Hasta donde alcanzan mis conocimientos, las mujeres son seres francamente indescifrables. Una incógnita, un enigma para el hombre en la personalidad de ellas, su comprensión, comunicación fluida y entendimiento. Alguien dijo por ahí que a las mujeres no hay que entenderlas, sino simplemente, quererlas, amarlas, desearlas, siempre, cada día de nuestras vidas.
Y yo preferiría amarlas a entenderlas, que es más complicado y no me alcanzaría la vida para lograrlo.
Y ése es la historia sobre la que se basa este libro. Un hombre (ojalá ese fuera yo), y tres mujeres, y una trama tan complicada como interesante.
A decir verdad, está basada en una vivencia propia sobre algo que hubiera deseado que sucediese así, pero nunca ocurrió.
La primera es una mujer a la que yo ame en secreto, una mujer de la que yo estuve perdidamente enamorado. Bella, joven, fresca, todavía con algunos gestos, ademanes y rasgos femeninos propios de una niña (¡Ah, si por lo menos hubiera podido hacerle el amor una vez!). Después de aquel momento, podía permitir que Dios me llevara a su mundo en paz. Con una experiencia así, y con ella, habría llegado a la conclusión que mi vida ya estaba realizada del todo. El único problema era que ya estaba casada.
La otra mujer era alguien que también estaba casada, pero buscaba de alguna u otra forma vivir una aventura conmigo, salir de su rutina diaria y de sus hijos pequeños que... bueno, sabemos todos cómo son los niños, y cuando son varios, es un poco complicado de manejar para una sola persona a veces, aunque ésta sea la madre.
Bueno. Y por último está la tercera mujer, una muchacha casi inocente, casi niña, casi virgen, enamoradiza, espontánea, amistosa, con poco conocimiento del noviazgo (como yo hoy), y del romance (como yo hoy) y de dar y recibir amor (como yo hoy).
