Aligere su equipaje: Despojémonos de las cargas que nunca debimos llevar - la promesa del Salmo 23
Lucado trae una nueva luz a un pasaje antiguo: el Salmo 23. Él dice que este salmo fue «escrito por un pastor que se convirtió en rey—porque Él quería que nosotros supiéramos sobre un Rey que se convirtió en un pastor». Lucado nos reta a considerar el equipaje que todos cargamos y la necesidad abrumadora de dejar estas cargas a un Dios que ya está dispuesto a ser nuestro todo.
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Aligere su equipaje: Despojémonos de las cargas que nunca debimos llevar - la promesa del Salmo 23
Lucado trae una nueva luz a un pasaje antiguo: el Salmo 23. Él dice que este salmo fue «escrito por un pastor que se convirtió en rey—porque Él quería que nosotros supiéramos sobre un Rey que se convirtió en un pastor». Lucado nos reta a considerar el equipaje que todos cargamos y la necesidad abrumadora de dejar estas cargas a un Dios que ya está dispuesto a ser nuestro todo.
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Aligere su equipaje: Despojémonos de las cargas que nunca debimos llevar - la promesa del Salmo 23

Aligere su equipaje: Despojémonos de las cargas que nunca debimos llevar - la promesa del Salmo 23

by Max Lucado
Aligere su equipaje: Despojémonos de las cargas que nunca debimos llevar - la promesa del Salmo 23

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Overview

Lucado trae una nueva luz a un pasaje antiguo: el Salmo 23. Él dice que este salmo fue «escrito por un pastor que se convirtió en rey—porque Él quería que nosotros supiéramos sobre un Rey que se convirtió en un pastor». Lucado nos reta a considerar el equipaje que todos cargamos y la necesidad abrumadora de dejar estas cargas a un Dios que ya está dispuesto a ser nuestro todo.

Product Details

ISBN-13: 9781418588540
Publisher: Grupo Nelson
Publication date: 10/18/2001
Sold by: HarperCollins Publishing
Format: eBook
Pages: 260
File size: 737 KB
Language: Spanish

About the Author

About The Author

Desde que entró en el ministerio en 1978, MAX LUCADO ha servido en iglesias de Miami, Florida; Río de Janeiro, Brasil; y San Antonio, Texas. Actualmente sirve como ministro de enseñanza de la Iglesia Oak Hills en San Antonio. Ha recibido el Premio Pinnacle 2021 de la ECPA por su destacada contribución a la industria editorial y la sociedad en general. Es el autor inspirador más vendido de Estados Unidos, con más de ciento cuarenta y cinco millones de productos impresos.

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Read an Excerpt

CHAPTER 1

El Equipaje de la Vida

Nunca he sido un viajero de equipaje liviano. Lo he intentado. Créanme, lo he intentado. Pero desde que levanté tres dedos e hice la promesa como Boy Scout de estar siempre preparado, he estado decidido a estar exactamente así: preparado.

Preparado para un barmitzvah, la dedicación de un bebé o una fiesta de disfraces. Listo para lanzarme en paracaídas tras las líneas del enemigo o participar en un campeonato de cricquet. Y si por casualidad me encuentro con el Dalai Lama en mi vuelo y me invita a cenar en el Tibet, llevo los zapatos de nieve. Uno tiene que estar preparado.

No sé viajar con una carga liviana.

En realidad, hay muchas cosas acerca de viajar que yo no sé. No sé interpretar las restricciones de un asiento supereconómico: a mitad de precio si viaja el miércoles durante la temporada de caza del pato y regresa durante la luna llena en un año en que no hay elecciones. No sé por qué no construyen todo el avión del mismo metal que usan para fabricar la pequeña caja negra. No sé como salir del toilet del aeroplano sin sacrificar una de mis extremidades en las fauces de la puerta plegadiza. Y no sé qué responder al taxista en Río que al saber que soy americano me pregunta si conozco a su primo Eddie que vive en los Estados Unidos.

Hay mucho acerca de los viajes que yo no sé.

No sé por qué los hombres preferirían limpiar los dientes de un cocodrilo con seda dental en vez de preguntar una dirección. No sé por qué no se usan las diapositivas de las vacaciones para curar el insomnio, y no sé cuándo aprenderé a no comer platos cuyos nombres no puedo pronunciar.

Pero, por sobre todo, no sé viajar con una carga ligera.

No sé viajar sin barras de cereal, sodas y un equipo para la lluvia. No sé viajar sin linternas, sin un generador, y sin un sistema global de rastreo. No sé viajar sin una caja frigorífica con salchichas vienesas. ¿Qué hago si de repente me encuentro en medio de un asado en el patio de una casa? ¡No llevar nada en un caso así sería falta de cortesía!

Cada compañía de catálogos de viajes tiene el número de mi tarjeta de crédito. Tengo una plancha que me sirve también de pisapapel, un secador de pelo del tamaño del silbato de un entrenador, un cortaplumas del ejército suizo que se expande y se transforma en una tienda de campaña, y un par de pantalones que se inflan ante un impacto. (En un vuelo, Denalyn, mi esposa, me dio una palmadita en la pierna, y luego yo no podía salir de mi asiento.)

No sé viajar con poca carga. Pero necesito aprender a hacerlo. Denalyn se niega a tener más hijos aunque las líneas aéreas permitan que cada pasajero lleve tres valijas controladas y dos bolsas de cabina.

Necesito aprender a viajar con poco equipaje.

Usted se preguntará por qué no puedo. «¡Tranquilo!» piensa usted. «Con tanta impedimenta no puedes disfrutar tu viaje. ¿Por qué simplemente no sueltas ese equipaje?»

Es curioso que me lo pregunte. Me gustaría hacerle la misma pregunta. ¿No se ha dado cuenta que lleva unas cuantas bolsas? ¡Apuesto a que lo hizo esta mañana! En algún punto entre el primer paso al salir de la cama y el último al salir de casa, tomó algún equipaje. Caminó hasta la estera del equipaje y tomó su carga. ¿No recuerda haberlo hecho? Es porque lo hizo sin pensar; automáticamente. No recuerda haber visto una cinta transportadora. Es porque no es la del aeropuerto; esta otra está en la mente. Las valijas que llevamos no sonde cuero; están hechas de cargas. La maleta de la culpa. Llevas un talego de descontento en un hombro y una bolsa de mano llena de penas en el otro. Agréguese a esto una mochila de dudas, un saco de dormir de soledad y un baúl de temores. Pronto estará llevando más cargas que un maletero de aeropuerto. No es extraño que al final del día esté tan cansado. Arrastrar equipaje es agotador.

Lo que usted me decía Dios se lo dice a usted: ¡Deja todo eso! ¡Llevas cargas que no necesitas llevar!

«Venid a mí», invita, «todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11.28).

Si lo dejamos entrar, Dios aligerará nuestras cargas… pero, ¿cómo podemos hacerlo? Vamos a invitar a un antiguo conocido nuestro para que nos lo muestre. Se trata del Salmo 23:

Jehová es mi pastor; nada me faltará.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
¿Existen palabras más amadas? Enmarcadas y colgadas en los pasillos de los hospitales, garabateadas en las paredes de las prisiones, citadas por los jóvenes y susurradas por los moribundos. En estas líneas los marineros han encontrado un puerto, los miedosos hallan un padre, y los que luchan han encontrado un aliado.

Y como es un pasaje profundamente amado, se le conoce ampliamente. ¿Puede encontrar un oído hasta el que no hallan llegado estas palabras? Un centenar de canciones reproducen sus palabras, ha sido traducido a mil lenguas, se ha domiciliado en un millón de corazones.

Uno de ellos puede ser el suyo. ¿Cuánta familiaridad siente con esas palabras? ¿Hasta dónde lo transportan esos versículos? ¿Al calor de un hogar? ¿Junto a su cama? ¿Junto a un sepulcro?

Difícilmente pasa una semana sin que yo no me dirija a ellos. Este pasaje es al ministro lo que el bálsamo es al médico. Recientemente lo apliqué al corazón de un querido amigo. Llamado a su casa con las palabras los médicos le dan unos pocos días de vida, lo miré y entendí. Rostro pálido. Labios extendidos, resecos y arrugados. La piel le colgaba entre los huesos, como la tela cuelga entre los rayos de un paraguas viejo. El cáncer ya le había quitado mucho: el apetito, las fuerzas, sus días. Sin embargo, no le había tocado la fe. Acerqué una silla a su cama y le estreché la mano, y le dije con voz suave: «Bill, "Jehová es mi pastor; nada me faltará"». Él giró hacia mí la cabeza, como para acoger mis palabras.

«En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará; confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre».

Cuando iba a decir el cuarto versículo, temiendo que no me oyese, me acerqué a unos cinco centímetros de su oído y dije: «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento».

No abrió los ojos, pero arqueó las cejas. No habló, pero sus flacos dedos envolvieron mi mano, de modo que me pregunté si el Señor le estaría ayudando a dejar una carga: el temor de morir.

¿Tiene usted una carga propia? ¿Cree que Dios podría usar el salmo de David para aligerarla? Aligerar su equipaje significa encargar a Dios las cargas que usted nunca debió llevar.

¿Por qué no intenta un viaje liviano? Hágalo por amor a sus seres queridos. ¿Ha considerado el impacto que el exceso de equipaje tiene sobre sus relaciones? Hemos tocado este punto en nuestra iglesia por medio de un drama. Se representa una boda en que podemos oír los pensamientos de la novia y del novio. Entra el novio muy cargado con su equipaje. Por todo el contorno de su cuerpo se pueden ver bolsos. Cada bolso lleva una etiqueta: culpa, ira, arrogancia, inseguridad. Este tipo está cargado. Mientras espera de pie ante el altar, la audiencia oye lo que piensa: Por fin una mujer me ayudará a llevar todas mis cargas. Es tan fuerte, tan estable, tan…

Mientras continúan sus pensamientos, comienzan los de ella. Entra con un vestido de boda, pero, como su novio, está cubierta de equipaje. Arrastra una maleta con ruedas, de un hombro cuelga un bolso y un neceser para maquillaje; en bolsas de papel lleva cuanto pueda imaginar y cada cosa con su etiqueta. Ella lleva sus bolsos personales: prejuicios, soledad, desilusiones. ¿Cuáles son sus expectativas? Escuchemos lo que piensa:

Unos pocos minutos y tendré mi hombre. Se acabaron las consejerías. No más sesiones de grupo. Adiós desalientos y preocupaciones. Ya no los veré más. Él me lo solucionará todo.

Por fin están ante el altar, perdidos en una montaña de equipaje. Sonríen durante la ceremonia, pero cuando llega el momento de dar el beso, no pueden. ¿Cómo abrazas a otra persona si tienes los brazos llenos de bolsas?

Por amor a los que ama, aprenda a ponerlas en el piso.

Por amor al Señor a quien sirve, haga lo mismo. Usted sabe que Él quiere usarle. Pero, ¿cómo podría si usted está exhausto? Esta verdad se me aclaró ayer en la tarde cuando salí a correr. Mientras me preparaba para correr, me costó decidir qué debía ponerme. Había sol, pero el viento era helado. El cielo estaba claro, pero el pronóstico del tiempo anunciaba lluvia. ¿Una capa o una casaca? El explorador que tengo dentro prevaleció. Me puse ambas cosas.

Tomé mi radiocasete portátil pero no pude decidir qué cinta iba a llevar. ¿Sermón o música? Sí, adivinó; llevé ambas cintas. Para mantenerme en contacto con mis hijos llevé un celular. Para que nadie me robara el auto, puse las llaves en el bolsillo. Como precaución por si me daba sed, eché unas cuantas monedas también en el bolsillo. Ahora parecía más una mula de carga que un corredor. Había corrido unos ochocientos metros (más o menos media milla) cuando tuve que sacarme la casaca y la escondí en un arbusto. Esa clase de peso le reduce la velocidad.

Lo que ocurre cuando uno sale a correr vale también para la fe. Dios tiene una gran carrera para que usted la corra. Bajo su cuidado, irá donde nunca ha estado y servirá de un modo que nunca soñó. Pero tiene que deshacerse de todo peso. ¿Cómo podría difundir gracia si está lleno de culpa? ¿Cómo ofrecer consuelo si está desalentado? ¿Cómo puede levantar la carga de otro si sus brazos están cargados con su propia carga?

Por amor a los que ama, aligere su equipaje.

Por amor al Dios que sirve, aligere su equipaje.

Por amor a su propio gozo, aligere su equipaje.

En la vida hay pesos que usted simplemente no puede llevar. Su Señor le pide que baje su carga y confíe en Él. Él es el padre en el lugar donde se reclama el equipaje. Cuando un padre ve a su hijo de cinco años que trata de arrastrar y sacar del carrusel el baúl de la familia, ¿qué dice? El padre dirá a su hijo lo que Dios le dice a usted.

«Deja, hijo mío. Yo lo llevaré».

¿Qué le parece si le tomamos a Dios su palabra en esta oferta? Podríamos encontrarnos más livianos en nuestro viaje.

Digamos de paso que he exagerado mis problemas con el equipaje. (Generalmente no llevo zapatos para la nieve). Pero no puedo exagerar la promesa de Dios: «Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros» (1 Pedro 5.7).

CHAPTER 2

El Do Central de la Vida

La carga de un dios inferior

Jehová ...

Salmo 23.1

Estoy a unos dos metros de un águila. Tiene las alas extendidas, y las garras levantadas por sobre la rama. Plumas blancas coronan su cabeza, y sus ojos negros me miran desde ambos lados de su pico dorado. Está tan cerca que podría tocarla. Tan cerca que podría acariciarla. Solo con empinarme y estirar el brazo, podría cubrir la corona del águila con mi mano.

Pero no, no la toco. ¿Por qué? ¿Le tengo miedo?

No. No se ha movido en dos años. Cuando abrí la caja, me impresionó. Cuando la puse en la repisa, la admiré. Las águilas artificiales son hermosas por un momento, pero pronto te cansas de verlas.

A David le preocupa que usted y yo cometamos el mismo error con Dios. Su pluma apenas ha tocado el papiro, y ya exhorta que evitemos a los dioses de confección humana. Con sus primeras palabras en este salmo, David procura liberarnos de la carga de una divinidad inferior.

Alguien podría decir que no procura hacer nada más. Aunque habla de delicados pastos, su tesis no es el ocio. Describe el valle de sombra de muerte, pero su poema no es una oda a la muerte. Habla de la morada eterna de Dios, pero su tema no es el cielo. ¿Por qué David escribió el Salmo 23? Para fortalecer nuestra confianza en Dios; para recordarnos quién es Él.

En este salmo David dedica noventa y ocho palabras para explicar la primera: Jehová. Respecto al equipaje innecesario, el salmista comienza con el más pesado: el dios remodelado. Un dios que luce bien pero hace poco. Dios como…

Un genio en una botella. A nuestro alcance. Afable. ¿Necesita un estacionamiento, una cita, un gol a favor o que se yerre un penal? Frote la botella y ¡paf!, lo tiene. Y lo mejor de todo es que este dios vuelve a entrar en la botella cuando termina.

Un dulce abuelo. Tan tierno. Tan sabio. Tan cariñoso. Pero tan, tan, tan viejo. Despiertos, los abuelos son una gran cosa, pero cuando los necesitas están durmiendo.

Unpadre atareado. Sale los lunes y regresa los sábados. Muchos viajes y muchas reuniones de negocios. Aparece el domingo, así que límpiate y muéstrate espiritual. El lunes, sé otra vez como eres. Él nunca se dará cuenta.

¿Ha tenido estas opiniones de Dios? En caso positivo, ya conoce los problemas que causan. El padre ocupado no tiene tiempo para sus preguntas. El abuelo bondadoso es demasiado débil para llevar su carga. Si es el genio de la botella, usted es más poderoso que él. Él tiene que ir y venir según usted lo ordene.

Esto me recuerda un maletín que tengo. Aunque me gustaría culpar al vendedor, no puedo hacerlo. La compra fue decisión mía. Claro que él la facilitó. No necesitaba un nuevo maletín. El que tenía era hermoso. Un poco rayado y deteriorado, pero bueno. La pintura de la cremallera ya se había desgastado, y los bordes estaban deteriorados, pero el maletín era bueno.

¡Ah!, pero este nuevo, para usarlas palabras del muchacho estudiante de la tienda de cueros, era realmente hermoso. Cargado de virtudes: esquineros de cobre, cuero de España y, por sobre todo, un nombre italiano cerca de la agarradera. El vendedor recitó su libreto, me pasó el maletín, y le compré ambas cosas.

Salí de la tienda con un maletín que habré usado un par de veces. ¿Qué estaba pensando? Tiene tan poca capacidad. Mi viejo maletín no tiene esquinas de cobre, pero tenía un vientre como una ballena blanca. El nuevo me recuerda un modelo de gran estilo: delgado, rígido, hermético. Un libro y un diario, y este maletín italiano queda «lleníssimo».

Hermoso, pero nada resuelve.

¿Es ese el tipo de Dios que quiere? ¿Es el tipo de Dios que tenemos?

La respuesta de David es un resonante no. «¿Quiere de veras saber quién es Dios?», pregunta. «Entonces lea esto».Y escribe el nombre Jehová: «Jehová es mi Pastor».

Aunque extraño para nosotros, el nombre estaba cargado de significado para David. Tan cargado, que David eligió Jehová por sobre El-Shaddai (Dios Todopoderoso), El Elyon (Dios Altísimo) y El Olam (Dios Eterno). Estos y muchos otros títulos divinos estaban a disposición de David. Pero al considerar todas las opciones, eligió Jehová.

¿Por qué Jehová? Porque Jehová es el nombre de Dios. Me puede llamar predicador, escritor, o malo para el golf. Son descripciones exactas, pero no son mi nombre. Yo puedo llamarlo a usted papá, mamá, doctor o estudiante, y esas palabra pueden ser su descripción , pero no son su nombre. Si me quiere llamar por mi nombre, dígame Max. Si quiero llamarle por su nombre, lo digo. Si quiere llamar a Dios por su nombre, dígale Jehová.

Dios nos ha dicho su nombre. (¡Cuánto anhelo tendrá de estar cerca de nosotros!)

Moisés fue el primero en aprenderlo. Siete siglos antes de David, aquel pastor octogenario cuidaba sus ovejas cuando un arbusto se puso a arder espontáneamente y su vida comenzó a cambiar. Se le dijo a Moisés que volviera a Egipto y rescatara a los hebreos esclavizados. Puso más excusas que un niño a la hora de ir a la cama, pero Dios las objetó. Finalmente Moisés preguntó:

«He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?».

Entonces Dios respondió a Moisés: «YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros» (Éxodo 3.13-14).

Después Dios recordaría a Moisés: «Yo soy JEHOVÁ. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, más en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos» (Éxodo 6.2-3).

Los israelitas consideraban el nombre demasiado santo para ser pronunciado por labios humanos. Cuando necesitaban decir Jehová, sustituíanla palabra por Adonai, que significa Señor. Si era necesario escribir el nombre, los escribas se bañaban antes de escribirlo, y luego destruían la pluma.

Dios nunca dio una definición de la palabra Jehová, y Moisés nunca la pidió. Muchos eruditos quisieran que lo hubiera hecho, porque el estudio del nombre ha suscitado algunas discusiones saludables.

(Continues…)



Excerpted from "Aligere Su Equipaje"
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Copyright © 2001 Editorial Caribe.
Excerpted by permission of Grupo Nelson.
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Table of Contents

Reconocimientos, 7,
1 El Equipaje de la Vida, 9,
2 El Do Central de la Vida La carga de un dios inferior, 19,
3 Lo Haré a Mi Manera La carga de la confianza en sí mismo, 29,
4 La Prisión de la Necesidad La carga del descontento, 39,
5 Te Haré Descansar La carga del cansancio, 49,
6 Los ¿Ysi? y los ¿Cómo? La carga de las preocupaciones, 59,
7 Allá Afuera hay una Selva La carga de la desesperanza, 69,
8 Intercambio Celestial La carga de la culpa, 77,
9 Vencerse a Uno Mismo La carga de la arrogancia, 85,
10 Te Llevaré al Hogar La carga del sepulcro, 95,
11 Cuando Llega el Dolor La carga de la tristeza, 105,
12 Del Pánico a la Paz La carga del temor, 115,
13 Noches Silenciosas y Días Solitarios La carga de la soledad, 123,
14 El Gallo Cantor y Yo La carga de la vergüenza, 133,
15 Oveja Resbalosa y Heridas Sanadas La carga de la desilusión, 143,
16 Sesión de Mermelada La carga de la envidia, 153,
17 Con Amor nos Busca Dios La carga de la duda., 163,
18 Casi el Cielo La carga de la nostalgia por el hogar, 173,
Conclusión, 183,
Notas, 191,
Guía de estudio, 197,

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