Biografías de grandes cristianos

Ellos debían realizar algo que desafiaba todo su coraje. Debían ganar una batalla que habría de minar las fuerzas de los más osados. Sin embargo, ellos aceptaron el desafío..Editorial Vida, presenta en esta edición de "Biografías de Grandes Cristianos" en forma breve, las biografías simplificadas de algunos de los más destacados personajes de la Iglesia de Cristo, del siglo pasado y principios del presente.Muchos se preguntan a qué se puede atribuir el increíble éxito de siervos de Dios como Lutero, Bunyan, Wesley, Whitefield, Finney, Carey, Judson, y tantos otros. Ciertamente ni a sus talentos ni a su fuerza de voluntad. El verdadero misterio de la grandeza de los grandes cristianos ha sido, y es, la oración.Para aquellos que andan con Dios en oración, como anduvieron ellos, no hay en esto ningún misterio. Y para todos, la vida de esos hombres tiene mucho de atrayente; sus biografías nos inspiran y nos demuestran que la victoria del cristiano depende de la oración.

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Biografías de grandes cristianos

Ellos debían realizar algo que desafiaba todo su coraje. Debían ganar una batalla que habría de minar las fuerzas de los más osados. Sin embargo, ellos aceptaron el desafío..Editorial Vida, presenta en esta edición de "Biografías de Grandes Cristianos" en forma breve, las biografías simplificadas de algunos de los más destacados personajes de la Iglesia de Cristo, del siglo pasado y principios del presente.Muchos se preguntan a qué se puede atribuir el increíble éxito de siervos de Dios como Lutero, Bunyan, Wesley, Whitefield, Finney, Carey, Judson, y tantos otros. Ciertamente ni a sus talentos ni a su fuerza de voluntad. El verdadero misterio de la grandeza de los grandes cristianos ha sido, y es, la oración.Para aquellos que andan con Dios en oración, como anduvieron ellos, no hay en esto ningún misterio. Y para todos, la vida de esos hombres tiene mucho de atrayente; sus biografías nos inspiran y nos demuestran que la victoria del cristiano depende de la oración.

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Biografías de grandes cristianos

Biografías de grandes cristianos

by Orlando Boyer
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Ellos debían realizar algo que desafiaba todo su coraje. Debían ganar una batalla que habría de minar las fuerzas de los más osados. Sin embargo, ellos aceptaron el desafío..Editorial Vida, presenta en esta edición de "Biografías de Grandes Cristianos" en forma breve, las biografías simplificadas de algunos de los más destacados personajes de la Iglesia de Cristo, del siglo pasado y principios del presente.Muchos se preguntan a qué se puede atribuir el increíble éxito de siervos de Dios como Lutero, Bunyan, Wesley, Whitefield, Finney, Carey, Judson, y tantos otros. Ciertamente ni a sus talentos ni a su fuerza de voluntad. El verdadero misterio de la grandeza de los grandes cristianos ha sido, y es, la oración.Para aquellos que andan con Dios en oración, como anduvieron ellos, no hay en esto ningún misterio. Y para todos, la vida de esos hombres tiene mucho de atrayente; sus biografías nos inspiran y nos demuestran que la victoria del cristiano depende de la oración.


Product Details

ISBN-13: 9780829733587
Publisher: Vida
Publication date: 09/12/2001
Edition description: Spanish-language Edition
Pages: 272
Product dimensions: 5.35(w) x 8.45(h) x 1.30(d)
Language: Spanish
Age Range: 18 Years

About the Author

Orlando Boyer fue misionero de la Iglesia de Cristo. Llego a Mata Grande, Brasil en 1927 donde pasó cuatro años aprendiendo la lengua, evangelizando y abriendo obras a lo largo de la vía ferrocarril en ciudades hostiles al evangelio. A su regreso a los Estado Unidos, él y su esposa ingresaron a las Asambleas de Dios después de experimentar el bautismo en el Espíritu Santo. Ellos fueron enviados de nuevo a Brasil por el departamento de misioneros de las Asambleas de Dios en Oklahoma. Resuelto a cumplir su trabajo, Orlando sirvió como profesor y traductor de libros, rehusando cualquier comodidad o pago de regalías por sus libros.

Read an Excerpt

Biografias de Grandes Cristianos


By Orlando Boyer

ZONDERVAN

Copyright © 2013 Orlando Boyer
All rights reserved.
ISBN: 978-0-8297-3358-7



CHAPTER 1

EL MISTERIO DE LOS GRANDES CRISTIANOS


Visité el viejo templo de Nueva Inglaterra, donde Jonatán Edwards predicó su conmovedor sermón: Pecadores en las manos de un Dios airado. Edwards sostenía el manuscrito tan cerca de los ojos, que los oyentes no podían verle el rostro. Sin embargo, al acabar la lectura, el gran auditorio estaba conmovido. Un hombre corrió hacia él clamando: "¡Señor Edwards, tenga compasión!" Otros se agarraban de los bancos pensando que iban a caer en el infierno. Vi cómo se abrazaban a las columnas para sostenerse, pensando que había llegado el juicio final.

"El poder de aquel sermón aún tiene un gran impacto en el mundo entero. Sin embargo, conviene conocer algo más de su historia, la parte que generalmente se suprime. Durante tres días Edwards no había tomado ningún alimento, y por tres noches no durmió. Había rogado a Dios sin cesar: "¡Dame la Nueva Inglaterra!" Después de levantarse de orar, cuando se dirigía al púlpito, uno de los allí presentes dijo que su semblante era como de quien, por algún tiempo, hubiera estado contemplando el rostro de Dios. Aun antes de abrir la boca para pronunciar la primera palabra, la convicción del Espíritu Santo cayó sobre el auditorio."

Fue así como se expresó J. Wilbur Chapman en sus escritos sobre Jonatán Edwards. Con todo, ese célebre predicador no fue el único que luchó con Dios en oración. Al contrario, después de leer cuidadosamente las biografías de algunos de los más destacados personajes de la Iglesia de Cristo, llegamos a la conclusión de que nunca se puede atribuir, con razón, su éxito solo a sus propios talentos y su fuerza de voluntad. Por cierto, un biógrafo que no cree en el valor de la oración, ni conoce el poder del Espíritu Santo que obra en el corazón, no menciona que la oración sea el verdadero misterio de la grandeza de muchos cristianos.

Leímos, por ejemplo, dos libros bien escritos, sobre la vida de Adoniram Judson. Cuando estábamos por llegar a la conclusión de que había algunos verdaderos héroes en la Iglesia, realmente grandes por sí mismos, encontramos otra biografía escrita por uno de sus hijos, Eduardo Judson. En esa valiosa obra se descubre que aquel talentoso misionero pasaba diariamente horas de la madrugada y de la noche en íntima comunión con Dios.

¿Cuál es entonces el misterio del increíble éxito de los grandes cristianos en la Iglesia de Cristo? No hay en esto ningún misterio para aquellos que andan con Dios en oración, como anduvieron esos hombres.

Expresamos nuestro profundo agradecimiento a los siguientes escritores, cuyas obras nos sirvieron de inspiración para escribir estas biografías:

Jerónimo Savonarola: Lawson

Martín Lutero: Lindsay, Schonberg-Cota, Arandas, Miler, Singmaster, Morrison, Lima, Olson, Stewart, Canuto, Saussure, Knigt-Anglin y Frodsham.

Juan Bunyan: Guilliver y Lawson.

Jonatán Edwards: Allen, Hickman y Howard.

Juan Wesley: Beltz, Lawson, Telford, Miller, Fitchet, Winchest e r, Joy y Buyers.

Jorge Whitefield: Gledstone, Lawson y Olson.

David Brainerd: Smith, Harrison, Lawson y Edwards.

Guillermo Carey: Harrison, Dalton, Marshman y Olson.

Christmas Evans: Davis y Lawson.

Enrique Martyn: Harrison y Page.

Adoniram Judson: Harrison y Judson.

Carlos Finney: Day, Beltz y Finney.

Ciertamente, aquí no empleamos la palabra "grande" en el sentido pagano, es decir, de grandes personajes que han sido divinizados. La Biblia habla de "hombres que se han destacado por su valor", de "los valientes", "los fieles", "los vencedores", etc., y sus biografías nos inspiran como los sermones más ardientes, destacados y emocionantes.

¡Cuántos creyentes se contentan con solamente escapar de la perdición! ¡Cuántos pasan por alto "la abundancia de la bendición del evangelio de Cristo"! (Romanos 15:29.) "La vida en abundancia" (Juan 10 : 10) es mucho más que la valiosísima salvación, como se ve al leer estas biografías. Que el ejemplo de los grandes cristianos nos induzca a buscar las mismas bendiciones, hasta "que sobreabunden" (Malaquías 3:10).

EL AUTOR

CHAPTER 2

JERÓNIMO SAVONAROLA

Precursor de la Gran Reforma 1452–1498


Todo el pueblo de Italia afluía a Florencia en número siempre creciente. Las enormes multitudes ya no cabían en el famoso Duomo. El predicador Jerónimo Savonarola abrasaba con el fuego del Espíritu Santo, y sintiendo la inminencia del Juicio de Dios, tronaba contra el vicio, el crimen y la corrupción desenfrenada en la propia iglesia. El pueblo abandonó entonces la lectura de las publicaciones mundanas y banales, y comenzó a leer los sermones del fogoso predicador; dejó de cantar las canciones callejeras y se puso a cantar los himnos de Dios. En Florencia, los niños hicieron procesiones para recoger las máscaras carnavalescas, los libros obscenos y todos los objetos superfluos que servían a la vanidad. Con todos esos objetos formaron en la plaza pública una pirámide de veinte metros de altura, y le prendieron fuego. Mientras esa pirámide ardía, el pueblo cantaba himnos y las campanas de la ciudad repicaban anunciando la victoria.

Si entonces la situación política allí hubiese sido igual a la que hubo después en Alemania, el intrépido y piadoso Jerónimo Savonarola habría sido por cierto el instrumento usado para iniciar el movimiento de la Gran Reforma, en vez de Martín Lutero. A pesar de todo, Savonarola se convirtió en uno de los osados y fieles heraldos que condujo al pueblo hacia la fuente pura y las verdades apostólicas de las Sagradas Escrituras.

Jerónimo era el tercero de los siete hijos de la familia Savonarola. Sus padres eran personas cultas y mundanas, y gozaban de mucha influencia. Su abuelo paterno era un famoso médico de la corte del Duque de Ferrara, y los padres de Jerónimo deseaban que su hijo llegase a ocupar el lugar del abuelo. En el colegio fue un alumno que se distinguió por su aplicación. Sin embargo, los estudios de la filosofía de Platón, así como de Aristóteles, solo consiguieron envanecerlo. Sin duda alguna, fueron los escritos del célebre hombre de Dios, Tomás de Aquino, lo que más influencia ejerció en él, además de las propias Escrituras, para que entregase enteramente su corazón y su vida a Dios. Cuando aún era niño, tenía la costumbre de orar, y a medida que fue creciendo, su fervor en la oración y el ayuno fue en aumento. Pasaba muchas horas seguidas orando. La decadencia de la iglesia, llena de toda clase de vicios y pecados, el lujo y la ostentación de los ricos en contraste con la profunda pobreza de los pobres, le afligían el corazón. Pasaba mucho tiempo solo en los campos y a orillas del río Po, meditando y en contemplación en la presencia de Dios, ya cantando, ya llorando, conforme a los sentimientos que le ardían en el pecho. Siendo aún muy joven, Dios comenzó a hablarle en visiones. La oración era su mayor consuelo; las gradas del altar, donde permanecía postrado horas enteras, quedaban a menudo mojadas con sus lágrimas.

Hubo un tiempo en que Jerónimo comenzó a enamorar a cierta joven florentina. Sin embargo, cuando la muchacha le hizo comprender que su orgullosa familia Strozzi nunca consentiría su unión con alguien de la familia Savonarola, que ellos despreciaban, Jerónimo abandonó por completo la idea de casarse. Vo l v i ó entonces a orar con un fervor creciente. Resentido con el mundo, desilusionado de sus propios anhelos, sin encontrar a nadie que le pudiese aconsejar, y cansado de presenciar las injusticias y perversidades que lo rodeaban, sin poder remediarlas, resolvió abrazar la vida monástica.

Al presentarse al convento, no pidió el privilegio de hacerse monje, sino solamente que lo aceptasen para realizar los servicios más humildes de la cocina, de la huerta y del monasterio.

En el claustro, Savonarola se dedicó con más ahínco aún a la oración, al ayuno y a la contemplación en la presencia de Dios. Sobresalía entre todos los demás monjes por su humildad, sinceridad y obediencia, por lo que lo designaron para enseñar filosofía, posición que ocupó hasta salir del convento.

Después de haber pasado siete años en el monasterio de Boloña, Fray Jerónimo fue para el convento de San Marcos, en Florencia. Cuando llegó, su desilusion fue muy grande al comprobar que el pueblo florentino era tan depravado como el de cualquier otro lugar. Hasta entonces no había reconocido que solamente la fe en Cristo es la que salva.

Al completar un año en el convento de San Marcos, fue nombrado instructor de los novicios y, por fin, lo designaron predicador del monasterio. A pesar de tener a su disposición una exc elente biblioteca, Savonarola usaba cada vez más la Biblia como su libro de instrucción.

Sentía cada vez más el terror y la venganza del Día del Señor, que vendrá, y a veces se ponía a tronar desde el púlpito, contra la impiedad del pueblo. Eran tan pocos los que asistían a sus predicaciones, que Savonarola resolvió dedicarse por entero a la instrucción de los novicios. Sin embargo, igual que Moisés, no podía de esa manera escapar al llamamiento de Dios.

Cierto día, al dirigirse a una monja, vio de repente, que los cielos se abrieron, y delante de sus ojos pasaron todas las calamidades que sobrevendrán a la Iglesia. Entonces le pareció oír una voz que desde el cielo le ordenaba que anunciara todas esas cosas a la gente.

Convencido de que la visión era del Señor, comenzó nuevamente a predicar con voz de trueno. Bajo una nueva unción del Espíritu Santo, sus sermones condenando el pecado eran tan impetuosos, que muchos de los oyentes se quedaban por algún tiempo aturdidos y sin deseos de hablar en las calles. Era común durante sus sermones, oír resonar los sollozos y el llanto de la gente en la iglesia. En otras ocasiones, tanto hombres como mujeres, de todas las edades y de todas las clases sociales, rompían en vehemente llanto.

El fervor de Savonarola en la oración aumentaba día por día y su fe crecía en la misma proporción. Frecuentemente, mientras oraba, caía en éxtasis. Cierta vez, estando sentado en el púlpito, le sobrevino una visión que lo dejó inmóvil durante cinco horas; mientras tanto su rostro brillaba, y los oyentes que estaban en la iglesia lo contemplaban.

En todas partes donde Savonarola predicaba, sus sermones contra el pecado producían profundo terror. Los hombres más cultos comenzaron entonces a asistir a sus predicaciones en Florencia; fue necesario realizar las reuniones en el Duomo, famosa catedral, donde continuó predicando durante ocho años. La gente se levantaba a media noche y esperaba en la calle hasta la hora en que abrían la catedral.

El corrompido regente de Florencia, Lorenzo de Médicis, trató por todos los medios posibles, como la lisonja, las dádivas de cohecho, las amenazas y los ruegos, inducir a Savonarola a que desistiese de predicar contra el pecado y, especialmente, contra las perversidades del regente. Por fin, viendo que todo era inútil, contrató al famoso predicador Fray Mariano para que predicase contra Savonarola. Fray Mariano predicó un sermón, pero el pueblo no le prestó atención a su elocuencia y astucia, por lo que no se atrevió a predicar más.

Fue en ese tiempo que Savonarola profetizó que Lorenzo, el Papa y el rey de Nápoles iban a morir dentro de un año, lo que efectivamente sucedió.

Después de la muerte de Lorenzo, Carlos VIII de Francia invadió a Italia y la influencia de Savonarola aumentó todavía más. La gente abandonó la literatura banal y mundana para leer los sermones del famoso predicador. Los ricos socorrían a los pobres en vez de oprimirlos. Fue en ese tiempo que el pueblo preparó una gran hoguera en la "piazza" (plaza) de Florencia y quemó una gran cantidad de artículos usados para fomentar vicios y vanidades. En la gran catedral Duomo ya no cabían más los inmensos auditorios.

Sin embargo, el éxito de Savonarola fue muy breve. El predicador fue amenazado, excomulgado y, por fin, en el año 1498, por orden del Papa, fue ahorcado y su cadáver quemado en la plaza pública. Pronunciando las palabras: "¡El Señor sufrió tanto por mi!" terminó la vida terrenal de uno de los más grandes y abnegados mártires de todos los tiempos.

A pesar de que hasta la hora de su muerte sustentó muchos de los errores de la Iglesia Romana, enseñaba que todos los que en realidad son creyentes están en la verdadera iglesia. En todo momento alimentaba su alma con la Palabra de Dios. Los márgenes de las páginas de su Biblia están llenos de notas escritas mientras meditaba en las Escrituras. Conocía de memoria una gran parte de la Biblia y podía abrirla y hallar al instante cualquier texto. Pasaba noches enteras orando, y tuvo la gracia de recibir algunas revelaciones mediante éxtasis o visiones. Sus libros titulados "La humildad", "La oración", "El amor", etc., continúan ejerciendo gran influencia sobre los hombres.

Destruyeron el cuerpo de ese precursor de la Gran Reforma, pero no pudieron apagar las verdades que Dios, por su intermedio, grabó en el corazón del pueblo.
(Continues...)


Excerpted from Biografias de Grandes Cristianos by Orlando Boyer. Copyright © 2013 Orlando Boyer. Excerpted by permission of ZONDERVAN.
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Table of Contents

Contents

EL MISTERIO DE LOS GRANDES CRISTIANOS JERÓNIMO SAVONAROLA — 1452–1498......     5     

MARTIN LUTERO — 1483–1546 El gran reformador....................     15     

JUAN BUNYAN — 1628–1688 Soñador inmortal....................     35     

JONATÁN EDWARDS — 1703–1758 El gran avivador....................     43     

JUAN WESLEY — 1703–1791 Tea arrebatada del fuego....................     51     

JORGE WHITEFIELD — 1714–1770 Predicador al aire libre....................     65     

DAVID BRAINERD — 1718–1747 Heraldo enviado a los pieles rojas.............     75     

GUILLERMO CAREY — 1761–1834 Padre de las misiones modernas................     85     

CHRISTMAS EVANS — 1766–1838 El "Juan Bunyan de Gales"....................     93     

ENRIQUE MARTYN — 1781–1812 Luz usada enteramente por Dios.................     99     

ADONIRAM JUDSON — 1788–1850 Misionero, explorador espiritual de Birmania..     105     

CARLOS FINNEY — l792–1875 Apóstol de avivamientos....................     115     

EL SALVADOR ESPERA Y EL MUNDO CARECE....................     127     

EL GEMIR DE MILES DE MILLONES DE ALMAS....................     129     

JORGE MÜLLER — 1805–1898 Apóstol de la fe....................     133     

DAVID LIVINGSTONE — 1813–1873 Célebre misionero y explorador..............     145     

JUAN PATON — 1824–1907 Misionero a los antropófagos....................     161     

HUDSON TAYLOR — 1832–1905 Padre de la misión en el interior de la China...     175     

CARLOS SPURGEON — l834–1892 El príncipe de los predicadores...............     199     

PASTOR HSI — 1836–1896 Amado líder chino....................     209     

DWIGHT LYMAN MOODY — 1837–1899 Célebre conquistador de almas..............     221     

JONATAN GOFORTH — 1859–1936 "Con mí Espíritu"....................     243     

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