Recibe primero. Ama segundo. Bebe profundamente del amor de Dios y descubre que puedes amar a otros en el derrame. Dicen que es mejor dar que recibir - bueno, ¡ya no más! Max Lucado desempaca 1 Corintios 13 palabra por palabra, adordando en la única forma que realmente podemos amar y esa es recibiendo el amor de Dios primero. Si nunca has recibido amor, ¿cómo puedes darlo? Dios es el único que nos puede dar el poder para amar, y en recibirlo podemos encontrar amor para dar. En vez de dejar que Corintios 13 te recuerde de un amor que tu no puedes producir, deja que Max Lucado te guie a encontrar un amor irresistible - el amor de Dios.
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Overview
Recibe primero. Ama segundo. Bebe profundamente del amor de Dios y descubre que puedes amar a otros en el derrame. Dicen que es mejor dar que recibir - bueno, ¡ya no más! Max Lucado desempaca 1 Corintios 13 palabra por palabra, adordando en la única forma que realmente podemos amar y esa es recibiendo el amor de Dios primero. Si nunca has recibido amor, ¿cómo puedes darlo? Dios es el único que nos puede dar el poder para amar, y en recibirlo podemos encontrar amor para dar. En vez de dejar que Corintios 13 te recuerde de un amor que tu no puedes producir, deja que Max Lucado te guie a encontrar un amor irresistible - el amor de Dios.
Product Details
ISBN-13: | 9781418582234 |
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Publisher: | Grupo Nelson |
Publication date: | 08/04/2002 |
Sold by: | HarperCollins Publishing |
Format: | eBook |
Pages: | 224 |
File size: | 376 KB |
Language: | Spanish |
About the Author
Desde que entró en el ministerio en 1978, MAX LUCADO ha servido en iglesias de Miami, Florida; Río de Janeiro, Brasil; y San Antonio, Texas. Actualmente sirve como ministro de enseñanza de la Iglesia Oak Hills en San Antonio. Ha recibido el Premio Pinnacle 2021 de la ECPA por su destacada contribución a la industria editorial y la sociedad en general. Es el autor inspirador más vendido de Estados Unidos, con más de ciento cuarenta y cinco millones de productos impresos.
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Oración
LA CLAVE DEL AVIVAMIENTOBy Paul Yonggi Cho
Grupo Nelson
Copyright © 1987 EDITORIAL CARIBEAll right reserved.
ISBN: 978-0-88113-241-0
Chapter One
LO QUE CONSIGUE LA ORACION
La oración produce poder
Dios nos ha creado de tal forma que para sentirnos motivados a trabajar por una cosa necesitamos conocer el propósito y el provecho de ella. Aunque no nos guste, no somos capaces de cambiar fácilmente. Si comprendiéramos de verdad los beneficios de la oración, habríamos estado orando antes de ahora.
La motivación actúa sobre la base del deseo. Para que alguien ore debe aprender a desear la oración; y para orar como requieren las Escrituras ha de crearse un gran deseo de hacerlo.
¿Cómo puede llegar a tener usted ese gran deseo? Para ello, debe comprender los beneficios eternos y temporales de la oración.
Cuando miramos en la Biblia, descubrimos poderosas oraciones. Vemos a Moisés, un hombre que tenía poder en la oración y era capaz de hablar con autoridad, no sólo a los enemigos de Dios, sino también al pueblo del Señor. Al orar él, las plagas vinieron sobre Egipto, o se abrió el Mar Rojo delante de Israel. Pero, ¿cómo adquirió Moisés su poder en la oración? Mediante una vida de oración.
Josué vio la poderosa mano de Dios obrar a través de su vida y su ministerio. Conocía la voluntad y la estrategia del Señor en la batalla; por lo tanto, ciudades poderosas cayeron delante del inexperto ejército que acaudillaba. ¿Cómo adquirió Josué tanto poder con Dios? Había aprendido a orar. Mientras Moisés oraba en el monte, Josué pasaba la noche también en oración al pie del mismo; y cuando le llegó al primero la hora de partir, Dios tenía preparado un líder que conocía la oración.
También David era un hombre entregado a la oración. Cuando fue ungido rey de Israel, Saúl todavía dcupaba el trono. David hubiera podido sentirse desanimado porque sólo unos pocos reconocieran su reino; sin embargo, la oración le proporcionó la confianza que necesitaba. Esperó a que el Señor lo colocara en el trono físico de Israel. David tenía una relación con Dios lo bastante fuerte como para no matar a Saúl cuando se le presentó la oportunidad. Y después de la muerte de este último, la primera acción que realizó, como rey reconocido de Israel, fue devolver el arca del pacto al lugar que le correspondía: el centro de la adoración del pueblo. Cuando consideramos el poder de su reinado y de su vida, podemos ver la fuente del mismo: la oración.
Elías fue el profeta de Dios durante uno de los peores tiempos de la historia de Israel. Por aquel entonces, el pueblo había empezado a adorar a Baal, y Elías oró poderosamente desafiando a sus profetas. Al recordar su historia, pensamos en el poder que tenía; pero debemos considerar el origen de tal poder. Elías era un hombre de oración, que pasaba horas e incluso días orando. Esta fue la razón por la que, cuando el profeta fue arrebatado en el torbellino por el carro de fuego, los hijos de los profetas lo buscaron en los montes de Israel.
Sin embargo, nadie ha manifestado jamás el poder de Dios como su Hijo: Jesucristo. Antes de comenzar su ministerio público, Jesús dedicó tiempo a estar con el Padre en oración, y se sabe de El que pasó períodos orando a solas. Ese fue el origen de su poder. El Señor no podía hacer nada a menos que el Padre se lo revelara.
¿Está usted cansado de las ineficaces oraciones que oye salir de su boca? ¿Está dispuesto a que su iglesia tenga un poderoso ministerio de oración para que su vecindario, ciudad o estado conozca el poder que reside en ella? Si tal es su deseo, y está listo para hacer cualquier cosa y pagar cualquier precio a fin de conseguirlo, entonces prepárese porque Dios va a cambiar de un modo dramático su vida y ministerio, introduciéndole a una nueva dimensión de poder.
No hay razón para que en su iglesia no ocurran milagros de manera regular, ni tampoco para que los pecadores no sean atraídos al Espíritu Santo en su congregación. Me han contado que en cierta ocasión Charles Finney estaba de paso por una pequeña comunidad del norte de Nueva York. Houghton, en el estado de Nueva York, era un pueblo normal; sin embargo, un día, cuando el tren de Finney pasaba cerca de allí, el Espíritu Santo descendió sobre los pecadores de la comunidad. Los hombres que había en los bares cayeron de rodillas convencidos de pecado y pidieron a Jesucristo que los salvara. Si el Espíritu Santo confirió tal poder a Charles Finney, ¿acaso no nos dará a nosotros esa misma clase de ministerio poderoso? Finney pocas veces compartía la clave de su poder; no obstante, un reportero decidió espiarle, y llegó a la conclusión de que el origen de dicho poder eran las horas que pasaba orando.
Estoy convencido de que en Corea hemos visto sólo el comienzo del avivamiento que Dios nos ha prometido. Aunque se sabe por toda la nación que el Señor está obrando en nuestra iglesia, todavía no hemos sido testigos del poder de Dios como hemos de serlo en el futuro si permanecemos fieles.
Ese poder de Dios no consiste únicamente en sanidades, liberaciones de los malos espíritus y conversiones en masa al cristianismo; sino también en el cielo abierto que hay sobre nuestro país. ¿Qué quiero decir con esto? Cuando un país tiene cielo abierto, existe libertad, tanto física como espiritual, para predicar el evangelio. Y el nivel de fe es alto y no se encuentra demasiada oposición espiritual. En algunas naciones resulta difícil predicar por tanta resistencia que hay; las fuerzas satánicas que se oponen al evangelio son poderosas y no existe mucha fe. Esto hace difícil las cosas para aquellos de nosotros que predicamos la Palabra de Dios.
En Corea me resulta más fácil predicar que en casi cualquier otro sitio; y cuando lo hago, los pecadores responden inmediatamente para salvación. ¿Cuál es la razón de que tengamos este ambiente espiritual? La respuesta es que oramos.
El orar no sólo produce poder corporativo; sino también individual. En mi propio ministerio he aprendido que debo depender del poder del Espíritu Santo. Las grandes cosas para Dios se llevan a cabo, no con fuerza, ni con el poder natural, sino con el Espíritu Santo. Al aprender a caminar en el Espíritu, he visto el poder de Dios. ¿Cómo me sería posible de otro modo pastorear una iglesia de mas de 370.000 miembros y aún tener tiempo para viajar por todo el mundo, casi cada mes, a fin de asistir a conferencias nacionales sobre el crecimiento de la iglesia, y contar con tiempo suficiente para un ministerio televisado en tres continentes? La respuesta es el poder que emana del Espíritu Santo al haber dedicado mi vida a la oración.
A mi despacho viene con regularidad gente pidiendo oración. He visto al cojo andar, al ciego ver, y al paralítico saltar de su silla de ruedas por el poder de Dios. ¿Soy yo alguien especial? En mi introducción dije que Dios no tiene hijos favoritos. El poder en la oración se halla al alcance de todo el que esté dispuesto a pagar el precio.
Para adquirir este tipo de poder, debemos cambiar de actitud. En el evangelio según Mateo, Jesús hace una declaración revolucionaria en cuanto a la actitud que se necesita para producir poder espiritual. Algunos lo abordaron con relación a Juan el Bautista, después que fue encarcelado; y Jesús testificó de la posición única de Juan, al afirmar: "De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él" (Mateo 11:11). ¿Cómo podría un hijo de Dios que se encuentra en el reino de los cielos llegar a ser incluso mayor que Juan el Bautista? En el siguiente versículo, Jesús revela la actitud necesaria para adquirir poder espiritual: "Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan" (Mateo 11:12).
Se requerirá una dedicación "violenta" a la oración para que el poder de Dios venga a nuestra vida; y esa agresiva seriedad podrá verse, sobre todo, en la disciplina. La razón de ello es que el adquirir poder en la oración lleva mucho tiempo; por esta causa necesitamos establecer prioridades en nuestra vida. Muchas cosas se agolparán alrededor de nosotros para impedirnos que dediquemos el tiempo necesario a la adquisición de dicho poder; pero, por la gracia de Dios, somos capaces de alcanzar el premio de una oración poderosa en extremo si tenemos la actitud debida.
La oración trae quebrantamiento
En el transcurso de estos últimos veinticinco años, he aprendido que Dios no puede usar a una persona que no está quebrantada y totalmente rendida a El. Cuando Jesús se encontró con Pedro en su barca de pescador, éste tuvo una reacción: se sintió redargüido de pecado; como si fuera demasiado pecador para que Cristo estuviese en su embarcación. Y habiendo negado a Jesús tres veces, fue quebrantado por su gracia y su perdón; al permitirle predicar el primer sermón de la historia de la Iglesia. Como resultado del ministerio de Pedro, tres mil personas vinieron a Cristo en el día de Pentecostés; y el Señor lo utilizó también para abrir la puerta espiritual al mundo gentil. A Dios le fue posible usar a Pedro una vez que éste fue quebrantado.
He conocido a muchos que no están sirviendo a Dios en la actualidad debido a pecados pasados. Tal vez culpen al pastor o a algún otro cristiano por ello; pero en su corazón saben que se han quedado cortos y no han aprendido. Cuando un creyente comete una equivocación, siempre trato de ayudarle a restaurar su vida; y le explico que ese error puede ser un medio para aprender a estar quebrantado y humilde delante de Dios.
La falta de quebrantamiento hace que una persona usada por Dios se vuelva orgullosa y altiva; sin embargo, cuando un hombre ha sido quebrantado, su corazón resiste al orgullo y puede ser utilizado en mayor medida.
¿Cómo sucede esto en la oración?
Cuando en su tiempo de oración entra usted en contacto con Dios, la primera cosa que siente es su propio pecado. Nadie puede experimentar orgullo ante un Dios santo; y una vez que se da cuenta de su falta de requisitos naturales para estar en la presencia divina, comienza a confesar su pecado y a humillarse delante de Dios. Eso no quiere decir que su sitio no sea ante el trono de la gracia —de hecho la entrada franca de cada creyente a dicho trono ha sido pagada por la sangre de Jesucristo—; sin embargo, usted comprende que no cuenta con ninguna aptitud natural para estar allí, y su reacción inmediata es de quebrantamiento. ¡El quebrantamiento y el orgullo no pueden coexistir!
Es asombroso que al entrar en la presencia de Dios, tomará usted conciencia de reacciones, actitudes y acciones que tal vez había olvidado. Al igual que Pedro no podía soportar el tener a Cristo en su barca debido al reconocimiento de que era pecador, uno comprende la gran necesidad que tiene ante su santa presencia.
La siguiente y muy natural reacción delante de El, es querer ser perdonado. Esto sucede en mi propia experiencia. Quizás he hecho alguna cosa pequeña sin darme cuenta; no obstante, en el momento que comienzo mi tiempo de oración, el Espíritu Santo me señala precisamente aquella cosa, por la cual necesito ser perdonado y liberado. Tal vez considere usted esto demasiado difícil; pero debe recordar que ahora tiene un nuevo deseo de orar y también una nueva actitud de violencia contra su propia carne y su orgullo. Está aprendiendo a caminar suave y delicadamente en el Espíritu Santo. Aprenderemos mucho más acerca del asunto un poco después en este mismo libro.
Sin embargo, debo ahora subrayar la importancia que tiene el caminar delicadamente con el Espíritu Santo. ¡Porque el Espíritu Santo es un caballero!
Al vivir su vida delante del Espíritu con delicadeza, se acostumbrará a la presencia constante del Señor, la cual producirá en usted dos importantísimos cambios: el quebrantamiento y la entrega.
Antes de mirar en las Escrituras algunos ejemplos bíblicos de quebrantamiento y entrega, debo hacerle partícipe de mi experiencia personal con relación a estas dos importantes actitudes.
Dios nunca ha escogido a personas perfectas para llevar a cabo su perfecta voluntad; eso resulta evidente en su elección de Jacob y del rey David, y también de mí. Mi tendencia natural es querer salirme con la mía. Sin embargo, los caminos del Señor a menudo no son mis caminos, así que alguien tiene que ceder; por lo tanto, mi parte consiste en ceder siempre al Espíritu Santo, que me ha sido dado para dirigirme y guiarme en los caminos de Dios.
El Espíritu Santo es el Consolador; no obstante, ese Consolador puede hacer que usted se sienta incómodo si no está dispuesto a andar en la voluntad divina. Y ¿cómo se asegura el Espíritu la obediencia de usted a nuestro Padre Celestial? ¡Manteniéndole quebrantado!
Alguien quebrantado ha de haber estado primeramente entero. Cuando el Señor escogió a David, éste se encontraba entero en su alma; podría haber sido un excelente pastor de las ovejas de su padre. Pero el Señor tenía más para él: David habría de ser el siguiente rey de Israel; y no sólo rey, sino también profeta. Sus profecías supondrían la señal más clara de la futura obra del Mesías. Pero no sólo profeta, sino asimismo sacerdote. Nadie había podido entrar jamás en la santa presencia de Dios dentro del tabernáculo, salvo el sumo sacerdote y, sin embargo, David lo hizo sin morir por ello. Siendo profeta, sacerdote y rey, constituía el ejemplo perfecto de Cristo.
No obstante, al considerar la vida de David, vemos que fue capaz de cometer el más repulsivo e infame de los pecados, cayendo en el adulterio e incluso en el asesinato. Aunque David pagó por su pecado, y todavía lo hace a causa de la manera en que la gente señala dicho pecado, se le detuvo para que no siguiese en su propio camino. Esto no quiere decir que cada uno de nosotros debamos pecar para ser quebrantados —no podemos tentar a Dios en su gracia—; sin embargo, el Espíritu Santo, cuando caminamos delicadamente delante de El, mantiene un registro actualizado de nuestro comportamiento. Si queremos continuar andando en la presencia de Dios, tendremos que permanecer quebrantados y humildes.
Vivir así significa caminar en sinceridad delante de Dios y de su pueblo. Según nuestra costumbre oriental, un líder jamás debería ser avergonzado delante de su pueblo. La gente no quiere que esto suceda, y el dirigente lógicamente lo evita también. Esto es lo que llamamos "perder el prestigio". Sin embargo, el Espíritu Santo ha triunfado sobre nuestras costumbres naturales y me ha obligado a ser abierto y sincero con mi gente. Recuerdo la agonía por la que pasé antes de compartir con mi congregación algo que había hecho y que había desagradado a Dios. Pero esto creó una confianza entre ellos y yo que ya ha durado más de veinticinco años.
En la Epístola de Santiago vemos claramente este principio: "Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (Santiago 4:6); y Pedro también lo enuncia del mismo modo: "Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestios de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo" (1 Pedro 5:5, 6).
Si andamos con espíritu orgulloso, Dios nos resiste al acercarnos a El en oración; por el contrario, cuando nos presentamos ante El quebrantados y contritos, nos da mayor gracia. El éxito depende de la gracia de Dios. No podemos hacer nada que dé resultado por nosotros mismos, pero por su divina gracia lo podemos todo. Lo que necesitamos para tener éxito es más gracia. Y ¿cómo la conseguimos? Estando quebrantados en humildad delante de Dios.
La lección del quebrantamiento no es muy popular hoy día; la gente sólo quiere saber cómo obtener el éxito. Sin embargo, he aprendido que el éxito no se consigue por el conocimiento de fórmulas o principios fáciles; sino aprendiendo el secreto del quebrantamiento que nos da más gracia. Es esa gracia lo que nos otorga un éxito definitivo.
Job aprendió esta lección: "Próspero estaba, y me desmenuzó" (Job 16:12).
David, confesando su estado, después de haber pedido la ayuda de Dios y de haber visto su liberación, expresa: "He venido a ser como un vaso quebrado" (Salmo 31:12).
No obstante, el propósito de Dios es quebrantarnos, pero no desmenuzarnos. Si nos quebrantamos delante de El en una actitud de humildad, no seremos hechos pedazos.
En Mateo, Jesús dejó clara la diferencia que hay entre ser quebrantado y desmenuzado: "Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos? Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará" (Mateo 21:42–44).
(Continues...)
Excerpted from Oración by Paul Yonggi Cho Copyright © 1987 by EDITORIAL CARIBE. Excerpted by permission of Grupo Nelson. All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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Table of Contents
Contents
Introducción....................9Prefacio: La vida de oración....................12
Primera parte: Motivación para orar....................19
1. Lo que consigue la oración....................20
2. El Espíritu Santo y la oración....................33
3. Su respuesta personal a la oración....................41
Segunda parte: Los tres tipos de oración....................45
4. Orar es pedir....................47
5. Orar es fervor....................53
6. Orar es interceder....................57
Tercera parte: Formas de orar....................66
7. Su vida devocional....................67
8. Sus devociones familiares....................69
9. La oración en el culto....................71
10. La oración en la reunión de célula....................73
11. Orar en la montaña de oración....................76
12. Vigilias de oración....................79
13. El ayuno y la oración....................81
14. La espéra en el Señor....................89
Cuarta parte: Métodos....................94
15. Crecimiento en la perseverancia (Para orar durante más tiempo)....................95
16. La oración en el Espíritu Santo....................99
17. La oración de fe....................103
18. Atentos a la voz de Dios....................108
19. La importancia de la oración en grupo....................113
Quinta parte: La base del poder en la oración....................117
20. La oración poderosa....................118
Conclusiones: !Prepárese a ser usado por Dios!....................123