 1986. Estábamos conduciendo a casa en nuestra camioneta luego de unas refrescantes y placenteras vacaciones. Todo estaba calmado mientras disfrutábamos a la luz de la unidad, hasta los últimos trescientos kilómetros. De repente, Jonathan de diez años; David de ocho y Joy de cuatro, comenzaron a reñir por nimiedades y, a pesar de pedirles que «cedieran y desistieran», las batallas verbales continuaron hasta que nos detuvimos en la parada para almorzar en el área destinada para ello. Habíamos esperado que la contienda hubiera terminado, pero aparentemente ese no fue el caso. Jonathan continuó molestando a Joy y David les refunfuñaba a los dos. Finalmente, cuando los decibeles y la tensión alcanzaron su punto máximo, Sarah se hartó. Se levantó de la mesa y anunció: «¡Quiero renunciar!». Luego, simplemente se marchó y se dirigió hacia otra mesa para estar sola. Rápidamente reuní a los chicos y los llevé a los sanitarios para tomar un descanso e ir al baño.

Sarah estaba sentada en una mesa y observó un grupo de motociclistas que se habían detenido para aprovechar un poco de sombra y tomar licor. Observó a los sujetos tatuados con las botas de combate y los chalecos de jean, montar sus motocicletas, acelerar los motores e irse rápidamente. Recuerda que en ese momento pensó: me pregunto cómo sería irse en motocicleta al atardecer y dejar detrás estas cargas de la maternidad. Ella en realidad no deseaba abandonar a la familia, pero recuerda sentirse tan desanimada con su maternidad que tuvo este fugaz pensamiento irracional y la asustó.

Regresé con los niños, los metí en la camioneta y luego me acerqué a la mesa donde Sarah comenzó a contarme lo que sentía. La conclusión fue que se había hartado. Durante lo que pareció una eternidad de silencio (probablemente fue como un minuto), ambos nos quedamos mirando a la distancia. Era tiempo de que el hombre de la familia hablara. Yo deseaba intentar aliviar la situación con un poco de humor y dije algo como: «¡No te atrevas a irte sola! ¡Vámonos juntos!». Pero la mirada del rostro de Sarah me detuvo. Pude ver que realmente estaba dolida hasta lo profundo de su ser. Con los hombros caídos y lágrimas en los ojos, dijo: «Simplemente no está funcionando. Me siento como un fracaso».

Intenté darle algunas palabras de consuelo, pero estaba demasiado turbada. En ese momento se sentía completamente derrotada y, para ser sincero, yo me sentía casi igual.

Mientras hablábamos recientemente sobre esta historia, Sarah confesó: «Además de decirte cómo me sentía, nunca le mencioné este episodio a ninguna de mis amigas hasta muchos años después. Me creía demasiado culpable por sentir tan intensamente desear rendirme».

Estoy seguro de que usted podría comparar este episodio del Ciclo Alienante de los Eggerichs con sus propias historias. Recuerdo a una joven madre que estaba asistiendo a nuestro taller del Ciclo Alienante de la Familia que yo estaba impartiendo. Se acercó al final y me dijo que esa mañana las cosas habían estado verdaderamente trastornadas con sus tres hijos, hasta que le preguntó a su hijo de nueve años, uno de los mayores infractores: «¿Deseas conocer a Jesús?». Antes de que pudiera responder, ella le dijo: «¡Porque si no te detienes, lo vas a ver ahora mismo!».

Desde luego, esta mamá en realidad no estaba planeando algo drástico, pero estaba harta y tenía que decir algo que enviara un mensaje, tal como Sarah se sintió en una milésima de segundo en que se imaginó montando una Harley y dejando a su familia tras el polvo. Todos sabemos cómo se siente eso. Si los chicos cooperaran, sería tan simple. Pero todos los padres saben que no es tan simple. Una y otra vez, tienen que intentar dilucidar lo que está sucediendo realmente cuando un niño tiene una rabieta, y sin importar lo que hagan, parece que eso lo hace lloriquear aun más.

¿Qué sugiero, entonces? En primer lugar, no importa lo que sea—una riña menor o mayor, una explosión dramática o posiblemente un lloriqueo sin parar—, no tema admitir: «el Ciclo Alienante está comenzando a girar».

Observe el diagrama del Ciclo Alienante de la Familia de la página 1: sin amor (o al percibir lo que él piensa que debe ser el amor), su hijo reacciona negativamente. Cuando su hijo no coopera o se porta mal en diferentes maneras, usted se siente irrespetado. Sin respeto, usted puede reaccionar negativamente (y lo hace a menudo) en maneras que el niño siente aun más como falta de amor. Naturalmente, el niño reacciona incrementando su comportamiento desagradable —el lloriqueo, el holgazaneo, lo que pueda hacer para que usted sepa que está sintiendo falta de amor— y esto puede continuar y continuar.

En cuanto a nuestro viaje que se amargó, no creo que los niños estuvieran sintiendo falta de amor; solamente eran niños que habían estado metidos en un coche durante mucho tiempo. Eran hermanos en un conflicto típico: Jonathan quería leer su libro; Joy deseaba la atención de Jonathan; Jonathan se molestó porque Joy no lo dejaba en paz. David se enfadó porque, mientras intentaba dibujar algo, Joy le pegó en el codo y arruinó su dibujo.

El problema fue que ellos no respondieron a nuestros esfuerzos persistentes por lograr que se detuvieran. Sarah y yo definitivamente nos sentimos irrespetados y no sabíamos cómo lidiar con la situación. Cuando los chicos no obedecen a los padres, en cierto grado, los padres se sienten irrespetados.

Desde entonces hemos descubierto que hay tres preguntas útiles que hacer cuando el Ciclo Alienante comienza a estallar:

1. ¿Está mi hijo sintiendo falta de amor?

2. ¿Me estoy sintiendo irrespetado?

3. ¿Cómo podré ser padre a la manera de Dios a pesar de todo?


En esta sección del Ciclo Alienante de la Familia estamos analizando las primeras dos preguntas. En la segunda parte analizaremos la importantísima tercera pregunta: «el Ciclo Energizante de la Familia», así como en la tercera parte: «el Ciclo Gratificante de la Familia». Ahora profundicemos en cuándo y dónde un niño puede sentir falta de amor; y cuándo y dónde usted —el padre amoroso— puede sentirse irrespetado.

Con respecto a la primera pregunta: «¿Está mi hijo sintiendo falta de amor?», deseo remarcar que el niño muchas veces no se está sintiendo necesariamente «no amado». Es completamente posible que esté actuando así por irresponsabilidad, egoísmo o incluso un franco desafío infantil. Él está triste y simplemente no se está saliendo con la suya, por lo que se lo está haciendo saber. Por otro lado hay veces en que, según el punto de vista del niño, él necesita amor en el momento, al menos un poco de atención. Posiblemente esté pidiéndole amor en una manera infantil y burda, pero eso es lo que desea. Usted es su fuente principal de amor. Necesita su amor y siempre lo está buscando en una manera u otra.

Permítame ejemplificarle. Un día cuando casi tenía cinco años, Joy estaba haciendo que se quejaba, asegurando que era porque estaba enferma. Deseaba que me recostara con ella y, aunque todavía tenía gran parte de mi sermón que preparar, puse de un lado mi enfado y decidí hacerlo, al menos durante algunos minutos. Mientras yacíamos ahí, ella dijo: «Abrázame». Yo le respondí: «De modo que ese es el verdadero problema. Solo necesitabas un momento de amor». Nunca olvidaré su respuesta: «Desde luego y tú debes saberlo». Abracé a Joy varias veces, de hecho, e instantáneamente fue «sanada». Minutos más tarde, corrió a toda prisa felizmente a jugar.

Ese día aprendí algo que me ayudó muchas otras veces mientras criaba a Joy y a sus dos hermanos, David y Jonathan. Aprendí la importancia de hacer la primera pregunta: ¿está mi hijo sintiendo falta de amor? Pero también comencé a sintonizarme con la otra pregunta que continuaba forjándose en mi alma durante esos primeros años: ¿me estoy sintiendo irrespetado? A menudo lo percibía así, pero no estaba seguro si debía sentirlo, ya que se supone que yo debía ser el adulto maduro. Me preguntaba si solamente estaba siendo egoísta o sensible. Posiblemente los chicos solo estaban siendo niños y yo me estaba enfocando demasiado en mí mismo y en mi sensibilidad.

En esa primera instancia del Ciclo Alienante de la Familia, cuando nuestros hijos están actuando menos que positivamente, debemos evitar la reacción abrupta que nos lleve a pensar: este niño no está siendo respetuoso. Se supone que los chicos deben obedecer a sus padres. ¡Voy a tener que ponerle un alto a esto! Los padres saben instintivamente que sus hijos deben respetarlos. La mayoría de los padres conoce el quinto mandamiento: «Honra a tu padre y a tu madre» (Éxodo 20.12). El apóstol Pablo lo repitió en Efesios 6.1–2, cuando escribió: «Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres [...] Honra a tu padre y a tu madre».

Con todo este respaldo de las Escrituras a nuestra autoridad como padres, sentimos la presión de asegurarnos de que nuestros hijos sean obedientes, reaccionando con bastante severidad, con frustración o con ira. Este es un ejemplo de cómo los padres pueden comenzar el Ciclo Alienante de la Familia al reaccionar cuando los chicos están siendo solo niños. Nuestros hijos perciben nuestra rigidez y negatividad como falta de amor, por lo que se sienten incorrectamente juzgados y es que ya hemos entrado en el Ciclo Alienante de la Familia.

Una vez que usted admita: «Sí, me estoy sintiendo irrespetado», puede preguntarse: «¿Debería sentirme irrespetado?». Esta es una pregunta crucial que no debe responder sin pensar al respecto. El padre debe evitar molestarse con el hijo que no tiene intenciones de faltarle al respeto. La irresponsabilidad no es lo mismo que la falta de respeto. En verdad no estoy intentando negar que las acciones irresponsables puedan sentirse como falta de respeto. Por ejemplo, usted instruye a su hijo a que sea más cuidadoso con su taza de leche, pero de alguna manera su pequeño codo tropieza con la taza y la voltea. Es un momento crítico. Usted puede sentirse irrespetado. ¿Por qué su hijo no puede ser más cuidadoso? Pero este es el momento adecuado para expresar el antiguo dicho: «¡No llores por la leche derramada!». Sí, el niño hizo un desastre, pero los chicos siempre serán niños. Son irresponsables a veces, sí, pero no confunda esto con la falta de respeto.

«Pero usted no sabe cuántas veces lo arruino todos los días». Sí, lo sé. Sarah y yo criamos a tres hijos a quienes se les daba por derramar la leche. ¿Respondimos perfectamente todas las veces? No. De hecho, Sarah recuerda su recurrente oración: «Señor, ayúdame a responder y no reaccionar».

En verdad, hay veces en que, tal como el niño puede estar reaccionando por infantilismo y no porque se esté sintiendo no amado, el padre también reacciona por impaciencia, frustración y simple agotamiento. Limpiar un desastre más por leche derramada puede llevarnos al límite. En ese momento, posiblemente no nos sintamos irrespetados, pero reaccionamos negativamente de igual manera. Lo importante a recordar es que nos sintamos irrespetados o solamente hartos de limpiar derrames, nuestros hijos sienten nuestras reacciones fuertes como falta de amor ... y es que hemos comenzado una reacción del Ciclo Alienante de la Familia.

En tales ocasiones, todos necesitamos hacer esa simple oración: «Señor, ayúdame a responder y no reaccionar». Nuestras reacciones reflejan nuestra naturaleza pecaminosa, pero pedir la ayuda de Dios calma nuestro corazón. Como padres necesitamos mostrar compasión del tipo que el salmista describió cuando comparó la compasión del Señor con la que un padre debe tener con sus hijos (Salmos 103.13). El Señor es nuestro modelo para mostrar compasión.

Si usted vio la película Hook, el regreso del capitán Garfio, posiblemente recuerde la escena en que Peter Banning (interpretado por Robin Williams) está en un avión con su hijo, Jack, y se frustra cuando este comienza a enfadar a todos los que estaban cerca. Finalmente, Peter dice: «¿Cuál es tu problema? ¿Cuándo vas a dejar de actuar como niño?». Jack responde: «Pero es que soy un niño», y su padre contesta: «¡Madura!».

Aunque esta escena debe ser graciosa, Peter Banning no estaba siendo un buen padre en ese momento. Yo tuve un padre parecido al personaje de Robin Williams, y sé por experiencia personal cómo es que un chico puede ser provocado y exasperado, y el comportamiento poco amoroso de su padre puede terminar por desmoralizar su espíritu.

En mi mente permanece vívidamente un momento tal. Cuando casi cumplía los tres años, vi que mi padre intentó estrangular a mi madre. Yo me apresuré hacia él y comencé a pegarle con mis pequeños puños. Él me golpeó en la cabeza y yo me hundí, llorando. Él soltó a mamá y ella lloró. Ese episodio, entre otros, a menudo me hacía preguntarme en mi niñez: «¿Me ama mi papi?».

Con el pasar del tiempo, papá continuó reaccionando conmigo sin amor. Yo actué irrespetuosamente muchas veces, pero en realidad estaba intentando hacer que él despertara y viera mi necesidad de su amor reconfortante. Eso sucedía rara vez. En mis años de infancia, a menudo me dejó desconcertado, por lo que me sentí rechazado.

De pequeño sentía que no podía hacer nada bien. Cuando intentaba ayudar a mi papá a hacer algún proyecto en la casa pero no hacía lo que él deseaba, eso lo fastidiaba en gran manera. Todavía puedo escuchar sus palabras en mis oídos: «¡Eres un inútil! Si deseo que se haga algo, ¡tengo que hacerlo yo mismo!».

No es de sorprenderse que me orinara en mi cama hasta los once años; le habría cerrado mi espíritu completamente a mi padre, de no haber sido por mi mamá. Cuando acudía a ella para contarle mi dolor, frustración e ira con papá, me decía: «Bien, tu papi no sabe cómo ser papá, porque cuando tenía tres meses su papi murió. Él creció sin su papi, por eso no sabe cómo serlo».

De alguna manera, esa respuesta pareció ayudarme en mi infancia, pero a medida que entré en la adolescencia, mi madre pudo ver claramente que mi vida en casa con mi padre estaba perjudicando mi desarrollo como joven. Así que buscó enviarme al colegio militar. Mi papá no protestó (supongo que fue porque anticipaba muchos líos conmigo como adolescente). Desde los trece hasta los dieciocho años asistí al colegio militar y, a la edad de dieciséis, cuando puse mi fe en Cristo como mi Señor y Salvador, recibiéndolo en mi corazón, llegué a ver y creer que Dios había hecho que todas las cosas ayudaban a mi bien (Romanos 8.28).

Debido a mis propias heridas puedo comprender las luchas y las necesidades internas de un niño que siente falta de amor. Mi madre era muy amorosa y eso marcó la diferencia; pero debido a cómo me trataba mi padre, puedo sentir empatía con un niño que sienta que no es comprendido ni amado y que nunca intente ser respetuoso.

Lamentablemente, no siempre apliqué esa empatia como padre. Adelantemos el tiempo a cuando era pastor y hablaba en un campamento cristiano de verano. Estaba a punto de dar un mensaje en la noche y mi hijo David, que tenía aproximadamente diez años entonces, estaba portándose mal, porque deseaba hacer algo para lo que no teníamos tiempo en ese momento. Recuerdo claramente haber pensado: este niño me está desafiando a propósito. Me está irrespetando para contraatacar, porque no se está saliendo con la suya.


(Continues...)

Excerpted from Amor y Respeto en la familia by Emerson Eggerichs. Copyright © 2014 Grupo Nelson. Excerpted by permission of Grupo Nelson.
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Table of Contents

Contents

Reconocimientos, ix,
Una palabra personal de los chicos Eggerichs y acerca de ellos, xi,
Introducción: ¿Pueden el Amor y el Respeto operar juntos mientras cría a sus hijos?, xv,
Primera Parte: El Ciclo Alienante de la Familia,
1. Si los chicos cooperaran, ¡todos seríamos padres grandiosos!, 3,
2. Detener el Ciclo Alienante de la Familia, parte I: decodificar, 13,
3. Detener el Ciclo Alienante de la Familia, parte II: desactivar, 29,
Segunda parte: El Ciclo Energizante de la Familia,
4. Dar: no muy poco, no demasiado, 47,
5. Comprender: póngase en el lugar de ellos, 61,
6. Instruir: no demasiado ... pero suficientes «cosas como esa», 77,
7. Disciplinar: confrontar, corregir, consolar, 91,
8. Animar: equiparlos para el éxito sin desanimarse, 113,
9. Suplicar: orar ... confiando en que Dios nos escucha y les habla, 131,
10. Trabajo en equipo: cómo colocar a sus hijos en primer lugar, 149,
11. Paternidad rosa y azul, 165,
Tercera parte: El Ciclo Gratificante de la Familia,
12. La verdadera razón para ser padres a la manera de Dios 185,
13. Porque Él nos ama pese a lo que suceda ... nosotros los amamos sin importar lo que suceda, 195,
14. Cuidado con la «trampa de los resultados», 209,
15. Mi respuesta es mi responsabilidad, 225,
Conclusión: ¿Qué tipo de legado dejará usted?, 237,
Apéndice A: Los objetivos de Amor y Respeto para nuestra familia, 247,
Apéndice B: Lista de control para practicar el Amor y el Respeto en su paternidad, 251,
Notas, 255,
Acerca del autor, 265,

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